[Solar-general] Redmond, ciudad abierta
Leonardo Federico Bauchwitz
lbauchwitz en yahoo.com.ar
Sab Dic 3 17:09:17 CET 2005
Interesante
http://www.libertaddigital.es/opiniones/opi_desa_28402.html
Por Enrique Dans
La cadena de acontecimientos está resultando muy interesante: primero,
fueron tímidos inicios de liberar componentes de librerías y algunas
funciones. Después, algunas iniciativas, como las modificaciones
realizadas al formato RSS, fueron anunciadas con licencias de tipo
copyleft muy poco restrictivas. Ahora, un paso más: el estándar XML
utilizado para los formatos de archivo de las nuevas versiones del
ubicuo Office estará certificado como software de código abierto por
ECMA, un organismo europeo. Abogados conocidos e identificados con el
software libre, como Larry Rosen, ya han emitido su veredicto positivo:
en efecto, se trata de una apertura en toda regla, y no simplemente de
un gesto o un amago. No tiene truco o, si lo tiene, no se ve.
Con el anuncio, Microsoft mata dos pájaros con un solo tiro. Por un
lado, calma la ansiedad de organismos públicos y corporaciones,
presionadas por el posible coste de transferencia del enorme parque de
documentos en formatos propietarios generados por muchos años de
cautiverio a manos del ubicuo Office. Por otro, quita a sus enemigos una
de sus bazas principales, uno de los factores de ataque más claro, el de
no ser abierto, el de ser una empresa basada en el oscurantismo, en la
defensa a ultranza de un modelo de negocio basado en la ocultación de
bits. Y, según vemos en noticias recientes, el movimiento parece estar
dando sus frutos: por un lado, entidades como el Estado de
Massachussets, que se hallaba en plena cruzada contra los formatos
propietarios de los documentos de Microsoft y empeñados en forzar a
todas sus delegaciones y agencias a utilizar formatos abiertos (basados
en el Open Document Format, u ODF) antes de 2007, han anunciado ya su
marcha atrás. Por otro, acérrimos enemigos de Microsoft, como Sun
Microsystems, han hecho patente ya su malestar, utilizando argumentos
del tipo “no es verdad, están fingiendo, es un truco” en cartas enviadas
al Gobernador del Estado. Pero las palabras del propio Larry Rosen, muy
poco propicio a ser considerado una persona mediatizada por Microsoft,
no dejan lugar a dudas: “esto va más allá que ningún otro movimiento que
la empresa haya hecho antes”.
En efecto, el desarrollo de un formato abierto que programadores
externos a la compañía pueden utilizar sin necesidad de pagar patentes o
citar acuerdos de licencia es un movimiento que excede el ámbito de
ninguno de las acciones competitivas llevadas a cabo hasta el momento
por la compañía. En realidad, no es algo especialmente original. Muchas
compañías han tenido ya la oportunidad y la inspiración de darse cuenta
que es más que posible generar valor mediante el procedimiento de
abrirse en lugar de cerrarse. Pero si la protagonista es la compañía de
un personaje tan rotundo y dado a los excesos verbales como Steve
Ballmer, que en ocasiones ha llegado a calificar el software libre como
“lacra de la sociedad moderna” y una “forma de destruir riqueza y
puestos de trabajo”, la sensación es equivalente a la de ver como el
infierno se congela.
¿Cómo quedaría el panorama tecnológico ante una hipotética apertura
progresiva de Microsoft? Realmente, la empresa de Redmond siempre ha
sido una estudiosa incansable del fenómeno del software libre. Su
personal está formado por geeks y nerds poco susceptibles de quedar al
margen de la fascinación que el fenómeno del software libre ejerce sobre
todo tecnólogo que se precie, empezando por su “evangelista de
plataformas”, Martin Taylor, un usuario confeso de Firefox. Microsoft
siempre ha contado con activos laboratorios de análisis de los
desarrollos del considerado como “lado oscuro”, y recientemente empezó a
cambiar el tono de sus mensajes desde el apocalíptico “acabaremos con
ellos” hasta el más ponderado “entorno de convivencia entre varios
sistemas”. ¿Qué ocurriría si, como Apple hizo hace años, Microsoft
tomase la decisión de reformular Windows sobre la que estimasen como
mejor distribución disponible de UNIX o Linux, al estilo de lo que hacen
empresas como Red Hat? Imaginemos un interfaz Windows, sin costes de
cambio para más del noventa por ciento de los usuarios, asentado sobre
la solidez, fiabilidad y apertura de una plataforma de ese tipo.
Microsoft posee, sin duda, suficiente músculo financiero y habilidad de
programación como para desarrollar una plataforma abierta y compatible
con todos los sabores de Linux, Windows y hasta MacOS, pero además
ofrecería a los usuarios individuales y corporativos una empresa con la
probada capacidad de difusión, distribución y negociación que todos
conocemos. Soporte 24x7, y una notable capacidad para el desarrollo de
plataformas de colaboración con todo aquel que quiera desarrollar para
su entorno, que seguiría siendo el de mayor difusión del mundo.
¿Será definitivo el movimiento de apertura de Microsoft? No hay forma de
saberlo. De hecho, ni siquiera es preciso que lo sea. Microsoft podría
optar por mantenerse en una situación de semi-apertura: plataformas
abiertas sobre las que podrían correr aplicaciones propietarias, con la
condición de disponer de rutas válidas de entrada y salida y de
funcionar sobre cualquier sistema. Con su capacidad y volumen, las
modificaciones que fuesen imponiendo para la plataforma tendrían enormes
posibilidades de evolucionar hacia estándares de facto, lo que daría a
la empresa la una fuerza y pujanza que tuvo en sus mejores momentos.
¿Es real esta especie de “estrategia de judo”? Es pronto para saberlo.
Pero París obtuvo enormes ventajas de su declaración como ciudad abierta
en Junio de 1940, y fue de las pocas ciudades que salieron no dañadas,
sino reforzadas de la contienda. Sesenta y cinco años después, es
posible que Redmond haya aprendido la lección.
Enrique Dans es profesor del Instituto de Empresa
Más información sobre la lista de distribución Solar-general