[Solar-general] El metodo de la democracia
Pablo Manuel Rizzo
info en pablorizzo.com
Mie Oct 13 14:46:05 CEST 2010
El conflicto es parte de la dinámica social. Es ineludible cuando
existen intereses encontrados. Y eso ocurre en todas las sociedades.
También es cierto que es mucho más sano que los distintos intereses
queden en evidencia, que se expongan a la luz pública. La aparición de
las diferencias y la visibilidad de los conflictos es, en todos los
casos, una manifestación saludable para una sociedad que sabe vivir en
democracia. La falsa paz de los cementerios es sólo una consecuencia
del autoritarismo y de las tiranías.
Discrepar, discutir, debatir, poner de manifiesto los desacuerdos es
parte esencial del ejercicio democrático. Y un aporte fundamental del
sistema democrático es precisamente ofrecer las garantías necesarias
para que las diferentes voces se escuchen, para que las opiniones se
intercambien. Más importante aún es que se garantice la expresión de
las minorías, porque las mayorías adquieren peso específico por propia
capacidad numérica. Dado que la verdad no se plebiscita ni es el
resultado de un escrutinio, la expresión de las minorías es siempre
una alternativa que puede ayudar al mayor equilibrio y al mejor
resultado político y social.
En consecuencia, nadie debería alarmarse por la existencia de los
conflictos, por las diferencias. Sobre todo cuando –como ocurre tanto
en nuestro país como en otros de la región– se atraviesa por procesos
de cambio que implican dejar atrás situaciones de privilegio y, en no
pocos casos, devolver derechos negados a muchos durante largos
períodos que van desde décadas a siglos. Si la “torta” es una sola, es
inevitable que quienes gozaban de las mejores tajadas se resistan a
perderlas.
Para la democracia, entonces, el problema no está en el conflicto. Sí
en la forma de procesarlo. Afortunadamente, tal como quedó
recientemente demostrado en el intento de golpe de Estado contra el
mandatario ecuatoriano Rafael Correa, el modelo democrático se ha
afianzado en la región y existe una proactiva disposición compartida
para resguardarlo más allá de las diferencias políticas e ideológicas.
Como se ha repetido hasta el cansancio “la democracia es el menos malo
de los sistemas”. Sin embargo, esto que aparece con claridad
incuestionable fronteras hacia afuera, no se verifica de la misma
manera en la conducta de los dirigentes políticos en el interior de
nuestros países. Porque si el conflicto es un dato insoslayable,
también lo debería ser el tesón y la disposición para aceptar la
diferencia como un valor, más que como un obstáculo. Nadie puede pedir
–sensatamente– a otro que abandone sus posiciones y puntos de vista.
Sí se debería demandar a todos y todas, en el marco de la democracia,
hacer los mayores esfuerzos para generar metodologías políticas que
permitan procesar las diferencias conceptuales y teóricas, los
conflictos de intereses. La agresión, la bravuconada, la mal entendida
“viveza”, la trampa y el atropello no son recursos que puedan
valorarse y no le hacen bien a la necesaria construcción del bien
común.
Hemos crecido mucho en capacidad democrática. Afianzamos un modelo
que, aunque imperfecto, mejora la calidad de la convivencia. Pero
mientras la medida del éxito sea la humillación, el exterminio o la
aniquilación del diferente, y el método la agresión y la ofensa,
todavía estaremos muy lejos de cualquier ideal democrático en paz y
justicia.
Cualquier similitud con el escenario político nacional y
latinoamericano es mera coincidencia.
Por Washington Uranga
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-154864-2010-10-13.html
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Pablo Manuel Rizzo
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