[Solar-general] OT: La venganza de los sith

Diego Saravia dsa en unsa.edu.ar
Lun Mayo 23 05:14:19 CEST 2005


On Sun, 22 May 2005 23:48:37 -0300, Santiago Roza wrote
> No encontre todavia fuentes confiables que prueben que Orwell
> efectivamente trabajo para la CIA, asi que (hasta donde yo se) eso es
> un rumor (cierto, tal vez) mas que algo que "se supo".
> 

http://www.memoria.com.mx/181/medina_garcia.htm
http://www.netcharles.com/orwell/articles/col-informant.htm

  In 1949 Orwell handed a list containing 35 of the names to his friend Celia
Kirwan, who worked for an anti-communist propaganda unit attached to the
Foreign Office. The identity of those names remains unclear.

The disclosure two years ago that Orwell, a socialist icon, had acted as an
informant caused dismay on the political Left. Michael Foot, the former Labour
leader, called it "amazing" and Jimmy Reid, the former union activist turned
journalist said it was "a terrible shock".
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 Paradójicamente, la realidad ha puesto de manifiesto que tan sólo fue un
vulgar alcahuete de los servicios policiacos británicos y norteamericanos. La
recuperación del material secreto de la época demuestra que Orwell denunció
hasta 125 escritores y artistas como “compañeros de viaje, testaferros del
comunismo o simpatizantes”. Haciendo uso de las lecciones aprendidas en la
policía colonial del Imperio, Orwell se dedicó a anotar escrupulosamente los
datos e impresiones de aquellos intelectuales con los que mantenía relación.
En lo que él mismo denominaba como “su listita” no sólo se incluían los
nombres de sus denunciados, sino también las observaciones venenosas que le
merecían. La mayoría de ellos ni siquiera eran comunistas, sino intelectuales
liberales o, simplemente, progresistas. En una libreta de tapas azules, quien
creó la imagen novelesca del superpoder totalitario iba anotando
escrupulosamente sus impresiones acerca de aquellos a quienes luego
denunciaría al Servicio Secreto británico y a la CIA. Del poeta inglés Tom
Driberg, por ejemplo, decía: “Se cree que es miembro clandestino del PC”,
“judío inglés”, “homosexual”. Del músico de color Paul Robenson: “muy
antiblanco”. Definió a Kingsley Martin, director del conocido semanario del
laborismo de izquierda, News Statesman, como “un liberal degenerado, muy
deshonesto”. Calificaba a Malcolm Nurse, uno de los padres de la liberación
africana, de “negro, antiblanco”. Insertó al universalmente conocido John
Steimbeck en su cuaderno delator por ser, según su opinión, un “escritor
espurio y pseudoingenuo”. Ni Charles Chaplin ni el novelista J. B. Priestley
ni el entrañable Bernard Shaw ni el celebérrimo Orson Welles ni el prestigioso
historiador E. H. Carr, se libraron del lápiz acusador de George Orwell .
Orwell fue una creación de la CIA, independientemente de la opinión que se
tenga acerca de la calidad literaria de su obra. La agencia no escatimó a la
hora de invertir fondos para promocionar su obra. Era conocedora del efecto
devastador que el mensaje de un supuesto representante de los valores de la
izquierda podía tener sobre amplios sectores de la opinión. Como otros
intelectuales de aquella –y de esta– época, sucumbió a la seducción del éxito
fácil y la notoriedad rápida que posibilitaba la transmisión de un mensaje
construido por los diseñadores de la guerra fría.
La tragedia para su memoria ha sido doble. Por una parte, la apertura de unos
archivos polvorientos del Foreign Office ha puesto al descubierto su
personalidad fraudulenta. La ausencia de escrúpulos del escritor británico
sólo fue equiparable con la de los más despreciables protagonistas de sus
propias novelas. La historia, finalmente, le ha pasado la factura, colocándolo
en el lugar donde le corresponde, aunque para ello hayan tenido que
transcurrir más de cincuenta años. Por otro lado, la sociedad siniestra que
Orwell describió se parece cada día más a la que, paradójicamente, él
contribuyó a reproducir y a nosotros nos está tocando vivir. Toda la panoplia
orweliana de “policías del pensamiento”, “semanas del odio”, “nopersonas” y
esa “neolengua” que se empequeñece en lugar de agrandarse, halla su réplica en
la estampa que nos está ofreciendo la sociedad actual. ¿Qué más da que la
uniformización del pensamiento corra a cargo del “Gran Hermano” o de las siete
multinacionales de la comunicación que controlan y “depuran” la transmisión
planetaria del pensamiento? ¿Hay tanta diferencia entre las “Semanas de odio”
que organizaba el Big Brother y las que hoy organiza Bush, con la finalidad de
preparar psicológicamente a la población de EU para una guerra de conquista?
¿Existe una divergencia tan grande entre el “Ministerio de la Verdad” de 1984,
que diariamente determinaba lo que debía pensar el ciudadano, y la aplastante
uniformidad de opiniones que cada mañana puede escucharse en todas las
emisoras radiofónicas del Estado español? ¿En qué se diferencian los delitos
de opinión que cometían los “criminales del pensamiento” y los que hoy se
atribuyen a los perseguidos redactores de Egunkaria?



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> http://en.wikipedia.org/wiki/George_Orwell
> http://www.commondreams.org/headlines/031800-02.htm
> (aca cuentan como la CIA compro los derechos de la pelicula, para
> reescribir algunas partes insertando un sesgo anti-comunista)
> 
> -- 
> Santiago Roza
> santiagoroza en gmail.com
> 
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