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<DIV>Con vocacion reformista: hacia una universidad emprendedora<BR><FONT
face=Arial size=2>Esteban Campero</FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT><FONT face=Arial size=2></FONT><BR>En estos
días celebramos otro aniversario más de la Reforma Universitaria de 1918, de
trascendente influencia en el país y en el mundo. Sin caer en un análisis
histórico de lo que esto significa pero si tomando sus principales trazos para
interpretar su espíritu en el Siglo XXI, es bueno recordar cuatro pilares
básicos de sus reivindicaciones: la modernización científica, la gratuidad, el
cogobierno y la autonomía universitaria. También es importante rescatar a la
Reforma Universitaria como un hito representativo de la lucha política de aquel
entonces, al régimen que quiebra y al nuevo orden que funda.<BR><BR>Anterior a
esta conquista, la universidad era medieval y retrograda, se manejaba con
prebendas que desvirtuaban la misión docente, también alejada de los problemas
sociales de la época. Como espacio de investigación científica, no
intentaba correrse del sendero de país agro ganadero con serias dificultades
para desarrollar la industria. Su acceso era restringido solo para las familias
pudientes y el poder de la iglesia tallaba sus prioridades y
funcionamiento.<BR><BR>Como todo hecho político, la reforma ocurrió en un
contexto histórico determinado.<BR><BR>En el `18 había circunstancias que
cambiaban en el mundo y en el país y de alguna manera, el viejo orden encontraba
dificultades para dar respuesta a nuevas preguntas. La Primera Guerra Mundial,
que hizo comprender a muchos el porqué de las luchas anti-imperialistas, la
Revolución Bolchevique que fundaba la República Soviética, planteaba una
alternativa al sistema capitalista. El primer gobierno radical de Hipólito
Yrigoyen , elegido en 1916 por el sistema de la Ley Sáenz<BR>Peña, de sufragio
universal, secreto y obligatorio, fiel representante de la incipiente clase
trabajadora, los inmigrantes y las clases medias.<BR><BR>Cuando me invitaron a
hablar para esta conmemoración me planteé hacerlo con visión a futuro, o mejor
dicho, pensando en que significaría la Reforma hoy. Y venimos a hacerlo a la
Facultad de Ingeniería de la UBA, faro del conocimiento argentino, cuna de
grandes invenciones e innovaciones. El lugar ideal para seguir creando mundos,
para diseñar soluciones tecnológicas a necesidades sociales. Acá estudian y se
reciben estos señores que utilizan técnicas para la resolución de problemas que
afectan directamente a los seres humanos en su actividad cotidiana. Este campo
de conocimiento esta unido al<BR>comienzo de la revolución industrial,
constituyendo uno de los actuales pilares en el desarrollo de las sociedades
modernas. La construcción de puentes y caminos, el desarrollo de nuestra
industria de la aviación, nuestra industria naval, la industria automotriz, la
máquina herramienta y nuestra hidráulica, ahora expandiéndose a la industria de
la informática y la bioinformatica. Acompañaron en un papel proactivo a los
enormes desafíos del Estado argentino y su industria, son los responsables de
nuestro desarrollo petrolero, de energía nuclear y tantos otros hitos que nos
enorgullecen como país.<BR><BR>Podemos analizar la historia de la humanidad
desde la historia de la tecnología o desde una aproximación de paradigmas
tecnológicos. Lo planteo como ejercicio de tipos ideales, asumiendo zonas grises
entre uno y otro. El origen del término viene de la ciencia. Se llamaba
paradigma a un conjunto de valores o creencias que comparte una determinada
comunidad científica. Un conjunto de conocimientos, un bagaje que nos alcanza
para dar respuesta a las necesidades de una<BR>época. Por eso hablamos de cambio
de paradigma cuando las nuevas preguntas, los nuevos interrogantes no pueden
responderse desde los viejos postulados.<BR><BR>Así ocurrió con la Revolución
Industrial, cuando la tecnología de la fábrica produjo otro
reordenamiento social, la conformación de las ciudades alrededor de estas y de
los puertos. Y con el crecimiento de las ciudades, el origen de mas
universidades. El conflicto social primero se dirimía alrededor de la fábrica,
como caja de resonancia y en la ciudad a partir de nuevas demandas de las clases
medias, los inmigrantes y los profesionales liberales. Con esto, la
división<BR>internacional del trabajo y su respectiva lucha
anti-imperialista, las desigualdades entre Centro y Periferia y la lucha de
los<BR>asalariados por mejores sueldos y mejores condiciones de trabajo. La
Universidad, en paralelo, daba soporte a esta actividad industrial y a las
nuevas demandas sociales de los nuevos actores. Al mismo tiempo, el poder
político se dirimía en una puja entre posiciones de desarrollo de la industria
nacional y posiciones extranjerizantes. Y en esta puja, la universidad argentina
daba muestras de soberanía, calidad y liderazgo científico-tecnológico. Así
Argentina da respuesta al modelo imperante de relacionamiento Estado – Empresa –
Universidad, como patrón de desarrollo social.<BR><BR>La historia argentina se
encarga de narrar con impactante precisión las tensiones políticas entre
regímenes dictatoriales y la<BR>universidad, lo que por supuesto tuvo su impacto
en el desarrollo nacional. La recuperación democrática de 1983 dota a la
universidad de plenos derechos reformistas que a la gratuidad y al cogobierno la
acompaña una fuerte posición de autonomía respecto al poder político y a las
empresas. El co-gobierno universitario asume su rol de gestión,<BR>moldeando un
planeamiento estratégico que tiene en cuenta la extensión, la excelencia
académica y la dotación de servicios. La universidad pública Argentina forma los
mejores profesionales de Sudamérica, sin resignar soberanía y el
Estado y las empresas pueden así dotarse de los mejores cuadros.<BR><BR>Hoy
también estamos ante un nuevo cambio de paradigma, la llamada Sociedad del
Conocimiento de basa justamente en la importancia que tiene este a la hora de
desarrollar bienes y servicios. Con otra particularidad muy importante: su
tecnología por excelencia, la Internet o red de redes es la forma que define la
nueva organización social. La sociedad está estructurada en red, también la
economía, las empresas y la política. Se maneja información en tiempo real que
fluye a través de redes y los principales bienes y servicios también transportan
información. Es lo que tienen en común el software y la biotecnología, ambos
transmiten información.<BR><BR>La globalización es un hecho y también con esto
cambia la forma de producir y de organizarse. Un mismo auto puede fabricarse por
partes y cada una de ellas en cinco países distintos. La puja está dada entre
info-ricos e info-pobres, o mejor dicho, en quien agrega valor desde el
conocimiento y quien no lo hace. Las empresas y los emprendedores ya no compiten
por si solos sino a partir del entorno socio productivo del que forman parte, en
el que la universidad toma un carácter<BR>central, ya no solo como “proveedora”
de mano de obra cualificada, sino como vanguardia de investigación y
desarrollo.<BR><BR>Lejos de ser la panacea, en el nuevo paradigma las
desigualdades persisten, o mejor dicho, emergen bajo otras formas en donde la
exclusión es el fenómeno central. Es cuando los viejos postulados de análisis
Centro – Periferia no alcanzan para dar respuesta a la complejidad del nuevo
fenómeno. Desde el punto de vista de la división internacional del trabajo, la
tesis de Fernando Henrique Cardozo y Enzo Faletto, a partir de la cual los
países periféricos enviábamos a los centrales materias primas para que estos nos
devuelvan productos manufacturados y eso reflejaba una situación de explotación,
no es la<BR>característica principal de esta época. La organización reticular de
la sociedad tal y como está planteada posee nodos más importantes que otros, en
donde no todos están interconectados. Si hoy apretamos un botón y desaparece
África seguramente las bolsas internacionales se trastocarían bastante menos que
con la quiebra de los Bancos en Estados Unidos y el Reino Unido. La exclusión se
presenta en todas sus facetas. Cuando Hugo Moyano se sienta a negociar con la
Presidenta, independientemente del personaje, se está sentando el representante
de solamente el 50% de los trabajadores, solamente los asalariados en blanco,
dejando fuera de toda representación a los empleados temporales, trabajadores en
negro y desocupados, tan presentes en la actualidad.<BR><BR>La relación causal
de necesidad-satisfacción a partir de la cual solía transcurrir la gestión
pública y todos sus atractores (sistema de salud, sistema educativo, etc.)
comienza a demostrar deficiencias ante la emergencia de nuevos actores sociales,
de identidades de resistencia generadas ante problemas concretos, dejando a las
claras que ni los actores sociales tradicionales (movimiento obrero) ni los
canales de participación tradicionales (partidos políticos) ya no poseen el
monopolio de la representación política. Proliferan nuevos movimientos sociales,
organizaciones de vecinos, fundaciones y otras<BR>acciones de participación
ciudadana que asumen un importante peso circunstancial en el nuevo tejido
social, tejido social planteado en red.<BR><BR>Parados ante el nuevo paradigma,
el de la Sociedad del Conocimiento, debemos preguntarnos qué rol debemos asumir
desde la universidad, que tipo de red estamos dispuestos a moldear para
lograr una sociedad más justa. La sociedad del conocimiento viene a trastocar la
forma en que nos organizamos e intenta dar respuesta a los nuevos escenarios y
la<BR>universidad no debe estar ausente a estas nuevas formas de
organización.<BR><BR>Sin pecar de fanático tecnológico, pero continuando con la
tesis de intentar entender la historia desde la historia de la tecnología, me
interesa la posibilidad de interpretar en clave política y de gestión
universitaria la ética hacker y la filosofía del software libre como analogía,
que se sostiene básicamente en tres pilares: su carácter abierto, distribuido y
colaborativo. Debemos bregar por el desarrollo de una red social que también sea
abierta, es decir, que no exista código fuente de propietario, que cualquiera
pueda acceder a nuestra información de gestión, impulsando gobiernos
transparentes y<BR>participativos; distribuida, lo que conllevará a asumirse
solamente como un nodo de una red que no plantea jerarquías con los otros puntos
interconectados, rompiendo la lógica vertical de un punto central más
trascendente que el resto; y por último, impulsar una red colaborativa, que se
retroalimente a partir de la interrelación de los diversos actores del sistema,
tanto internamente de las universidades (graduados, alumnos, docentes,
investigadores) como hacia el exterior (redes de ciudadanos, gobiernos locales,
fundaciones, organizaciones sociales, emprendedores, etc.;)<BR><BR>El fenómeno
de la exclusión obliga a completar algunos postulados reformistas. Hoy en día
siguen siendo muy pocos los jóvenes que tienen la oportunidad de acceder a la
universidad, y en muchos casos, cuando acceden, no logran torcer su destino de
vida, teñido de una carga marcada por su origen socioeconómico. Si dejáramos
únicamente en manos del mercado la lógica de absorción de jóvenes profesionales
le estaríamos dando la espalda al enorme problema que implica la falta de
capital relacional. Lamentablemente, será muy probable que en su gran mayoría el
hijo del pobre siga teniendo una capacidad de relacionarse también pobre,
seguramente menor al más acomodado. Debemos transformar a la
universidad pública como un espacio de acumulación de capital social, donde los
diferentes actores sociales, económicos y políticos<BR>se nucleen, se relacionen
y desarrollen redes de apoyo. La Universidad debe recuperar su acción
transformadora ampliando el capital social de los alumnos, para verdaderamente
si garantizar igualdad de oportunidades para todos. Esto implica entender la
autonomía como una facultad referida al ejercicio de toma de decisiones y no
como una falsa concepción de libertad, entendida como todo lo que el Estado no
puede hacer conmigo. Libertad es poder elegir y para ser realmente<BR>libre
habrá que garantizar igualdad de oportunidades en cuanto a la posesión de
capital social. Una red se sostiene a partir de la reciprocidad y la confianza,
cuestiones que la universidad deberá tener en claro a la hora de
relacionarse.<BR><BR>La importancia que adquiere el conocimiento como factor
central abre enormes oportunidades a la creatividad y la innovación. Impulsa al
sujeto como actor central, la acción transformadora está más al alcance de la
mano que nunca. El mundo empresarial, el mundo cultural y el mundo político
quedan absolutamente ligados en lo que podemos llamar la co-invencion del mundo.
Ser emprendedor es una manera de ser, no ven obligaciones en su actividad sino
mundos que hay que<BR>crear. El emprendedor no es una persona motivada solamente
por la rentabilidad sino apasionada por los mundos que hay que inventar. Se
trata de personas dispuestas asumir riesgos. Los emprendedores no nacieron con
capacidades diferentes a la gente común. <BR><BR>Si los nuevos escenarios
sociales suelen ser cada vez más inestables, que reconfiguran permanentemente la
representación, la forma de organizarnos, de producir y de relacionarnos, la
universidad tiene la responsabilidad de formar ciudadanos que puedan
desempeñarse en estos nuevos escenarios y esto obligará a producir importantes
cambios. A la formación enciclopedista esa que asumía el reto de
formar en tener todo claro, en dotarnos de respuestas a determinadas preguntas,
habrá que superarla por la necesidad de certificar capacidad de acción. Se trata
de dotar a los estudiantes de saberes actitudinales, tácitos a la persona, que
nunca fueron codificados por la educación formal.<BR>Identificar oportunidades,
desarrollar redes de apoyo, asumir riesgos, fijar metas, saber escuchar,
aprender a trabajar en equipo, saber comunicarse, enlazar, tener capacidad de
liderazgo y saber negociar.<BR><BR>Tenemos el enorme desafío de promover
emprendedores, de convocarlos a la modernización de la Argentina. Porque la
forma de vida de un emprendedor se asemeja más al progresismo que a las
posiciones conservadoras: el éxito de un emprendedor produce cambios positivos
para la sociedad. El emprendedor crea mundos, alienta el cambio<BR>cultural,
trabaja en equipo e interactúa en comunidad, desarrollando redes de apoyo e
identificando oportunidades. Desde su actividad privada cumple con el rol
fundamental del desarrollo social de crear empleo y brindar oportunidades. La
innovación que generan los emprendedores, en definitiva, está ligada a mejorar
la calidad de vida y ello va en el mismo camino que la igualdad de oportunidades
y la expansión de la libertad. El mundo es posible de ser inventado:
lo<BR>democrático, lo solidario, lo igualitario y lo emprendedor se potencian y
son parte de la construcción de la Argentina que soñamos.</DIV><FONT face=Arial
size=2></FONT><FONT face=Arial size=2></FONT>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT><BR>Necesitamos una universidad
emprendedora. <BR><BR>Estamos ante la oportunidad de generar un verdadero cambio
actitudinal que esté a la altura del nuevo paradigma. Debemos renunciar a
eventuales tacticismos de políticas universitarias que muchas veces nos
transforman en burócratas ante los ojos de los estudiantes y el resto de la
comunidad educativa. Ir hacia un modelo de gestión abierta y transparente, donde
las cuentas sean públicas y esté garantizado el acceso a la información. Debemos
profesionalizar los espacios de<BR>gestión, sin olvidar nunca que la lucha por
la educación pública siempre es una forma de militancia.<BR><BR>Quería terminar
con un cuento que seguramente muchos de ustedes conozcan. Dicen que andaba un
hombre caminando por la calle que de repente se cruzo con otros señores que
picaban piedras. Al pararse frente al primero, se detuvo y le preguntó: “Dígame
señor, ¿qué está haciendo?”. Este lo miro y le respondió: “Estoy picando
piedra”, desinteresado en la pregunta, o quizás enajenado con esta actividad, lo
que le impedía cualquier tipo de interpretación o análisis. Luego<BR>de esto, se
paró ante el segundo hombre que estaba picando piedras y volvió a preguntar: “Y
usted, ¿Qué está haciendo?, “Me estoy ganando el pan de mis hijos” le respondió,
dejando bien en claro su responsabilidad familiar, la de cumplirle a los suyos
para que no les falte nada. Pero el hombre, insistiendo, se paro ante el tercer
trabajador que picaba piedra para repetirle la pregunta: “Y dígame usted, ¿Qué
es lo que está haciendo?”, a lo que el trabajador, con una sonrisa en la cara la
respondió: “Estoy construyendo la universidad más grande del mundo, la que va a
ser el orgullo de mis hijos, de mis<BR>nietos y de toda mi ciudad”.<BR><BR>Vamos
a construir una universidad emprendedora con los valores reformistas, los de
siempre, afrontando los nuevos desafíos.<BR><BR>*Disertacion realizada en la
Facultad de Ingenieria de la UBA, en Conmemoracion del Aniversario de la Reforma
Universitaria.</DIV>
<DIV>15 de junio del 2011. </DIV>
<DIV>Franja Morada Ingenieria<BR></DIV></BODY></HTML>