[Solar-general] Las empresas que ganan con las laptop educativas

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Lun Abr 12 12:08:37 CEST 2010


Las empresas que ganan con las laptop educativas La idea de repartir
netbooks entre los estudiantes se empezó a evaluar en 2005. Primero se
contactó al gurú tecnológico Nicholas Negroponte, quien ofrecía máquinas con
software libre por 100 dólares, pero finalmente se negoció con las
multinacionales líderes.
Por Sebastián Premici

Cristina Fernández anunció el martes pasado el reparto de tres millones de
netbooks a todos los estudiantes secundarios.

El plan para distribuir tres millones de netbooks en los próximos años a
todos los estudiantes de las escuelas secundarias, con un costo de 750
millones de dólares, encierra un debate que gira alrededor de los modelos
educativos y las elecciones tecnológicas. Si bien el programa anunciado por
la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tendrá una licitación
internacional, Argentina ya adoptó un modelo de inserción de computadoras
basados en los equipos Classmate, una iniciativa promovida en el mundo por
Intel y Microsoft, en detrimento de otras opciones. La más conocida es el
proyecto de Nicholas Negroponte, One Laptop Per Child, que por ser un equipo
creado de cero, todavía posee características inferiores a las tecnologías
comerciales. Sin embargo, lo ambicioso de este proyecto, que ya fue adoptado
por Uruguay en su Plan Ceibal, Perú y Colombia, es su modelo educativo que
apunta a romper la clásica relación tutor-alumno. Detrás de cada elección
tecnológica hay una decisión política. La historia que va desde los primeros
intentos de lanzar en el país la notebook de Negroponte hasta el actual
modelo de Classmate está marcado por el fuerte lobby local e internacional
de las dos empresas más emblemáticas del mundo tecnológico –Intel y
Microsoft–, que por su accionar conjunto a lo largo del tiempo quedaron
identificadas en los libros de historia como la asociación Wintel.

La idea de llevar a los chicos computadoras portátiles no es nueva. Durante
2005, bajo la gestión de Daniel Filmus en el Ministerio de Educación,
comenzaron los primeros contactos con Nicholas Negroponte, uno de los
fundadores del laboratorio de medios del Ma-ssachusetts Institute of
Technology y padre de la iniciativa One Laptop Per Child (OLPC). Este
reconocido académico había llamado la atención de los gobiernos con una idea
innovadora, pero difícil de concretar: llevar notebooks a las escuelas por
100 dólares, con un modelo educativo centrado totalmente en el alumno. El
precio sugerido sólo podía alcanzarse a partir de la fabricación masiva de
los equipos y con la utilización de cierta tecnología que permitiera
abaratar los costos, como por ejemplo el uso de software libre o una
pantalla líquida pequeña. Pero lo más innovador era el proyecto educativo de
fondo.

Argentina se perfilaba para ser uno de los primeros países de habla hispana
en la adquisición de estos equipos. Negroponte visitó el país varias veces
para reunirse con Néstor Kirchner cuando éste era presidente. Luego de uno
de esos primeros encuentros, el académico norteamericano y Filmus
mencionaron por primera vez de la posibilidad de comprar un millón de
máquinas.

La Argentina y el Ministerio de Educación tienen diseñados varios proyectos
educativos junto con las empresas Microsoft e Intel. Este dato nunca estuvo
ausente en las discusiones por el proyecto OLPC, cuyos componentes
rivalizaban con las dos empresas mencionadas (software libre por un lado y
el principal competidor de Intel, AMD, empresa que luego desistió de
participar en la iniciativa). “Nuestro objetivo es ciento por ciento linuxâ€,
había afirmado Filmus en 2005. El proyecto de Negroponte se perfilaba
titánico y de un gran alcance. Ese mismo año se hablaba de posibles compras
por parte de China, Tailandia, Brasil y la India.

Microsoft e Intel no querían quedarse fuera de ese proyecto (y gran
negocio). Ambas empresas –que desde el desarrollo de la computación personal
en la década de 1980 siempre actuaron en tándem– no perdieron tiempo y
elaboraron una estrategia de inserción dentro del proyecto OLPC.

Durante una conferencia de prensa realizada por Negroponte y Filmus, el 5 de
diciembre de 2005, participaron como oyentes varios representantes de
Microsoft e Intel, quienes incluso tuvieron la posibilidad de formularle
preguntas a Negroponte. Los directivos no desaprovecharon esa oportunidad
para hacer hincapié en que OLPC fracasaría por ser “tecnológicamente
inadecuadaâ€, incluso por su modelo educativo.

Un año después, en noviembre de 2006, Negroponte volvió a la Argentina,
mantuvo otro encuentro con Kirchner, tras el cual se anunció la conformación
de una comisión de especialistas, presidida por Adrián Paenza. Dos semanas
después de ese encuentro, Intel volvió a la carga y tuvo una audiencia con
funcionarios locales para presentar su propio modelo de laptop educativa,
junto a Microsoft: la Classmate (compañera de clase).

Pero la jugada más fuerte de la multinacional de los microprocesadores fue
ingresar en el directorio de OLPC. Y con Intel, también ingresó Microsoft,
aunque no de manera formal. Este cambio de rumbo en el proyecto original de
Negroponte provocó el alejamiento de Paenza. “Sigo pensando que es una
iniciativa maravillosa, que ha sido torpedeada por los grandes conglomerados
que se habían o se han quedado afueraâ€, manifestó Paenza (Clarín, 6 de enero
de 2008). Mientras Intel formaba parte del directorio de OLPC, seguía
comercializando sus Classmate al público masivo, a 500 dólares cada máquina.
Pocos meses después de su ingreso en el directorio, simplemente se alejó.
Qué tecnología para qué modelo educativo

El proyecto de Negroponte tenía por objetivo superar la discusión
tecnológica e intentaba centrar el debate en un modelo educativo propio del
siglo XXI. “Cada tecnología tiene ventajas y desventajas. OLPC es una
promesa increíble, porque tiene una forma de trabajo centrada en el alumno,
en ideas constructivistas, y todo está pensado desde cero. Es la primera de
la nueva generación. El dispositivo de la empresa israelí ITP-C es muy bueno
para ciencias y matemáticas, orientada a chicos más grandes, de sexto grado.
Por su parte, Intel es una empresa sólida, y su laptop ya está instaladaâ€,
había afirmado Laura Serra, gerente de TICs del portal Educ.ar (Canal AR, 7
de agosto de 2007).

Por su parte, el ex titular del portal educativo del Estado Alejandro
Piscitelli, docente de la UBA, escribió varias veces en su blog (
www.filosofitis.com.ar) las diferencias educativas entre el modelo propuesto
por la OLPC (centrado en los alumnos) y la Classmate (centrada en los
docentes). “Lo que está en juego aquí es una cuestión relativa a la
consideración de los chicos como una clase social, es decir poder determinar
hasta qué punto los chicos son agentes en sí mismos, más allá de las
motivaciones, manipulaciones o socializaciones impuestas por los adultos.â€
El proyecto OLPC proponía (aún lo hace en el caso de Uruguay, Perú,
Colombia) un pasaje del tutor al estudiante, “algo que va en contra del
paradigma tradicional de enseñanzaâ€, como indicó Piscitelli. Toda elección
tecnológica trae aparejada una decisión política e ideológica de fondo.

“Las pruebas que hicimos de las OLPC no fueron buenas. La interfase creada
para que interactúen los chicos con las máquinas sólo servían para el aula y
no para la vida real. Los primeros prototipos eran lentos. Las Classmate son
más coherentes con el mundo realâ€, afirmó a Página/12 Hugo Scolnik, director
del Departamento de Informática de la Facultad de Ciencias Exactas.

Intel y Microsoft fueron más rápido en la carrera comercial de sus equipos y
lograron imponerse en varios países. Incluso Venezuela adoptó el modelo
Classmate, aunque sólo con el sistema operativo basado en software libre.
“Así y todo, cualquier plan tecnológico tiene que pensar primero en el
modelo educativo que en la tecnología. Si bien Uruguay adoptó el modelo de
Negroponte –el cual creo que es inconsistente desde lo tecnológico– tiene
bien claro el tema educativoâ€, agregó Scolnik.

Más allá de cualquier debate sobre qué tipo de tecnología utilizar, es
relevante que este tipo de políticas sociales o educativas –más o menos
universales– se pongan sobre la mesa. Las casi tres millones de netbooks que
se licitarán –sobre el modelo Classmate– tienen implícito el desafío de
incorporarse dentro de una política educativa del siglo XXI.

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/economia/2-143730-2010-04-12.html


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Pablo Manuel Rizzo
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