[Solar-general] [OT] Escándalo Sokal
Marcos Guglielmetti
marcospcmusica en gmail.com
Mar Jul 29 02:13:05 CEST 2008
http://es.wikipedia.org/wiki/Esc%C3%A1ndalo_Sokal
Escándalo Sokal
De Wikipedia, la enciclopedia libre
El escándalo Sokal fue un famoso engaño cometido por el físico Alan
Sokal sobre el equipo editorial y lector de la importante revista
académica de humanidades Social Text. En 1996, Sokal, profesor de
física en New York University, envió un artículo pseudocientífico
para que se publicase en una revista postmoderna de estudios
culturales, como experimento para comprobar si una revista de
humanidades, en palabras de Sokal: "publicaría un artículo plagado de
sin sentidos, si (a) sonaba bien, y (b) apoyaban los prejuicios
ideológicos de los editores."
El artículo, titulado "Transgressing the Boundaries: Toward a
Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity," [1] (Transgrediendo
las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad
cuántica) se publicó en el número de primavera/verano de 1996 de
Social Text, sin la revisión de ningún físico cualificado. El mismo
día de su publicación, Sokal anunciaba en otra publicación, Lingua
Franca, que el artículo era un engaño.
El hecho causó un escándalo académico en la Universidad de Duke, donde
se publicaba Social Text. Sokal dijo que su artículo era "un pastiche
de jerga izquierdista, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes y
rotundo sin sentido", que se "apoyaba en las citas más estúpidas que
había podido encontrar sobre matemáticas y físicas" hechas por
académicos de humanidades.
http://santino.blogia.com/2005/042001-transgrediendo-los-limites-hacia-una-hermeneutica-transformativa-de-la-gravedad-.php
Transgrediendo los límites: hacia una hermeneútica transformativa de
la gravedad cuántica
A continuación transcribo parte del famoso artículo del físico Alan
Sokal, profesor de la Universidad de Nueva York,
titulado "Transgrediendo los límites de la realidad: hacia una
hermeneútica transformativa de la graverdad cuántica", publicado en
la prestigiosa revista Social Text 46/47, pp 217-252
(primavera-verano 1996). Debido a la extensión del artículo, a pesar
de que es apasionante, me limito a transcribir las conclusiones
finales a las que llega Sokal, hablando sobre la interrelación de las
ciencias puras y de las ciencias sociales. Este texto es
imprescindible para comprender el complejo concepto de
postmodernidad, y su desarrollo en las últimas decadas. He eliminado
las notas a pie de página y las referencias bibliográficas para hacer
más cómoda su lectura.
TRANSGREDIENDO LAS FRONTERAS: HACIA UNA CIENCIA LIBERADORA
En las últimas dos décadas se han dado extensas discusiones entre los
teóricos críticos con respecto a las características de la cultura
modernista versus la postmodernista; y en los últimos años estos
diálogos han comenzado a prestar atención detallada a los problemas
específicos postulados por las ciencias naturales. En particular,
Madsen y Madsen han provisto recientemente un sumario muy claro de
las características de la ciencia modernista versus la
postmodernista. Ellos postulan dos criterios para la ciencia
postmoderna:
Un simple criterio para que la ciencia califique como postmoderna es
que esté libre de cualquier dependencia del concepto de verdad
objetiva. De acuerdo a este criterio, por ejemplo, la interpretación
complementaria de la física cuántica debida a Niels Bohr y la escuela
de Copenhagen es vista como postmoderna.
Claramente, la gravedad cuántica es en este respecto una ciencia
postmodernista arquetípica.
El otro concepto que puede ser tomado como fundamental para la ciencia
postmoderna es el de esencialidad. Las teorías científicas
postmodernas son construidas desde aquellos elementos teóricos que
son esenciales para la consistencia y utilidad de la teoría. Así, las
cantidades u objetos que son en principio inobservables—tales como
puntos del espacio-tiempo, posiciones exactas de partículas, o quarks
y gluones—no deben ser introducidas en la teoría.
Mientras que mucha de la física moderna es excluida según este
criterio, la gravedad cuántica aprueba nuevamente: en el pasaje desde
la relatividad general clásica a la teoría cuantizada, los puntos del
espacio-tiempo (e incluso la variedad espaciotemporal misma) han
desaparecido de la teoría.
De todas formas, estos criterios, pese a ser admirables, son
insuficientes para una ciencia postmoderna liberadora: liberan a los
seres humanos de la tiranía de la "verdad absoluta" y la "realidad
objetiva", pero no necesariamente de la tiranía de otros seres
humanos. En palabras de Andrew Ross, necesitamos una ciencia "que sea
públicamente responsiva y que sea de algún servicio para los
intereses progresistas."Desde el punto de vista feminista, Kelly
Oliver tiene una posición similar:
...para ser revolucionaria, la teoría feminista no puede pretender
describir lo que existe, o, "hechos naturales." Más bien, las teorías
feministas debieran ser herramientas políticas, estrategias para
superar la opresión en situaciones concretas específicas. La meta,
entonces, de la teoría feminista, debiera ser desarrollar teorías
estratégicas—no teorías verdaderas, ni teorías falsas, sino teorías
estratégicas.
¿Cómo, dónde, debe ser hecho esto? En lo que sigue, me gustaría
discutir los lineamientos de una ciencia postmoderna liberadora en
dos niveles: primero, en lo que respecta a temas y actitudes
generales; y segundo, en lo que respecta a metas políticas y
estrategias.
Una característica de la ciencia postmoderna emergente es su énfasis
en la no linealidad y la discontinuidad: esto es evidente, por
ejemplo, en la teoría del caos y en las teorías de transiciones de
fase tanto como en la gravedad cuántica. Al mismo tiempo, pensadoras
feministas han señalado la necesidad de un adecuado análisis de la
fluidez, en particular la fluidez turbulenta. Estos dos temas no son
tan contradictorios como a primera vista aparecen: la turbulencia
conecta con fuerte no linealidad, y la fluidez/suavidad es asociada a
veces con la discontinuidad (por ejemplo en la teoría de catástrofes;
por lo tanto una síntesis no está de ninguna manera fuera de la
cuestión.
Segundo, las ciencias postmodernas deconstruyen y trascienden las
distinciones metafisicas cartesianas entre la naturaleza y la
humanidad, observador y observado, Sujeto y Objeto. Ya la mecánica
cuántica, a comienzos de este siglo, destruyó la ingenua fe
newtoniana en un mundo objetivo prelingüístico de objetos
materiales "ahí fuera"; ya no podíamos preguntar, como dijo
Heisenberg, si las "partículas existen en el tiempo y el espacio
objetivamente". Pero la formulación de Heisenberg todavía presupone
la existencia objetiva del espacio y el tiempo como el terreno
neutral y no problemático en el cual las ondas-partículas cuantizadas
interactúan (si bien indeterminísticamente); y es precisamente este
posible terreno el que la gravedad cuántica problematiza. Así como la
mecánica cuántica nos informa que la posición y el momento de una
partícula son traídos a la existencia solo por el acto de
observación, también la gravedad cuántica nos informa que el espacio
y el tiempo mismos son contextuales, su significado definido solo en
relación con el modo de observación.
Tercero, las ciencias posmodernas desplazan las categorías estáticas
ontológicas y las jerarquías características de la ciencia
modernista. En lugar de atomismo y reduccionismo, las nuevas ciencias
hacen hincapié en la red dinámica de relaciones entre el todo y las
partes; en lugar de esencias individuales fijas (ej. partículas
newtonianas), ellas conceptualizan interacciones y flujos (ej. campos
cuánticos). Intrigantemente, estas características homólogas surgen
en numerosas áreas de la ciencia aparentemente dispares, desde la
gravedad cuántica hasta la teoría del caos y la biofísica de los
sistemas autoorganizados. De esta forma las ciencias postmodernas
parecen estar convergiendo a un nuevo paradigma epistemológico, uno
que puede ser denominado una perspectiva ecológica, entendido en un
sentido amplio como "reconociendo la interdependencia fundamental de
todos los fenómenos y el encastre de todos los individuos y
sociedades en los esquemas cíclicos de la naturaleza."
Un cuarto aspecto de la ciencia postmoderna es su énfasis consciente
en el simbolismo y la representación. Como señala Robert Markley, la
ciencias postmodernas están transgrediendo confines disciplinarios
cada vez más, adoptando características que han sido hasta aquí
provincia de las humanidades:
La física cuántica, la teoría bootstrap de los hadrones, la teoría de
los números complejos, y la teoría del caos comparten el postulado
básico de que la realidad no puede ser descripta en términos
lineales, que las ecuaciones no lineales—e insolubles—son el único
medio posible de describir una realidad compleja, caótica, y no
deterministica. Estas teorías postmodernas son—significativamente —
todas metacríticas en el sentido en que se proponen a sí mismas como
metáforas más que como descripciones "exactas" de la realidad. En
términos que son más familiares para teóricos literarios que para
teóricos físicos, podemos decir que estos intentos de los científicos
por generar nuevas estrategias de descripción representan notas hacia
una teoría de las teorías, sobre cómo la representación—matemática,
experimental, y verbal—es inherentemente compleja y problematizante,
no una solución sino parte de la semiótica de investigar el universo.
Desde un punto de partida diferente, Aronowitz asimismo sugiere que
una ciencia liberadora puede surgir de compartir
interdisciplinariamente epistemologías:
...los objetos naturales están también construidos socialmente. No es
una cuestión de si estos objetos naturales, o, para ser más preciso,
los objetos del conocimiento científico natural, existen
independientemente del acto del conocimiento. Esta pregunta se
responde asumiendo el tiempo "real" como opuesto al presupuesto,
común entre los neokantianos, de que el tiempo siempre tiene un
referente, que la temporalidad es por tanto una categoría relativa,
no incondicionada. Seguramente, la tierra evolucionó mucho antes que
la vida en la tierra. La cuestión es si los objetos del conocimiento
científico natural están constituidos fuera del campo social. Si esto
es posible, podemos asumir que la ciencia o el arte podrían
desarrollar procedimientos que neutralicen efectivamente los efectos
emanados de los medios por los cuales producimos conocimiento/arte.
El arte de representación puede ser tal intento.
Finalmente, la ciencia postmoderna provee una refutación poderosa del
autoritarismo y el elitismo inherentes a la ciencia tradicional,
tanto como una base empírica para un abordaje democrático al trabajo
científico. Porque, como señala Bohr, "una elucidación completa de
uno y el mismo objeto puede requerir diversos puntos de vista que
desafíen una única descripción"—este es simplemente un hecho acerca
del mundo, pese a que los autoproclamados empíricos de la ciencia
modernista prefieran negarlo. En tal situación, ¿cómo puede un
apostolado secular autoperpetuante de "científicos" acreditados
tratar de mantener el monopolio de la producción del conocimiento
científico? (déjenme enfatizar que no estoy de ninguna manera opuesto
al entrenamiento científico especializado; objeto sólo que una casta
de elite trate de imponer su canon de "alta ciencia", con la mira de
excluir a priori formas de producción científica por aquellos que no
son miembros).
El contenido y la metodología de la ciencia postmoderna provee
entonces un soporte intelectual poderoso para el proyecto político
progresista, entendido en su más amplio sentido: la transgresión de
confines, la destrucción de barreras, la democratización radical de
todos los aspectos de la vida social, económica, política y cultural.
{90} A la inversa, una parte de este proyecto debe involucrar la
construcción de una ciencia nueva y verdaderamente progresista, que
pueda servir a las necesidades de tal futura sociedad democratizada.
Como observa Markley, parece haber dos elecciones posible para la
comunidad progresista, más o menos mutuamente excluyentes:
Por un lado, los científicos políticamente progresistas pueden tratar
de recuperar prácticas existentes para los valores morales que ellos
sostienen, argumentando que sus enemigos de derecha están destruyendo
la naturaleza y que ellos, como contramovimiento, tienen acceso a la
verdad. [Pero] el estado de la biosfera—polución del aire, polución
del agua, desaparición de las selvas húmedas, miles de especies al
borde de la extinción, grandes áreas de tierra recargadas más allá de
su capacidad, usinas nucleares, armas nucleares, claros donde solían
haber bosques, hambre, desnutrición, desaparición de tierras
fértiles, inexistencia de praderas, y una multitud de enfermedades
causadas por el medio ambiente—sugieren que el sueño realista del
progreso científico, de recapturar en vez de revolucionar
metodologías y tecnologías existentes, es, como mínimo, irrelevante
para una lucha política que busca algo más que la reposición del
estado socialista.
La alternativa es una reconcepción profunda de la ciencia tanto como
de la política:
El movimiento dialógico hacia la redefinición de sistemas, de ver el
mundo no solo como un todo ecológico sino como un conjunto de
sistemas competitivos—un mundo sostenido por las tensiones entre
varios intereses naturales y humanos—ofrece la posibilidad de
redefinir qué es la ciencia y qué hace, de reestructurar esquemas
determinísticos de educación científica en favor del diálogo acerca
de cómo intervenimos en nuestro medio ambiente.
Además de redefinir el contenido de la ciencia, es imperativo
reestructurar y redefinir los espacios institucionales en los cuales
la labor científica tiene lugar—universidades, laboratorios
gubernamentales, corporaciones—y reencuadrar el sistema de
recompensas que empuja a los científicos a convertirse, normalmente
en contra de sus mejores instintos, en pistoleros a sueldo de
capitalistas y militares. Como Aronowitz señala, "un tercio de los
11.000 estudiantes graduados de física en los EE.UU. están en el
único subcampo de física de estado sólido, y todos ellos serán
capaces de conseguir trabajos en ese subcampo". Por contraste, hay
pocos trabajos disponibles tanto en gravedad cuántica como en física
ambiental.
Pero todo esto es sólo el primer paso: la meta fundamental de
cualquier movimiento emancipador debe ser desmitificar y democratizar
la producción del conocimiento científico, destruir las barreras
artificiales que separan a los "científicos" del "público". De manera
realista, esta tarea debe comenzar con la nueva generación, a través
de una profunda reforma del sistema educativo. La enseñanza de la
ciencia y la matemática debe ser purgada de sus características
autoritarias y elitistas, y el contenido de estos temas enriquecido
con la incorporación de los conocimientos de las críticas feministas,
homosexuales, multiculturales y ecológicas.
Finalmente, el contenido de una ciencia está constreñido profundamente
por el lenguaje en el cual sus discursos son formulados; y la física
de la corriente principal occidental ha sido formulada, desde
Galileo, en el lenguaje de las matemáticas. ¿Pero las matemáticas de
quién? La pregunta es fundamental, porque, como ha observado
Aronowitz, "ni la lógica ni las matemáticas escapan a
la ‘contaminación’ de lo social". Y como las pensadoras feministas
han señalado repetidamente, en la presente cultura esta contaminación
es sobremanera capitalista, patriarcal y militarista: "la matemática
es representada como una mujer cuya naturaleza desea ser
conquistada". Por tanto, una ciencia liberadora no puede estar
completa sin una profunda revisión del canon de las matemáticas.
Hasta ahora tal matemática emancipadora no existe, y nosotros sólo
podemos especular sobre su eventual contenido. Podemos ver atisbos de
éste en la lógica multidimensional y no lineal de la teoría de los
sistemas difusos; pero este abordaje está todavía marcado fuertemente
por sus orígenes en la crisis de las relaciones de la producción del
capitalismo tardío. La teoría de catástrofes, con su énfasis
dialéctico en discontinuidad/suavidad y metamorfosis/desdoblamiento,
indudablemente jugará un rol mayor en las matemáticas futuras; pero
mucho trabajo teórico queda por ser hecho antes que este abordaje
pueda volverse una herramienta concreta para la praxis política
progresiva. Finalmente, la teoría del caos—que provee nuestros más
profundos conocimientos dentro de los ubicuos pero misteriosos
fenómenos de no linealidad—será central en toda matemática futura. Y
aún, estas imágenes de la matemática futura deben permanecer como el
más ligero atisbo: porque, junto con estas tres jóvenes ramas en el
árbol de la ciencia, surgirán nuevos troncos y ramas—estructuras
teóricas totalmente nuevas—las cuales nosotros, con nuestras
anteojeras ideológicas actuales, no podemos todavía ni siquiera
concebir.
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