[P2P-es] La muerte del autor como fundamento de una cultura libre

Domingo Lechon domingo.lechon en gmail.com
Mar Mayo 14 18:53:32 CEST 2013


La muerte del autor como fundamento de una cultura
libre<http://sursiendo.com/blog/2013/05/la-muerte-del-autor-como-fundamento-de-la-cultura-libre/>

Sursiendo hilos sueltos

Hace apenas un par de días nos compartían en un grupo de facebook la
Declaración sobre la Ciencia y la utilización del Conocimiento Científico
de la Conferencia Mundial sobre la Ciencia de la Unesco realizada en
Budapest en 1999 donde puede
leerse<http://www.encuentros-multidisciplinares.org/Revistan%C2%BA2/Declaraci%C3%B3n%20sobre%20ciencia.pdf>
:

*Todos nosotros vivimos sobre un mismo planeta y formamos parte de la
biosfera. Hemos de tener en cuenta que nos encontramos en una situación de
interdependencia creciente y que nuestro porvenir es indisociable de la
preservación de los sistemas para el mantenimiento de la vida sobre la
Tierra y de la perpetuación de todas las forma de vida.*
[image: extraido de EIO]

extraído de EIO<http://www.eoi.es/blogs/open/files/2010/02/culturalibertad1.jpg>

Esta afirmación puede ser ampliada, sin temor a forzarla, a diversos
espacios: *todxs formamos parte del mismo ecosistema cultural y social que,
con sus muchas diferencias y posibilidades, es interdependiente*. Será por
pensamientos como estos que Borges afirmaba en una
entrevista<http://www.arquitrave.com/entrevistas/arquientrevista_jborges.html>que
“la originalidad es imposible. Uno puede variar muy ligeramente el
pasado, cada escritor puede tener una nueva entonación, un nuevo matiz,
pero nada más. Quizá cada generación esté escribiendo el mismo poema,
volviendo a contar el mismo cuento, pero con una pequeña y preciosa
diferencia: de entonación, de voz y basta con eso”.

A nosotræs nos gusta pensarnos como cocteleras de información de la que
extraemos nuestra *materia prima* para crear. En general, no creemos en
genialidades ni excentricidades. Retomando a los clásicos Platón y
Aristóteles ellos consideraban que el rasgo distintivo del arte es que
representa o reproduce la realidad. Para nosotræs eso quiere decir
que* nadasale de la
nada*, lo que sí está claro es que conforme han pasado los años (o más bien
los siglos) las formas, herramientas, lenguajes, etc con las que se han
materializado esas realidades han ido multiplicándose y por tanto muchas
veces los discursos se han complejizado.

De alguna manera *cada unæ de nosotræs somos esos recipientes en los que se
mezclan todos los descubrimientos, aprendizajes, vivencias y con todo ello
producimos algo*. Nada nos pertenece en exclusiva y sin embargo esos
productos que hemos mezclado en nuestros interiores y que elegimos
visibilizarlos en forma de conversaciones, pinturas, ilustraciones,
canciones, piezas escénicas, muebles, novelas, jardines, comidas o
lo-que-sea-que-hagamos sí ameritan el reconocimiento de nuestros pares y
semejantes.

Reconocer que una obra la-que-fuera fue realizada por tal o cual persona (o
grupo de personas) forma parte también de ser en sociedad.* Creer que esa
realización solo le pertenece a esa persona (o grupo de personas) es,
además de mezquino, ¡imposible!*

Desde que nacemos aprendemos por copia: copiamos gestos, palabras,
acciones, juegos. En el compartirlos reproducimos esas copias y a la vez
nos re-copiamos. Las sociedades existen gracias a ese flujo de recontagio,
podríamos decir. Creamos y recreamos porque somos capaces de copiar a
nuestræs precedentes.
[image: extraído de Xochipilli]

extraído de Xochipilli<http://xochipilli.files.wordpress.com/2010/05/kmaleon.jpg?w=632>

Eso que hoy podríamos llegar a preguntarnos tanto a la hora de firmar una *
creación*: ¿la registro en
Copyrigth<http://es.wikipedia.org/wiki/Copyright>porque quiero vivir
de lo que hago o la licencio en Creative
Commons <http://es.wikipedia.org/wiki/Creative_commons> porque esto lo hago
solo por placer? encierra en sí mismo una trampa (sobre la que hablaremos
más adelante) y a la postre *es un cuestionamiento relativamente nuevo en
la historia*.

Muchas de esas prácticas que hoy se consideran *piratas* fueron las que
hicieron nacer y crecer las culturas tal y como las conocemos ahora. ¿De
dónde sale entonces la creencia contraria? En un
artículo<http://blogs.publico.es/fueradelugar/2534/quevedo-contra-el-copyright>de
2012 de Amador Fernandez Savater se hace una referencia muy elocuente:
“Desde tiempos inmemoriales la cultura ha sido considerada como
‘peligrosa’; no, como nos quieren hacer creer, en peligro de desaparecer,
sino peligrosa por su capacidad de expandirse, de multiplicarse, de llegar
a aquellos que podrían manejarla ‘peligrosamente’”. Allí podrán encontrar
por caso, las formas que adoptaba Quevedo para hacer circular sus obras,
así como obras de épocas anteriores a la suya que* sin este copy-paste se
hubieran perdido para siempre*.

Antes de la Modernidad traducir, copiar, *engordar* una obra no tenía
ninguna carga negativa. La Modernidad vino a darnos ese *yo-civilizado*,
individual y egoísta que *necesitamos* para *desarrollarnos*. *Si lo
natural es ser seres sociales que se comparten, se aprenden mutuamente y se
redefinen, la Modernidad vino a traernos el convertirnos en seres
antisociales que se recelan, se aíslan y se compiten.* Si de eso se trata,
gracias pero pasamos.

En un comentario a este mismo texto un lector dice “o jugamos todos o se
rompe la baraja” o, lo que sería lo mismo, si no todæs tenemos la
posibilidad de participan, la rueda dejará de girar.

Al parecer este proceso de cercamiento de las ideas y las creaciones había
empezado a consolidarse algunas centurias antes con la aparición de la
categoría renacentista de autor. En su libro *Estética. La cuestión del Arte
* Elena Oliveras afirma que “es en el Renacimiento cuando el artista
comienza a producir no para la comunidad, sino para el cliente individual”.
Para ese entonces *ya se comenzaba a hablar de los autores como creadores* (
*semi-dioses*) y poco después, de la mano del escritor jesuita Baltazar
Gracián, se sumaría entre sus aptitudes el concepto de ingenio. Esa idea de
los autores como seres extraordinarios, geniales, con una sensibilidad
especial que está ampliamente extendido en la actualidad, se perfiló allá
por el siglo XV. Hoy, cuando la imitación, la compartición, la remezcla y
las co-autorías vuelven a ser de todos los días y ya nos cuesta creernos
ese cuento, las restricciones deben venir de la mano de leyes cada vez más
severas. Si no queremos entender por *las buenas*, deberemos hacerlo por
coacción (otro de los grandes pilares de la Modernidad).

La diferencia fundamental es que si hoy queremos mantener esos espíritus de
disposición, entusiasmo, gusto y emoción por aquello que hacemos, y eso que
hacemos es considerado una de las muchas *expresiones artísticas* existentes
*,* entonces *debemos* hacerlo *por amor al arte*. El quehacer artístico
aparece como totalmente escindido: o ganamos dinero con ello o lo hacemos
por placer. Menos mal que *la ética hacker nos está devolviendo poco a poco
a aquello de los reconocimientos y meritocracias, al hacer por placer, al
vivir de lo que hacemos*, etc. Sin ánimo de lucro no significa
no-poder-ganarse-la-vida sino solo que el lucro no es el fin último (y
único) por el que haces lo que haces.

Por tanto en todo este contexto aparecen dos conceptos asociados: propiedad
intelectual e industrias culturales. Las* industrias culturales han
instrumentalizado la figura romántica del autor*, el genio solitario, el
intelectual incomprendido en aras de reforzar esta idea de *propiedad
intelectual*. Sin embargo, apenas escarbamos sobre esta idea aparecen
historias algo diversificadas.

Pepe Cervera <https://twitter.com/Retiario> cuenta al
respecto<http://blogs.unir.net/comunicacion/2013/02/25/el-engano-de-la-propiedad-intelectual/>que
“contra lo que afirman muchos defensores del derecho de autor
expansivo
éste no ha existido desde
siempre<https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_copyright_law>.
Desde la invención de la escritura en la Antigüedad hasta la Edad Media no
existía nada similar a un derecho de monopolio o control para el autor de
un trabajo; una buena parte de los libros que se publicaban eran de hecho
recopilaciones de textos anteriores, por supuesto sin preguntar a sus
autores”.

Con la invención de la imprenta este panorama comienza a cambiar. Esta
tecnología requería de una paciente y trabajosa dedicación para elaborar
los patrones de impresión de los libros, pero una vez publicado un texto,
copiarlo/reproducirlo era sumamente sencillo. Además, mediante este
método*era posible democratizar el conocimiento que durante siglos
había estado
encerrado en los monasterios*. Se avecinaba un peligro que había que evitar
por lo que se establece un pacto entre los poderes reales de la época y los
editores: era más fácil controlar esto en origen que luego cuando comenzara
a diseminarse así que se restringieron las copias. La palabra clave es
control.
[image: extraído de Roberto Carreras]

extraído de Roberto
Carreras<http://blog.muwom.com/wp-content/uploads/2012/05/Captura-de-pantalla-2012-05-08-a-las-18.39.09-500x422.png>

Con estas transformaciones en los modos de producción se acentúa la
división social, se especializa el conocimiento, se profundizan las
diferencias entre quienes pueden tener acceso al conocimiento y las
creaciones culturales y quienes están vetados de él. La cultura pasó de ser
algo que creábamos
cotidianamente<http://www.youtube.com/watch?v=UVfWfPFrOn4>mientras
realizábamos nuestras tareas domésticas a algo que solo podía ser
realizado por unæs pocæs elegidæs. Para Bianca
Racioppe<https://twitter.com/Bianca_Rac>“Esto cambiará, sin duda, los
sentidos del arte, transformándolo en algo
para ser contemplado, admirado; y del autor, que tendrá una firma, un
nombre ligado a un valor de cambio de acuerdo al reconocimiento y la
legitimación que obtenga de los circuitos de circulación de lo artístico”.
La llegada de las ideas burguesas que dieron sustento a la modernidad
tiñieron a la cultura de sus premisas:* el arte se escindió de la sociedad,
se hizo individual en su producción y en su percepción*. “No es casual,
entonces, que sea en estos momentos históricos cuando la producción
artística, transformada en mercancía, empiece a tener leyes que la protejan
y la restrinjan con el objetivo de ‘fomentar la creatividad’, entendida o
asumida como la obra de un genio creador”.

¿Qué tiene de especial crear? ¿Quién determina qué es una creación y qué no
lo es? ¿Por qué una actividad *creativa* merece más reconocimiento que una
alimentaria, por ejemplo? Vemos aquí otra escisión importante:* las
actividades de la cabeza vs las actividades del cuerpo*. Pocas excepciones
demuestran los contrario (quizás los deportistas de las grandes ligas, y
eso porque hacemos un culto excesivo a la industria cultural devenida
entretenimiento, pero ese ya sería otro tema). Vivimos en una época en la
que alguien puede tener una *idea original* y vivir toda la vida de ello.
La humanidad ha ido moviéndose justo en el punto donde empezamos a
desarrollar la curiosidad. En contra de eso mientras *unas personas
merecenganar dinero una y otra vez por una misma cosa, otras
merecen lo contrario*. Jose A. Pérez <https://twitter.com/mimesacojea> lo dice
con una ironía locuaz<http://www.mimesacojea.com/2011/01/el-privilegio-de-crear.html>:
“los trabajadores de la cultura tenemos ciertos privilegios. Por
ejemplo,
cobramos por la difusión de nuestra obra. ¿Y eso por qué? Porque somos
creadores. Somos seres sensibles que ponemos nuestra sangre y nuestro sudor
sobre el papel, sobre las tablas, quemamos con nuestra alma el celuloide (o
el disco duro, depende de cómo ruedes). Los creadores tenemos un universo
moral que el resto no puede comprender”.

L*a gran explosión de corrientes artísticas de principio del siglo pasado
tuvo gran parte de su razón de ser en los encuentros, intercambios, las
horas-que-pasaban-juntxs toda clase de artistas, obreros, bartenders…* Esas
corrientes todavía son vistas a la fecha como grandes referentes a los que *
responderles* artísticamente (¿pero eso no sería acaso también plagio,
apropiación, versión, resignificación?) Parece que la *lógica* fuera:
podemos tomar del común todo lo que necesitemos pero podemos reservarnos
todos los derechos que no devolver nada a él. Lo tuyo es mío y lo mío es
mío. Y punto. Algo de eso huele muy mal.

Continuará…



*@SurSiendo* <https://twitter.com/SurSiendo>
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