[Solar-general] El software libre tiene la palabra
mati en nelumboweb.com.ar
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Mar Feb 1 15:45:33 CET 2011
http://www.pagina12.com.ar/diario/cdigital/31-161508-2011-02-01.html
Cuando OpenOffice.Org corría el riesgo de dejar de ser software libre,
sus desarrolladores armaron un proyecto paralelo llamado LibreOffice. El
software de “oficina” es usado por cien millones de personas.
Por Mariano Blejman
Había una vez un software que se llamaba OpenOffice.Org, que surgió a
comienzos de este siglo para disputarle terreno al todopoderoso
Microsoft Office (Word, Excel, PowerPoint). La idea de sus fundadores
era desarrollar un programa para “oficina” que fuera libre: es decir,
que no hubiese necesidad de pagar licencias para usarlo y que su código
pudiese ser estudiado sin permiso de una empresa, que estuviese hecho
por una comunidad de desarrolladores y que pudiera combatir a Microsoft,
el “estándar” de los procesadores de texto. Durante varios años,
OpenOffice.Org creció hasta convertirse en una alternativa segura, sin
virus conocidos y con un formato de archivo cuya propiedad no pertenecía
a una sola empresa, como es el caso de los “.doc”, que pertenece a
Microsoft Corporation.
Parecía un triunfo más de la comunidad de software libre: un producto
exitoso, desarrollado por cientos de programadores alrededor del mundo,
usado por cien millones de usuarios, minando de a poco el monopolio de
Microsoft. Pero surgió un problema: Oracle compró Sun Microsystem, la
empresa que manejaba OpenOffice.Org, y entonces la comunidad de software
libre se puso en pie de guerra, ya que era conocido el desprecio de
Oracle por este tipo de productos. En un marco algo caldeado, se creó la
organización The Document Foundation y se lanzó hace unos días la
primera versión de LibreOffice, una especie de “desviación” del software
originalmente conocido como OpenOffice.Org. En la jerga informática, a
esa “desviación” se le llama “fork”. Y es la posibilidad que da el
software libre: tomar un programa existente, modificarlo y lanzar una
versión con un nombre diferente. Las licencias libres permiten hacer eso
legalmente. Aunque Oracle fue invitada al proyecto, todos los miembros
de The Document Foundation que trabajaban para OpenOffice.Org fueron
obligados a renunciar. Al final de octubre, treinta y tres voluntarios
alemanes dejaron OpenOffice.Org y se movieron a LibreOffice.
La mayoría de los “militantes” de The Document Foundation provienen del
Viejo Continente. El mercado más grande de OpenOffice.Org había sido
Alemania, Francia e Italia (20 por ciento, cada uno) mientras que
Estados Unidos, Inglaterra o España tenían un diez por ciento. Eso dice
el italiano Italo Vignoli, vocero de la fundación, en la primera
entrevista que da para un medio de habla hispana: “Sentíamos que el
proyecto estaba limitado, que una sola compañía estaba decidiendo muchas
cosas y deteniendo otras. Mientras, la comunidad crecía y se convertía
en algo cada vez más fuerte”. En estos momentos, LibreOffice tiene unos
cincuenta desarrolladores centrales, unas cien personas como
colaboradores y miles de voluntarios: “Está creciendo de la manera
correcta. El problema es que salimos de una comunidad sólida, con una
gran infraestructura, con ciertas facilidades y es difícil construir
algo similar en poco tiempo”.
Ahora bien, la libertad tiene un costo. Vignoli asegura que The
Document Foundation (los creadores de LibreOffice) no quiere depender de
una sola empresa como en el pasado, y a diferencia de otras fundaciones
de software libre como Mozilla Foundation, ellos no pueden ofrecerle a
Google una gran cantidad de tráfico. “No veo que Google nos dé 100
millones de dólares, como le dan a Mozilla Foundation”, dice Vignoli,
aunque el gigante buscador es uno de los sponsors de la nueva fundación.
“Por el momento estamos enfocados en crear una versión estable de
LibreOffice: porque si no tienes software no tienes credibilidad”, dice.
Vignoli asegura que se barajaron trescientos nombres, pero éste era el
único que estaba “libre” en casi todos los países. “‘Libre’ es una
palabra fácil para el italiano o el francés, aunque no es tan fácil para
alemanes o escandinavos. Pero se podrá pronunciar como quieran”, dice
Vignoli. Legalmente, Oracle es dueña de la licencia de OpenOffice.Org,
por lo cual podrían convertir al programa creado por la comunidad en un
software propietario. Sin embargo, la última versión disponible queda
libre para ser usada y modificada sin problemas legales de por medio.
“Filosóficamente, los motivos para usar LibreOffice son los mismos que
para usar cualquier software libre. El paquete de oficina es uno de los
programas que más se usan. La mayoría usa un procesador de palabras, un
programa para presentaciones, una hoja de cálculos. Si se usa software
propietario, el software tiene un candado. Microsoft está haciendo muy
bien su trabajo: están tratando de forzar a usar sólo Microsoft Office,
haciendo más difícil o imposible ser compatibles con sus formatos. Es
algo que empezó hace 20 años y todavía es válido.”
Pero además del software, otro de los grandes debates en torno del tema
de los programas de “oficina” es qué tipo de formato deberían usar los
procesadores de texto. Mientras Microsoft impone el .doc (sobre el cual
posee derechos de propiedad intelectual, más allá de su declaración de
intención de “no cobrar jamás por ello”), un consorcio de compañías
lanzaron formatos “libres” como el “.odt” (open document text, en
inglés), lo cual permite una mayor compatibilidad y libertad para los
usuarios. “De esta manera –dice Vignoli–, muchas compañías pueden
implementar formatos de procesadores de texto, y las decisiones no las
toma una sola compañía.”
Aunque OpenOffice.Org tiene millones de usuarios en el mundo, podría
decirse que LibreOffice todavía no los tiene. “Tenemos que esperar unos
seis meses para entender cómo van a reaccionar los usuarios”, dice
Vignoli desde Milán e incita a la comunidad argentina a participar: “No
importa si tu inglés es malo. Sólo basta con mostrar interés, con
organizar una comunidad local. El asunto es que alguien tome la
comunidad y la ayude a madurar. Los usuarios de América latina son muy
silenciosos, pero nosotros estaremos felices de apoyarlos y ayudarlos”.
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