[Solar-general] ¿Software para exportar o software para crecer?
Martín Olivera
martin.olivera en gmail.com
Mar Jul 21 15:02:33 CEST 2009
¿Software para exportar o software para crecer?, por Martín Olivera
http://blog.martinolivera.com.ar/?p=120
En los últimos años, fundamentalmente a partir de la crisis del 2001,
la Argentina ha resultado muy beneficiada para el desarrollo de una
industria nacional de software: con un tipo de cambio alto como punta
de lanza, una adecuada base subyacente de conocimientos técnicos y
formación universitaria junto a ciertas particularidades como husos
horarios apropiados para Europa y Estados Unidos, mayor cercanía
cultural y un poco de ayuda de la diáspora argentina en el exterior,
el modelo de crecimiento de la industria nacional del software se
tornó netamente exportador, llegando a desplazar en algunos proyectos
de outsourcing a otros países más “exóticos” - de lejanía cultural -
como la India y otros destinos, históricamente más afianzados.
La dinámica de este mercado - intangible, volátil, de crecimiento
explosivo - ubicó a nuestro país rápidamente en el escenario
internacional, lo que fue bien alimentado con acciones de gobierno por
impulso del lobby empresario - principalmente por la Cámara de
Software y Servicios Informáticos (CESSI) - que logró concretar
numerosos apoyos estatales al sector y la sanción de normas como la
Ley de Promoción de la Industria del Software para financiar la
actividad empresaria, a través de la reducción de impuestos e incluso
subsidiando directamente proyectos privados con aportes no
reembolsables, mediante fondos especiales como el FONSOFT (Fondo
Nacional del Software) y otros. Sin embargo, las condiciones que se
piden a las empresas para acceder a estos beneficios y los tiempos
burocráticos del estado versus la propia dinámica acelerada del
escenario internacional del software, reserva estas ventajas sólo para
empresas de determinado tamaño y con determinado perfil exportador,
dejando fuera muchos proyectos interesantes que podrían alimentar
mejor nuestro futuro como sociedad, sobre todo en términos de una
innovación productiva que conduzca hacia un desarrollo local
sustentable.
El software permite acelerar, organizar, interconectar, automatizar,
auditar y optimizar la producción. Por eso la aplican las
corporaciones: para mejorar su productividad, ser más eficientes, en
definitiva más rentables. Teniendo en cuenta esto, un país que se
posiciona como exportador de software está vendiendo de algún modo
recursos “naturales” (renovables en este caso, pues son cerebros
pensando, pero con un costo de formación educativa estatal no
despreciable) para mejorar la producción en otros países y ayudar a
otros a crecer. Si bien puede resultar estratégico formar parte de una
cadena productiva internacional, si nuestro rol se limita a vender
horas de nuestro cerebro para uso ajeno… en fin, creo que el estado
debería subsidiar con mayor inteligencia en este caso. Parece
incoherente subsidiar la exportación de unos recursos naturales
mientras se aplican retenciones a otros, y que se ayude más a quienes
exportan software - que ya cuentan con un negocio de alta rentabilidad
- que a aquellos que lo producen y aplican, por ejemplo, para mejorar
la producción de bienes tangibles en la industria nacional.
Actualmente tienen más ventajas las empresas TIC que exportan software
y servicios informáticos que las que no lo hacen, la exportación de
software es condición para acceder al régimen de exención de impuestos
en la Ley de Promoción de la Industria del Software. Es decir, entre
todos subsidiamos a aquellos que mejoren la industria extranjera; como
mínimo, esa condición debería eliminarse.
El modelo que se estimula actualmente produce una nueva fuga de
cerebros - que ahora, con las nuevas tecnologías, se fugan sin sus
cuerpos - vendiendo horas de cerebro pensante para mejorar la
producción de bienes y servicios en otros países, bienes y servicios
que también necessitamos y consumimos, e importamos, por lo tanto
sería una buena medida de sustitución de importaciones apoyar a
aquellas empresas de software que trabajen en la mejora productiva del
tejido industrial argentino, lo que se podría lograr muy fácilmente
subsidiando la demanda de servicios informáticos desde la industria
local no-TIC.
Igualmente, como creo que es poco útil criticar retrospectivamente,
más bien intento invitarnos a pensar colectivamente qué tipo de
industria queremos subsidiar, para qué objetivos y hacia qué modelo de
país.
Desde mi humilde opinión, encuentro hoy varias posibilidades distintas
en danza para impulsar mejor la industria nacional de software: en
primer lugar la más fácil, sabiendo que el Estado es el mayor cliente
en el mercado local de software y servicios informáticos, y que gasta
anualmente millones de dólares en licencias de software extranjero que
podrían eliminarse adoptando software libre, sería conveniente iniciar
este proceso de migración, en el cual la capacitación necesaria y los
ulteriores servicios podrían brindarse en libre competencia por
empresas locales de distinto tamaño, y así, simplemente reorientando
un gasto actual hacia empresas nacionales - sustituyendo importaciones
- la demanda del Estado impulsaría esa mayor oferta de trabajo local.
En segundo lugar, utilizando los mismos fondos que hoy subsidian la
exportación, y teniendo en cuenta que las industrias claves en
Argentina no han sido aún adecuadamente insufladas de software y
nuevas tecnologías, se podría identificar aquellas estratégicas,
relevar sus necesidades tecnológicas y subsidiar el desarrollo de
software para mejorar su productividad y también su competitividad
internacional, permitiéndonos así usar el software para lo que mejor
sirve, para ser “embebido” en otras cosas y procesos, es decir,
desarrollar y “embeber” software nacional en la industria nacional de
bienes y servicios para hacerla crecer.
En tercer lugar, pero no menos importante, si vendemos madera debemos
sembrar árboles, la educación y la inclusión digital pasan a ser
prioritarias, debemos contar con más y mejores trabajadores del
software, gente que piense por sí misma, que desarrolle ideas y
software innovador, que haga las cosas de nuevas maneras, que aprenda
de sus errores y nos enseñe también los nuestros; de poco sirven a
estos fines las acciones de entrenamiento masivo compulsivo en tales o
cuales herramientas empresariales version X.X , se requiere una
educación real de los cerebros pensantes para que piensen por sí
mismos, para que entiendan la tecnología, para que nos la apropiemos
colectivamente, podamos experimentar y crear más y más. Esto
acompañará el crecimiento económico con un desarrollo social más
inclusivo, llevará seguramente mayor bienestar al pueblo, pero usando
su cerebro - tengo que advertirlo - sería un pueblo pensante, y por lo
tanto más difícil de engañar.
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