[Solar-general] Imaginando el cerebro del futuro

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Vie Jun 19 01:27:11 CEST 2009


Hermosa nota
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*Imaginando el cerebro del futuro
Por Leonardo Moledo
*
Cerebros, computadores, circuitos eléctricos y químicos y comunicación,
sobre todo entre cerebros y computadoras. Estos son los temas que dejan
pasmado al jinete, que cree vivir un instante de ciencia ficción.


–En el mundo hay dos grandes tipos de sistemas de información. Uno son las
computadoras, que son más o menos todas descendientes de la primera
computadora digital, en la década del ’40. El otro gran grupo son los
cerebros, que son todos descendientes de un organismo con ganglios neurales
y con sistema nervioso que tiene ya entre cientos y miles de millones de
años.

*–Hay un cuento de Asimov en el que hay otra inteligencia en el mundo.
*
–Bueno, yo creo que hay muchos más sistemas de información en el universo,
pero no creo que haya otro sobre la faz de la tierra. Hay, sí, computadoras
analógicas que resuelven pequeños problemas, pero van desapareciendo. La
relación que tenemos actualmente entre los cerebros y las computadoras
(digitales) es muy dispar. La computadora más grande que hay hasta este
momento tiene la complejidad del cerebro de una abeja. El cerebro de un
hombre o el de un delfín es millones de veces más complejo que la mejor
computadora. Ahora se están empezando a hacer computadoras cien veces más
grandes que el de una abeja, con lo cual nos acercaríamos al cerebro de un
pez. Pero ni de lejos al del cerebro de un ratón. Una cosa que podemos
ponernos a considerar es cómo nos comunicamos con el cerebro y con la
computadora. En todo el mundo nosotros nos vinculamos con la computadora a
través de dos cosas: el mouse y el teclado. Ni siquiera entienden la voz
humana, la interfase que tenemos con el mundo de las computadoras es una
interfase tosca, primitiva. Los cerebros nuestros, en cambio, operan con
señales distintas: con señales químicas, internamente, y se comunican con
otros cerebros (de otros hombres o de un perro, por ejemplo) mediante
señales mecánicas (auditivas o a través de la luz visible por medio de los
ojos). Sería interesante poder comunicarse con las computadoras como uno se
relaciona con su propio cerebro. Veamos un ejemplo: si yo pienso en la
multiplicación de 8 por 7 me viene a la mente el 56 . En cambio si pienso en
coseno de 22º, no me viene nada a la mente. Ahora bien: si uno pudiera
comunicar una computadora con un cerebro, uno podría pensar en el seno de
22º y le viene a la mente el número. Uno podría, si se comunicara con una
computadora, recordar imágenes que de otro modo no recuerda.

*–Usted lo que dice, entonces, es que sería ideal tener como prótesis una
computadora trabajando prácticamente sin interfase. Como los anteojos...
*
–O los libros. El libro es esencialmente información conceptual. Uno podría
meter esa información conceptual en el cerebro guardada en algún lado y
leerlo rápidamente. Todas estas cosas tienen una línea conductora: cómo
relacionar la computadora y el cerebro. La computadora se maneja con señales
eléctricas, mientras que el cerebro se maneja fundamentalmente con señales
químicas. Hay señales eléctricas, pero esas señales funcionan como interfase
entre dos señales químicas: la comunicación eléctrica es muy básica y de
baja calidad de información. El cerebro maneja bien el circuito químico y lo
puede modificar: cuando aprendemos, modificamos la forma que tiene nuestro
cerebro de enviar señales químicas a otro lado. Lo que hago en el
laboratorio es tratar de diseñar sistemas que permitan la comunicación entre
las señales químicas y las eléctricas. Uno agarra el cerebro (generalmente
de un animal), se le ponen electrodos, se recuperan algunas neuronas y se
monitorea lo que pasa.

*–¿Y esto lo hacen sobre cerebros de animales?
*
–Lo hacemos sobre rodajas de cerebro de ratón o sobre cerebros de
sanguijuela. La ventaja que tiene la sanguijuela es que tiene como 20
cerebros y que, además, al ser un animal tan inmundo no da pena.

*–¿Se hacen con anestesia previa esos experimentos?
*
–Con la sanguijuela no, con el ratón sí. De hecho, después del experimento
el ratón vive normalmente. Uno puede acceder a ver lo que pasa en el cerebro
del ratón a través de elementos que cambian su fluorescencia cuando las
neuronas están excitadas. Uno puede, de esa forma, mandar información al
cerebro y recibir información; con las técnicas que se usan sólo hace falta
dejar una ventana transparente para que pase la luz (en eso consiste la
operación que se le hace en el quirófano antes del experimento: en dejar una
ventana transparente).

*–¿Y entonces?
*
–Entre esto que le estoy contando y la comprensión cabal de los códigos que
usan los cerebros hay una distancia enorme. Hoy sabemos que todas las
computadoras, más o menos, tienen los mismos códigos. No estamos tan seguros
de que esto mismo pase con el cerebro. La diferencia de circuitería entre
dos humanos diferentes es mucho más grande que la diferencia de circuitos
entre dos PC. Nuestros drivers, probablemente, se vayan generando poco a
poco a lo largo de la vida. Hay casos médicos para ejemplificar: personas
que nacieron ciegas, que se les diagnosticó (mal) una ceguera cerebral en la
década del ’40 (cuando en verdad lo que tenían era una simple catarata), son
operadas en la década del ’70 y vuelven a tener ojos que funcionan. Pero sin
embargo siguen sin ver: el cerebro mismo rechaza esos ojos. Habiendo estado
privados de esa función durante treinta años, el cerebro usa el espacio para
otra cosa. Si yo me dediqué desde hace 20 años a catar vinos, tengo una
parte del cerebro desarrollada que otros no tienen. No queda claro que si
uno toma esa parte desarrollada de un cerebro y la extrapola a otro, esa
información vaya a ser procesada.

*–Yo pensaba en cosas más básicas...
*
–Hay un experimento interesante que se hace con un mono. Se le conectan
electrodos en la cabeza y se lo inmoviliza en una silla. El mono está
conectado a una computadora, que está conectada a un brazo mecánico. El mono
aprende que, si piensa determinadas cosas, el brazo mecánico se mueve y le
lleva la banana a la boca. De alguna forma la computadora detecta cómo
codifica el cerebro la información que les manda a los brazos, o a las
distintas extremidades, para agarrar algo. Eso tiene implicaciones médicas
muy fuertes, como se imagina. El problema más grande no pasa por entender
qué es la conciencia, o la inteligencia, o los códigos, sino por cosas más
banales como entender de qué manera se puede evitar que el sistema inmune
rechace los electrodos implantados. Poco a poco eso se va solucionando.

*–¿Y qué están haciendo específicamente en el laboratorio?
*
–Estamos tratando de hacer compuestos para espiar esos cerebros que
funcionen con luz visible. Lo que hay hasta ahora son compuestos que
funcionan con luz ultravioleta (que destruye el tejido celular). En este
momento tenemos los compuestos para ser usados con luz visible más
eficientes del mundo.

*–Todas estas investigaciones resultan inquietantes. Por ejemplo, yo pienso
que sería maravilloso aprender un idioma mediante un chip. Pero hay otras
cosas, como por ejemplo los libros. El libro parece una invención que no
puede modificarse mucho, como el vaso para tomar agua. Se modifica el
material, un poco la forma, pero la esencia es la misma.
*
–Bueno, ahora está cambiando un poco. Los primeros libros, apenas creada la
imprenta, trataban de emular el pergamino. Con el tiempo se dieron cuenta de
que eso no servía para nada, que lo importante son las letras que tienen
adentro. Actualmente está cambiando el soporte del libro: no le queda mucho
tiempo al papel. El problema de Botnia no se genera porque la humanidad es
buena y Finlandia es mala. Se genera porque la gente quiere papel y las
fábricas más contaminantes de papel son las de papel bueno, lo cual
significa llenar el ambiente de compuestos azufrados y olorosos.

*–¿Cómo está cambiando el libro?
*
–Hoy por hoy se está yendo hacia un libro bochornoso y berreta y que
funciona muy mal (tal vez tan mal como el libro de Gutenberg) que es el
ebook, el libro que es como una pantallita y uno va pasando las páginas.
Pero tiene poca luz, mala resolución, el libro es grandote, caro y lo roban
en el subte. No es una excelente alternativa. Ahora bien: eso probablemente
cambie, se abarate, mejore. De todos modos, va a seguir siendo más o menos
lo mismo. Palabras.

*–Palabras, palabras, palabras.
*
–Lo que cambia es el soporte material. La esencia del libro no es el papel,
eso cambió: fue piedra, fue arcilla, fue papiro, fue pergamino. La próxima
será silicio (no creo que dure mucho) y después, por qué no, nada. –Como en
Fahrenheit 451, donde cada uno se aprendía un libro de memoria.

*–Y además, se lo puede compartir. ¿Por qué no recordar los libros? No todo
el tiempo, pero sí cuando queremos. Tenerlos incorporados dentro nuestro y
acceder a ellos. Alguno puede pensar que esto nos vuelve un poco androides,
poco humanos. Sí: como los anteojos.
*
–Da la sensación de que son un poco más que los anteojos.

*–Pero probablemente, en su momento, los anteojos eran más que los anteojos.
Eran más avanzados, por ejemplo, que un bastón.
*
–Lo que yo me pregunto es si este tipo de cosas no son una extrapolación un
poco exagerada para este momento. Por ejemplo: los anteojos están muy bien,
pero meter un microscopio y un telescopio en el ojo...

*–Si se pudiera, ópticamente, ¿cuánta gente veríamos con microscopio y
telescopio? ¡Todo el mundo! ¿O acaso no tenemos un celular en la mano desde
que se puede? No es algo normal. No es normal que un ser humano hable con
otro ser humano que esté en la otra faz de la Tierra. Los seres humanos no
evolucionamos para eso.
*
–No biológicamente, pero sí culturalmente.

*–En los últimos doscientos o trescientos años. La cultura del último millón
de años del ser humano fue vivir en bandas de 50 personas y matar al
enemigo.

*–Yo no digo que tengo una objeción. Pienso que, tal vez, es una cosa
innecesaria. El libro, salvo por el problema de los bosques, me parece que
alcanzó una estabilidad que no sé si hace falta modificar. La pregunta es si
no estamos yendo un poco lejos. Aunque para acceder a esa tecnología casi de
ciencia ficción hacen falta siglos.

*–Y sí.
*
Sí. Yo me imagino una supercomputadora parecida a la que describe Asimov en
Fundación y Tierra: una mesa con un par de manos dibujadas; uno pone las
manos, de pronto siente que esas manos se hunden y allí está en contacto con
la computadora, que le proyecta un mundo virtual sobre la mente. Es
completamente externo: el tipo no tiene nada, se conecta a través de sus
manos. Es una especie de realidad virtual.

*–Hay otro problema, que es que no sabemos casi nada del cerebro.
*
–Es verdad. Sabemos cosas muy toscas.

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Pablo Manuel Rizzo
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