[Solar-general] Las tortugas de Google

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Mie Sep 15 18:09:53 CEST 2010


Las tortugas de Google

Negocios y credibilidad no siempre van de la mano, señalan Marcelo
García y Luis López para advertir acerca del debate que se plantea en
torno de Google, sus prácticas y su metodología para ocupar el
territorio virtual. Un tema que no debería ser ajeno a las
preocupaciones sobre libertades y derechos de la comunicación.
Por Marcelo J. García y Luis López *

Que el The New York Times y el Financial Times entren en guerra
simbólica con Google habla del tenor del debate informativo de nuestra
era. La lucha es primero y siempre por dinero. Google genera, a partir
de sus búsquedas, negocios por 50 mil millones de dólares sólo en los
Estados Unidos. A nivel globo, unos 100 mil millones. Los dos
renombrados matutinos caracterizan a Google como “el gatekeeper” de
Internet. ¿Portero o patovica? La traducción para “gatekeeper” depende
aquí del interesado. Para los Times, Google es patovica, porque hace y
deshace negocios decidiendo qué va primero y qué no va. Google se
defiende: la red es un territorio libre, y el mapa es objetivo y
neutro. Los dos diarios invocan ahora al poder del Estado para,
regulación mediante, se obligue a Google a negociar la confección del
mapa del tesoro.

Los buscadores en general y Google en especial son quienes diseñan los
mapas de acceso a los nuevos territorios. A diferencia de los de
antaño, estos territorios son hoy, sin los mapas, inaccesibles. En
cada búsqueda, Google diseña un mapa minúsculo (los primeros diez
resultados a los que todos nos restringimos) de un territorio
inexplorable e inaccesible (la totalidad del ordenamiento de la
búsqueda, lo infinito que queda afuera). ¿Cómo se llega al último de
los 2100 millones de resultados que aparecen cuando se busca Google en
Google? La brújula de Colón es un algoritmo matemático secreto
(PageRank), que la empresa ajusta diariamente con el objetivo
declarado de mejorar los resultados.

Google no es un monopolio en el estricto sentido económico del término
(la competencia, dicen los talking points de la empresa, está
disponible y es abundante apenas a un click de distancia). Pero Google
sí logró el sueño de cualquier empresa que pretenda ser el genérico de
su rubro: entrar en el diccionario. La palabra google (en minúscula)
es ya sinónimo de búsqueda y acción de buscar en la red. La etimología
de la palabra google dirá, en algunos años, “marca registrada de la
empresa Google”. Gracias a esta relación metonímica entre Google e
Internet, al menos dos de cada tres búsquedas se escriben sobre su
rectángulo despojado.

Google administra el territorio y dirige el tráfico mediante el
algoritmo. Además, se expande en las estaciones de servicio virtuales
de la superautopista de la información.

Quienes ven en esto un problema militan ahora por una “neutralidad en
la búsqueda” (search neutrality), transparencia de la fórmula
matemática y sus constantes mutaciones. Por más matemáticos e
ingenieros en sistemas neutros que sean, los retoques de la fórmula
mágica los realizan empleados de una empresa privada con fines de
lucro. El cambio en el algoritmo hoy es lo que antes era el
agenda-setting editorial.

La tensión entre el mapa y el territorio, entre lo “virtual” de la
comunicación y lo “real” de vida, cobra así una nueva dimensión en el
Siglo XXI. Los mapas siempre corrieron el riesgo de ser contrastados
con los territorios: Colón no cayó en las fauces de tortugas que
sostenían la Tierra. Como no había tortugas al final del horizonte,
Colón pudo dibujar un nuevo mapa. Lo mismo con el periodismo moderno.
Sus lectores, compradores diarios de credibilidad, son seres humanos
en el mundo “real”. El periódico puede ser más o menos honesto, pero
si es mucho menos que más pondrá en juego su misma razón de ser. El
territorio prevalecerá.

Viajeros y periodistas fueron gatekeepers de su tiempo. Pero del otro
lado de la puerta, cualquiera podría eventualmente entrar al mundo,
verlo y arribar a conclusiones propias sin temer a las tortugas. Como
los periodistas de ayer o los viajeros de antes de ayer, Google podrá
ser bueno o malo, o hasta podrá intentar ser neutro (“Don’t Be Evil”).
Pero su destino –como verbo y como gatekeeper del mundo– dependerá de
su credibilidad. Si algo está demostrando nuestro modesto debate
mediático local es que negocios y credibilidad no siempre van bien de
la mano cuando de información se trata. En el umbral del resultado
2100 millones, las dos tortugas dialogan sobre la certeza de un
negocio de 100.000 millones. Google quiere mapa, territorio y dos
tortugas. Territorio.

* Licenciados en Ciencias de la Comunicación (UBA). Coordinadores del
Departamento de Comunicación de la Sociedad Internacional para el
Desarrollo, Capítulo Buenos Aires (SID-Baires).

http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/laventana/26-153188.html


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Pablo Manuel Rizzo
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