[Solar-general] mas 'censura' en Wikipedia - (como Diego decia)

Hernan Olivera lholivera en gmail.com
Mar Jun 2 22:25:46 CEST 2009


El día 2 de junio de 2009 16:46, Pablo Manuel Rizzo
<info en pablorizzo.com> escribió:
> 2009/6/2 Sebastian Bassi <sbassi en clubdelarazon.org>
>>
>> 2009/6/2 Diego Saravia <dsa en unsa.edu.ar>:
>> > luego se podrian hacer asociaciones de certificacion de conocimientos
>> > por ejemplo, las asociaciones cientificas avalar algunas paginas por
>> > revision de pares
>>
>> Esto se intentó y no funcionó. No recuerdo el nombre, es una
>> enciclopedia "academica" donde para ser editor tenes que tener un
>> titulo y todo lo que se publica se somete a revision. Surgio casi al
>> mismo tiempo que la Wikipedia, pero por cada articulo que  publicaban,
>> wikipedia publicaba 1000. Si bien la calidad no es tan buena como una
>> revisada por pares, es suficientemente buena para la mayoria de las
>> aplicaciones.
>
> Creo que la idea no es esa, sino que entre las múltples versiones de una
> página en wikipedia, los distintos sectores puedan marcar una como
> oficialmente aceptada por ellos. Entre las múltiples páginas sobre
> "Iglesias" que podría tener wikipedia según la conciban las religiones mas
> difundidas, los científico, los ateísmos, algunas religiones particulares,
> etc, podría haber una apoyada explícitamente por la comunidad cientifica,
> otra apoyada explícitamente por las iglesias, y del mismo modo podría haber
> múltiples páginas sobre "Evolucionismo", una apoyada por la comunidad
> científica, otra por la iglesia católica, etc. podés encontrar todas, o
> podés restringir la busqueda incluyendo solo, o exluyendo, los grupos cuya
> visión te interesa. Y si querés conocer la pluralidad de definiciones que
> puede tener un concepto según concepciones diversas, quitas los filtros y
> ves todas las páginas del tema.

Claro, hace falta algo que permita que esa información sea útil para alguien.
Si no, sería la borgiana biblioteca de babel, donde:

"Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior dio con un
libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de
líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que
le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en
yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto
samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico.
También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio,
ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos
ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley
fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los
libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el
espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También
alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la
vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas
incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus
anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los
veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no
infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas.
Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los
arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de
catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la
demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio
gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario
del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la
versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada
libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no
escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de
Tácito.

Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la
primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se
sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema
personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún
hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente
usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se
habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía,
que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y
guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos
abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba,
urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos
peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras
maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los
libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los
hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las
Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del
porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no
recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o
alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.

También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de
la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil
que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta
el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido
el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de
ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los
hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto
en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una
escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de
escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano
y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera
descubrir nada.

A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión
excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono
encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran
inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que
cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y
símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos
libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar
órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto
hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos
discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el
divino desorden."

:)

(texto de: http://www.literaberinto.com/vueltamundo/bibliotecaborges.htm)

y ya que estamos:
http://es.wikipedia.org/wiki/La_biblioteca_de_Babel



-- 
Hernan Olivera



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