[Solar-general] Roberto Di Cosmo habla sobre distorsiones en el mercado de software

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Lun Mayo 11 15:46:52 CEST 2009


 “A la gente se le vende una porquería y se la educa para que la use†El
italiano Roberto Di Cosmo tiene en la mira a Microsoft y las grandes
corporaciones informáticas. Intenta quebrar el discurso único que plantean
para el desarrollo tecnológico. Y lo hace a través de su trabajo por el
software libre, uno de los mayores instrumentos de crecimiento económico e
industrial. Aquí explica su tarea y su visión sobre el poder y el negocio de
la tecnología. Por Verónica Engler
[image: http://www.pagina12.com.ar/fotos/20090511/notas/na17fo01.jpg]

*–Tanto en su artículo “Trampa en el ciberespacio†como en su libro Asalto
planetario. El lado oscuro de Microsoft usted planteaba un escenario
informático mundial de extremo control sobre la información de los usuarios,
al lado del cual el Gran Hermano de 1984 parecía una broma. Hoy, a más de
una década de haber escrito ambos textos, ¿cambió su visión?*

–Ese escenario no cambió mucho. Pero la cantidad de información que nosotros
pusimos bajo forma digital aumentó masivamente. Hoy se pueden saber un
montón de cosas de otra persona. Y el tema de controlar todo no está sólo en
Microsoft, que era la empresa que apuntaba a hacer eso hace diez años. La
estrategia de ellos era muy clara, querían controlar los servidores, los
clientes, las máquinas, los navegadores, todas las herramientas de Internet.
Querían controlar todo eso por razones económicas, pero una vez que se crea
un armatoste de ese tipo significa más poder. Y hoy en día la cosa se volvió
más compleja porque hay más, está Google por ejemplo, con la diferencia de
que ellos tienen un principio ético-moral, que dice “don’t be evilâ€, “no sea
maloâ€, aunque eso no tranquilice demasiado, pero por lo menos da un poco de
paz en relación con la gente de Microsoft, cuya divisa nunca fue “no sea
maloâ€, sino “cague a todos los que pueda a condición de mantenerse primero
en el mundoâ€. Ese tipo de situación es todavía más impresionante desde el
punto de vista de la población que no toma conciencia de los peligros que
implica dejar toda su información en red. Hay tantas cosas útiles, prácticas
y cómodas, como Facebook, donde uno pone información, se contacta con amigos
y termina poniendo la mitad de su vida ahí. Así son los sitios de redes
sociales en general, no sólo Facebook. Y lo que pasa es que después eso
tiene consecuencias. Está todo basado en una regla autoimpuesta de las
empresas. Si uno decide irse de Facebook, YouTube o Flicker, ¿puede borrar
sus cosas, bajar sus fotos? No. ¿Y cómo se hace para hacer desaparecer toda
esa información que uno ya no quiere que esté online? No se sabe. Una vez
que se ponen las cosas ahí, después no se sacan nunca más. No sé si acá
llegó, pero en Norteamérica y en Europa ya hay reportes de gente que empieza
a tener problemas porque, por ejemplo, cuando se van a presentar a una
empresa para que los reclute, los buscan en Internet y encuentran todas sus
páginas y miran todo lo que hizo esa persona, y capaz no les gusta lo que
ven y no le dan trabajo, y eso es muchísimo más eficaz que pagarle a un
detective privado. Todavía no hay sensibilidad para eso, que es un problema
real de seguridad. Pero con respecto a hace diez años, en algunas cosas sí
hubo mejoras. Porque yo pensaba que no había manera de salir del monopolio
de Microsoft, porque tenían demasiado poder. Pero hoy en día se ven pruebas
de que todo el movimiento de software libre se profesionalizó, entró en las
empresas, creó infraestructura. Y eso (el software libre) está basado en un
principio completamente opuesto al de la empresa tradicional. Eso da un poco
de esperanza, pero no tranquiliza acerca de la seguridad de la información.
Se tiene que volver una prioridad industrial mantener la confidencialidad de
la información personal, dar la posibilidad de borrar las cosas que uno no
quiere que circulen más.

*–¿Por qué si está tan probada la vulnerabilidad de un programa como Windows
sigue siendo el sistema operativo más utilizado?*

–El hecho de que hay productos de software que son una porquería, que los
vendan caro y que no se pueda elegir otra cosa, no es un problema
tecnológico, es un problema económico de mercado. El teclado que usamos hoy
en día, el Qwertyw, en su origen era para que las chicas que tipeaban hace
doscientos años pudieran ir más lento porque si no se trababa la máquina,
entonces eligieron esa disposición de las teclas. Buscaron la disposición
del teclado más innatural, la que atrasa más cuando se tipea. ¿Hoy en día
tiene algún sentido? No, hoy esta computadora (dice señalando su notebook)
podría resistir a un superhéroe que tipeara quinientas mil palabras por
minuto, pero sigue eso así porque fue un estándar impuesto por reglas de
mercado, por la mala tecnología de la época, porque no sabían hacer máquinas
de escribir bien, entonces trabaron al usuario y después el usuario a fuerza
de educarse para usar una cosa mala se quedó con eso. Casi todo el mundo
tiene Windows, trabajan lento, le llenan de cosas la computadora y después
les venden tres antivirus. El hecho es que a la gente se la acostumbra así,
se le vende una porquería, se la educa para que use esa porquería, y de esta
manera se tiene un mercado alrededor de la porquería y eso no se destraba
fácilmente. ¿Por qué uno no se puede sacar de encima los productos de
Microsoft? Porque cuando compra una PC viene con el Windows, y aunque no lo
quiera lo tiene que pagar. Pero eso no es un problema tecnológico, sabemos
hacer cosas mucho mejores. El problema es cómo hacer para que la gente
cambie de cosas que son tecnológicamente malas a cosas que son
tecnológicamente buenas. En Francia hace diez años que peleamos de varias
formas, muchas veces se termina en juicios que de a poco las asociaciones de
usuarios van ganando. Acá en Argentina, en la época de la crisis de
2001-2002, con la devaluación del peso, instalar el Windows en una máquina y
cobrarlo salía carísimo. Entonces se abrió una posibilidad de mercado para
que se instale un Linux (sistema operativo software libre, alternativo a
Windows, que se desarrolló en diversas distribuciones, que son variedades
del mismo programa), que lo hace una empresa que se llama Pixart, y ellos
aseguraban que cuando se compraba la computadora todo funcionara con el
Linux. Si la gente lo usa, después se puede hacer formación, crear
programas, productos, cosas autónomas, y te liberás de ese desastre.

*–¿Y por qué no hay más casos como el de Pixart, que logró trabajar con los
fabricantes de computadoras para que acepten venderlas con Linux?*

–Porque Microsoft les dice a los fabricantes de computadoras: “Si instala
Windows en todas sus máquinas, sin ninguna excepción, cada copia sale
cincuenta. Pero si hay una sola máquina en la cual no se instala mi Windows,
entonces cada copia sale cien. Además, si lo instala en todas, le doy plata
en campaña de publicidadâ€. Con esas condiciones, al fabricante de
computadoras, aunque tenga el veinte por ciento de gente que no quiere
Windows, le sale más barato ponerlo en todos lados y bancarse a ese veinte
por ciento de gente que no lo quiere y explicarles o mandarlos a la mierda.
Todas estas modalidades no son para nada éticas y, de alguna forma, son
ilegales. Hay juicios contra Microsoft en Estados Unidos y en Europa que
terminaron en acuerdos, en los cuales Microsoft se comprometía a no hacer
más eso, a no cobrar más diferenciadamente. Pero ¿quién controla eso? Por
ejemplo, una de las empresas de mi grupo, que se llama Mandriva, edita una
distribución de Linux en Francia, y como es francesa, obviamente tiene más
entrada en la zona de Africa del norte, que es francófona. Los de esta
empresa tenían que equipar unas netbooks (computadoras pequeñas de bajo
costo) para educación en Nigeria. Los tipos participaron en una licitación
pública, la gente de Microsoft también participó, e igual ganaron los de
Mandriva. Vendieron miles de netbooks con Linux, hasta que de repente
recibieron un llamado de la gente de Nigeria diciéndoles: “Cambiamos de
idea, así que les vamos a pagar todas las máquinas que ya nos llegaron
instaladas, pero a partir de ahora vamos a reformatear todo y vamos a poner
Windowsâ€. Entonces, el dueño de esa empresa puso un post en su weblog con
una carta abierta a Steve Ballmer, el dirigente de Microsoft. Muy sutilmente
le dijo que ellos habían ido a corromper al gobierno (de Nigeria). Se armó
un lío tremendo y al final volvieron atrás y pusieron software libre por
todos lados.

*–Sin embargo todavía predomina el mito de que Linux es un sistema operativo
para expertos.*

–Eso es una mentira. Para doña Rosa puede haber sido difícil usar Linux hace
diez años, pero no ahora. Instalar un Ubuntu (una distribución muy popular
de Linux) es una cosa muy sencilla. Y en grandes empresas o en
administraciones estatales la situación es aún más sencilla, porque en las
computadoras de grandes organizaciones sólo se necesita instalar un número
de software muy preciso y nada más, cualquier otra cosa que se instala,
complica la existencia. En la policía militar de Francia decidieron hace dos
años pasar de Office (el paquete de oficina de Microsoft) a Open Office (un
paquete de oficina software libre). Y estos militares no son marxistas
peligrosos, ¿no? Y ahora decidieron que también van a pasarse a Linux,
evaluaron si el cambio afectaba algo en la modalidad de trabajo y vieron que
no, por lo que no tenía sentido seguir pagando setenta mil licencias de
Windows, una para cada máquina. Esa fue una decisión técnica, no política.

*–Todavía impera una idea algo romántica en torno del software libre. Se
supone que quienes usan o desarrollan este tipo de tecnología forman parte
de una tribu anárquica que sólo trabaja por liberar la información del yugo
del capital.*

–Crear proyectos de software libre y tener éxito no es sencillo. Es algo
difícil cuando uno solamente lo encara desde el punto de vista filosófico.
Lo que funciona y tiene éxito, en general, tiene toda la comunidad
alrededor. Pero esa comunidad no nace por generación espontánea. A veces a
mí me hartan un poco esos sociólogos que vienen a estudiar el fenómeno del
software libre y explican que esto es la nueva versión del marxismo porque
la gente contribuye. Una vez escuché a un tipo que decía que Linux está
desarrollado por miles de personas de manera completamente distribuida y
cada uno escribe unas líneas, después se pone todo junto y mágicamente
funciona, y esa es la inteligencia colectiva. ¿Ese señor habrá visto alguna
vez en su vida una línea de código? Seguro que no. Porque el software libre
es una cosa compleja. No se desarrolla de manera caótica, se crea con un
equipo pequeño, al principio no hay comunidad. Ese equipo desarrolla una
idea que poco a poco atrae interés y llega a una situación de comunidad
alrededor de una base de código y con una estructura de gobierno del código
muy importante, que puede ser variada, pero nada es anárquico, al revés,
está muy bien estructurado, pero es una estructura en la que la gente puede
participar sin depender de decisiones centrales del mando de una empresa.

*–¿Por qué le parece importante que el software libre empiece a utilizarse
en la administración pública?*

–Los gobiernos lo que tienen que hacer es parar de decir que como ellos no
entienden nada de tecnología o de computación, entonces van a ver en el
mercado lo que hay y compran lo mejor de lo que les vende el marketing. Se
tienen que dotar de conocimientos internos. El software que el Estado
contrata para infraestructura neurálgica tiene que ser duradero, es decir,
tienen que ser capaces de controlar ese software de acá a veinte años. Hubo
un momento en que el Estado argentino no podía hacer más documentos de
identidad porque la máquina que los editaba se la habían comprado a Siemens
con su software y los de Siemens se fueron con todos los técnicos, y el
Estado se quedó por meses sin documentos. ¿Cómo puede ser que pongan
infraestructura fundamental del Estado en tecnología que depende de otros?
En cualquier libro de administración, en el primer renglón dice: “No se
depende de un proveedor únicoâ€. Y además la ventaja del software libre es
que el pibe de un barrio de Buenos Aires puede tener el mismo nivel de
competencia acerca de ese software que un ingeniero de una empresa
norteamericana, porque tiene acceso al código fuente (con el que está hecho
el programa).

*–¿Cómo surge el Grupo de Trabajo sobre Software Libre que usted lidera en
uno de los polos de competitividad que creó el gobierno francés? ¿Por qué el
grupo está conformado por pymes, grandes empresas y universidad?*

–El gobierno francés hace cinco años definió una política con una finalidad
económica muy orientada, para la que se crearon polos de competitividad que
tendrían tres patas: universidad, investigación y empresa. La idea era poner
a esa gente junta para desarrollar tecnología de primer nivel para que esa
tecnología llegue a crear y agrandar mercado, y desarrolle la economía de un
territorio. Para que eso funcione se necesita investigación que traiga ideas
nuevas, universidades que formen los recursos, y también se necesitan las
empresas que lleven esas ideas nuevas a productos que lleguen al mercado con
una estrategia empresarial. Pero tienen que tener una visión, porque si la
única visión del empresario de la pyme es ver cómo llega a fin de mes y no
tiene una visión a largo plazo, se va a fundir. El grupo nuestro, que es de
setenta miembros, tiene una visión. Se necesita un poco de estabilidad
cuando se crea una estructura de este tipo. Nosotros tenemos reuniones cada
mes, tenemos una estructura fija, hay como trece personas trabajando a
tiempo completo para animar ese polo de competitividad, donde nosotros (el
grupo de Software Libre) somos sólo una fracción. Armamos convenciones
internas, le pasamos información a la gente, hacemos reflexiones
estratégicas a largo plazo, y eso no se hace a la noche en el tiempo que
sobra, es necesario gente profesional que lo haga, y es más fácil
conseguirlo si se tiene a alguna de las grandes empresas estables que no
dependen de qué pasa mañana en la bolsa. Pero esas empresas tienen que saber
coordinar y orientarse con todo el tejido de pymes y universidad, tener lo
que nosotros en Francia llamamos vocación de servicio. Lo que me sorprendió
es que la gente que está en ese polo tiene una visión de país.

*–¿De qué manera la interacción entre estos actores puede tener incidencia
en el sistema productivo?*

–En las actividades de software libre se creó mucho empleo, se necesitan
recursos en segmentos de mercado muy distintos. Para ganar plata en el mundo
del software, en general, hay dos grandes opciones: el mercado masivo o
nichos de mercado. Los nichos de mercado no son algo negativo, sino
simplemente que se tienen pocos clientes, muy especializados, pero con muy
alto valor adquisitivo. Por ejemplo, unas de las empresas que están en el
grupo nuestro trabaja en el sector de seguridad y de aviación. El mundo de
la aviación es un nicho porque no hay muchos fabricantes de aviones, pero
esa gente tiene exigencias muy altas de calidad de software y están
dispuestos a pagar mucho. Lo que se vende es el conocimiento profundo de ese
componente de software libre que necesitan. Ellos no se quieren convertir en
desarrolladores, necesitan gente que les haga soporte, les dé garantías,
exactamente lo mismo que con el software propietario, con la ventaja de que
siendo software libre no se quedan atrapados, porque con ese software pueden
hacer lo que quieren. En cambio, el mercado de masas tiene una estructura
completamente distinta. En el mercado de masas el control de la cadena de
distribución es fundamental. Acá, en Argentina, la gente de Pixart apuntó al
mercado de masas. Y la razón por la cual Microsoft tiene un juego fácil en
intentar eliminarlos si quiere, es que ellos sí tienen el control sobre el
canal de distribución.

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Pablo Manuel Rizzo
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