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minombresbond juan.suarez en minombresbond.com.ar
Mie Jun 10 06:34:25 CEST 2009


la primera frase me parecio la mejor
"La industria musical no atraviesa su mejor momento, pero la música goza
de salud envidiable."


http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/16-14142-2009-06-09.html

La música se pesca con red

Los netlabels se encargan de distribuir por Internet, gratuitamente, la
música que se les cede también gratis. Alemania (con 64 sellos),
Estados Unidos (41), Italia (25) y España (21) son los países donde más
floreció la iniciativa. [cerrar] Comparta esta nota con un amigo E-Mail
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 Por María Ovelar *

La industria musical no atraviesa su mejor momento, pero la música goza
de salud envidiable. La crisis es de distribución, no de creación. Y
una solución es el sello online, el netlabel. “La labor de los
netlabels fue menospreciada durante años por los medios de comunicación
tradicionales”, dice el compositor de música electrónica Björn
Hartmann. “Se habla mucho de la batalla judicial de la industria contra
el intercambio de archivos, pero no se presta atención al idilio entre
sellos independientes y ciberespacio.” Fruto de esa alianza son las
discográficas online, que relacionan a público y artistas. Los
creadores ceden gratuitamente sus temas y los responsables de los
netlabels los distribuyen gratis a través de su web. La relación es
armoniosa: el consumidor no paga y el artista no cobra, y ambas partes
son conscientes de su papel. Es un contrato inusual, pero acorde con
los valores democráticos y participativos de la Web 2.0.

No existen datos fiables sobre el número de netlabels, pero basta echar
un vistazo a The Internet Archive (Archive.org) para percatarse de su
importancia: mientras en octubre de 2004 la página albergaba cerca de
130 netlabels y unas 3200 grabaciones, en diciembre de 2008 reunía más
de 600 discográficas online y 13.000 archivos sonoros. Patryk Galuszka,
científico y economista polaco de 30 años, analizó esta escena a
finales de 2008. Recurrió a dos catálogos famosos para sacar
conclusiones: los alemanes Phlow Netlabel Catalogue y Rowolo.de.
También visitó The Internet Archive, Sonicsquirrel.net y Last.fm.
“Entonces trabajaba en el Instituto Max Planck para el Estudio de las
Sociedades en Colonia, Alemania. Un total de 569 netlabels recibieron
mi cuestionario y 337 lo respondieron. La primera parte de mi
investigación está terminada, pero sigo con las entrevistas”, explica
Galuszka. De su estudio se desprende que los netlabels son difíciles de
rastrear porque aparecen y desaparecen constantemente. De los que
sobreviven, muchos nacieron después de 2003 y las más antiguas
entroncan con el movimiento de los demos, los sellos en casetes y el do
it yourself (“Hacelo vos mismo”).

Las potencias de netlabels son Alemania (64), EE.UU. (41), Italia (25)
y España (21). Quetzal Contla, uno de los fundadores de Netlabels &
News, página especializada en noticias sobre lanzamientos y
curiosidades de los sellos digitales, dice que “en Alemania e Italia el
movimiento está organizado. Cuentan con una estructura, con más
presupuesto y apoyo por parte de las autoridades, para organizar
fiestas, por ejemplo. En España, Portugal, México y EE.UU. hay una
cantidad considerable de netlabels, pero no existe una comunidad tan
fuerte”. “Los netlabels plantean muchos interrogantes sobre la
industria musical y su modelo de financiación. Los actores involucrados
no sacan dinero de ahí, tienen otros trabajos”, explica el británico
Christian Negre, responsable de Netaudio.es, una plataforma que reúne
sellos y artistas digitales.

Según Negre, siempre fue así: al no tratarse de un negocio, el sector
online no entró en crisis. “Para financiarse, organizan conciertos y
fiestas. Y construyen una imagen del sello como si fuera un club, con
sus fans y todo. También venden merchandising, como camisetas con el
logo de la discográfica.” Este ex DJ y profesor de secundaria insiste
en la relación entre público y artistas: “Antes de los conciertos, los
grupos preguntan en el foro del netlabel los temas que quieren que
toquen”. Un diseño muy cuidado es otra de la característica del
fenómeno. Las discográficas digitales idean las portadas, los carteles
de sus conciertos y sus flyers. En el equipo siempre suele haber un
diseñador gráfico.

Fuera del ciberespacio también existe una escena de netlabels, con sus
festivales, sus fiestas y conferencias. El festival Sónar fue una
plataforma para los sellos online. Netaudio organiza una reunión anual
en Barcelona, y la tercera, el próximo mes de octubre, será en el
Centro de Cultura Contemporánea, en la que habrá charlas, sesiones de
disc jo-ckeys y conferencias. “Netaudio es una plataforma
internacional. Se celebran encuentros en más ciudades. Berlín y Londres
son las que más presupuesto tienen. Moscú, Berna y varias localidades
italianas, como Florencia, Roma y Milán también organizaron los suyos”,
señala Negre. “Tenemos foros internos, pero no una estructura tan
potente como para considerarnos un organismo internacional”, dice.

Christian Negre creó su netlabel en 2004. “Era DJ profesional. Hacía
mezclas con amigos de Canadá y de Inglaterra, a través de la red. Nos
dimos cuenta de que los temas se descargaban en distintas partes del
mundo a través de redes de P2P. Decidimos fundar un sello, Open3.net,
que tiene 33 referencias y no repite ningún grupo. Mi intención es
trazar la historia de los netlabels mediante nuestro catálogo”,
explica. El modelo se despidió hace años del mundo físico. Resulta
paradójico que mucho antes de la crisis que afecta a multinacionales e
independientes como Touch and Go (que dejó de ser distribuidora en
febrero), existiera una fórmula basada en compartir música online. Si
bien, como señala Negre, esta subescena está cambiando: “Algunas
discográficas desaparecen, otras se convierten en sellos tradicionales
o copian el modelo de iTunes y el pago por descarga. Creo que vender es
un modelo obsoleto. Los netlabels deberían seguir experimentando y
siendo inconformistas”.

Miguel Angel Lastra, de AddSensor, matiza: “Es un modelo rebelde, sí,
pero la música no es completamente libre, depende de la licencia con la
que se distribuya. Normalmente, son de libre copia y distribución, y en
algunas ocasiones con la posibilidad de hacer obras derivadas, como en
nuestro caso”. Lastra se refiere a las licencias Creative Commons (CC),
que permiten elegir entre distintas modalidades: Attribution permite la
copia, distribución y presentación pública de una obra siempre que se
cite al autor; la licencia Non-commercial permite lo mismo, pero
siempre que no se realice con fines comerciales. Según Galuszka, sólo
el 5 por ciento de los 337 netlabels usaron el clásico copyright, y el
44 por ciento empleó CC. Quizá los netlabels son una deriva de los
viejos demos; pero, a diferencia de aquellos, beben de todas las
fuentes sin pararse en fronteras geográficas o idiomáticas. La única
frontera se llama dinero.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.



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