[Solar-general] Un virus es un virus es un virus es un virus [No habla de windows] [OT]

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Jue Jul 9 18:05:37 CEST 2009


Un virus es un virus es un virus es un virus Por Mónica Müller *

La crisis que estamos viviendo bajo la dictadura del virus A (H1N1) implica
peligros, pero puede ser la oportunidad para modificar errores que por tan
rutinarios no se discuten.

La idea implantada por la industria farmacológica de que toda enfermedad
tiene un remedio creó el hábito de tomar una droga química para cada
síntoma.

Los medicamentos para bajar la fiebre son un ejemplo de esa regla que hoy
tenemos la oportunidad de cuestionar. La fiebre es un mecanismo de defensa
verdaderamente ingenioso. Si no existiera habría que inventarlo y su
inventor entraría con honores a la historia de la medicina. La elevación de
la temperatura corporal inhibe el crecimiento y la reproducción de
organismos infecciosos y es el protagonista principal de una cascada de
reacciones inmunitarias celulares. A los virus, que sobreviven y se
reproducen cómodamente en ambientes fríos, se les complica la vida cuando la
temperatura de la sangre alcanza los 39 grados; su fantástica capacidad de
replicación se hace lenta hasta quedar desactivados.

La fiebre no es una enfermedad. La fiebre no hace daño. La fiebre cura.
Entonces, ¿por qué los médicos recetan rutinariamente antitérmicos? Un
residente de un hospital respondió con una honestidad desarmante:

–Porque existen.

Los antigripales son otra invención farmacológica de uso corriente. Combinan
antitérmicos con drogas descongestivas o antialérgicas que coartan la
fiebre, la congestión y el malestar general. El paciente hace su vida normal
como si no estuviera enfermo. No sólo expone a otras personas al contagio,
sino que además está más enfermo que antes porque su organismo sigue a
merced del virus, pero ahora está maniatado y amordazado. Su ejército de
células defensivas duerme tranquilo en los cuarteles. No corre al sitio de
la infección porque la alarma está desactivada. Pido disculpas por la
metáfora castrense, pero por dentro las cosas funcionan exactamente así. Una
perversión suplementaria son las preparaciones que la publicidad y los
envases engañosos venden como “té†para que hasta los no creyentes se traten
con paracetamol y fenilefrina cuando creen estar tomando el tecito
reconfortante de la abuela.

Una de las oportunidades más interesantes que nos presenta esta crisis es la
de regular el uso de los antibióticos, drogas que han cambiado la relación
histórica de los humanos con las infecciones por su eficacia contra las
bacterias.

A los virus, en cambio, un antibiótico los hace reír a carcajadas. La
diferencia formal puede medirse en micromicrones, pero desde el punto de
vista biológico es una inmensidad. Comparar un virus con una bacteria es
como comparar una moto con una mandarina. Los virus no entran en la
categoría de seres vivos como el resto de los gérmenes. Una de las
definiciones más precisas dice que son maquinarias programadas para la
supervivencia. No son animales, plantas, parásitos, hongos ni bacterias; son
meros contenedores de ADN diseñados para obligar a las células vivas a
perpetuar su información genética. En el camino hacia ese objetivo los virus
infectan, invaden y destruyen células y tejidos sanos, mutando y
recombinándose para eludir los radares de la inmunidad. Los antivirales no
los matan; sólo retrasan su multiplicación. Y su uso indiscriminado puede
estimularlos a mutar para hacerse resistentes a los que se están usando en
enfermos de gripe A (H1N1).

Sin embargo, todos los argentinos conocemos a alguien que cuando tiene un
dolor de garganta o una gripe va a la farmacia, elige al azar un antibiótico
y lo toma como le parece. Esa persona está poniendo en peligro su propia
inmunidad y por un efecto de ruleta rusa darwiniana, la de todo el género
humano. Los pacientes no tienen la obligación de saber que los antibióticos
sólo actúan sobre las bacterias (tampoco todos sobre todas ellas) y que su
mal uso puede crear un microorganismo resistente a todos los antibióticos
conocidos. Los pacientes saben lo que la publicidad y sus médicos les
enseñan. Y demasiados médicos recetan antibióticos cuando son innecesarios.
Los testimonios de personas infectadas por el nuevo virus confirman
conductas médicas injustificables: “Le dieron un antibiótico, después otro y
otro, hasta que al fin se dieron cuenta de que lo que tenía era viralâ€. La
única explicación posible para esto la dio un joven clínico en un ateneo:

–Si viene con una gripe y no le receto el antibiótico más caro, ese paciente
cree que no sé nada y no vuelve más.

Estas aberraciones médicas sólo ocurren porque el sistema de salud las avala
con el consentimiento o con el silencio. La venta libre de antibióticos es
un mensaje. Su venta bajo receta haría comprender a los pacientes que no son
drogas inocuas y obligaría a los profesionales a hacerse cargo de la
responsabilidad de indicarlos con fundamento científico.

** Médica clínica.*

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/sociedad/subnotas/127967-41063.html



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Pablo Manuel Rizzo
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