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<h1>La disputa por el conocimiento</h1>
<h4>La inversión en investigación y desarrollo es una de las claves para
lograr una mejor inserción internacional. Por eso es necesario
incrementar los desembolsos estatales e incentivar a los privados, al
mismo tiempo que se garantiza una apropiación social de los beneficios.</h4>
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<p><strong>Producción</strong>: Tomás Lukin</p>
<p><a href="mailto:debate@pagina12.com.ar" title="">debate@pagina12.com.ar</a></p>
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<h3><span class="fgprincipal">Preservar el dominio público</span></h3>
<div class="der"><div class="foto borde1" style=""><img src="http://www.pagina12.com.ar/fotos/20100712/notas/na12fo01.jpg" alt=""></div></div>
<p class="autor">Por Valeria Arza *</p>
<p>Desde la vacuna contra la poliomielitis hasta Internet, la
innovación tecnológica en los últimos cincuenta años creó oportunidades
para mejorar sustancialmente la calidad de vida. Sin embargo, el cambio
tecnológico, de la forma en que ocurrió, no benefició a todos por igual:
la brecha entre ricos y pobres se amplió y la integridad ambiental está
cada vez más amenazada.</p>
<p>El cambio tecnológico no es unidireccional; existen diversos
senderos que se pueden explorar y múltiples formas de explotación y
apropiación del conocimiento que se genera. De la misma manera, también
existe un abanico de posibilidades para el diseño de la política en
ciencia y tecnología (CyT). Por ejemplo, se pueden promover las
actividades de innovación de empresas grandes preestablecidas (el modelo
coreano) o el desarrollo de empresas emergentes o pequeñas de base
tecnológica (el modelo del Silicon Valley, en Estados Unidos); atraer
mediante incentivos fiscales a subsidiarias de transnacionales, o
utilizar esos recursos para fomentar la innovación de las de capital
nacional; aumentar la competencia internacional para generar el desafío
de profundizar estrategias innovativas en empresas locales o, en cambio,
asegurar un período de protección comercial para que ellas mejoren sus
posibilidades de supervivencia en ambientes competitivos, etc. Cada una
de estas opciones, que pueden ser defendidas desde distintos argumentos
académicos, en los hechos terminarán favoreciendo más a algunos grupos
más que a otros.</p>
<p>El diseño de la política en CyT es el resultado de un proceso de
negociación entre las partes implicadas. Así, los actores que detenten
mayor poder de negociación tendrán una influencia superior a la hora de
hacer valer sus intereses y plasmarlos en la agenda política en CyT. A
su vez, no se trata sólo de actores del país: la agenda política debe
alinearse a los acuerdos internacionales que subscribe el gobierno. Por
tanto, recibe también presiones de actores internacionales que
restringen severamente su margen de maniobra.</p>
<p>A fin de asegurar una distribución más equitativa y sustentable de
los beneficios de la innovación tecnológica, los países tienen por
delante el desafío de democratizar el diseño de sus agendas en CyT,
debatiendo abiertamente las direcciones del cambio tecnológico que se
deseen promover.</p>
<p>En Argentina, la mayor visibilidad de las políticas de CyT,
especialmente desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e
Innovación Productiva en 2007, constituye una oportunidad para emprender
estos debates en diálogo con otros países en de-sarrollo. En
particular, es de vital importancia reflexionar acerca de la necesidad
de preservar el conocimiento científico en el dominio público. Si bien
la innovación tecnológica ocurre fundamentalmente dentro del ámbito
privado, para innovar las empresas dependen fuertemente de su entorno:
el aprendizaje y la innovación son procesos interactivos que requieren
de un intenso intercambio de conocimiento. Son numerosos los ejemplos de
innovaciones emprendidas por empresas privadas que para concretarse se
valieron del acervo público de conocimiento.</p>
<p>Sin embargo, en los últimos años ha aumentado la amenaza de una
apropiación privada del conocimiento en CyT. Por un lado, como resultado
de presiones nacionales e internacionales por una mayor protección de
la propiedad intelectual. Por el otro, como consecuencia de una
promoción más intensa de las vinculaciones entre actores públicos y
privados. Si bien estas vinculaciones resultan beneficiosas para
dinamizar la innovación, también conllevan riesgos. Resaltamos dos
relacionados con la privatización de la investigación pública en CyT.
Primero, las empresas suelen requerir protección intelectual, ya sea
mediante patentes o secreto, de los resultados de las innovaciones que
se produzcan en el contexto de la vinculación. Esto afecta el potencial
creativo de los esfuerzos públicos actuales en CyT –ya que restringiendo
el acceso se limita la producción futura de conocimiento–. Segundo,
existe el riesgo, especialmente ante las restricciones presupuestarias
que enfrentan los organismos públicos de investigación, de que las
vinculaciones orienten la agenda de investigación pública hacia áreas
favorables a los intereses del sector privado que pueden no coincidir
con las socialmente deseables.</p>
<p>En suma, la política en CyT enfrenta el desafío de democratizar
tanto la discusión sobre la direccionalidad del cambio tecnológico, como
la negociación de una agenda en CyT. Los senderos de cambio tecnológico
son múltiples y sus consecuencias no se pueden predecir con certeza.
Por eso, también para el éxito de este proceso de democratización, es
necesario preservar en el dominio público el conocimiento que produzcan
las acciones en CyT a fin de monitorear permanentemente su impacto.</p>
<p><em>* Investigadora Conicet-Cenit.</em></p>
<hr>
<h3><span class="fgprincipal">La apuesta privada</span></h3>
<div class="der"><div class="foto borde1" style=""><br></div></div>
<p class="autor">Por Diana Suárez *</p>
<p>Se suele utilizar el término innovación para referirse a un
resultado: un nuevo producto o proceso o una nueva práctica
organizacional. Sin embargo, tanto o más importante que el resultado es
el proceso mismo. El proceso innovativo, la búsqueda de ese resultado
exitoso, es lo que motiva a la firma a incorporar tecnología, a
capacitar a su personal, a invertir en conocimiento. Dependiendo de las
características de las inversiones realizadas, del conocimiento
adquirido, las capacidades existentes y organización del trabajo, la
firma generará competencias que le permitirán seguir avanzando en la
búsqueda de diferenciación y competitividad.</p>
<p>En Argentina, según el último dato disponible de 2005 del Indec, las
empresas manufactureras destinaron el equivalente al 1,3 por ciento de
sus ventas a esfuerzos innovativos. El 65 por ciento estuvo explicado
por la adquisición de bienes de capital, con un fuerte peso de los
productos importados. En la comparación internacional, estos niveles
colocan a las firmas argentinas en un nivel inferior de inversiones, no
sólo respecto de los países desarrollados sino también frente a sus
pares latinoamericanos: en Alemania, por ejemplo, sólo los gastos en I+D
y en bienes de capital de 2004 (también último dato disponible,
Eurostat) fueron equivalentes al 3,7 por ciento de las ventas totales,
de los cuales los bienes de capital representaban el 33 por ciento; en
Brasil, el gasto total en innovación alcanzó en 2005 el 2,8 por ciento
de las ventas, 48 por ciento en bienes de capital (último dato
disponible, IBGE).</p>
<p>Estos valores sugieren que las empresas argentinas se caracterizan
por un bajo compromiso con la innovación, destacándose los cambios
menores, de bajo alcance y con escaso valor agregado. Esta observación,
aunque acertada, suele ser seguida de razonamientos que o bien concluyen
que este bajo nivel de inversiones tiene que ver con que los
empresarios no desean arriesgarse para buscar mejores formas de hacer
las cosas, o bien que los incentivos macro no son los adecuados
(mientras más inestable un país mayor el riesgo de innovar). Ahora bien,
si en lugar de mirar los grandes agregados (la industria manufacturera)
se analiza la innovación en términos de firmas, la evidencia muestra
que existen diferentes estrategias innovativas, las que conducen a
impactos diferenciados en términos de beneficios privados y sociales.</p>
<p>La desagregación por tipo de actividad y gasto en innovación muestra
que existen al menos tres tipos de conductas: firmas que apuestan a la
incorporación de bienes de capital como única estrategia de mejora;
firmas con esfuerzos relativamente bajos pero sostenidos en la
generación de conocimiento interno (capacitación, I+D e ingeniería) y
firmas que combinan ambos tipos de dinámicas (tecnología externa y
conocimiento interno). Son justamente estas últimas las que presentan
una trayectoria más prometedora en términos privados y sociales. Por un
lado, presentan mayores niveles de productividad, exportaciones y
crecimiento que aquellas que sólo invierten en el desarrollo interno de
conocimiento. Por el otro, pagan mayores salarios y cuentan con una
dotación relativamente mayor de recursos humanos calificados que
aquellas que sólo invierten en bienes de capital.</p>
<p>Desafortunadamente, este tipo de conducta no es la que predomina en
nuestro país sino que se trata de un grupo reducido de empresas (en los
cálculos más optimistas no superaría el 8 por ciento de la industria
manufacturera). Sin embargo, su nivel de inversión en innovación (en
torno del 4 por ciento para el período 2002-2004) iguala los promedios
alemanes y supera los brasileños. Son, por tanto, evidencia de la
existencia de respuestas diferentes a incentivos macroeconómicos
similares. Más aún, este tipo de conductas se encuentran en todos los
sectores productivos y para todos los tamaños, lo que pone de manifiesto
que las actividades de generación de conocimiento son igualmente
necesarias para el desarrollo de nuevos medicamentos o circuitos
integrados que para la creación de nuevos alimentos, tejidos o
aleaciones metálicas. En pocas palabras, ni la innovación es un atributo
exclusivo de los países desarrollados ni la aplicación de tecnologías
de punta una actividad propia de los sectores high-tech.</p>
<p>En cualquier caso, será necesario reconocer que la innovación es
parte de la estrategia de la firma, estrategia que a su vez determina la
forma de competitividad y el tipo de impacto en el entorno (nivel de
salarios y calificaciones requeridas). Las implicancias no son menores,
supone reconocer que los diversos instrumentos de promoción de la
innovación puestos en juego durante los últimos años deberían promover
aquellas conductas innovativas más virtuosas, redireccionar aquellas más
perjudiciales y aceptar que para mejorar el proceso innovativo se
requieren acciones diferenciadas para un entramado productivo particular
y heterogéneo.</p>
<p><em>* Investigadora Centro Redes.</em></p>
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                </div><br clear="all"><br>-- <br>Pablo Manuel Rizzo<br>-------------------------------<br><a href="http://pablorizzo.com">http://pablorizzo.com</a><br>-------------------------------<br><br>