[Solar-general] Re: [OFFTOPIC] Los judios tomaron la posta de los nazis con tecnicas yanquis

Leonardo Federico Bauchwitz leonardo en hipatia.net
Dom Ene 18 16:09:16 CET 2009


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Sobre legitimidades y otras yerbas...

"Es una de las tantas paradojas de la historia: el Estado que nació de
una resolución de Naciones Unidas en 1948 ha ignorado todas las
resoluciones tomadas desde entonces a la fecha y siempre por el mismo
motivo: la violación sistemática de los derechos políticos, civiles y
humanos del pueblo palestino."



http://criticadigital.com.ar/index.php?secc=nota&nid=17331

Jorge Lanata tiene razón cuando dice en su nota del viernes “el mundo
debe parar a Israel”. Es lo que piensan todas las conciencias
humanitarias de la Tierra. Es lo que se propone –sin éxito– el
secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon y el secretario
de la Asamblea General de la ONU, Miguel d’Escoto. Me pregunto: ¿cómo se
puede lograr ese objetivo, cuando el poder militar arrasa con el derecho
internacional y Washington apoya la masacre? ¿Puede hacer algo la ONU
cuando las fuerzas israelíes bombardean la propia sede de la ONU en
Gaza? Ciertamente después se disculpan. “Fue un error”, dicen. ¿Un
error? Los halcones de la ultraderecha que gobiernan Israel consideran a
la ONU como un enemigo. Dore Gold, ex embajador israelí en Naciones
Unidas lo dijo con todas las letras: “El organismo tiene actitudes
inaceptables con Israel”.

¿Se refiere acaso a todas las resoluciones del “organismo” que el Estado
de Israel ignoró olímpicamente? Es una de las tantas paradojas de la
historia: el Estado que nació de una resolución de Naciones Unidas en
1948 ha ignorado todas las resoluciones tomadas desde entonces a la
fecha y siempre por el mismo motivo: la violación sistemática de los
derechos políticos, civiles y humanos del pueblo palestino.

Empezó por violar la propia Resolución 181 de la Asamblea General votada
el 19 de noviembre de 1948, que proponía el famoso Plan de Partición:
“Se establecerá un Estado árabe y otro judío independientes y un Régimen
Internacional Especial para la ciudad de Jerusalén”. Por ahí anda el
presidente de la Autoridad Palestina, el moderado Mahmud Abbas,
recordando que la creación del Estado árabe sigue siendo una promesa
incumplida sesenta años más tarde.

Violó la 212 (III) de asistencia a los refugiados palestinos adoptada el
19 de noviembre de 1948 y la 194, de diciembre del mismo año, que
resolvía: “Los refugiados que deseen volver a sus casas y vivir en paz
con sus vecinos deben ser autorizados a hacerlo lo antes posible y se
debe pagar una compensación a los que decidan no volver, así como a los
que sufrieron daños o pérdidas en sus propiedades”.

Violó la 303, del 9 de diciembre de 1949, creando un régimen especial
internacional para la ciudad de Jerusalén. La 242, del 22 de noviembre
de 1967, donde se pedía “la retirada de las fuerzas armadas de Israel de
los territorios ocupados” y “la consecución de una solución justa al
problema de los refugiados”.

El 14 de diciembre de 1978, la Asamblea General prohibió a los Estados
miembros la cooperación militar con Israel, al que acusó de utilizar
“bombas de fragmentación contra campos de refugiados y objetivos civiles
en el sur del Líbano”, así como de mantener estrechos lazos militares
con el régimen racista que imperaba entonces en Sudáfrica.

La 446 del Consejo de Seguridad de la ONU determinaba que “la política y
las actuaciones de Israel de establecimiento de asentamientos en los
territorios palestinos y árabes ocupados desde l969 no tienen validez
legal y constituyen un serio obstáculo para la consecución de una paz
justa, global y duradera en Oriente Medio”.

La 2.443 de la Asamblea General intentó crear un comité de investigación
respecto a graves violaciones de los derechos humanos perpetradas por
las tropas israelíes en las áreas ocupadas y expresó su “grave
preocupación” por algo que hemos visto repetido hasta la náusea en estos
últimos días: la destrucción “de las casas de la población civil árabe
en las áreas ocupadas”.

Hay muchas más, pero vale citar la de la Asamblea General del 24 de
septiembre de 1982 (ES-7/9), condenando la matanza de civiles en Sabra y
Shatila perpetrada por las fuerzas al mando del entonces general Ariel
Sharon. O la 904, del 18 de marzo de 1994, respecto de la masacre de
Hebrón “que costó la vida a más de cincuenta civiles palestinos e hirió
a varios centenares más”.

Todas estas resoluciones fueron ignoradas con el mismo argumento: la
seguridad de Israel, el combate contra el terrorismo, etc. Estados
Unidos utilizó siempre su poder de veto en el Consejo de Seguridad para
impedir que su socio estratégico en Medio Oriente y otras regiones del
mundo fuera efectivamente sancionado por la comunidad internacional. Con
algunas excepciones, las naciones europeas más poderosas se hicieron las
distraídas. El sistema antidemocrático que impera en Naciones Unidas
impidió que la Asamblea, que por su propia naturaleza debería ser el
órgano principal, hiciera valer el peso de los votos.

¿Mejoró esta política la seguridad de Israel? ¿Suprimió el terrorismo?
¿O, por el contrario, facilitó que los fundamentalistas de Hamás
reemplazaran a los seguidores de ese líder dialoguista, misteriosamente
muerto, que fue Yasser Arafat?

No es lo que piensan, ciertamente, las conciencias más honestas y
clarividentes de la Diáspora o del propio Israel. No es lo que piensan
los articulistas del diario israelí Haaretz –citado por Lanata–, ni el
líder pacifista israelí Uri Avnery, ni Daniel Barenboim, ni
intelectuales argentinos de origen judío como León Rozitchner, Tato
Pavlovsky, Juan Gelman o ese valiente periodista que fue Gregorio
Selser, o su colega Herman Schiller, que el viernes último presentó en
una conferencia al embajador palestino en nuestro país, Farid Suwwan.

Tampoco, estoy seguro, es lo que sienten miles y miles de judíos
argentinos de convicciones democráticas y progresistas, como esa
manifestante anónima que en una marcha de protesta realizada en Buenos
Aires contra las aberraciones perpetradas en Gaza portaba un cartel con
esta elocuente leyenda: “Soy judía, no maten en mi nombre”.

La vigencia de estas conciencias libres, dentro y fuera de Israel,
contradice la acusación de antisemitismo que se le cuelga
automáticamente a todos los que critican una práctica genocida, llevada
a cabo por políticos racistas que están pensando en las próximas
elecciones y no tienen empacho en sepultar bajo los escombros a cientos
de niños aterrorizados que, ciertamente, no militan en Hamás.

Los más lúcidos piensan que acordonar guetos como el de Gaza, es
proceder como los nazis y que proceder como los nazis es ofender a las
víctimas del Holocausto y a los héroes de Varsovia. Es patrocinar que
haya “judíos de los judíos”, como dijo el escritor libanés Elías Khoury.
Por ahora esas conciencias no pueden modificar un sistema internacional
basado en la fuerza antes que en el derecho, pero su testimonio rescata
al género humano. Como decía Jean-Paul Sartre cuando la Francia ocupada:
“Mientras exista una sola conciencia libre los nazis no habrán ganado la
batalla”.




Diego Saravia wrote:
> 2009/1/9 Santiago Roza <santiagoroza en gmail.com>:
>> On Fri, Jan 9, 2009 at 5:30 PM, Diego Saravia <dsa en unsa.edu.ar> wrote:
>>
>>> me parece que nadie cuestiona hoy a muchos estados, en cambio la misma
>>> existencia de israel es cuestionada por muchos de sus vecinos y
>>> habitantes
>>
>> ah, esa te parece entonces razon para tildar a un estado de
>> "ilegitimo"??  o sea que si mañana paraguay se queja de nuestra
>> frontera, argentina pasa a ser un estado ilegitimo??
>>
> por una frontera no?
> 
> pero si el presidente paraguayo armado hasta los dientes sale a decir
> que argentina no debe existir y que todo ese territorio es paraguayo,
> menudo lio
> 
> sobre todo si tiene razones de peso :)
> 
> 
> 
> 
>> --
>> Santiago Roza
>> santiagoroza en gmail.com
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