[Solar-general] ON TOPIC documento inti, excepcional

Mario Tomasini cesiythecat en yahoo.com.ar
Sab Ene 31 23:36:18 CET 2009


Hola: Y YO QUE DIJE EL AÑO PASADO!!!!
ta bien, debo haber hablado muy bajito...
Saludos. Mario

2009/1/31 Diego Saravia <dsa en unsa.edu.ar>

>
>
> El 30 de enero de 2009 14:33, bubi <bubi en opensa.com.ar> escribió:
>
>> http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2332538
>> Sigamos compartiendo, este me parece genial
>> bubi
>
>
>
> esta bueno, ahora el documento anterior, es mas que interesante para solar
> porque esta emitido por la presidencia del INTI, y marca el primer documento
> a ese nivel del gobierno que parece alineado con nuestra idea e incluso la
> proyecta mas alla al hablar de solidaridad tecnologica, seguramente seria
> bueno contactar con la gente del inti
>
>
>
>>
>>
>> ----- Original Message -----
>> From: "Diego Saravia" <dsa en unsa.edu.ar>
>> To: "La lista de todos y todas en solar"
>> <solar-general en lists.ourproject.org>
>> Sent: Thursday, January 29, 2009 7:38 PM
>> Subject: [Solar-general] ON TOPIC documento inti, excepcional
>>
>>
>> me extraña que nadie comento este excepcional documento del inti con
>> todas las implicancias que tiene para la mision de solar, va de nuevo
>>
>>
>> http://www.inti.gov.ar/pdf/LaSolidaridadTecnologica.pdf
>>
>> LA SOLIDARIDAD TECNOLÓGICA, ETAPA SUPERIOR DE LA
>> JUSTICIA SOCIAL
>>
>> LA IDEA BÁSICA
>>
>>
>> La justicia social es la bandera que aparece al frente de las
>> reivindicaciones de
>> toda propuesta política sensible a los intereses de las grandes masas
>> populares, aquí o en cualquier país del mundo.
>> Sin embargo, no resulta simple ni homogéneo precisar qué es la justicia
>> social.
>> ¿Es que todos los habitantes tengan trabajo remunerado o acceso al trabajo
>> remunerado?
>> ¿Es que la distribución del ingreso entre deciles de la población sea
>> menos
>> sesgada? ¿Cuánto? En lugar de 30 a 1 entre extremos, ¿debería ser 10 a 1?
>> ¿O
>> 5 a 1? ¿Qué número nos dejaría conformes?
>> ¿Es que todos tengan las necesidades básicas satisfechas, así sea por
>> distribución pública de bienes elementales?
>> Una respuesta positiva a estas preguntas o a cualquiera de sus variantes
>> hubiera sido relativamente válida hace medio siglo en casi toda
>> Latinoamérica,
>> cuando el justicialismo, por ejemplo, sostenía en Argentina que "gobernar
>> es
>> crear trabajo".
>> Una sociedad con pleno empleo, distribuido al interior de un universo de
>> pequeñas y medianas empresas. Un Estado fuerte, responsable de la
>> educación y la salud al alcance de todos y además involucrado en forma
>> directa en la producción de bienes y servicios. Un sindicalismo organizado
>> y
>> aguerrido, que presione para el aumento sistemático del salario real.
>> Tales eran los atributos básicos de una comunidad nacional con movilidad
>> social ascendente, igualdad de oportunidades creciente y por lo tanto
>> mejor
>> calidad de vida individual y colectiva. A eso se llamaba por estas tierras
>> un
>> horizonte de "justicia social".
>> En ese momento, a su vez, el escenario diseñado por la revolución cubana
>> era
>> más radicalizado y se constituía, por acción o por omisión, en la
>> alternativa
>> conceptual al populismo progresista. Allí se sostenía, simple y
>> directamente,
>> que el capitalismo era incompatible con la plena justicia social. Por lo
>> tanto,
>> debía configurarse una sociedad sin empresarios privados, que más que
>> transitar el camino de oportunidades cada vez un poco más equitativas,
>> lisa
>> y
>> llanamente las garantizara desde la cuna hasta la tumba. La justicia
>> social,
>> según la lógica del proceso cubano, no se alcanzaría paso a paso, sino de
>> una
>> vez y para siempre.
>> CINCUENTA AÑOS DESPUÉS
>> En medio siglo buena parte del marco de referencia cambió. En algunos
>> casos
>> en términos solo cuantitativos. En otros, aún cualitativamente.
>> En los países capitalistas, nada transitó hacia una mayor equidad.
>> Aumentó la concentración económica; aumentó la pobreza; aumentó la
>> diferencia de ingresos entre extremos de la comunidad. Como casi obvia
>> consecuencia adicional, aumentó la violencia social en cualquiera de las
>> facetas
>> que se quiera medir.
>> El impreciso y genérico objetivo de mejorar la calidad de vida, se alejó
>> enormemente, en lugar de acercarse. Me considero dispensado de
>> fundamentar con números esta afirmación, porque el tema ha sido analizado
>> en centenares de documentos del más diverso origen.
>> Para oscurecer más la perspectiva, la concentración de poder económico ha
>> superado definitivamente los límites de las fronteras nacionales y las
>> corporaciones se han impuesto a los gobiernos.
>> El control corporativo ha invadido espacios no imaginados hace dos
>> generaciones. Por caso, las semillas son patentadas y se presiona con
>> fuerza
>> a
>> los gobiernos para que sus agricultores paguen regalías por su uso. Los
>> países
>> periféricos hoy pagan regalías y giran utilidades al exterior por casas de
>> comida rápida; cines; filiales de estudios de abogados. Hay una densa y
>> muchas veces escondida trama de intereses, que hace depender casi
>> cualquier
>> faceta de nuestra vida cotidiana de decisiones tomadas por empresarios que
>> ni
>> tienen obligación de saber donde estamos en el mapa.
>> En el discurso, los gobiernos insisten con la meta/ receta: pleno empleo y
>> Estado fuerte, no solo para brindar servicios esenciales sino para
>> controlar
>> a
>> las corporaciones.
>> El punto es que ya esto no es suficiente, esencialmente porque ya no se
>> puede
>> lograr, si no se incorporan otras metas al escenario.
>> NO SE PUEDE
>> Nada asegura que se pueda alcanzar el pleno empleo – el que importa, con
>> salarios dignos - cuando las más grandes empresas que operan en un
>> territorio
>> son apenas filiales de corporaciones con sede en otro país. El ritmo de
>> actividad, en ese marco, tiene un alto grado de dependencia de la tasa de
>> ganancia de esas corporaciones y de la proporción de ella que se genera al
>> interior de la frontera nacional.
>> La forma de mantener una ganancia alta para la filial de una corporación
>> trasnacional no es ningún secreto:
>> a) Tener un alto grado de control sobre el mercado interno de su producto.
>> Si es posible ser monopólica.
>> b) Tener bajos costos, tanto para vender localmente como para exportar.
>> Dado que la tarea de innovación, que puede generar ventajas
>> competitivas, no se realiza normalmente en la filial sino en la matriz, la
>> variable más a mano es el costo salarial.
>> Los dos elementos pueden ser buenos para la empresa, pero sin duda son
>> malos para la sociedad de la que forma parte. Los intereses de la empresa
>> y
>> de la sociedad, es claro, son objetivamente antagónicos y su articulación
>> de
>> un
>> modo favorable a los intereses populares exige un Estado especialmente
>> fuerte. Sin embargo, cualquier gobierno que siga ese sendero se encuentra
>> rápidamente ante otra encrucijada, ya que el crecimiento del país depende
>> mucho de inversiones que deben realizar esas mismas empresas a las cuales
>> hay que controlar. Tales inversiones, es necesario tener presente, tienen
>> habitualmente más de una localización posible en el globo, lo cual da a
>> las
>> corporaciones un formidable poder de presión sobre los gobiernos
>> nacionales.
>> No es mi intención profundizar esta faceta aquí. Solo me interesa dejar
>> sentado que atributos como el pleno empleo se asocian todavía hoy a un
>> mayor bienestar general. Sin embargo, tienen una connotación enteramente
>> diferente si son fruto de una economía con bajo nivel de control
>> monopólico,
>> que si deben ser alcanzados negociando con corporaciones con mayor poder
>> que el propio Estado. En el primer escenario, el pleno empleo implica de
>> manera clara un aumento en el salario real medio; en el segundo escenario,
>> no
>> necesariamente. Casi podríamos afirmar que en una economía globalizada y
>> controlada por corporaciones trasnacionales, para que haya pleno empleo es
>> necesario que el salario real baje. Esta afirmación seguramente pone
>> incómodo
>> a más de un economista, porque contradice la formación académica básica,
>> construida desde el limbo del libre acceso a los mercados y la competencia
>> perfecta.
>> A partir de este hecho – que la evolución de ciertas variables no mantiene
>> su
>> sentido interpretativo, sino que pasa a señalar lo contrario de lo que
>> se creía –
>> nada es seguro en la economía capitalista moderna y mucho menos en los
>> países periféricos. ¿Cómo encontrar, en tal confusión, el camino de la
>> mejor
>> justicia social?
>> LA EXPERIENCIA CUBANA
>> Cincuenta años de la revolución cubana constituyen un experimento único, a
>> escala nacional, del intento de construcción de una sociedad más justa.
>> Sin
>> embargo, ni detractores ni exégetas están aprovechando de una manera
>> mínimamente adecuada, la enorme oportunidad de obtener resultados y
>> deducir enseñanzas de este período tan valioso.
>> Los detractores concentran su mirada en la falta de funcionamiento de un
>> sistema democrático con partidos políticos y elecciones regulares. Es
>> claro
>> que
>> esto es así. Pero acaso lo contrario, ¿se ha demostrado útil para alcanzar
>> una
>> mejor calidad de vida general?
>> El resto de los países de la región, con la democracia, ¿se han educado;
>> han
>> comido; han tenido salud pública eficiente, en estos 50 años?
>> La crítica conservadora es inevitablemente endeble, ya que deja al desnudo
>> que promueve instrumentos – libre mercado; democracia parlamentaria – más
>> que objetivos profundos, como la justicia social.
>> Más lamentable, sin embargo, es la posibilidad perdida por quienes buscan
>> la
>> defensa y justificación de la revolución cubana.
>> Comparando entre extremos del medio siglo transcurrido, es inmediato
>> identificar algunos éxitos de dimensión superior a los de cualquier país y
>> cualquier sistema de gobierno. La igualdad de oportunidades, tanto como el
>> nivel de las prestaciones, en materia de educación y de salud públicas, no
>> tienen parangón en el mundo.
>> También es casi inmediato identificar los fracasos. Salvo en alguna
>> industria
>> asociada a la salud, Cuba no ha logrado aprovechar sus recursos naturales,
>> ni
>> siquiera de manera mediocre, para producir bienes industriales necesitados
>> por
>> sus habitantes. Tampoco ha podido avanzar con mínima solidez en ningún
>> otro
>> sector industrial ni en la producción de equipos de transporte o de
>> infraestructura en general.
>> El resultado es que el país se refugia con orgullo en su sistema educativo
>> o
>> en
>> su atención de la salud, pero compra en el exterior gran parte de los
>> alimentos
>> que consume; su población debe normalmente esperar horas y hasta días
>> enteros en una ruta para trasladarse de ciudad a ciudad; mientras
>> reaparece
>> el
>> turismo como la fuente de recursos elementales para la vida cotidiana.
>> Ningún analista de la revolución alcanza a explicar tremenda
>> contradicción,
>> salvo recurriendo a los efectos de un bloqueo absurdo, que ya lleva más de
>> 45
>> años.
>> Sin embargo, durante casi tres décadas, Cuba tuvo una relación
>> privilegiada
>> con la Unión Soviética, que hizo que se inyectaran subsidios muy grandes
>> en
>> forma de altos precios pagados por el azúcar o bajos costos de importación
>> de
>> petróleo o equipos para infraestructura. En la práctica, esta relación
>> reducía
>> enormemente los efectos del bloqueo, aún cuando es necesario tener en
>> cuenta que toda la vida de la isla estaba montada sobre equipos
>> norteamericanos de comienzo de la década de 1960, para los que
>> abruptamente no se contó con repuestos por más de 40 años.
>> Mi modesta opinión
>> es que hay un elemento del diseño de la política
>> económica e industrial, que es más determinante que el bloqueo, para la
>> actual asimetría estructural de Cuba.
>> Veamos primero la faceta exitosa y encontremos una explicación.
>> La educación y la salud son componentes permanentes de un sistema público
>> de intervención en la sociedad. El Estado debe asegurar la educación y la
>> salud
>> de los habitantes de un país, en todo país. Puede hacerlo con un sentido
>> de
>> equidad o sin ella. Puede incluso hacerlo mal y hasta pésimo, agudizando
>> las
>> desigualdades sociales. Pero la decisión de ir en la dirección correcta o
>> en
>> la
>> contraria es un hecho esencialmente político. Es querer hacerlo o no. La
>> infraestructura física y humana existe; los conocimientos técnicos son
>> abiertos
>> y de difusión internacional amplia.
>> El enorme mérito de la revolución cubana ha sido poner esos dos roles
>> públicos
>> al servicio de todos los cubanos con un sentido solidario de prioridad
>> total. Lo
>> que pretendo enfatizar es que una vez tomada la decisión, pudieron
>> hacerlo,
>> porque disponían o podían conseguir – con diverso grado de esfuerzo, pero
>> accesible – el conocimiento y los recursos humanos necesarios.
>> En esta explicación elemental está implícita la explicación de los
>> fracasos
>> en
>> otros ámbitos.
>> En el capitalismo, la producción de bienes industriales – más adelante
>> haremos
>> referencia a la producción agraria – no es un sistema público. No solo no
>> es
>> pública la propiedad de las unidades productivas; tampoco lo es – esto es
>> central – el conocimiento necesario para diseñarlas y para operarlas.
>> En 1959 Cuba tenía prácticamente una sola industria: la del azúcar.
>> La revolución en poco tiempo expropió el grueso de los ámbitos productivos
>> de
>> la isla. Con eso, sin embargo, se apropió de un solo conocimiento
>> autónomo:
>> el de la producción de azúcar. Tan autónomo como lo fueran los técnicos
>> que
>> trabajaban en los ingenios y el sistema de formación creado alrededor de
>> esa
>> industria.
>> A mi juicio, el flanco débil que esto representa para cualquier proyecto
>> de
>> desarrollo independiente nunca fue adecuadamente cuantificado.
>> Primero, se apostó a aumentar la producción de azúcar, confiando en que
>> ese
>> recurso bastaría para generar los excedentes con los cuales se pudiera
>> comprar todo lo que no se producía. En poco tiempo quedó claro que ese era
>> un camino equivocado.
>> Luego, llegó la asociación estratégica con la Unión Soviética. Tal vez
>> aquí
>> es
>> donde se cometió el error más decisivo. O no se pudo o no se supo
>> establecer
>> un flujo de conocimiento productivo industrial hacia Cuba. Se recibieron
>> insumos subsidiados y se vendió el azúcar por sobre el precio
>> internacional,
>> pero algún historiador descarnado podrá algún día decir que en términos
>> económicos la relación tuvo algunos perfiles de dependencia colonial o
>> evaluado con menos crueldad, de subsidio al consumo presente, sin una
>> mirada larga de construcción de una estructura sustentable.
>> En aquel largo período, hay una experiencia de relación con la Argentina
>> que
>> abona la hipótesis. En 1973 se estableció un importante acuerdo de venta
>> de
>> bienes industriales a Cuba. La casi totalidad fueron plantas llave en
>> mano,
>> sin
>> que el componente de formación de una base productiva cubana independiente
>> fuera relevante, ni siquiera para faenar pollos o para pasterizar la
>> leche.
>> Para
>> peor, las instalaciones fueron concebidas en sintonía con la lógica de
>> planificación centralizada soviética, que imaginaba grandes unidades para
>> abastecer todo el país desde allí, cuando lo sensato hubiera sido
>> construir
>> una
>> base industrial con muchas unidades de alcance local, para lo cual la
>> tecnología agroindustrial no solo existía, sino que era lo recomendable.
>> Treinta años después Cuba no ha podido superar esa lógica y dolorosamente,
>> buena parte de la dirigencia política ha preferido convencerse que hoy el
>> país
>> debe ser una sociedad de servicios, que compra los bienes que necesita
>> exportando la labor de sus docentes y de sus médicos. Este planteo –
>> exportar
>> conocimiento y servicios educativos o médicos – no es criticable sino todo
>> lo
>> contrario. Pero no justifica eliminar como objetivo a alcanzar el tener
>> una
>> estructura industrial. No se entiende – a mi juicio no tiene explicación –
>> como
>> se sigue tapando el sol con un harnero, sin reconocer que no se ha sabido
>> superar la restricción que impone la propiedad privada del conocimiento
>> industrial en el capitalismo.
>> EL CAPÍTULO AGRARIO
>> La producción agraria merece un comentario específico, porque tiene
>> algunas
>> características propias, no comunes con el sector industrial.
>> Ante todo, es necesario considerar que la disponibilidad de tierra es
>> finita. No
>> es posible crear tierra útil – al menos a escala de importancia
>> económica-,
>> como sí es posible instalar nuevas unidades industriales.
>> Este hecho agiganta, por lo tanto, la importancia de la propiedad del
>> factor, ya
>> que quien tiene tierra adquiere un derecho a disponer de renta agraria,
>> aunque
>> no trabaje como agricultor.
>> El otro elemento distintivo es la tradición de transparencia en el uso del
>> conocimiento, muy distinta del escenario de la actividad industrial.
>> Investigadores que avancen en profundidad sobre este concepto podrían
>> llegar
>> a caracterizar la producción agraria tradicional como un sistema público,
>> de
>> propiedad y administración privada. O sea, intermedio entre la educación y
>> la
>> salud pública, por un lado y la industria, por otro lado.
>> A través de buena parte del último siglo y por supuesto de la época actual
>> se
>> puede registrar la incesante lucha – y los continuos triunfos – de las
>> corporaciones buscando monopolizar eslabones de las cadenas de valor
>> agraria, yendo hacia lo que los estadounidenses califican de "industria
>> agrícola".
>> Ello ha sucedido utilizando dos instrumentos.
>> Primero, lisa y llanamente se ha usado el poder económico, en aquellos
>> espacios donde el comercio y la logística son predominantes. El acopio de
>> granos, el comercio internacional y por supuesto los eslabones
>> industriales
>> colocados inmediatamente después de la tranquera de los campos, como la
>> industria aceitera o molinera o el procesamiento de carnes, se han ido
>> concentrando de manera persistente.
>> Segundo, se ha usado la innovación tecnológica, a la cual luego se ha
>> encapsulado en patentes y otras formas de apropiación francamente
>> originales, aunque no exentas de matices perversos. Tal vez el comienzo lo
>> marca la evidencia del vigor híbrido como factor de rendimiento agrícola.
>> Todos los vegetales con componentes masculinos y femeninos separables,
>> como el maíz, el sorgo, el girasol, pueden tener mucho más rendimiento
>> cuando se utilizan semillas producidas fecundando una línea genética con
>> el
>> polen de otra línea genética. Esto da un poder especial a los productores
>> de
>> semilla, ya que a los chacareros no les conviene guardar parte de su grano
>> para sembrar al año siguiente.
>> A este antecedente, que implica simplemente un laborioso trabajo de
>> selección
>> de lo que la naturaleza ofrece, le siguió en las últimas décadas la
>> manipulación
>> genética, construyendo así paquetes tecnológicos de propiedad bien
>> cerrada.
>> Hoy se produce semilla de soja o de maíz o de arroz que es resistente a un
>> herbicida diseñado para eliminar toda materia vegetal con la cual tenga
>> contacto, salvo el cultivo comercial deseado.
>> A partir de esta innovación, la agricultura se "convierte" definitivamente
>> en
>> industria, en cuanto a la opacidad del conocimiento utilizado. Ya no hay
>> libre
>> uso de la técnica. Todos quienes aran, siembran, fumigan, cosechan o
>> transportan grano, pasan a ser engranajes de un sistema cuya factibilidad
>> física concreta depende de semillas, herbicidas e insecticidas sujetos a
>> evolución continua y de propiedad cerrada.
>> Existe la opción de regresar a la tecnología abierta, pero ya se trata de
>> una
>> actitud de rebeldía al sistema, cuyas bondades serán acosadas y deberán
>> ser
>> demostradas todo el tiempo. Es revolucionario no ser de punta. Una
>> paradoja
>> más del capitalismo.
>> EL NÚCLEO DEL PROBLEMA
>> Resulta muy valioso poder examinar en paralelo los dos caminos de búsqueda
>> de la justicia social, el que podríamos llamar capitalista o el
>> socialista.
>> Ese esfuerzo nos lleva a entender que con miradas distintas sobre la
>> organización social deseada, hay una fuerte coincidencia en poner el foco
>> en
>> la
>> cuestión del poder.
>> Parece hasta obvio que quien no dispone de suficiente poder político no
>> puede
>> siquiera aspirar a construir los caminos que pueda haber soñado.
>> Sin embargo, no es esperable que se pueda construir una sociedad mejor,
>> limitándose a acceder a alguno de estos escenarios:
>> a) Asegurar la hegemonía política en un sistema capitalista democrático y
>> a
>> partir de allí negociar con los poderes económicos concentrados, que
>> han surgido del dominio del mercado sobre la estructura económica, sin
>> agregar nuevos actores.
>> b) Tomar a cargo de una comunidad la propiedad de tierras o de unidades
>> de producción, sin el conocimiento necesario para llevar adelante una
>> producción eficiente.
>> Es imprescindible tener muy claro el por qué de una afirmación tan
>> categórica.
>> Tal vez sea útil recordar la polémica de consignas con que se buscaba
>> desacreditar la propuesta peronista en la década de 1960, cuando se
>> instalaba
>> en toda America Latina la idea del desarrollo a escala de cada país, el
>> desarrollismo. Se decía entonces que no se puede producir y distribuir al
>> mismo tiempo. Que primero se debe producir y luego distribuir. Esto
>> buscaba
>> justificar la disminución del salario real y por ende del consumo, para
>> favorecer la inversión. Una suerte de política económica stalinista en
>> democracia.
>> Retomando aquella polémica, deberíamos entender que se ha probado inviable
>> esperar – y aún promover - que la producción se concentre de manera
>> espontánea y luego se distribuyan los frutos. Primero producir y luego
>> distribuir no funcionó en ningún lugar del mundo.
>> Tampoco se mostró viable para conseguir una mejor calidad de vida el
>> distribuir sin producir, como eligió hacer Cuba.
>> En rigor, la polémica de hace 50 años sigue vigente y resulta interesante
>> y
>> llamativo que pueda seguir siendo planteada en términos tan esquemáticos
>> como los aquí comentados.
>> A mi criterio, reitero:
>> . Si se posterga la distribución, se agudiza la injusticia, de manera
>> irreversible
>> y acumulativa.
>> . Si se prioriza la distribución, pero no se atiende la producción, se
>> genera una
>> sociedad equitativa pero pobre.
>> Falta buscar, en términos concretos, el camino de la consigna histórica:
>> distribuir y producir al mismo tiempo.
>> ¿PUDO HABER SIDO CUBA?
>> A quienes pensamos estos temas desde dentro de una sociedad capitalista,
>> se
>> nos hace imprescindible intentar responder – en términos prioritarios -
>> una
>> pregunta clave: ¿Pudo haber sido distinta la historia productiva de Cuba
>> en
>> este medio siglo que pasó?
>> Esto es esencial, porque si se trató de un error estratégico, pero había
>> opciones, al menos pudo haber existido un camino de construcción de una
>> sociedad desarrollada y equitativa.
>> El planteo es: Si el gobierno cubano hubiera puesto en la debida prioridad
>> la
>> importancia de tener una estructura productiva densa, eficiente,
>> sustentable,
>> ¿hubiera encontrado la forma de construirla?
>> Mi criterio, que constituye la base de la tesis de este documento, es que
>> Cuba
>> no solo necesitaba querer hacerlo, sino saber hacerlo y para ello, a
>> diferencia
>> de la salud o la educación, no bastaba con recurrir a la academia o al
>> conocimiento público. Necesitaba quién colaborara en transferir el saber
>> productivo, que en 200 años de revolución industrial se ha alejado minuto
>> a
>> minuto del uso público, para ser apropiado, como fuente central de renta.
>> Ese
>> saber abarca, y sobre todo, integra muchas más facetas que las que el
>> sistema universitario traslada a los jóvenes cuando les enseña desde
>> matemáticas hasta diseño de estructuras por elementos finitos. En ninguna
>> universidad se enseña a construir y operar una unidad productiva integral,
>> ni
>> siquiera una panadería.
>> ¿Quién tenía y tiene ese saber?
>> Ante todo las corporaciones y los empresarios, que han articulado en
>> términos
>> prácticos todos los saberes parciales y los han colocado bajo un paraguas
>> de
>> gestión ordenada.
>> A ese universo pueden sumarse las empresas públicas, cuando han podido
>> transitar por un camino que evitara el deterioro asociado a la pérdida de
>> lo
>> comunitario como valor relevante.
>> Siendo ácido diría que nadie más dispone de ese saber. Justamente allí
>> reside
>> el muy frágil flanco de cualquier proyecto de desarrollo autónomo en este
>> momento histórico.
>> Todo el sistema de educación universitaria y su extensión, el sistema de
>> ciencia y tecnología – aún el de los países centrales – es un proveedor de
>> conocimientos parciales y de mano de obra calificada para un entramado
>> productivo cada vez más concentrado, con conocimiento bloqueado al
>> interior
>> de las corporaciones, que fija sus programas de trabajo, realiza sus
>> propios
>> desarrollos, y utiliza a la educación y a la investigación públicas como
>> suministro de componentes.
>> Para responder a la pregunta específica que se hizo más arriba: Cuba tuvo
>> su
>> chance. Pudo haber conseguido transferencia de saberes desde la Unión
>> Soviética. Pero parece claro, luego de tres décadas de relación, que una
>> parte
>> (Cuba) no pudo o no supo plantear el problema y su solución y la otra
>> (Unión
>> Soviética) no quiso.
>> CONDICIONES DE CONTORNO
>> Volvamos al núcleo: cómo producir y distribuir al mismo tiempo.
>> Primer elemento: Parece imprescindible que aquellos que hoy solo son
>> consumidores, en muchos casos subsidiados por los respectivos gobiernos
>> porque de otra manera no podrían atender sus necesidades más básicas, sean
>> protagonistas importantes, en cualquier proceso de búsqueda de auténtica
>> justicia social.
>> Esto significa que los hoy excluidos deben ser integrados a la producción.
>> No
>> hay manera de dignificar en profundidad el tejido social si los ciudadanos
>> no
>> producen al menos lo que consumen. Todos los ciudadanos.
>> Además de la importancia del trabajo como elemento de integración, en el
>> actual panorama de nuestros pueblos, esto adquiere otro significado
>> central:
>> el
>> sujeto transformador de las estructuras productivas debe venir desde fuera
>> de
>> la organización actual, pensada para dividir y concentrar, en lugar de
>> distribuir.
>> Segundo elemento: Debe haber un aporte externo del "saber cómo". El
>> tiempo histórico no da margen para opciones tales como cerrarse al mundo y
>> construir desde el propio aprendizaje, sea teórico o práctico.
>> Tal aporte, además, no puede considerarse satisfecho con la instalación de
>> plantas llave en mano y esquemas de asistencia externa convencionales. Una
>> unidad productiva es mucho más que un conjunto de equipos interconectados,
>> instalados en un galpón.
>> Es un sistema, que necesita provisiones de materias primas, componentes y
>> repuestos. Que requiere planes de mantenimiento y reposición de equipos.
>> Que tiene que distribuir sus productos finales, sean éstos destinados a
>> otras
>> industrias o a los consumidores.
>> Que, finalmente y sobre todo, tiene que ser gestionado utilizando de la
>> mejor
>> manera la inteligencia de todos los participantes, midiendo un conjunto de
>> parámetros que sirvan de referencia de la calidad de la gestión y contando
>> con
>> capacidad para operar sobre ellos en un proceso de mejora continua.
>> Ese saber cómo no solo no está disponible como una mercancía más sino que
>> usualmente es imposible encontrar proveedores, en un escenario económico
>> donde el secreto es considerado fuente de beneficio casi obvia.
>> Tercer elemento: La conducción gubernamental de este proceso debe ser
>> muy fuerte y cercana, asumiendo que se trata de un duro desafío, donde el
>> éxito puede aparecer solo a mediano plazo.
>> No veo manera alguna de romper los cuellos de botella construidos por el
>> pensamiento liberal limitándose a dictar legislación de promoción o de
>> regulación, para que actores privados sean quienes recorran el camino. Un
>> gobierno convencido no tiene más remedio que operar en forma directa. Nada
>> impide que haya amplios espacios para la iniciativa privada, pero estos
>> deben
>> estar acotados y condicionados por el poder concreto del Estado formando
>> parte de las cadenas de valor, más que por leyes o decretos.
>> CÓMO
>> La primera y la tercera condición de contorno recién esbozadas ordenan las
>> decisiones políticas. Un gobierno transformador debe querer respetar esas
>> condiciones y a partir de allí puede dibujar caminos específicos.
>> La segunda, sin embargo, no se resuelve solo con voluntad. Se necesita un
>> análisis más sutil, que permita identificar posibles aliados para
>> conseguir
>> ese
>> objetivo, en tiempos útiles para el éxito de un proyecto político.
>> Reitero que no
>> creo posible, en el actual contexto mundial, intentar aislarse para
>> concebir
>> y
>> ejecutar un programa de desarrollo a partir solo de las propias fuerzas.
>> Es necesario, en consecuencia, pasar revista a los sectores que pueden
>> estar
>> interesados, objetivamente, en transferir saberes productivos.
>> 1 – Las empresas públicas, sean de producción de bienes o de servicios
>> básicos, como la energía, el saneamiento o el transporte.
>> 2 – Las pequeñas y medianas empresas de países de desarrollo medio, que
>> vienen soportando la presión concentradora de las corporaciones y no
>> tienen
>> un horizonte claro para exportar bienes.
>> 3 – Los ámbitos de pequeñas empresas del mundo desarrollado, que hace un
>> par de décadas fueron ejemplo de agrupación exitosa – los distritos
>> italianos,
>> por ejemplo – y hoy están siendo barridos por las cadenas de valor
>> cautivas
>> de
>> las multinacionales.
>> 4 – Los organismos de ciencia y técnica de los países de desarrollo medio,
>> que
>> no son tributarios de las grandes corporaciones y a la vez tienen un
>> espacio
>> de
>> evolución limitada por la concentración de la economía, en manos de
>> corporaciones del mundo central. Estos organismos no disponen de los
>> saberes
>> a transferir en forma terminada pero, además de poder fortalecerse y
>> reorientarse, son buenos vínculos con el mundo de la producción y además
>> buenos ámbitos de formación de personal.
>> Se trata de un conjunto de actores que representa una pequeña fracción del
>> espectro productivo. Son aquellos que pueden – repito, pueden – llegar a
>> considerar el saber cómo colocado fuera del ámbito de la privacidad
>> generadora de renta. Es más, en algunos casos, pueden descubrir que ese
>> conocimiento es la auténtica fuente de renta. No se necesita aclarar
>> demasiado
>> que para sumar las condiciones subjetivas a las objetivas, para que se
>> produzca la transferencia, es necesario un intenso trabajo político que
>> ayude a
>> los participantes a liberarse de las lógicas neoliberales, que tan
>> fuertemente
>> están instaladas en la conciencia colectiva.
>> A este escenario de compra y venta de un tipo de bien que hoy no forma
>> parte
>> ni siquiera mínima del comercio internacional, lo llamo el escenario de la
>> solidaridad tecnológica.
>> Utilizo el término "solidaridad" porque a pesar que se propugna crear y
>> fortalecer sin límites un mercado, éste es el del conocimiento. El
>> resultado
>> del
>> intercambio es totalmente diferente y superior a la compra venta de bienes
>> de
>> consumo o de máquinas de producción.
>> Quien participe en tal mercado como oferente, debe entender que transferir
>> conocimiento productivo es habilitar al receptor a una vida más autónoma.
>> Varias cosas cambian luego de ese intercambio. El que recibe deja de ser
>> demandante externo de los bienes finales que ahora pasa a producir. El que
>> da, renuncia a proveer bienes en ese espacio y pasa a tener que organizar
>> su
>> actividad para jerarquizar el conocimiento que ofrece, de modo de poder
>> ser
>> considerado un asesor a futuro.
>> La suma de ambos pasa a constituir un
>> sistema capaz de pensar más y más formas de construir espacios de
>> generación y transferencia de conocimiento, que sirvan para corregir las
>> enormes deficiencias vigentes en la satisfacción de necesidades de
>> nuestros
>> pueblos.
>> O sea: quien vende conocimiento, gana dinero, pero se asocia de un modo
>> cualitativamente diferente a todo lo visto, con aquellas sociedades que
>> necesitan ese conocimiento para construir un futuro más digno.
>> LA EXPERIENCIA RECIENTE
>> Venezuela es hoy un laboratorio gigante para la verificación práctica de
>> estos
>> conceptos.
>> El actual gobierno venezolano intenta recuperar el país de décadas de
>> desinterés en contar con un tejido industrial y agroindustrial autónomo.
>> Basada en los ingresos por exportación de petróleo, se generó allí por
>> años
>> una sociedad de consumo donde casi todo, desde los alimentos hasta los
>> productos electrónicos, era importado.
>> Se intenta revertir esa situación. El punto es cómo.
>> El planteo ha sido pragmático, aunque con un hilo conductor conceptual
>> fuerte: la búsqueda de producir con el menor grado de dependencia de un
>> proveedor externo.
>> Se apeló a la compra de plantas llave en mano, con compromiso de
>> asistencia
>> técnica de los vendedores para la gestión y para la integración progresiva
>> de
>> componentes en el país, como en el caso de automóviles, tractores o
>> computadoras.
>> Se buscó lanzar una red ferroviaria básica, tanto de transporte de carga
>> como
>> de pasajeros, diseñada desde el gobierno, para avanzar en una segunda
>> etapa
>> en la provisión nacional de los componentes del sistema.
>> Se convoca a empresas medianas y pequeñas de la región a constituir
>> sociedades mixtas con el Estado.
>> Se ha hecho acuerdos con Argentina para diseñar plantas y buscar luego los
>> proveedores de bienes de capital, recibiendo asistencia en todo el proceso
>> de
>> instalación y puesta en marcha.
>> Como actores venezolanos, se ha apelado a empresas enteramente estatales;
>> empresas mixtas, sea con socios privados o con entes estatales de otros
>> países; cooperativas; radicación de empresas.
>> Los resultados son variados. En todo caso, se ha llegado a un momento de
>> necesaria síntesis, donde son tantas las variantes intentadas, que se está
>> en
>> condiciones de identificar los mejores caminos y consolidar un modelo de
>> intervención. Tal modelo está en gestación, pero es evidente que todos los
>> senderos no son equivalentes, para alcanzar el objetivo de autonomía
>> productiva.
>> No es lo mismo partir de una planta llave en mano, que tener el diseño de
>> la
>> ingeniería básica.
>> No es lo mismo instalar unidades productivas a partir de alianzas
>> políticas
>> estratégicas en que la planta es un colateral, pero no el motivo central
>> del
>> acercamiento, que diseñar un programa de intervención en conjunto con
>> quienes serán los que transfieran conocimiento.
>> No es lo mismo negociar con países con problemas similares y de dimensión
>> similar, que hacerlo con países mucho más grandes, aunque haya
>> convergencia de conceptos.
>> El escenario venezolano marca lo que a nuestro juicio es el intento más
>> importante en ejecución a escala mundial, para romper la trampa de la
>> dependencia desde un país de medianos recursos. En este sentido, las
>> líneas
>> están lanzadas y el juego está abierto. Es esencial ordenar las ideas y
>> consolidar el modelo ya que se han de conseguir dos hechos relevantes:
>> A – Marcar con tremenda fuerza la importancia de la solidaridad
>> tecnológica
>> como componente de una estrategia de liberación, en el mismo plano que la
>> equidad educativa o la salud para todos.
>> B – En forma casi automática, abrir la posibilidad de trasladar este
>> concepto al
>> resto de Latino América y África.
>> Emm/21.1.09
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