[Solar-general] ON TOPIC documento inti, excepcional

Diego Saravia dsa en unsa.edu.ar
Sab Ene 31 22:32:54 CET 2009


El 30 de enero de 2009 14:33, bubi <bubi en opensa.com.ar> escribió:

> http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2332538
> Sigamos compartiendo, este me parece genial
> bubi



esta bueno, ahora el documento anterior, es mas que interesante para solar
porque esta emitido por la presidencia del INTI, y marca el primer documento
a ese nivel del gobierno que parece alineado con nuestra idea e incluso la
proyecta mas alla al hablar de solidaridad tecnologica, seguramente seria
bueno contactar con la gente del inti



>
>
> ----- Original Message -----
> From: "Diego Saravia" <dsa en unsa.edu.ar>
> To: "La lista de todos y todas en solar"
> <solar-general en lists.ourproject.org>
> Sent: Thursday, January 29, 2009 7:38 PM
> Subject: [Solar-general] ON TOPIC documento inti, excepcional
>
>
> me extraña que nadie comento este excepcional documento del inti con
> todas las implicancias que tiene para la mision de solar, va de nuevo
>
>
> http://www.inti.gov.ar/pdf/LaSolidaridadTecnologica.pdf
>
> LA SOLIDARIDAD TECNOLÓGICA, ETAPA SUPERIOR DE LA
> JUSTICIA SOCIAL
>
> LA IDEA BÁSICA
>
>
> La justicia social es la bandera que aparece al frente de las
> reivindicaciones de
> toda propuesta política sensible a los intereses de las grandes masas
> populares, aquí o en cualquier país del mundo.
> Sin embargo, no resulta simple ni homogéneo precisar qué es la justicia
> social.
> ¿Es que todos los habitantes tengan trabajo remunerado o acceso al trabajo
> remunerado?
> ¿Es que la distribución del ingreso entre deciles de la población sea menos
> sesgada? ¿Cuánto? En lugar de 30 a 1 entre extremos, ¿debería ser 10 a 1?
> ¿O
> 5 a 1? ¿Qué número nos dejaría conformes?
> ¿Es que todos tengan las necesidades básicas satisfechas, así sea por
> distribución pública de bienes elementales?
> Una respuesta positiva a estas preguntas o a cualquiera de sus variantes
> hubiera sido relativamente válida hace medio siglo en casi toda
> Latinoamérica,
> cuando el justicialismo, por ejemplo, sostenía en Argentina que "gobernar
> es
> crear trabajo".
> Una sociedad con pleno empleo, distribuido al interior de un universo de
> pequeñas y medianas empresas. Un Estado fuerte, responsable de la
> educación y la salud al alcance de todos y además involucrado en forma
> directa en la producción de bienes y servicios. Un sindicalismo organizado
> y
> aguerrido, que presione para el aumento sistemático del salario real.
> Tales eran los atributos básicos de una comunidad nacional con movilidad
> social ascendente, igualdad de oportunidades creciente y por lo tanto mejor
> calidad de vida individual y colectiva. A eso se llamaba por estas tierras
> un
> horizonte de "justicia social".
> En ese momento, a su vez, el escenario diseñado por la revolución cubana
> era
> más radicalizado y se constituía, por acción o por omisión, en la
> alternativa
> conceptual al populismo progresista. Allí se sostenía, simple y
> directamente,
> que el capitalismo era incompatible con la plena justicia social. Por lo
> tanto,
> debía configurarse una sociedad sin empresarios privados, que más que
> transitar el camino de oportunidades cada vez un poco más equitativas, lisa
> y
> llanamente las garantizara desde la cuna hasta la tumba. La justicia
> social,
> según la lógica del proceso cubano, no se alcanzaría paso a paso, sino de
> una
> vez y para siempre.
> CINCUENTA AÑOS DESPUÉS
> En medio siglo buena parte del marco de referencia cambió. En algunos casos
> en términos solo cuantitativos. En otros, aún cualitativamente.
> En los países capitalistas, nada transitó hacia una mayor equidad.
> Aumentó la concentración económica; aumentó la pobreza; aumentó la
> diferencia de ingresos entre extremos de la comunidad. Como casi obvia
> consecuencia adicional, aumentó la violencia social en cualquiera de las
> facetas
> que se quiera medir.
> El impreciso y genérico objetivo de mejorar la calidad de vida, se alejó
> enormemente, en lugar de acercarse. Me considero dispensado de
> fundamentar con números esta afirmación, porque el tema ha sido analizado
> en centenares de documentos del más diverso origen.
> Para oscurecer más la perspectiva, la concentración de poder económico ha
> superado definitivamente los límites de las fronteras nacionales y las
> corporaciones se han impuesto a los gobiernos.
> El control corporativo ha invadido espacios no imaginados hace dos
> generaciones. Por caso, las semillas son patentadas y se presiona con
> fuerza
> a
> los gobiernos para que sus agricultores paguen regalías por su uso. Los
> países
> periféricos hoy pagan regalías y giran utilidades al exterior por casas de
> comida rápida; cines; filiales de estudios de abogados. Hay una densa y
> muchas veces escondida trama de intereses, que hace depender casi cualquier
> faceta de nuestra vida cotidiana de decisiones tomadas por empresarios que
> ni
> tienen obligación de saber donde estamos en el mapa.
> En el discurso, los gobiernos insisten con la meta/ receta: pleno empleo y
> Estado fuerte, no solo para brindar servicios esenciales sino para
> controlar
> a
> las corporaciones.
> El punto es que ya esto no es suficiente, esencialmente porque ya no se
> puede
> lograr, si no se incorporan otras metas al escenario.
> NO SE PUEDE
> Nada asegura que se pueda alcanzar el pleno empleo – el que importa, con
> salarios dignos - cuando las más grandes empresas que operan en un
> territorio
> son apenas filiales de corporaciones con sede en otro país. El ritmo de
> actividad, en ese marco, tiene un alto grado de dependencia de la tasa de
> ganancia de esas corporaciones y de la proporción de ella que se genera al
> interior de la frontera nacional.
> La forma de mantener una ganancia alta para la filial de una corporación
> trasnacional no es ningún secreto:
> a) Tener un alto grado de control sobre el mercado interno de su producto.
> Si es posible ser monopólica.
> b) Tener bajos costos, tanto para vender localmente como para exportar.
> Dado que la tarea de innovación, que puede generar ventajas
> competitivas, no se realiza normalmente en la filial sino en la matriz, la
> variable más a mano es el costo salarial.
> Los dos elementos pueden ser buenos para la empresa, pero sin duda son
> malos para la sociedad de la que forma parte. Los intereses de la empresa y
> de la sociedad, es claro, son objetivamente antagónicos y su articulación
> de
> un
> modo favorable a los intereses populares exige un Estado especialmente
> fuerte. Sin embargo, cualquier gobierno que siga ese sendero se encuentra
> rápidamente ante otra encrucijada, ya que el crecimiento del país depende
> mucho de inversiones que deben realizar esas mismas empresas a las cuales
> hay que controlar. Tales inversiones, es necesario tener presente, tienen
> habitualmente más de una localización posible en el globo, lo cual da a las
> corporaciones un formidable poder de presión sobre los gobiernos
> nacionales.
> No es mi intención profundizar esta faceta aquí. Solo me interesa dejar
> sentado que atributos como el pleno empleo se asocian todavía hoy a un
> mayor bienestar general. Sin embargo, tienen una connotación enteramente
> diferente si son fruto de una economía con bajo nivel de control
> monopólico,
> que si deben ser alcanzados negociando con corporaciones con mayor poder
> que el propio Estado. En el primer escenario, el pleno empleo implica de
> manera clara un aumento en el salario real medio; en el segundo escenario,
> no
> necesariamente. Casi podríamos afirmar que en una economía globalizada y
> controlada por corporaciones trasnacionales, para que haya pleno empleo es
> necesario que el salario real baje. Esta afirmación seguramente pone
> incómodo
> a más de un economista, porque contradice la formación académica básica,
> construida desde el limbo del libre acceso a los mercados y la competencia
> perfecta.
> A partir de este hecho – que la evolución de ciertas variables no mantiene
> su
> sentido interpretativo, sino que pasa a señalar lo contrario de lo que
> se creía –
> nada es seguro en la economía capitalista moderna y mucho menos en los
> países periféricos. ¿Cómo encontrar, en tal confusión, el camino de la
> mejor
> justicia social?
> LA EXPERIENCIA CUBANA
> Cincuenta años de la revolución cubana constituyen un experimento único, a
> escala nacional, del intento de construcción de una sociedad más justa. Sin
> embargo, ni detractores ni exégetas están aprovechando de una manera
> mínimamente adecuada, la enorme oportunidad de obtener resultados y
> deducir enseñanzas de este período tan valioso.
> Los detractores concentran su mirada en la falta de funcionamiento de un
> sistema democrático con partidos políticos y elecciones regulares. Es claro
> que
> esto es así. Pero acaso lo contrario, ¿se ha demostrado útil para alcanzar
> una
> mejor calidad de vida general?
> El resto de los países de la región, con la democracia, ¿se han educado;
> han
> comido; han tenido salud pública eficiente, en estos 50 años?
> La crítica conservadora es inevitablemente endeble, ya que deja al desnudo
> que promueve instrumentos – libre mercado; democracia parlamentaria – más
> que objetivos profundos, como la justicia social.
> Más lamentable, sin embargo, es la posibilidad perdida por quienes buscan
> la
> defensa y justificación de la revolución cubana.
> Comparando entre extremos del medio siglo transcurrido, es inmediato
> identificar algunos éxitos de dimensión superior a los de cualquier país y
> cualquier sistema de gobierno. La igualdad de oportunidades, tanto como el
> nivel de las prestaciones, en materia de educación y de salud públicas, no
> tienen parangón en el mundo.
> También es casi inmediato identificar los fracasos. Salvo en alguna
> industria
> asociada a la salud, Cuba no ha logrado aprovechar sus recursos naturales,
> ni
> siquiera de manera mediocre, para producir bienes industriales necesitados
> por
> sus habitantes. Tampoco ha podido avanzar con mínima solidez en ningún otro
> sector industrial ni en la producción de equipos de transporte o de
> infraestructura en general.
> El resultado es que el país se refugia con orgullo en su sistema educativo
> o
> en
> su atención de la salud, pero compra en el exterior gran parte de los
> alimentos
> que consume; su población debe normalmente esperar horas y hasta días
> enteros en una ruta para trasladarse de ciudad a ciudad; mientras reaparece
> el
> turismo como la fuente de recursos elementales para la vida cotidiana.
> Ningún analista de la revolución alcanza a explicar tremenda contradicción,
> salvo recurriendo a los efectos de un bloqueo absurdo, que ya lleva más de
> 45
> años.
> Sin embargo, durante casi tres décadas, Cuba tuvo una relación privilegiada
> con la Unión Soviética, que hizo que se inyectaran subsidios muy grandes en
> forma de altos precios pagados por el azúcar o bajos costos de importación
> de
> petróleo o equipos para infraestructura. En la práctica, esta relación
> reducía
> enormemente los efectos del bloqueo, aún cuando es necesario tener en
> cuenta que toda la vida de la isla estaba montada sobre equipos
> norteamericanos de comienzo de la década de 1960, para los que
> abruptamente no se contó con repuestos por más de 40 años.
> Mi modesta opinión
> es que hay un elemento del diseño de la política
> económica e industrial, que es más determinante que el bloqueo, para la
> actual asimetría estructural de Cuba.
> Veamos primero la faceta exitosa y encontremos una explicación.
> La educación y la salud son componentes permanentes de un sistema público
> de intervención en la sociedad. El Estado debe asegurar la educación y la
> salud
> de los habitantes de un país, en todo país. Puede hacerlo con un sentido de
> equidad o sin ella. Puede incluso hacerlo mal y hasta pésimo, agudizando
> las
> desigualdades sociales. Pero la decisión de ir en la dirección correcta o
> en
> la
> contraria es un hecho esencialmente político. Es querer hacerlo o no. La
> infraestructura física y humana existe; los conocimientos técnicos son
> abiertos
> y de difusión internacional amplia.
> El enorme mérito de la revolución cubana ha sido poner esos dos roles
> públicos
> al servicio de todos los cubanos con un sentido solidario de prioridad
> total. Lo
> que pretendo enfatizar es que una vez tomada la decisión, pudieron hacerlo,
> porque disponían o podían conseguir – con diverso grado de esfuerzo, pero
> accesible – el conocimiento y los recursos humanos necesarios.
> En esta explicación elemental está implícita la explicación de los fracasos
> en
> otros ámbitos.
> En el capitalismo, la producción de bienes industriales – más adelante
> haremos
> referencia a la producción agraria – no es un sistema público. No solo no
> es
> pública la propiedad de las unidades productivas; tampoco lo es – esto es
> central – el conocimiento necesario para diseñarlas y para operarlas.
> En 1959 Cuba tenía prácticamente una sola industria: la del azúcar.
> La revolución en poco tiempo expropió el grueso de los ámbitos productivos
> de
> la isla. Con eso, sin embargo, se apropió de un solo conocimiento autónomo:
> el de la producción de azúcar. Tan autónomo como lo fueran los técnicos que
> trabajaban en los ingenios y el sistema de formación creado alrededor de
> esa
> industria.
> A mi juicio, el flanco débil que esto representa para cualquier proyecto de
> desarrollo independiente nunca fue adecuadamente cuantificado.
> Primero, se apostó a aumentar la producción de azúcar, confiando en que ese
> recurso bastaría para generar los excedentes con los cuales se pudiera
> comprar todo lo que no se producía. En poco tiempo quedó claro que ese era
> un camino equivocado.
> Luego, llegó la asociación estratégica con la Unión Soviética. Tal vez aquí
> es
> donde se cometió el error más decisivo. O no se pudo o no se supo
> establecer
> un flujo de conocimiento productivo industrial hacia Cuba. Se recibieron
> insumos subsidiados y se vendió el azúcar por sobre el precio
> internacional,
> pero algún historiador descarnado podrá algún día decir que en términos
> económicos la relación tuvo algunos perfiles de dependencia colonial o
> evaluado con menos crueldad, de subsidio al consumo presente, sin una
> mirada larga de construcción de una estructura sustentable.
> En aquel largo período, hay una experiencia de relación con la Argentina
> que
> abona la hipótesis. En 1973 se estableció un importante acuerdo de venta de
> bienes industriales a Cuba. La casi totalidad fueron plantas llave en mano,
> sin
> que el componente de formación de una base productiva cubana independiente
> fuera relevante, ni siquiera para faenar pollos o para pasterizar la leche.
> Para
> peor, las instalaciones fueron concebidas en sintonía con la lógica de
> planificación centralizada soviética, que imaginaba grandes unidades para
> abastecer todo el país desde allí, cuando lo sensato hubiera sido construir
> una
> base industrial con muchas unidades de alcance local, para lo cual la
> tecnología agroindustrial no solo existía, sino que era lo recomendable.
> Treinta años después Cuba no ha podido superar esa lógica y dolorosamente,
> buena parte de la dirigencia política ha preferido convencerse que hoy el
> país
> debe ser una sociedad de servicios, que compra los bienes que necesita
> exportando la labor de sus docentes y de sus médicos. Este planteo –
> exportar
> conocimiento y servicios educativos o médicos – no es criticable sino todo
> lo
> contrario. Pero no justifica eliminar como objetivo a alcanzar el tener una
> estructura industrial. No se entiende – a mi juicio no tiene explicación –
> como
> se sigue tapando el sol con un harnero, sin reconocer que no se ha sabido
> superar la restricción que impone la propiedad privada del conocimiento
> industrial en el capitalismo.
> EL CAPÍTULO AGRARIO
> La producción agraria merece un comentario específico, porque tiene algunas
> características propias, no comunes con el sector industrial.
> Ante todo, es necesario considerar que la disponibilidad de tierra es
> finita. No
> es posible crear tierra útil – al menos a escala de importancia económica-,
> como sí es posible instalar nuevas unidades industriales.
> Este hecho agiganta, por lo tanto, la importancia de la propiedad del
> factor, ya
> que quien tiene tierra adquiere un derecho a disponer de renta agraria,
> aunque
> no trabaje como agricultor.
> El otro elemento distintivo es la tradición de transparencia en el uso del
> conocimiento, muy distinta del escenario de la actividad industrial.
> Investigadores que avancen en profundidad sobre este concepto podrían
> llegar
> a caracterizar la producción agraria tradicional como un sistema público,
> de
> propiedad y administración privada. O sea, intermedio entre la educación y
> la
> salud pública, por un lado y la industria, por otro lado.
> A través de buena parte del último siglo y por supuesto de la época actual
> se
> puede registrar la incesante lucha – y los continuos triunfos – de las
> corporaciones buscando monopolizar eslabones de las cadenas de valor
> agraria, yendo hacia lo que los estadounidenses califican de "industria
> agrícola".
> Ello ha sucedido utilizando dos instrumentos.
> Primero, lisa y llanamente se ha usado el poder económico, en aquellos
> espacios donde el comercio y la logística son predominantes. El acopio de
> granos, el comercio internacional y por supuesto los eslabones industriales
> colocados inmediatamente después de la tranquera de los campos, como la
> industria aceitera o molinera o el procesamiento de carnes, se han ido
> concentrando de manera persistente.
> Segundo, se ha usado la innovación tecnológica, a la cual luego se ha
> encapsulado en patentes y otras formas de apropiación francamente
> originales, aunque no exentas de matices perversos. Tal vez el comienzo lo
> marca la evidencia del vigor híbrido como factor de rendimiento agrícola.
> Todos los vegetales con componentes masculinos y femeninos separables,
> como el maíz, el sorgo, el girasol, pueden tener mucho más rendimiento
> cuando se utilizan semillas producidas fecundando una línea genética con el
> polen de otra línea genética. Esto da un poder especial a los productores
> de
> semilla, ya que a los chacareros no les conviene guardar parte de su grano
> para sembrar al año siguiente.
> A este antecedente, que implica simplemente un laborioso trabajo de
> selección
> de lo que la naturaleza ofrece, le siguió en las últimas décadas la
> manipulación
> genética, construyendo así paquetes tecnológicos de propiedad bien cerrada.
> Hoy se produce semilla de soja o de maíz o de arroz que es resistente a un
> herbicida diseñado para eliminar toda materia vegetal con la cual tenga
> contacto, salvo el cultivo comercial deseado.
> A partir de esta innovación, la agricultura se "convierte" definitivamente
> en
> industria, en cuanto a la opacidad del conocimiento utilizado. Ya no hay
> libre
> uso de la técnica. Todos quienes aran, siembran, fumigan, cosechan o
> transportan grano, pasan a ser engranajes de un sistema cuya factibilidad
> física concreta depende de semillas, herbicidas e insecticidas sujetos a
> evolución continua y de propiedad cerrada.
> Existe la opción de regresar a la tecnología abierta, pero ya se trata de
> una
> actitud de rebeldía al sistema, cuyas bondades serán acosadas y deberán ser
> demostradas todo el tiempo. Es revolucionario no ser de punta. Una paradoja
> más del capitalismo.
> EL NÚCLEO DEL PROBLEMA
> Resulta muy valioso poder examinar en paralelo los dos caminos de búsqueda
> de la justicia social, el que podríamos llamar capitalista o el socialista.
> Ese esfuerzo nos lleva a entender que con miradas distintas sobre la
> organización social deseada, hay una fuerte coincidencia en poner el foco
> en
> la
> cuestión del poder.
> Parece hasta obvio que quien no dispone de suficiente poder político no
> puede
> siquiera aspirar a construir los caminos que pueda haber soñado.
> Sin embargo, no es esperable que se pueda construir una sociedad mejor,
> limitándose a acceder a alguno de estos escenarios:
> a) Asegurar la hegemonía política en un sistema capitalista democrático y a
> partir de allí negociar con los poderes económicos concentrados, que
> han surgido del dominio del mercado sobre la estructura económica, sin
> agregar nuevos actores.
> b) Tomar a cargo de una comunidad la propiedad de tierras o de unidades
> de producción, sin el conocimiento necesario para llevar adelante una
> producción eficiente.
> Es imprescindible tener muy claro el por qué de una afirmación tan
> categórica.
> Tal vez sea útil recordar la polémica de consignas con que se buscaba
> desacreditar la propuesta peronista en la década de 1960, cuando se
> instalaba
> en toda America Latina la idea del desarrollo a escala de cada país, el
> desarrollismo. Se decía entonces que no se puede producir y distribuir al
> mismo tiempo. Que primero se debe producir y luego distribuir. Esto buscaba
> justificar la disminución del salario real y por ende del consumo, para
> favorecer la inversión. Una suerte de política económica stalinista en
> democracia.
> Retomando aquella polémica, deberíamos entender que se ha probado inviable
> esperar – y aún promover - que la producción se concentre de manera
> espontánea y luego se distribuyan los frutos. Primero producir y luego
> distribuir no funcionó en ningún lugar del mundo.
> Tampoco se mostró viable para conseguir una mejor calidad de vida el
> distribuir sin producir, como eligió hacer Cuba.
> En rigor, la polémica de hace 50 años sigue vigente y resulta interesante y
> llamativo que pueda seguir siendo planteada en términos tan esquemáticos
> como los aquí comentados.
> A mi criterio, reitero:
> . Si se posterga la distribución, se agudiza la injusticia, de manera
> irreversible
> y acumulativa.
> . Si se prioriza la distribución, pero no se atiende la producción, se
> genera una
> sociedad equitativa pero pobre.
> Falta buscar, en términos concretos, el camino de la consigna histórica:
> distribuir y producir al mismo tiempo.
> ¿PUDO HABER SIDO CUBA?
> A quienes pensamos estos temas desde dentro de una sociedad capitalista, se
> nos hace imprescindible intentar responder – en términos prioritarios - una
> pregunta clave: ¿Pudo haber sido distinta la historia productiva de Cuba en
> este medio siglo que pasó?
> Esto es esencial, porque si se trató de un error estratégico, pero había
> opciones, al menos pudo haber existido un camino de construcción de una
> sociedad desarrollada y equitativa.
> El planteo es: Si el gobierno cubano hubiera puesto en la debida prioridad
> la
> importancia de tener una estructura productiva densa, eficiente,
> sustentable,
> ¿hubiera encontrado la forma de construirla?
> Mi criterio, que constituye la base de la tesis de este documento, es que
> Cuba
> no solo necesitaba querer hacerlo, sino saber hacerlo y para ello, a
> diferencia
> de la salud o la educación, no bastaba con recurrir a la academia o al
> conocimiento público. Necesitaba quién colaborara en transferir el saber
> productivo, que en 200 años de revolución industrial se ha alejado minuto a
> minuto del uso público, para ser apropiado, como fuente central de renta.
> Ese
> saber abarca, y sobre todo, integra muchas más facetas que las que el
> sistema universitario traslada a los jóvenes cuando les enseña desde
> matemáticas hasta diseño de estructuras por elementos finitos. En ninguna
> universidad se enseña a construir y operar una unidad productiva integral,
> ni
> siquiera una panadería.
> ¿Quién tenía y tiene ese saber?
> Ante todo las corporaciones y los empresarios, que han articulado en
> términos
> prácticos todos los saberes parciales y los han colocado bajo un paraguas
> de
> gestión ordenada.
> A ese universo pueden sumarse las empresas públicas, cuando han podido
> transitar por un camino que evitara el deterioro asociado a la pérdida de
> lo
> comunitario como valor relevante.
> Siendo ácido diría que nadie más dispone de ese saber. Justamente allí
> reside
> el muy frágil flanco de cualquier proyecto de desarrollo autónomo en este
> momento histórico.
> Todo el sistema de educación universitaria y su extensión, el sistema de
> ciencia y tecnología – aún el de los países centrales – es un proveedor de
> conocimientos parciales y de mano de obra calificada para un entramado
> productivo cada vez más concentrado, con conocimiento bloqueado al interior
> de las corporaciones, que fija sus programas de trabajo, realiza sus
> propios
> desarrollos, y utiliza a la educación y a la investigación públicas como
> suministro de componentes.
> Para responder a la pregunta específica que se hizo más arriba: Cuba tuvo
> su
> chance. Pudo haber conseguido transferencia de saberes desde la Unión
> Soviética. Pero parece claro, luego de tres décadas de relación, que una
> parte
> (Cuba) no pudo o no supo plantear el problema y su solución y la otra
> (Unión
> Soviética) no quiso.
> CONDICIONES DE CONTORNO
> Volvamos al núcleo: cómo producir y distribuir al mismo tiempo.
> Primer elemento: Parece imprescindible que aquellos que hoy solo son
> consumidores, en muchos casos subsidiados por los respectivos gobiernos
> porque de otra manera no podrían atender sus necesidades más básicas, sean
> protagonistas importantes, en cualquier proceso de búsqueda de auténtica
> justicia social.
> Esto significa que los hoy excluidos deben ser integrados a la producción.
> No
> hay manera de dignificar en profundidad el tejido social si los ciudadanos
> no
> producen al menos lo que consumen. Todos los ciudadanos.
> Además de la importancia del trabajo como elemento de integración, en el
> actual panorama de nuestros pueblos, esto adquiere otro significado
> central:
> el
> sujeto transformador de las estructuras productivas debe venir desde fuera
> de
> la organización actual, pensada para dividir y concentrar, en lugar de
> distribuir.
> Segundo elemento: Debe haber un aporte externo del "saber cómo". El
> tiempo histórico no da margen para opciones tales como cerrarse al mundo y
> construir desde el propio aprendizaje, sea teórico o práctico.
> Tal aporte, además, no puede considerarse satisfecho con la instalación de
> plantas llave en mano y esquemas de asistencia externa convencionales. Una
> unidad productiva es mucho más que un conjunto de equipos interconectados,
> instalados en un galpón.
> Es un sistema, que necesita provisiones de materias primas, componentes y
> repuestos. Que requiere planes de mantenimiento y reposición de equipos.
> Que tiene que distribuir sus productos finales, sean éstos destinados a
> otras
> industrias o a los consumidores.
> Que, finalmente y sobre todo, tiene que ser gestionado utilizando de la
> mejor
> manera la inteligencia de todos los participantes, midiendo un conjunto de
> parámetros que sirvan de referencia de la calidad de la gestión y contando
> con
> capacidad para operar sobre ellos en un proceso de mejora continua.
> Ese saber cómo no solo no está disponible como una mercancía más sino que
> usualmente es imposible encontrar proveedores, en un escenario económico
> donde el secreto es considerado fuente de beneficio casi obvia.
> Tercer elemento: La conducción gubernamental de este proceso debe ser
> muy fuerte y cercana, asumiendo que se trata de un duro desafío, donde el
> éxito puede aparecer solo a mediano plazo.
> No veo manera alguna de romper los cuellos de botella construidos por el
> pensamiento liberal limitándose a dictar legislación de promoción o de
> regulación, para que actores privados sean quienes recorran el camino. Un
> gobierno convencido no tiene más remedio que operar en forma directa. Nada
> impide que haya amplios espacios para la iniciativa privada, pero estos
> deben
> estar acotados y condicionados por el poder concreto del Estado formando
> parte de las cadenas de valor, más que por leyes o decretos.
> CÓMO
> La primera y la tercera condición de contorno recién esbozadas ordenan las
> decisiones políticas. Un gobierno transformador debe querer respetar esas
> condiciones y a partir de allí puede dibujar caminos específicos.
> La segunda, sin embargo, no se resuelve solo con voluntad. Se necesita un
> análisis más sutil, que permita identificar posibles aliados para conseguir
> ese
> objetivo, en tiempos útiles para el éxito de un proyecto político.
> Reitero que no
> creo posible, en el actual contexto mundial, intentar aislarse para
> concebir
> y
> ejecutar un programa de desarrollo a partir solo de las propias fuerzas.
> Es necesario, en consecuencia, pasar revista a los sectores que pueden
> estar
> interesados, objetivamente, en transferir saberes productivos.
> 1 – Las empresas públicas, sean de producción de bienes o de servicios
> básicos, como la energía, el saneamiento o el transporte.
> 2 – Las pequeñas y medianas empresas de países de desarrollo medio, que
> vienen soportando la presión concentradora de las corporaciones y no tienen
> un horizonte claro para exportar bienes.
> 3 – Los ámbitos de pequeñas empresas del mundo desarrollado, que hace un
> par de décadas fueron ejemplo de agrupación exitosa – los distritos
> italianos,
> por ejemplo – y hoy están siendo barridos por las cadenas de valor cautivas
> de
> las multinacionales.
> 4 – Los organismos de ciencia y técnica de los países de desarrollo medio,
> que
> no son tributarios de las grandes corporaciones y a la vez tienen un
> espacio
> de
> evolución limitada por la concentración de la economía, en manos de
> corporaciones del mundo central. Estos organismos no disponen de los
> saberes
> a transferir en forma terminada pero, además de poder fortalecerse y
> reorientarse, son buenos vínculos con el mundo de la producción y además
> buenos ámbitos de formación de personal.
> Se trata de un conjunto de actores que representa una pequeña fracción del
> espectro productivo. Son aquellos que pueden – repito, pueden – llegar a
> considerar el saber cómo colocado fuera del ámbito de la privacidad
> generadora de renta. Es más, en algunos casos, pueden descubrir que ese
> conocimiento es la auténtica fuente de renta. No se necesita aclarar
> demasiado
> que para sumar las condiciones subjetivas a las objetivas, para que se
> produzca la transferencia, es necesario un intenso trabajo político que
> ayude a
> los participantes a liberarse de las lógicas neoliberales, que tan
> fuertemente
> están instaladas en la conciencia colectiva.
> A este escenario de compra y venta de un tipo de bien que hoy no forma
> parte
> ni siquiera mínima del comercio internacional, lo llamo el escenario de la
> solidaridad tecnológica.
> Utilizo el término "solidaridad" porque a pesar que se propugna crear y
> fortalecer sin límites un mercado, éste es el del conocimiento. El
> resultado
> del
> intercambio es totalmente diferente y superior a la compra venta de bienes
> de
> consumo o de máquinas de producción.
> Quien participe en tal mercado como oferente, debe entender que transferir
> conocimiento productivo es habilitar al receptor a una vida más autónoma.
> Varias cosas cambian luego de ese intercambio. El que recibe deja de ser
> demandante externo de los bienes finales que ahora pasa a producir. El que
> da, renuncia a proveer bienes en ese espacio y pasa a tener que organizar
> su
> actividad para jerarquizar el conocimiento que ofrece, de modo de poder ser
> considerado un asesor a futuro.
> La suma de ambos pasa a constituir un
> sistema capaz de pensar más y más formas de construir espacios de
> generación y transferencia de conocimiento, que sirvan para corregir las
> enormes deficiencias vigentes en la satisfacción de necesidades de nuestros
> pueblos.
> O sea: quien vende conocimiento, gana dinero, pero se asocia de un modo
> cualitativamente diferente a todo lo visto, con aquellas sociedades que
> necesitan ese conocimiento para construir un futuro más digno.
> LA EXPERIENCIA RECIENTE
> Venezuela es hoy un laboratorio gigante para la verificación práctica de
> estos
> conceptos.
> El actual gobierno venezolano intenta recuperar el país de décadas de
> desinterés en contar con un tejido industrial y agroindustrial autónomo.
> Basada en los ingresos por exportación de petróleo, se generó allí por años
> una sociedad de consumo donde casi todo, desde los alimentos hasta los
> productos electrónicos, era importado.
> Se intenta revertir esa situación. El punto es cómo.
> El planteo ha sido pragmático, aunque con un hilo conductor conceptual
> fuerte: la búsqueda de producir con el menor grado de dependencia de un
> proveedor externo.
> Se apeló a la compra de plantas llave en mano, con compromiso de asistencia
> técnica de los vendedores para la gestión y para la integración progresiva
> de
> componentes en el país, como en el caso de automóviles, tractores o
> computadoras.
> Se buscó lanzar una red ferroviaria básica, tanto de transporte de carga
> como
> de pasajeros, diseñada desde el gobierno, para avanzar en una segunda etapa
> en la provisión nacional de los componentes del sistema.
> Se convoca a empresas medianas y pequeñas de la región a constituir
> sociedades mixtas con el Estado.
> Se ha hecho acuerdos con Argentina para diseñar plantas y buscar luego los
> proveedores de bienes de capital, recibiendo asistencia en todo el proceso
> de
> instalación y puesta en marcha.
> Como actores venezolanos, se ha apelado a empresas enteramente estatales;
> empresas mixtas, sea con socios privados o con entes estatales de otros
> países; cooperativas; radicación de empresas.
> Los resultados son variados. En todo caso, se ha llegado a un momento de
> necesaria síntesis, donde son tantas las variantes intentadas, que se está
> en
> condiciones de identificar los mejores caminos y consolidar un modelo de
> intervención. Tal modelo está en gestación, pero es evidente que todos los
> senderos no son equivalentes, para alcanzar el objetivo de autonomía
> productiva.
> No es lo mismo partir de una planta llave en mano, que tener el diseño de
> la
> ingeniería básica.
> No es lo mismo instalar unidades productivas a partir de alianzas políticas
> estratégicas en que la planta es un colateral, pero no el motivo central
> del
> acercamiento, que diseñar un programa de intervención en conjunto con
> quienes serán los que transfieran conocimiento.
> No es lo mismo negociar con países con problemas similares y de dimensión
> similar, que hacerlo con países mucho más grandes, aunque haya
> convergencia de conceptos.
> El escenario venezolano marca lo que a nuestro juicio es el intento más
> importante en ejecución a escala mundial, para romper la trampa de la
> dependencia desde un país de medianos recursos. En este sentido, las líneas
> están lanzadas y el juego está abierto. Es esencial ordenar las ideas y
> consolidar el modelo ya que se han de conseguir dos hechos relevantes:
> A – Marcar con tremenda fuerza la importancia de la solidaridad tecnológica
> como componente de una estrategia de liberación, en el mismo plano que la
> equidad educativa o la salud para todos.
> B – En forma casi automática, abrir la posibilidad de trasladar este
> concepto al
> resto de Latino América y África.
> Emm/21.1.09
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> Diego Saravia
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