[Solar-general] Para discutir

Daniel Spada papaio_ibr en yahoo.com.ar
Sab Mayo 29 18:08:32 CEST 2010


Bueno... ¿la mesa enlace no huele a "restauración conservadora"?

El Sáb 29 May 2010, Ariel Alegre escribió:
> Mis amigos radicales de LA LINEA RECTA me acercan este articulo
> para analizarlo. Lo leí y me parece muy bueno.
> Creo que vale el analisis para intentar entender también lo que
> está pasando acá.
> Tratare esta tarde de hacerme un rato para enviar mis comentarios
>
> abrazo
> ariel
> LA LINEA RECTA GANO
>
>
> Kirchnerismo bolivariano del siglo XXI
>
> Jorge Fernández Díaz
> Para LA NACION
>
> Néstor Kirchner fue originalmente un joven e intrascendente
> militante estudiantil. Después pasó por la derecha peronista y
> desembocó en el peronismo renovador. Fue en algunos tiempos
> menemista y en otros un cavallista cabal: con el verdadero padre de
> la criatura hizo una alianza política importante. Su relación con
> Domingo Cavallo siempre fue buena, pública y estrecha. Ya en la
> Casa Rosada, se decía desarrollista, al igual que Mauricio Macri y
> Elisa Carrió.
>
> ¿Se le puede adjudicar, por lo tanto, una ideología a Néstor
> Kirchner? Hasta ahora yo creía que no, que su ideología era el
> poder. Sin embargo, últimamente algunas evidencias van demostrando
> que el desarrollo de la acción política con sus triunfos y
> derrotas, con la generación de aliados y enemigos, va llenando de
> contenido cualquier frasco vacío.
>
> Por necesidad o coartada, Kirchner fue arropando sus actos de
> gobierno con una determinada ideología, y aunque al principio fue
> más oportunismo que convicción, con el correr del tiempo el
> contagio se hizo inevitable. Un simulador al final se convierte en
> lo que simula. Uno no sólo es lo que es sino muy principalmente lo
> que hace, y también con quién recorre ese camino. Así como antes no
> le habían interesado lo más mínimo las Madres y Abuelas de Plaza de
> Mayo o los intelectuales progresistas, a quienes luego utilizó como
> escudos humanos, con el paso de los años se fue impregnando de sus
> argumentos y simpatizando con esas ideas primigenias que había
> sabido olvidar para ser simplemente peronista.
>
> La primera vez que tomé un café con un ministro de la mesa chica de
> los Kirchner, ese funcionario que había estado toda la vida junto
> al entonces presidente de la Nación y que hoy sigue junto a él con
> tanta fe como el primer día hizo una caracterización muy precisa de
> sí mismo. El era lo que siempre fue: un peronista clásico. "Pero
> Néstor nunca fue monto ni filomonto, ni muy amante del peronismo
> -me dijo, buscando desesperadamente una definición ideológica del
> jefe, la idea original que había formateado su disco rígido-.
> Néstor era, era, a ver..." Yo tuve un relámpago de clarividencia,
> entre tanto balbuceo, y lo ayudé: "La izquierda nacional -dije-. El
> querido y brillante Jorge Abelardo Ramos". El ministro chasqueó los
> dedos como si yo hubiera encontrado una perla. "¡Exactamente eso!
> -me confirmó-. La izquierda nacional."
>
> Esta corriente política proviene del trotskismo, pero se
> reconvirtió completamente en lo que después se denominó "socialismo
> criollo". Una corriente que acompañó al peronismo, como una lancha
> sigue de cerca un portaaviones, en un apoyo crítico, pero
> convencida de que el movimiento de Juan Perón tenía el proletariado
> y que junto con él había que formar un frente nacional
> antiimperialista, propender a la unión latinoamericana y enfrentar
> a los cómplices locales (cipayos) de la dependencia: éstos podían
> ser los conservadores, los radicales, los comunistas e incluso
> otros socialistas que no acordaran con la visión "nacional" de esa
> izquierda. El partido era pequeño, pero su argumentación se volvió
> transversal en los 70 y sobrevivió a través de las décadas como una
> cultura vasta y firme.
>
> Antes de la irrupción de Ernesto Laclau, que legalizó la palabra
> "populista", los nacionalistas de izquierda rechazaban ese término.
> Ahora aceptan que el populismo es una praxis política que no
> respeta ideologías: Bush, para el caso, era tan populista como
> Perón. Pero por encima de toda esta disquisición lingüística y
> operativa lo cierto es que los nacionalistas siguen defendiendo su
> particular identidad. La cuestión central no es, entonces,
> disfrazar con más palabras lo que en realidad se puede llamar por
> su nombre: Néstor Kirchner practica una suerte de nacionalismo de
> izquierda, que Hugo Chávez denomina el "socialismo del siglo XXI".
> Chávez es un nacionalista nato, y los pequeños partidos de la
> izquierda nacional de la Argentina lo reconocieron antes que nadie.
> O al menos en forma simultánea con las fuerzas carapintadas, que
> también tenían ese halo de nacionalismo militar, reivindicatorio de
> la Guerra de Malvinas y heredero de una tradición que entronizó en
> el poder a los generales y coroneles de 1943.
>
> El nacionalismo de izquierda, que excede, obviamente, a Ramos y que
> se asoció al revisionismo histórico y a figuras como Arturo
> Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz, se interna en una amplia
> tradición argentina arraigada dentro de distintas fuerzas y concibe
> su empresa como una lucha permanente entre un campo popular y la
> partidocracia. De hecho, divide toda la historia en dos: desde 1810
> hasta la fecha la gran puja argentina ha sido entre nacionalistas y
> liberales. Así piensa, concretamente, el ministro de Cultura de la
> Nación, Jorge Coscia, que fue un fervoroso acólito de Ramos y que
> hoy explica bien lo que Carta Abierta explica mal. También Laclau,
> que antes de ser el pensador de cabecera de los Kirchner fue un
> entusiasta militante de Abelardo Ramos.
>
> Esa división entre nacionalistas y liberales nada tiene que ver con
> otras divisiones perimidas, como peronistas y radicales o
> izquierdas y derechas. De hecho, en el nacionalismo hay peronistas,
> radicales, izquierdistas y derechistas. También los hay en el campo
> antagónico. La izquierda, sin ir más lejos, se divide muy
> claramente en tres segmentos: la propiamente dicha hasta el Partido
> Obrero, la kirchnerista en sus múltiples expresiones y esa fuerza
> fantasmal e inarticulada que forman socialistas santafecinos,
> alfonsinistas, peronistas de los años 80 e intelectuales
> inorgánicos:
> socialdemócratas. Entre estas dos últimas tendencias hay franjas de
> indefinición, como las hay en aquellas millas náuticas donde se
> mezclan el Río de la Plata y el océano Atlántico. Más adelante, sin
> embargo, es muy claro que uno es marrón intenso y el otro es azul.
>
> Ultimamente he escuchado de varios militantes kirchneristas este
> concepto: "Néstor Kirchner es sólo el instrumento del campo
> popular. Está lleno de defectos, pero eso no viene al caso. Es la
> gran ola de la historia la que pasa y no se detiene en los
> detalles. Néstor viene a dar esta lucha de siempre por la
> liberación y contra la
> dependencia".
>
> Esa divisoria de aguas termina con amistades y buenas vecindades
> del pasado, y esta concepción movimientística e histórica hace
> pensar en una idea vieja y contradictoria: la revolución en
> democracia. Entiéndase por democracia, en esta visión nacionalista,
> sólo el derecho a votar y el mantenimiento a regañadientes de
> ciertas instituciones. Una "revolución nacional" no se detiene en
> cuestión de formas republicanas, ni en formalidades judiciales o de
> libertad de expresión. Es por eso que el kirchnerismo se permite a
> sí mismo violar muchas normas democráticas que considera frenos
> para una causa mayor. Y es también por todo eso que el problema de
> la corrupción se hace menor frente a lo que hay en juego: la
> construcción de "un verdadero país independiente".
>
> Estamos hablando, como se verá, de un sistema de pensamiento
> revolucionario, que lleva el traje democrático con incomodidad. Al
> fin y al cabo, la democracia es un sistema opuesto, producto de las
> grandes corrientes liberales. Ese último término (liberal), que ha
> sido desprestigiado hasta el cansancio por políticas ineficaces y
> corruptas, complicidad con dictaduras y finalmente con el fracaso
> del Consenso de Washington, poco tiene que ver con el liberalismo
> como filosofía política surgido de la Revolución Francesa y de las
> luces. España, después de nacionalismos de derecha y de
> republicanos en guerra y de miles de muertos, logró construir un
> sistema liberal donde la izquierda (el PSOE) y la derecha (el PP)
> son capaces de gobernar alternativamente sin destruir la
> democracia.
>
> La socialdemocracia europea y también mucha de la latinoamericana
> (Chile, Uruguay, Brasil) ha logrado desde esa posición el progreso
> y la libertad. El chavismo las ve como expresiones de la derecha
> (serían, a lo sumo, la izquierda liberal y reformista) frente al
> gran movimiento bolivariano, en el que incluye a Evo Morales,
> Rafael Correa y el matrimonio Kirchner. Unos son socialdemócratas y
> otros son nacionalistas. Los dos expresan la oposición al Consenso
> de Washington, pero con estilos diferentes. Unos profundizan la
> democracia, otros viven en estado de revolución.
>
> No estamos hablando, claro está, de una verdadera revolución en los
> términos absolutos y clásicos, sino de un proceso político que se
> autopercibe como revolucionario y que ha logrado instalar esa idea
> en el imaginario de crecientes segmentos de la grey universitaria.
>
> Revolución y democracia son dos palabras que en nuestro país tienen
> buena prensa. Pero me temo que no se puede servir a dos banderas a
> la vez y que al final siempre se vuelven incompatibles. Los
> argentinos tarde o temprano van a tener que elegir entre una y otra
> palabra. Porque la crisis de 2001 era más profunda de lo que
> creíamos. Ya no existen peronistas y antiperonistas, ni peronistas
> versus radicales, ni izquierdas contra derechas. Hoy está instalada
> en nuestro país una discusión simbólica y asordinada entre
> revolución y democracia. Así de simple, y así de complejo.
>
> Es notorio cómo el proyecto kirchnerista fue variando. En un
> comienzo, se veía a sí mismo como un partido reformista de
> centroizquierda que soportaba la hipotética alternancia de uno de
> centroderecha. Pero con los años y las batallas, y la desesperación
> por no perder el poder, los kirchneristas comenzaron a hablar del
> peligro de una "restauración conservadora". Ese término implica de
> por sí la imposibilidad de una alternancia pacífica, puesto que si
> la gran amenaza es una "restauración" lo que se impone es una
> "resistencia patriótica contra el entreguismo" a todo o nada. Se
> trata de un dramatismo
> revolucionario alejado de cualquier atisbo de consenso, y que como
> toda epopeya prendió rápidamente en nuevas generaciones politizadas
> de la pequeña burguesía. Esos jóvenes son más kirchneristas que
> Kirchner, a quien consideran un simple piloto del gran buque
> nacional. Y están seguros de que esta "revolución" necesita
> profundizarse día a día y sostenerse en el tiempo. Un tercer,
> cuarto y hasta quinto mandato de los Kirchner les suena,
> obviamente, no sólo lógico y aceptable, sino imprescindible para
> garantizar esta "revolución inconclusa". "No hay vuelta atrás",
> dictaminaron hace unos días los intelectuales kirchneristas,
> quemando las naves.
>
> La situación se vuelve inquietante si se piensa que a una
> "revolución" no la puede seguir un partido, sino la refundación
> épica del mismísimo sistema democrático, hundido hace nueve años
> por una implosión de la economía. Un verdadero líder de la
> oposición que quisiera tener alguna chance frente a semejante
> mística debería quizá pensar menos en cuestiones programáticas
> coyunturales y en divergencias ideológicas dentro del espectro
> político (cualquier partido tiene ala derecha e izquierda) y pensar
> más en propalar el regreso de los argentinos a una democracia plena
> después de años de democracia manca y condicionada vivida bajo
> emoción violenta. Y garantizarle, de paso, a la sociedad electoral
> que no echará abajo, una vez más, a pico y pala los logros de la
> actual administración, que los tiene y son muchos.
>
> Ese gesto democrático, si fuera exitoso en las urnas, reencauzaría
> al mismísimo nacionalismo, que tal vez sería obligado así a jugar
> de nuevo el juego bipartidista, los acuerdos de políticas de Estado
> y una vida cívica con menos divisiones, ataques, represalias
> económicas, golpes de mano, violaciones institucionales y lenguaje
> bélico.
>
> ________________________________________________
>
>
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-- 
Daniel Spada

Llegará un día en que nuestros hijos,
llenos de vergüenza, recordarán estos
días extraños en los que la honestidad
más simple era calificada de coraje.  
Yevtushenko, Yevgeny




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