[Solar-general] [OT?]FELIZ dia para las cumpas
Vladimir di Fiore
vladimir en kolgados.com.ar
Mar Mar 8 20:34:52 CET 2005
Eso ni mas ni menos, como decia otro cumpa mas temprano en otra lista,
muy afortunados los que tenemos a las mujeres tan cerca nuestro
sintiéndolas cada vez mas libres, abrazos libertarios a todas las
compañeras
les dejo un articulo de moledo y si quieren invitacion a leer algo mas
en: http://www.kolgados.com.ar/?q=node/75
Jehová y el Día Internacional de la Mujer
Por Leonardo Moledo
“Jehová dijo a Eva: tantas haré tus fatigas como sean tus embarazos:
con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia. Y él te
dominará.”
Génesis 3, 16
¿Festejará Jehová el Día Internacional de la Mujer? ¿Y el Papa? Porque
en nuestra digna civilización occidental la discriminación contra las
mujeres viene del Génesis. Ya en el tercer capítulo, Jehová maldijo a la
mujer sin advertir siquiera que en el episodio de la serpiente Eva se
muestra como inteligente, astuta, curiosa y desafiante, mientras que
Adán aparece como un imbécil, sin pensamiento o iniciativa propias y
llevado de la nariz. Pero curiosamente la conclusión que se derivó de
allí es la inferioridad intelectual de la mujer “por naturaleza” y
decisión divina.
Un poquito más modernamente, y a cierta distancia de la creación
judeocristiana, en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, se ha
levantado una buena polvareda sobre el tema: hace cosa de un mes, nada
menos que el presidente de la universidad, Lawrence Summers, asistió a
una reunión informal del National Bureau of Economic Research, una
institución de investigación académica, donde tomó la palabra y constató
que hay muy pocas profesoras de ciencias con status de
“tenure” (contrato permanente) en las universidades, y lo atribuyó,
entre otras causas, a diferencias innatas de género, que las harían
menos proclives para las ciencias (a pesar de haber probado antes que el
hombre el fruto del conocimiento), lo cual muestra que Summers o bien se
cree Jehová, o bien no ha avanzado mucho respecto de Jehová. Nadie debe
extrañarse, en consecuencia, de que un distinguido alumno de Harvard
como Domingo Cavallo haya enviado a la científica argentina Susana
Torrado a lavar los platos, lo cual hace suponer que la tesis tiene
cierto peso en la universidad.
Cavallo seguía una ilustre tradición: cuando Marie Curie quiso
inscribirse en la Universidad de Cracovia, le denegaron la entrada a la
carrera de física y le sugirieron que se anotara en cursos de bordado y
de cocina (Marie no quiso y optó por irse a París, donde inició la
carrera hacia sus dos premios Nobel). También participaron en este
asunto los muchachos de la Sorbona, que a principios del siglo XX
organizaron una manifestación de estudiantes para impedir que una mujer
se anotara en la Facultad de Medicina. Y no está de más recordar que
hace menos de diez años se organizaron protestas en el Colegio
Montserrat, dependiente de la Universidad de Córdoba, oponiéndose al
ingreso de mujeres, seguramente para que no probaran la fruta del árbol
del conocimiento.
Pero hubo discípulos de Jehová terriblemente firmes: en 1884, cuando en
Oxford se propuso permitir a las mujeres ingresar a la universidad, el
reverendo J. W. Burgon dijo en un sermón: “¿No tendrá ninguno de ustedes
la generosidad o la sinceridad para decir a la mujer que desde el punto
de vista del hombre se convertirá inevitablemente en una criatura
sumamente desagradable? Si quiere competir con éxito contra los varones
por las máximas calificaciones, habrá que poner en sus manos
inevitablemente a los autores clásicos; dicho de otra manera, habrá que
darles a conocer las obscenidades de la literatura griega y latina. ¿Se
proponen ustedes seriamente hacer eso? Abandono este tema con una breve
alocución dirigida al otro sexo: Dios os hizo inferiores a nosotros, y
seguiréis siendo nuestras inferiores hasta el fin de los tiempos”.
Las palabras de Burgon eran un sermón y por lo tanto podían atribuirse a
un arrebato bíblico, pero ya había habido quienes enfocaron
“científicamente” el asunto: en Francia, Gustave Le Bon (1841-1931),
fundador de la psicología social y autor del muy famoso libro La
psicología de las masas, espantado ante las propuestas de algunos
reformadores norteamericanos, que pretendían facilitar el acceso de las
mujeres a la educación superior, escribía: “El deseo de darles la misma
educación, y como consecuencia de proponer para ellas los mismos
objetivos que para los hombres, es una peligrosa quimera... El día en
que, sin comprender las ocupaciones inferiores que la naturaleza les ha
asignado, las mujeres abandonen el hogar y tomen parte en nuestras
batallas, ese día se pondrá en marcha una revolución social y todo lo
que sustenta los sagrados lazos de la familia desaparecerá”. La
psicología de las masas se estrenaba bien. Pero la antropología (que
muchos consideran que siempre fue una ciencia progresista) había
aportado su granito de arena: en algunos círculos antropológicos y
médicos franceses se había puesto de moda considerar la inteligencia
proporcional al peso del cerebro. Paul Broca (1824-1880), profesor de
cirugía clínica de la Facultad de Medicina de París, fue un líder de
esta corriente y fundó una verdadera escuela de medición y peso de
cráneos y cerebros: la craneometría de Broca sólo se extinguió ya
entrado el siglo XX.
Y así, sobre una muestra de 200 cadáveres, don Broca calculó el peso
medio del cerebro masculino y el femenino y concluyó que el hombre era
181 gramos más inteligente que la mujer. Naturalmente, hubo quien objetó
esta linealidad; el contraargumento de Broca fue interesante: “Como
sabemos que las mujeres son menos inteligentes que los hombres, no
podemos sino atribuir esta diferencia en el tamaño cerebral a la falta
de inteligencia”. Lo cual demuestra que las mujeres son menos
inteligentes que los hombres, como ya sabíamos. Razonamiento perfecto (y
perfectamente circular). Ni Jehová (que nunca se caracterizó
precisamente por la limpidez lógica de su pensamiento) lo hubiera hecho
mejor.
Pero la escuela de Broca no se detuvo allí: sobre la base de una docena
de esqueletos prehistóricos, los craneómetras encontraron que en ellos
la diferencia de pesos cerebrales era menor, y ni lerdos ni perezosos
concluyeron que la inteligencia del hombre había evolucionado más que la
de la mujer, debido al papel predominante que éste, por “naturaleza”,
juega en la sociedad.
Y realmente, ya que estamos en el Día Internacional de la Mujer, no
viene mal recordar esta verdadera perlita salida de la pluma del
inefable y antes citado Le Bon: “Entre las razas más inteligentes, como
entre los parisienses, existe un gran número de mujeres cuyo cerebros
son de un tamaño más próximo al de los gorilas que al de los cerebros
más desarrollados de los varones. Esta inferioridad es tan obvia que
nadie puede discutirla siquiera por un momento. Todos los psicólogos que
han estudiado la inteligencia de las mujeres reconocen que ellas
representan las formas más inferiores de la evolución humana y que están
más próximas a los niños y a los salvajes que al hombre adulto
civilizado. Sin duda, existen algunas mujeres distinguidas, muy
superiores al hombre medio, pero resultan tan excepcionales como el
nacimiento de cualquier monstruosidad, como, por ejemplo, un gorila con
dos cabezas; por consiguiente, podemos olvidarlas por completo”. Esta
auténtica joya literaria se publicó en la revista antropológica más
importante de Francia, allá por 1870.
Jehová habría estado verdaderamente feliz.
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