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<DIV class=Volanta><SPAN id=vola style="FONT-SIZE: 9px; LINE-HEIGHT: 11px">ESTO
QUE PASA</SPAN></DIV>
<H1 class=TituloNoticia>El espejo de enfrente desnuda a la Argentina </H1>
<H3 class=Bajada id=baja
style="FONT-SIZE: 12px; LINE-HEIGHT: 15px"><BR>Por PEPE
ELIASCHEV<BR><BR></H3>
<DIV class=TextoNoticia id=texto
style="FONT-SIZE: 12px; LINE-HEIGHT: 18px">Ocuparse de los asuntos nacionales no
se contradice con la observaci�n de lo que sucede en la vereda de enfrente, todo
lo contrario. La peque�a Rep�blica Oriental del Uruguay (cuya poblaci�n total
cabe en la capital argentina) permite de manera casi perfecta visualizar lo
mucho que no funciona o anda mal en este pa�s, con una poblaci�n mucho mayor de
la que tiene la naci�n concebida por Artigas.<BR><BR>Este fin de semana, por
ejemplo, el presidente Jos� Mujica ha vuelto a expresar su noble amargura de
cara al patol�gico confrontacionismo argentino. De regreso del velorio de los
restos de N�stor Kirchner, Mujica le confes� al semanario montevideano
"B�squeda" que la Argentina est� partida en dos. Para �l, es un disparate de
pesadilla que en las exequias de un ex presidente argentino, el Gobierno haya
impedido que participen de la ceremonia funcionarios y dirigentes con los que
est� enemistado a muerte.<BR><BR>Al gobierno uruguayo es dif�cil "correrlo por
izquierda". Mujica fue electo en la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales, el 29 de noviembre de 2009, con el 52,6% de los votos, mientras
que el opositor Partido Nacional fue votado por el 43,3%. La f�rmula de Mujica
presidente y Danilo Astori vicepresidente representa a la coalici�n Frente
Amplio, fundada en 1971, y de la que participan tupamaros, comunistas,
socialistas, artiguistas, socialdem�cratas e independientes de izquierda. Es el
segundo gobierno frenteamplista, que sucede al de Tabar� V�zquez, que gobern� de
2005 hasta el 1� de marzo de este a�o.<BR><BR>Preso 13 a�os, tras su violenta
militancia en Tupamaros, Mujica es hoy la encarnaci�n viva de un dirigente
pol�tico respetado de manera un�nime, m�s all� de que, en general, la dirigencia
pol�tica oriental siempre preserva un alt�simo grado de dignidad y altura cuando
debaten entre ellos.<BR><BR>POBRE EN SERIO<BR><BR>Pobre de toda solemnidad,
Mujica patentiza la vieja y aleccionadora consigna de que no se puede vivir como
un potentado y proclamar solidaridad con los pobres. Tras d�cadas de turbulento
accionar revolucionario como activista de una guerrilla que quiso tomar el poder
con el fusil en la mano y fue aplastada hacia 1975, Mujica no s�lo demuestra que
las transformaciones s�lo son leg�timas si van de la mano de pol�ticas de Estado
que incluyan y busquen consenso. Tambi�n desnuda a la siempre exacerbada,
turbulenta y mercurial Argentina.<BR><BR>Una manera de demostrar estas
diferencias descomunales en la cultura y la pr�ctica pol�ticas del Uruguay
respecto de su vecino rioplatense, fue la decisi�n tomada la semana pasada por
Mujica, de vender la residencia presidencial de Punta del Este, cumpliendo as�
con una promesa electoral. La residencia fue vendida en 2,3 millones de d�lares
y con ese importe Mujica se propone construir viviendas populares para 50.000
familias "sin techo".<BR><BR>El predio donde se halla la residencia, ubicada
sobre la tradicional avenida Roosevelt de Punta del Este, "no es de utilidad a
los efectos del cumplimiento de los cometidos sustanciales de la Presidencia",
expres� Mujica, acreditando con hechos su promesa a pocos d�as de asumir la
presidencia, cuando anunci� que su gobierno ser�a austero.<BR><BR>La mansi�n
vendida, de unos 400 m2 cubiertos y dos plantas, est� emplazada en un predio
unos 5.000 m2, cuenta con una exuberante arboleda y piscina, y est� protegida
por un muro de m�s de tres metros de altura. Uruguay y su gobierno revelan la
distancia verdadera y abismal que existe entre el maquillaje del "pobrismo"
argentino y la sencilla solidaridad oriental.<BR><BR>Por razones de historia
cultural de larga data, la Argentina suele venerar las fortunas oficiales, antes
que sospechar de ellas. La conducta p�blica y privada del alto funcionariado
argentino revela con pat�tica contundencia su avidez imparable por vivir en
zonas privilegiadas, manejarse con medios de transporte inaccesibles para la
mayor�a y no dar cuenta de sus gastos, naturalmente solventados por la
sociedad.<BR><BR>La presidenta Cristina Fern�ndez de Kirchner, por ejemplo,
viaj� esta semana a Corea en un suntuoso jet corporativo como los que usan los
CEO de las principales multinacionales privadas del mundo, el veloz y muy lujoso
Bombardier Global 9H-XRS que transporta apenas un pu�ado de pasajeros pero con
atenci�n exquisita.<BR><BR>Este avi�n se cotiza en el s�per exclusivo mercado
del lujo a�reo en 45,5 millones de d�lares. Dentro de su fuselaje se despliegan
31 m2 de espacio, donde pueden acomodarse sentados hasta 19 pasajeros, aunque su
configuraci�n modular permite que el �rea se reconvierta para dormir en dos
camas matrimoniales y cuatro simples.<BR><BR>En el operativo coreano, la
Presidenta se manej� como siempre: estricto e intenso silencio informativo
respecto de sus acompa�antes en el Bombardier, hora de salida y hoja de ruta. De
hecho, en la Casa Rosada dec�an no conocer las razones por la cuales el jet
corporativo con el grupo argentino estuvo parado 18 horas en Los Angeles y qu�
hizo durante ese lapso la Presidenta.<BR><BR>Una confidencialidad rayana en la
clandestinidad caracteriza hoy los movimientos presidenciales en este pa�s.
Adem�s de ser un capricho de ribetes decimon�nicos, este modo de funcionar
atenta de manera peligrosa contra la seguridad nacional. Escarnecido y de hecho
maniatado el vicepresidente leg�timo, Julio Cobos, el caso de una presidenta que
viaja a las ant�podas geogr�ficas del pa�s, enviando a su gabinete en vuelo de
l�nea, y haci�ndose acompa�ar de un staff cuyos nombres se ignoran y con
itinerario que es secreto oficial, suscita temblores
justificados.<BR><BR>CONTINUIDAD HISTORICA<BR><BR>Como lo atestigua su estilo de
vida en El Calafate, la preferencia oficial por el lujo y la comodidad
irrestricta no es una novedad. Hist�ricamente, el peronismo ha tenido peculiar
indulgencia para con las costumbres privadas de sus l�deres. Pas� entre 1946 y
1955 y hubo recidiva con el estilo menemista de los a�os '90.<BR><BR>Resulta muy
evidente y llamativo la insistencia en este esquema de altas prestaciones
suntuarias asociado a una creciente opacidad informativa. Desde la Presidencia
de la Naci�n se restringe hasta la casi total ausencia de datos la informaci�n
m�s elemental sobre la rutina de la mandataria. En el caso del supuesto problema
t�cnico que habr�a padecido la lujosa aeronave en Los Angeles, durante casi 20
horas el pa�s no supo (y aparentemente el Gobierno tampoco) d�nde y c�mo estaba
una presidenta que, de hecho, ignora la existencia de un vicepresidente.
Diferencias de estilo, se dir�, que en verdad muestran discrepancias de culturas
pol�ticas y hasta -incluso- de objetivos.<BR><BR>Otro caso uruguayo ilumina la
desnudez de la intemperancia argentina. Tras el ballotage de 2009, el Partido
Nacional (blanco) ratific� su condici�n de polo aglutinante de una minor�a que
obtuvo el 43.3 % de los votos. Uno de los dos dirigentes principales de esta
colectividad, el senador Jorge Larra�aga, explic� d�as atr�s su estrategia de
di�logo con el gobierno del Frente Amplio en t�rminos de una civilidad pol�tica
hoy inexistente a 40' de avi�n de Montevideo, en Buenos Aires. Tras admitir que
una relaci�n abierta con el Gobierno sirve para "sacarle cosas en beneficio del
ciudadano", aclar�: "yo no tengo cercan�a ni lejan�a con el presidente Jos�
Mujica, simplemente tengo di�logo. Apuesto al di�logo porque no hay tiempo para
esas divisiones de las cuales la gente est� tan cansada".<BR><BR>Aqu�, la semana
que termina, en cambio, ratific� la indigencia democr�tica argentina, con una
C�mara de Diputados plagada de denuncias al kirchnerismo por la compra-venta de
voluntades opositoras y la inextinguible ferocidad de Elisa Carri�, que acus� al
radicalismo en los t�rminos m�s violentos por dar qu�rum para tratar la ley de
presupuesto enviado por el Ejecutivo.<BR><BR>Uruguay no es perfecto ni siempre
admirable. Es una naci�n latinoamericana con su alta cuota de carencias,
inequidades e insuficiencias. Pero, comparada con la brutalidad civil argentina,
es un para�so de la racionalidad, la paz y la cordura.<BR><BR><I>En twitter:
@peliaschev</I><BR><A href="" target=_blank><FONT
color=#1a395e>www.pepeeliaschev.com</FONT></A>
<BR><BR></DIV></DIV></FONT></DIV></BODY></HTML>