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Sab Nov 3 11:28:28 CET 2012







 
¿QUÉ PASARÍA SI LOS BANCOS ESPAÑOLES EN PROBLEMAS NO RECIBIERAN AYUDAS Y SE LES DEJASE CAER?
por Eduardo Garzón.
Desde el estallido de la crisis financiera hemos visto cómo muchas 
entidades bancarias españolas se han visto en serios problemas y cómo el
 gobierno ha acudido en su ayuda inyectándoles de una u otra forma 
dinero público (para ver las diferentes formas de ayuda y su cuantía leer este artículo). Este traspaso directo de dinero perteneciente a todos los ciudadanos a 
unas entidades privadas atenta claramente contra la justicia social e 
incluso contra los fundamentos económicos en boga. Sin embargo, el 
gobierno ha esgrimido continuamente como argumento la necesidad de no 
dejar caer a las entidades bancarias para evitar así un colapso 
financiero que terminaría perjudicándonos más a todos. Pero, ¿hasta qué 
punto es cierto este argumento tan recurrido? Profundicemos en el tema. Un banco en problemas es un banco que no puede atender los pagos que 
tiene comprometidos con otros agentes. Si un banco en problemas no es 
ayudado con dinero público se verá forzado a caer, a ser liquidado, a 
desaparecer como entidad. Esto significa que el banco tendrá que vender 
todo aquello que posea y que tenga valor y con el dinero recaudado 
tendrá que devolver los pagos que tenía comprometidos. Pero claro, si el banco se está liquidando es porque no tiene suficiente dinero para 
abonar todos los pagos que debe, por lo que después de vender sus 
propiedades dispondrá de menos dinero del que debe pagar. No podrá pagar a todos aquellos a los que les debe dinero, así que algunos se quedarán sin cobrar.
Por ejemplo, si un banco debe dinero por una cuantía de 1.000 
millones de euros y después de vender sus posesiones recauda solo 700 
millones de euros, quedarán 300 millones de euros sin poder pagarse y 
que se consideran pérdidas. Alguien no podrá cobrar; alguien debe 
hacerse cargo de esas pérdidas.
¿Pero quién se quedará sin cobrar? Pues eso lo decide la ley, que se 
rige por el siguiente criterio: los últimos en cobrar (los primeros en 
asumir pérdidas) serán aquellos agentes económicos que más riesgo hayan 
contraído en sus operaciones con el banco, y cobrarán primero aquellos 
que menos riesgo hayan asumido. Este criterio es muy lógico, porque 
cuanto mayor riesgo existe más dinero se puede ganar, pero también 
perder. Cuando una persona o un fondo invierte en un banco contrayendo 
un riesgo elevado tiene que ser consciente de que su inversión dependerá
 del funcionamiento del banco: si al banco le va bien, el inversor 
ganará mucho dinero; pero si le va mal, perderá mucho dinero.
Así las cosas, en el dibujo siguiente se muestra el orden en el que los agentes deben asumir las pérdidas del banco.

Los primeros en asumir pérdidas (los primeros en no cobrar) serán losaccionistas. Las acciones son un elemento de inversión con un riesgo elevado que 
genera mucha rentabilidad. Puesto que sus propietarios han ganado 
bastante dinero con este tipo de inversión, se entiende que deben ser 
los primeros en asumir pérdidas.
Si, por ejemplo, el banco en cuestión ha cuantificado las pérdidas 
por orden de 300 millones de euros y debe a los accionistas 100 millones
 de euros, quedarán 200 millones de euros en pérdidas. Alguien más tiene
 que quedarse sin cobrar. En ese caso se procederá en el orden 
comentado: los segundos en contraer pérdidas serán los propietarios de 
los bonos subordinados. Ésta es una inversión de menor riesgo que las acciones, pero todavía con un alto riesgo y alta rentabilidad.
Si después de ello todavía quedasen pérdidas por traspasar, los siguientes serían los poseedores de bonos no garantizados (tipo de inversión con menor riesgo que los bonos subordinados y que las acciones).
En penúltimo lugar se encuentran losdepósitos de los clientes. Los propietarios de estos depósitos son los ciudadanos que han 
depositado en el banco sus ahorros, y por lo tanto no han corrido 
riesgos ni han ganado mucho dinero con esa actividad, por lo que se 
entiende que tienen prioridad a la hora de cobrar en caso de 
liquidación.
Y ya por último el banco tendrá que pagar a los propietarios de losbonos garantizados. Estos bonos son un elemento de inversión muy seguro (con poco riesgo) 
que genera muy poca rentabilidad. Puesto que sus propietarios no han 
ganado mucho dinero con este tipo de inversión, se entiende que deben 
ser los primeros en cobrar (los últimos en asumir pérdidas).
Esta prioridad en el pago ya nos está indicando algo muy importante: 
si a un banco se le deja caer y es liquidado, los propietarios de los 
bonos garantizados pueden estar tranquilos porque cobrarán con toda 
seguridad. Además, y con casi toda seguridad, después de devolver el 
dinero de los bonos garantizados sobrará dinero para devolver a los 
depositantes sus ahorros. La única forma de que el banco no pudiese 
devolver los depósitos a los ahorradores sería si las pérdidas del banco
 fuesen tan grandes como para que no pudieran ser absorbidas por los 
accionistas, por los propietarios de bonos subordinados y por los 
poseedores de bonos no garantizados.
Saber con total seguridad cuántas pérdidas tienen los bancos 
españoles es muy difícil. Es difícil porque muchos de los activos 
bancarios tienen los precios inflados en su contabilidad, y la única 
forma de conocer con exactitud su precio real sería acudiendo al mercado
 a venderlos. No obstante, se han hecho muchas estimaciones sobre estas 
cantidades y todas calculan que las pérdidas de los bancos españoles 
nunca serían tan grandes como para no poder devolver los depósitos en 
caso de liquidación. La estimación más pesimista calcula que las 
pérdidas serían de 300.000 millones de euros (la más optimista es la de 
la Unión Europea: menos de 100.000 millones de euros y por eso el 
rescate será de esa cuantía), que a pesar de ser una cantidad relevante,
 puede ser absorbida por los inversores más arriesgados de los bancos 
(accionistas y poseedores de bonos subordinados y de bonos no 
garantizados). Según el director de Independent Advisors este tipo de 
inversores podrían asumir pérdidas de hasta 700.000 millones de euros. 
Incluso empleando la estimación más pesimista (300.000 euros), habría 
suficiente margen para que las pérdidas no llegasen a afectar a los 
depositantes.
En otras palabras, si el gobierno no ayudase con dinero 
público a los bancos españoles en problemas, éstos tendrían que ser 
liquidados y tendrían enormes pérdidas. Pero las pérdidas afectarían a 
los inversores más arriesgados y nunca a los depositantes. Los 
ciudadanos podrían recuperar sus ahorros aunque el banco no fuese 
ayudado por el gobierno. Por lo tanto, ni los ahorradores del banco ni 
el Estado tendrían que sufrir las consecuencias de la mala gestión de 
los bancos. Los costes los tendrían que asumir los accionistas y otros inversores más arriesgados (lo que es normal y lógico, pues se 
embarcaron en operaciones arriesgadas y han perdido). Si tenemos en 
cuenta que estos inversores son fundamentalmente grandes entidades 
financieras y grandes empresas, veremos todavía con mejores ojos que 
sean estos agentes los que soporten las pérdidas, puesto que gracias a 
su tamaño y potencial poseen una gran capacidad para afrontar pérdidas.
Ahora bien, es cierto que en este caso se generaría un efecto dominó 
que terminaría afectando a más bancos y a más empresas. Esto es así 
porque aquellas empresas que deberían asumir pérdidas podrían luego no 
poder cumplir sus compromisos de pago con terceros agentes. Liquidar 
bancos problemáticos tiene un coste alto, aunque no sea para el Estado o
 para los ciudadanos. Pero la pregunta clave es: si el coste hay que 
sufrirlo de todas formas, ¿por qué tienen que padecer todo el coste los 
ciudadanos corrientes -que nunca se arriesgaron en las operaciones 
bancarias, que apenas ganaron dinero con ellas, y que además en general 
no gozan de suficientes recursos para soportarlos- y no padecerlo en 
absoluto los inversores privados -que se arriesgaron, ganaron dinero con
 ello, y que además tienen un colchón económico mucho mayor?
La forma en la que se están traspasando las pérdidas de los bancos a 
los ciudadanos atenta contra la lógica económica y la justicia social; 
fenómeno que revela la estrecha ligazón entre la élite económica que 
saldría perdiendo si se liquidasen los bancos y la élite que posee el 
poder político. No es de extrañar, por lo tanto, que los indignados 
españoles digan bien claro y bien alto que la respuesta a la crisis sea 
una enorme estafa.
------------ próxima parte ------------
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