[Solar-general] anonymous ataca francia
Pablo Barrera
pabloabundante en gmail.com
Jue Mayo 19 19:59:25 CEST 2011
El 19 de mayo de 2011 14:18, mgg <marcos en ovejafm.com> escribió:
> On Tuesday 17 May 2011 15:53:07 Diego Saravia wrote:
> > El 17 de mayo de 2011 14:19, Pablo Barrera
> <pabloabundante en gmail.com>escribió:
> > > Saludos
> > >
> > > El 17 de mayo de 2011 10:45, Diego Saravia <dsa en unsa.edu.ar> escribió:
> > >
> > > http://rebelion.org/noticia.php?id=128545
> > >
> > >
> > > Los movimientos de la gente de "A", me hace acordar a Zeitgeist, los
> > > Wayseers y demas movimientos supuestamente "revolucionarios". Es sabido
> > > que el 10% de la humanidad es rebelde por naturaleza,
> >
> > intertesante idea, no la conocia, o "sabia"
> >
>
> para Camus casi el 100% es rebelde por naturaleza :) (bah, es una
> simplificación)
potencialmente si, pero el punto de conformidad es como decirlo....la trampa
y la libertad al mismo tiempo...
>
> PDF del libro completo (al fin lo encontré digitalizado!!!):
>
>
> http://marcospcmusica.wordpress.com/2011/05/19/el-hombre-rebelde-albert-camus/
>
>
> acá dejo la introducción:
>
>
> "EL HOMBRE REBELDE
> ALBERT CAMUS
>
> ¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no. Pero si se niega, no
> renuncia: es además un hombre que dice que sí desde su primer movimiento.
> Un
> esclavo, que ha recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto
> inaceptable una nueva orden. ¿Cuál es el contenido de ese "no"?
>
> Significa, por ejemplo, "las cosas han durado demasiado", "hasta ahora, sí;
> en
> adelante, no", "vas demasiado lejos", y también "hay un límite que no
> pasaréis". En suma, ese "no" afirma la existencia de una frontera. Vuelve a
> encontrarse la misma idea de límite en ese sentimiento del rebelde de que
> el
> otro "exagera", de que no extiende su derecho más allá de una frontera a
> partir de la cual otro derecho le hace frente y lo limita. Así, el
> movimiento
> de rebelión se apoya, al mismo tiempo, en el rechazo categórico de una
> intrusión juzgada intolerable y en la certidumbre confusa de un buen
> derecho;
> más exactamente, en la impresión del rebelde de que "tiene derecho a...".
> La
> rebelión va acompañada de la sensación de tener uno mismo, de alguna manera
> y
> en alguna parte, razón. En esto es en lo que el esclavo rebelado dice al
> mismo tiempo sí y no. Afirma, al mismo tiempo que la frontera, todo lo que
> sospecha y quiere conservar más acá de la frontera. Demuestra, con
> obstinación, que hay en él algo que "vale la pena de...", que exige
> vigilancia. De cierta manera opone al orden que le oprime una especie de
> derecho a no ser oprimido más allá de lo que puede admitir.
>
> Al mismo tiempo que la repulsión con respecto al intruso, hay en toda
> rebelión
> una adhesión entera o instantánea del hombre a cierta parte de sí mismo.
> Hace, pues, que intervenga implícitamente un juicio de valor, y tan poco
> gratuito que lo mantiene en medio de los peligros. Hasta entonces se
> callaba,
> por lo menos, abandonado a esa desesperación en que se acepta una situación
> aunque se la juzgue injusta. Callarse es dejar creer que no se juzga ni se
> desea nada y, en ciertos casos, es no desear nada en efecto. La
> desesperación, como lo absurdo, juzga y desea todo en general y nada en
> particular. El silencio la traduce bien. Pero desde el momento en que
> habla,
> aunque diga que no, desea y juzga. El rebelde (es decir, el que se vuelve o
> revuelve contra algo), da media vuelta. Marchaba bajo el látigo del amo y
> he
> aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo es. Todo
> valor no implica la rebelión, pero todo movimiento de rebelión invoca
> tácitamente un valor. ¿Se trata por lo menos de un valor?
>
> Por confusamente que sea, una toma de conciencia nace del movimiento de
> rebelión: la percepción, con frecuencia evidente, de que hay en el hombre
> algo con lo que el hombre puede identificarse, al menos por un tiempo. Esta
> identificación no era sentida realmente hasta ahora. El esclavo sufría
> todas
> las exacciones anteriores al movimiento de rebelión. Y hasta con frecuencia
> había recibido sin reaccionar órdenes más indignantes que la que provoca su
> negativa. Era con ellas paciente; las rechazaba, quizá, en sí mismo, pero
> puesto que callaba, era más cuidadoso de su interés inmediato que
> consciente
> todavía de su derecho. Con la pérdida de la paciencia con la impaciencia,
> comienza, por el contrario, un movimiento que puede extenderse a todo lo
> que
> era aceptado anteriormente. Ese impulso es casi siempre retroactivo. El
> esclavo, en el instante en que rechaza la orden humillante de su superior,
> rechaza al mismo tiempo el estado de esclavo. El movimiento de rebelión lo
> lleva más allá de donde estaba en la simple negación.
> Inclusive rebasa el límite que fijaba a su adversario, y ahora pide que se
> le
> trate como igual. Lo que era al principio una resistencia irreductible del
> hombre, se convierte en el hombre entero que se identifica con ella y se
> resume en ella. Esa parte de sí mismo que quería hacer respetar la pone
> entonces por encima de lo demás y la proclama preferible a todo, inclusive
> a
> la vida. Se convierte para él en el bien supremo. Instalado anteriormente
> en
> un convenio, el esclavo se arroja de un golpe ("puesto que es así...") al
> Todo o Nada. La conciencia nace con la rebelión.
>
> Pero se ve que es conciencia, al mismo tiempo, de un "todo" todavía
> bastante
> oscuro y de una "nada" que anuncia la posibilidad de que se sacrifique el
> hombre a ese todo. El rebelde quiere serlo todo, identificarse totalmente
> con
> ese bien del que ha adquirido conciencia de pronto y que quiere que sea, en
> su persona, reconocido y saludado; o nada, es decir, encontrarse
> definitivamente caído por la fuerza que le domina. Cuando no puede más,
> acepta la última pérdida, que le supone la muerte, si debe ser privado de
> esa
> consagración exclusiva que llamará, por ejemplo, su libertad. Antes morir
> de
> pie que vivir de rodillas.
>
> El valor, según los buenos autores, "representa las más de las veces un
> paso
> del hecho al derecho, de lo deseado a lo deseable (en general, por
> intermedio
> de lo comúnmente deseado)"1. El paso al derecho queda manifiesto, según
> hemos
> visto, en la rebelión. Igualmente el paso del "sería necesario que eso
> fuese"
> al "quiero que eso sea". Pero más todavía, quizá, esa noción de la
> superación
> del individuo en un bien en adelante común. El surgimiento del Todo o Nada
> muestra que la rebelión, contrariamente a la opinión corriente, y aunque
> nazca en lo que el hombre tiene de más estrictamente individual, pone en
> tela
> de juicio la noción misma de individuo. Si el individuo, en efecto, acepta
> morir, y muere en la ocasión, en el movimiento de su rebelión, muestra con
> ello que se sacrifica en beneficio de un bien del que estima que sobrepasa
> a
> su propio destino.
> Si prefiere la probabilidad de la muerte a la negación de ese derecho que
> defiende es porque coloca a este último por encima de sí mismo. Obra, por
> lo
> tanto, en nombre de un valor que, aun siendo todavía confuso, al menos
> tiene
> de él el sentimiento de que le es común con todos los hombres. Se ve que la
> afirmación envuelta en todo acto de rebelión se extiende a algo que
> sobrepasa
> al individuo en la medida en que lo saca de su soledad supuesta y le
> proporciona una razón de obrar. Pero importa observar ya que este valor que
> existe antes de toda acción, contradice las filosofías puramente
> históricas,
> en las cuales el valor es conquistado (si se conquista) al término de la
> acción. El análisis de la rebelión conduce, por lo menos, a la sospecha de
> que hay una naturaleza humana, como pensaban los griegos, y contrariamente
> a
> los postulados del pensamiento contemporáneo. ¿Por qué rebelarse si no hay
> en
> uno nada permanente que conservar? El esclavo se alza por todas las
> existencias al mismo tiempo cuando juzga que con tal orden se niega algo
> que
> hay en él y que no le pertenece a él solo, sino que constituye un lazo
> común
> en el cual todos los hombres, hasta el que le insulta y le oprime, tienen
> una
> comunidad preparada 2.
>
> Dos observaciones apoyarán este razonamiento. Se advertirá ante todo que el
> movimiento de rebelión no es, en su esencia, un movimiento egoísta. Puede
> haber, sin duda, determinaciones egoístas. Pero la rebelión se hace tanto
> contra la mentira como contra la opresión. Además, a partir de esas
> determinaciones, y en su impulso más profundo, el rebelde no preserva nada,
> puesto que pone todo en juego. Exige, sin duda, para sí mismo el respeto,
> pero en la medida en que se identifica con una comunidad natural.
> Observemos después que la rebelión no nace solamente, y forzosamente, en el
> oprimido, sino que puede nacer también ante el espectáculo de la opresión
> de
> que otro es víctima. Hay, pues, en este caso identificación con el otro
> individuo. Y hay que precisar que no se trata de una identificación
> psicológica, subterfugio por el cual el individuo sentiría imaginativamente
> que es a él a quien se hace la ofensa. Puede suceder, por el contrario, que
> no se soporte el ver cómo se infligen a otros ofensas que nosotros mismos
> hemos sufrido sin rebelarnos. Los suicidios de protesta en el presidio,
> entre
> los terroristas rusos a cuyos camaradas se azotaba, ilustran este gran
> movimiento. Tampoco se trata del sentimiento de
> la comunidad de intereses. Podemos encontrar indignamente, en efecto, la
> injusticia impuesta a hombres que consideramos adversarios. Hay solamente
> identificación de destinos y toma de partido. El individuo no es, por lo
> tanto, por sí solo, el valor que él quiere defender. Son necesarios, para
> componerlo, por lo menos todos los hombres. En la rebelión el hombre se
> supera en sus semejantes, y, desde este punto de vista, la solidaridad
> humana
> es metafísica. Simplemente, no se trata por el momento sino de esa especie
> de
> solidaridad que nace de las cadenas.
>
> Todavía se puede precisar el aspecto positivo del valor presunto en toda
> rebelión comparándolo con una noción enteramente negativa como la del
> resentimiento, tal como la ha definido Scheler 1.En efecto, el movimiento
> de
> rebelión es más que un acto de reivindicación, en el sentido fuerte de la
> palabra. El resentimiento está definido muy bien por Scheler como una
> auto-intoxicación, la secreción nefasta, en vaso cerrado, de una impotencia
> prolongada. La rebelión, por el contrario, fractura al ser y le ayuda a
> desbordarse. Libera oleadas que, de estancadas, se hacen furiosas. Scheler
> mismo acentúa el aspecto pasivo del resentimiento, observando el gran lugar
> que ocupa en la psicología de las mujeres, destinadas al deseo y a la
> posesión. En las fuentes de la rebelión hay, por el contrario, un principio
> de actividad superabundante y de energía. Scheler tiene también razón
> cuando
> dice que la envidia colorea fuertemente al resentimiento. Pero se envidia
> lo
> que no se tiene, en tanto que el rebelde defiende lo que es. No reclama
> solamente un bien que no posee o que le hayan frustrado. Aspira a hacer
> reconocer algo que tiene y que ya ha sido reconocido por él, en casi todos
> los casos, como más importante que lo que podría envidiar. La rebelión, no
> es
> realista. Siempre, según Scheler, el resentimiento se convierte en
> arribismo
> o en acritud, según crezca en un alma fuerte o débil. Pero en ambos casos
> se
> quiere ser lo que no se es. El resentimiento es siempre resentimiento
> contra
> si mismo. El rebelde, por el contrario, en su primer movimiento, se niega a
> que se toque lo que él es. Lucha por la integridad de una parte de su ser.
> No
> trata ante todo de conquistar, sino de imponer.
>
> Parece, en fin, que el resentimiento se deleita de antemano con un dolor
> que
> querría que sintiese el objeto de su rencor. Nietzsche y Scheler tienen
> razón
> al ver una bella ilustración de esta sensibilidad en el pasaje en que
> Tertuliano informa a sus lectores que en el cielo la mayor fuente de
> felicidad entre los bienaventurados será el espectáculo de los emperadores
> romanos consumidos en el infierno. Esta felicidad es también la de las
> buenas
> gentes que iban a presenciar las ejecuciones capitales. La rebelión, por el
> contrario, en su principio, se limita a rechazar la humillación sin pedirla
> para los demás. Acepta también el dolor para uno mismo, con tal que su
> integridad sea respetada.
>
> No se comprende, pues, por qué Scheler identifica absolutamente el espíritu
> de
> rebelión con el resentimiento. Su crítica del resentimiento inherente al
> humanitarismo (del cual trata como de la forma no cristiana del amor a los
> hombres) podría aplicarse quizá a ciertas formas vagas de idealismo
> humanitario, o a las técnicas del terror. Pero falla en lo concerniente a
> la
> rebelión del hombre contra su condición, al movimiento que alza al
> individuo
> en defensa de una dignidad común a todos los hombres. Scheler quiere
> demostrar que el humanitarismo va acompañado del odio al mundo. Se ama a la
> humanidad en general para no tener que amar a los seres en particular. Esto
> es justo en algunos casos, y se comprende mejor a Scheler cuando se ve que
> el
> humanitarismo está representado, según él, por Bentham y Rousseau. Pero la
> pasión del hombre por el hombre puede nacer de algo que no sea el cálculo
> aritmético de los intereses, o de una confianza, por lo demás teórica, en
> la
> naturaleza humana. Frente a los utilitaristas y al preceptor de Emilio
> existe, por ejemplo, la lógica encarnada por Dostoievsky en Iván Karamázov,
> que va del movimiento de rebelión a la insurrección metafísica. Scheler,
> que
> lo sabe, resume así esta concepción: "No hay en el mundo bastante amor para
> que se malgaste en otro que el ser humano". Aunque esta proposición fuese
> cierta, la desesperación vertiginosa que supone merecería algo más que el
> desdén. En realidad, desconoce el carácter desgarrado de la rebelión de
> Karamázov. El drama de Iván, por el contrario, nace de que hay demasiado
> amor
> sin objeto. Como este amor queda sin empleo, y Dios es negado, se decide
> entonces transportarlo al ser humano en nombre de una generosa complicidad.
>
> Por lo demás, en el movimiento de rebelión, tal como lo hemos encarado
> hasta
> ahora, no se elige un ideal abstracto, por pobreza de corazón, y con un fin
> de reivindicación estéril. Se exige que sea considerado lo que en el hombre
> no puede reducirse a la idea, esa parte ardorosa que no puede servir sino
> para ser. ¿Quiere decir esto que ninguna rebelión esté cargada de
> resentimiento? No, y lo sabemos harto bien en el siglo de los rencores.
> Pero
> debemos tomar esta noción en su sentido más amplio so pena de traicionarla
> y,
> a este respecto, la rebelión rebasa al resentimiento por todos lados.
> Cuando
> en Cumbres borrascosas Heathcliff prefiere su amor a Dios y pide el
> infierno
> para reunirse con la que ama, quien habla no es solamente su juventud
> humillada, sino también la experiencia ardiente de toda una vida. El mismo
> movimiento hace decir al maestro Eckart, en un arrebato sorprendente de
> herejía, que prefiere el infierno con Jesús al cielo sin Él. Es el
> movimiento
> mismo del amor. Contra Scheler no se podría, pues, insistir demasiado en la
> afirmación apasionada que circula por el movimiento de rebelión y que lo
> distingue del resentimiento. Aparentemente negativa, puesto que nada crea,
> la
> rebelión es profundamente positiva, pues revela lo que hay que defender
> siempre en el hombre.
>
> Pero, para terminar, ¿esta rebelión y el valor que contiene no son
> relativos?
> En efecto, con las épocas y las civilizaciones parecen cambiar las razones
> por las cuales el hombre se subleva. Es evidente que un paria hindú, un
> guerrero del imperio Inca, un primitivo del África Central, o un miembro de
> las primeras comunidades cristianas, no tenían la misma idea de la
> rebelión.
> Se podría afirmar también, con una probabilidad extremadamente grande, que
> la
> idea de rebelión no tiene sentido en estos casos precisos. Sin embargo, un
> esclavo griego, un siervo, un condotiero del Renacimiento, un burgués
> parisiense de la Regencia, un intelectual ruso de la primera década de 1900
> y
> un obrero contemporáneo, si bien podrían diferir con respecto a las razones
> de la rebelión, estarían de acuerdo, sin duda alguna, en cuanto a su
> legitimidad. Dicho de otro modo, el problema de la rebelión parece no
> adquirir un sentido preciso sino dentro del pensamiento occidental. Se
> podría
> ser todavía más explícito observando, con Scheler, que el espíritu de
> rebelión se expresa difícilmente en las sociedades en que las desigualdades
> son muy grandes (régimen de las castas hindúes) o, por el contrario, en las
> que la igualdad es absoluta (ciertas sociedades primitivas). En sociedad,
> el
> espíritu de rebelión no es posible sino en los grupos en que una igualdad
> teórica encubre grandes desigualdades de hecho. El problema de la rebelión
> no
> tiene, pues, sentido sino dentro de nuestra sociedad occidental. Por lo
> tanto, se podría sentir la tentación de afirmar que es relativo al
> desarrollo
> del individualismo si las observaciones precedentes no nos hubiesen puesto
> en
> guardia contra esta conclusión.
>
> En efecto, en el plano de la evidencia, todo lo que se puede sacar de la
> observación de Scheler, es que, por la teoría de la libertad política, hay
> en
> el hombre, en el seno de nuestras sociedades, un aumento de la noción de
> hombre y, por la práctica de esta misma libertad, la insatisfacción
> correspondiente. La libertad de hecho no ha aumentado proporcionalmente a
> la
> conciencia que el hombre ha adquirido de ella. De esta observación no se
> puede deducir sino esto: la rebelión es el acto del hombre informado que
> posee la conciencia de sus derechos. Pero nada nos permite decir que se
> trate
> solamente de los derechos del individuo. Al contrario, parece, por la
> solidaridad ya señalada, que se trata de una conciencia cada vez más amplia
> que la especie humana adquiere de sí misma a lo largo de su aventura. En
> realidad, el subdito del Inca o el paria no se plantean el problema de la
> rebelión porque ha sido resuelto para ellos en una tradición; antes de que
> hubieran podido planteárselo la respuesta era lo sagrado. Si en el mundo
> sagrado no se encuentra el problema de la rebelión, es porque, en verdad,
> no
> se encuentra en él ninguna problemática real, pues todas las respuestas han
> sido dadas de una vez. La metafísica está reemplazada por el mito. Ya no
> hay
> interrogaciones, no hay sino respuestas y comentarios eternos, que en tal
> caso pueden ser metafísicos. Pero antes de que el hombre entre en lo
> sagrado,
> y también para que entre en él, y desde que sale de él, y también para que
> salga, hay interrogación y rebelión. El hombre rebelde es el hombre situado
> antes o después de lo sagrado, y dedicado a reivindicar un orden humano en
> el
> cual todas las respuestas sean humanas, es decir, razonablemente
> formuladas.
> Desde ese momento toda interrogación, toda palabra es rebelión, en tanto
> que
> en el mundo de lo sagrado toda palabra es acción de gracias. Sería posible
> mostrar así que no puede haber para un espíritu humano sino dos universos
> posibles, el de lo sagrado (o de la gracia, para hablar el lenguaje
> cristiano) l y el de la rebelión. La desaparición del uno equivale a la
> aparición del otro, aunque esta aparición puede hacerse en formas
> desconcertantes. También en ello volvemos a encontrar el Todo o Nada. La
> actualidad del problema de la rebelión depende únicamente del hecho de que
> sociedades enteras han querido diferenciarse con respecto a lo sagrado.
> Vivimos en una historia desconsagrada. Es cierto que el hombre no se resume
> en la insurrección. Pero la historia actual, con sus contiendas, nos obliga
> a
> decir que la rebelión es una de las dimensiones esenciales del hombre. Es
> nuestra realidad histórica. A menos de que huyamos de la realidad, es
> necesario que encontremos en ella nuestros valores. ¿Se puede, lejos de lo
> sagrado y de sus valores absolutos, encontrar la regla de una conducta? Tal
> es la pregunta que plantea la rebelión.
>
> Ya hemos podido registrar el valor confuso que nace en ese límite en que se
> mantiene la rebelión. Ahora tenemos que preguntarnos si este valor vuelve a
> encontrarse en las formas contemporáneas del pensamiento y de la acción
> rebeldes y, si se encuentra en ellos, tenemos también que precisar su
> contenido. Pero, advirtámoslo antes de proseguir, el fundamento de ese
> valor
> es la rebelión misma. La solidaridad de los hombres se funda en el
> movimiento
> de rebelión y éste, a su vez, no encuentra justificación sino en esa
> complicidad. Tendremos, por lo tanto, derecho a decir que toda rebelión que
> se autoriza a negar o a destruir esta solidaridad pierde por ello el nombre
> de rebelión y coincide en realidad con un consentimiento homicida. Del
> mismo
> modo esta solidaridad fuera de lo sagrado sólo adquiere vida al nivel de la
> rebelión. Para ser, el hombre debe sublevarse pero su rebelión debe
> respetar
> el límite que descubre ella misma, allí donde los hombres, al juntarse,
> comienzan a ser. El pensamiento rebelde no puede, por lo tanto, prescindir
> de
> la memoria: es una tensión perpetua. Al seguirlo en sus obras y sus actos
> tendremos que decir siempre si permanece fiel a su nobleza primera o si,
> por
> cansancio y locura, la olvida contrariamente, en una embriaguez de tiranía
> o
> de servidumbre.
>
> Entre tanto, he aquí el primer progreso que el espíritu de rebelión hace
> realizar a una reflexión anteriormente imbuida de la absurdidad y de la
> aparente esterilidad del mundo. En la experiencia absurda el sufrimiento es
> individual. A partir del movimiento de rebelión, tiene conciencia de ser
> colectivo, es la aventura de todos. El primer progreso de un espíritu
> extrañado consiste, por lo tanto, en reconocer que comparte esa extrañeza
> con
> todos los hombres y que la realidad humana, en su totalidad, sufre a causa
> de
> esa distancia en relación con ella y con el mundo. El mal que experimentaba
> un solo hombre se convierte en una peste colectiva. En nuestra prueba
> cotidiana la rebelión desempeña el mismo papel que el "cogito" en el orden
> del pensamiento: es la primera evidencia. Pero esta evidencia saca al
> individuo de su soledad. Es un lazo común que funda en todos los hombres el
> primer valor. Yo me rebelo, luego nosotros somos.
>
>
>
> "
>
> ________________________________________________
>
>
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> moderación, por lo que se apela a la tolerancia y al respeto mutuo.
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