[Solar-general] Temas de debate: Políticas de innovación tecnológica

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Lun Jul 12 21:36:59 CEST 2010


 La disputa por el conocimiento La inversión en investigación y desarrollo
es una de las claves para lograr una mejor inserción internacional. Por eso
es necesario incrementar los desembolsos estatales e incentivar a los
privados, al mismo tiempo que se garantiza una apropiación social de los
beneficios.

 *Producción*: Tomás Lukin

debate en pagina12.com.ar
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Preservar el dominio público

Por Valeria Arza *

Desde la vacuna contra la poliomielitis hasta Internet, la innovación
tecnológica en los últimos cincuenta años creó oportunidades para mejorar
sustancialmente la calidad de vida. Sin embargo, el cambio tecnológico, de
la forma en que ocurrió, no benefició a todos por igual: la brecha entre
ricos y pobres se amplió y la integridad ambiental está cada vez más
amenazada.

El cambio tecnológico no es unidireccional; existen diversos senderos que se
pueden explorar y múltiples formas de explotación y apropiación del
conocimiento que se genera. De la misma manera, también existe un abanico de
posibilidades para el diseño de la política en ciencia y tecnología (CyT).
Por ejemplo, se pueden promover las actividades de innovación de empresas
grandes preestablecidas (el modelo coreano) o el desarrollo de empresas
emergentes o pequeñas de base tecnológica (el modelo del Silicon Valley, en
Estados Unidos); atraer mediante incentivos fiscales a subsidiarias de
transnacionales, o utilizar esos recursos para fomentar la innovación de las
de capital nacional; aumentar la competencia internacional para generar el
desafío de profundizar estrategias innovativas en empresas locales o, en
cambio, asegurar un período de protección comercial para que ellas mejoren
sus posibilidades de supervivencia en ambientes competitivos, etc. Cada una
de estas opciones, que pueden ser defendidas desde distintos argumentos
académicos, en los hechos terminarán favoreciendo más a algunos grupos más
que a otros.

El diseño de la política en CyT es el resultado de un proceso de negociación
entre las partes implicadas. Así, los actores que detenten mayor poder de
negociación tendrán una influencia superior a la hora de hacer valer sus
intereses y plasmarlos en la agenda política en CyT. A su vez, no se trata
sólo de actores del país: la agenda política debe alinearse a los acuerdos
internacionales que subscribe el gobierno. Por tanto, recibe también
presiones de actores internacionales que restringen severamente su margen de
maniobra.

A fin de asegurar una distribución más equitativa y sustentable de los
beneficios de la innovación tecnológica, los países tienen por delante el
desafío de democratizar el diseño de sus agendas en CyT, debatiendo
abiertamente las direcciones del cambio tecnológico que se deseen promover.

En Argentina, la mayor visibilidad de las políticas de CyT, especialmente
desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva en 2007, constituye una oportunidad para emprender estos debates
en diálogo con otros países en de-sarrollo. En particular, es de vital
importancia reflexionar acerca de la necesidad de preservar el conocimiento
científico en el dominio público. Si bien la innovación tecnológica ocurre
fundamentalmente dentro del ámbito privado, para innovar las empresas
dependen fuertemente de su entorno: el aprendizaje y la innovación son
procesos interactivos que requieren de un intenso intercambio de
conocimiento. Son numerosos los ejemplos de innovaciones emprendidas por
empresas privadas que para concretarse se valieron del acervo público de
conocimiento.

Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la amenaza de una apropiación
privada del conocimiento en CyT. Por un lado, como resultado de presiones
nacionales e internacionales por una mayor protección de la propiedad
intelectual. Por el otro, como consecuencia de una promoción más intensa de
las vinculaciones entre actores públicos y privados. Si bien estas
vinculaciones resultan beneficiosas para dinamizar la innovación, también
conllevan riesgos. Resaltamos dos relacionados con la privatización de la
investigación pública en CyT. Primero, las empresas suelen requerir
protección intelectual, ya sea mediante patentes o secreto, de los
resultados de las innovaciones que se produzcan en el contexto de la
vinculación. Esto afecta el potencial creativo de los esfuerzos públicos
actuales en CyT –ya que restringiendo el acceso se limita la producción
futura de conocimiento–. Segundo, existe el riesgo, especialmente ante las
restricciones presupuestarias que enfrentan los organismos públicos de
investigación, de que las vinculaciones orienten la agenda de investigación
pública hacia áreas favorables a los intereses del sector privado que pueden
no coincidir con las socialmente deseables.

En suma, la política en CyT enfrenta el desafío de democratizar tanto la
discusión sobre la direccionalidad del cambio tecnológico, como la
negociación de una agenda en CyT. Los senderos de cambio tecnológico son
múltiples y sus consecuencias no se pueden predecir con certeza. Por eso,
también para el éxito de este proceso de democratización, es necesario
preservar en el dominio público el conocimiento que produzcan las acciones
en CyT a fin de monitorear permanentemente su impacto.

** Investigadora Conicet-Cenit.*
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La apuesta privada

Por Diana Suárez *

Se suele utilizar el término innovación para referirse a un resultado: un
nuevo producto o proceso o una nueva práctica organizacional. Sin embargo,
tanto o más importante que el resultado es el proceso mismo. El proceso
innovativo, la búsqueda de ese resultado exitoso, es lo que motiva a la
firma a incorporar tecnología, a capacitar a su personal, a invertir en
conocimiento. Dependiendo de las características de las inversiones
realizadas, del conocimiento adquirido, las capacidades existentes y
organización del trabajo, la firma generará competencias que le permitirán
seguir avanzando en la búsqueda de diferenciación y competitividad.

En Argentina, según el último dato disponible de 2005 del Indec, las
empresas manufactureras destinaron el equivalente al 1,3 por ciento de sus
ventas a esfuerzos innovativos. El 65 por ciento estuvo explicado por la
adquisición de bienes de capital, con un fuerte peso de los productos
importados. En la comparación internacional, estos niveles colocan a las
firmas argentinas en un nivel inferior de inversiones, no sólo respecto de
los países desarrollados sino también frente a sus pares latinoamericanos:
en Alemania, por ejemplo, sólo los gastos en I+D y en bienes de capital de
2004 (también último dato disponible, Eurostat) fueron equivalentes al 3,7
por ciento de las ventas totales, de los cuales los bienes de capital
representaban el 33 por ciento; en Brasil, el gasto total en innovación
alcanzó en 2005 el 2,8 por ciento de las ventas, 48 por ciento en bienes de
capital (último dato disponible, IBGE).

Estos valores sugieren que las empresas argentinas se caracterizan por un
bajo compromiso con la innovación, destacándose los cambios menores, de bajo
alcance y con escaso valor agregado. Esta observación, aunque acertada,
suele ser seguida de razonamientos que o bien concluyen que este bajo nivel
de inversiones tiene que ver con que los empresarios no desean arriesgarse
para buscar mejores formas de hacer las cosas, o bien que los incentivos
macro no son los adecuados (mientras más inestable un país mayor el riesgo
de innovar). Ahora bien, si en lugar de mirar los grandes agregados (la
industria manufacturera) se analiza la innovación en términos de firmas, la
evidencia muestra que existen diferentes estrategias innovativas, las que
conducen a impactos diferenciados en términos de beneficios privados y
sociales.

La desagregación por tipo de actividad y gasto en innovación muestra que
existen al menos tres tipos de conductas: firmas que apuestan a la
incorporación de bienes de capital como única estrategia de mejora; firmas
con esfuerzos relativamente bajos pero sostenidos en la generación de
conocimiento interno (capacitación, I+D e ingeniería) y firmas que combinan
ambos tipos de dinámicas (tecnología externa y conocimiento interno). Son
justamente estas últimas las que presentan una trayectoria más prometedora
en términos privados y sociales. Por un lado, presentan mayores niveles de
productividad, exportaciones y crecimiento que aquellas que sólo invierten
en el desarrollo interno de conocimiento. Por el otro, pagan mayores
salarios y cuentan con una dotación relativamente mayor de recursos humanos
calificados que aquellas que sólo invierten en bienes de capital.

Desafortunadamente, este tipo de conducta no es la que predomina en nuestro
país sino que se trata de un grupo reducido de empresas (en los cálculos más
optimistas no superaría el 8 por ciento de la industria manufacturera). Sin
embargo, su nivel de inversión en innovación (en torno del 4 por ciento para
el período 2002-2004) iguala los promedios alemanes y supera los brasileños.
Son, por tanto, evidencia de la existencia de respuestas diferentes a
incentivos macroeconómicos similares. Más aún, este tipo de conductas se
encuentran en todos los sectores productivos y para todos los tamaños, lo
que pone de manifiesto que las actividades de generación de conocimiento son
igualmente necesarias para el desarrollo de nuevos medicamentos o circuitos
integrados que para la creación de nuevos alimentos, tejidos o aleaciones
metálicas. En pocas palabras, ni la innovación es un atributo exclusivo de
los países desarrollados ni la aplicación de tecnologías de punta una
actividad propia de los sectores high-tech.

En cualquier caso, será necesario reconocer que la innovación es parte de la
estrategia de la firma, estrategia que a su vez determina la forma de
competitividad y el tipo de impacto en el entorno (nivel de salarios y
calificaciones requeridas). Las implicancias no son menores, supone
reconocer que los diversos instrumentos de promoción de la innovación
puestos en juego durante los últimos años deberían promover aquellas
conductas innovativas más virtuosas, redireccionar aquellas más
perjudiciales y aceptar que para mejorar el proceso innovativo se requieren
acciones diferenciadas para un entramado productivo particular y
heterogéneo.

** Investigadora Centro Redes.*

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/economia/2-149302-2010-07-12.html


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Pablo Manuel Rizzo
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