[Solar-general] Las nuevas tecnologías y la educación, según Alejandro Piscitelli

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Lun Jul 13 23:37:02 CEST 2009


“El docente debe ser un Tinelli con contenidos†Fue gerente general de
Educ.ar y es docente en la UBA, donde analiza con sus alumnos los usos
educativos de Facebook. Sostiene que no sirve inundar con computadoras las
aulas si no cambia el formato escolar estandarizado. Aquí, sus reflexiones
sobre los “nativos digitales†y el sistema educativo que no los contiene. Por
Mariana Carbajal

 *–Usted se refiere a las diferencias entre los inmigrantes y los nativos
digitales. Los primeros, los mayores de 20 años, necesitamos el manual para
entender un aparato electrónico. Los nativos digitales en cambio, van
primero al aparato y descifran su funcionamiento despreciando el manual. ¿No
ha existido siempre este tipo de diferencias generacionales? ¿Cuál es su
particularidad?*

–Decir que el nativo digital viene con las reglas inscriptas quiere decir
que no le tiene miedo y no se cansa de ensayar y arriesgar. Hace mucho
ensayo y error, pero no en forma repetitiva, si no nunca aprendería. De un
ejemplo saca un caso hasta convertirlo en una regla. Practica la abducción.
La diferencia es que antes había pocos aparatos en las casas, a lo sumo un
televisor y una videograbadora. La transformación más profunda no la genera
necesariamente la computadora sino la combinación de computadora, Internet y
celular. Nosotros, los inmigrantes digitales, además de animales de
costumbres somos animales de interfases simples. Abrimos un libro, lo
miramos, lo leemos y lo cerramos. Ya está. Si el libro fuera un “Kindle†(el
libro electrónico de Amazon), ya nadie lo leería, no sabría dónde apretar.
La interfaz tiene que ser muy simple para un adulto. De todas formas, no se
trata de una díada nativos versus inmigrantes. Si una persona nació antes
del 89/90 y tiene incorporado el lenguaje de las pantallas es un migrante
digital y así hay otras variantes. Pero no debemos perder de vista que todas
ellas, finalmente no describen a la mitad del mundo que está excluida, que
están fuera del mapa.

*–Uno de los emergentes más claros de la tensión nativos/inmigrantes es el
sistema educativo, con maestros y profesores formados como inmigrantes
digitales. ¿Cómo se podría achicar esa brecha?*

–Hubo intentos, todos fallidos, de acompañar la educación con la tecnología.
¿Por qué no va a pasar otra vez? Hay una vieja discusión en torno a si los
chicos de hoy son más o menos inteligentes que los de veinte o veinticinco
años atrás. En realidad, es una pregunta casi psicoanalítica narcisista:
¿soy más inteligente o no que mi hijo? El lenguaje de los adultos es muy
despectivo frente a los chicos, es muy defensivo. Se sienten amenazados por
el mundo de las pantallas. El docente vive una gran distancia generacional,
experimenta una distancia cultural, pero al mismo tiempo ve cómo se le
escurre el poder porque el chico no escucha, o se pone los auriculares del
MP3 o se manda mensajitos de texto a escondidas con otro compañero. El
desinterés por lo que pasa en las aulas es cada vez más grande, el divorcio
se va ampliando. En relación a este tema hay enormes hipótesis y respuestas
simplistas. Una que se intentó y no funcionó fue poner computadoras,
televisión, Direct TV, cine, en las aulas para que el chico se enganche. Esa
es la historia de la tecnologización de Estados Unidos, que pasó de tener
hace más de veinte años 150 alumnos por PC a una relación de 1 a 1 o de 2 a
1 en muchos lugares en la actualidad.

*–¿Qué impacto ha tenido?*

–Ninguno. Casi nulo. Si se toman los test estandarizados, los resultados son
ahora peor que antes. Pero tomar ese parámetro es una estupidez, no es muy
útil porque en realidad están hechos para medir ciertos otros aprendizajes.
Se podría pensar que el uso masivo de la computadora en el aula tiene que
haber hecho que haya más interés de parte de los chicos. Pero no, porque
tiene que ver con cómo y para qué entra la computadora, es decir, para qué
la uso y cuál es el diseño de espacio áulico. En primer lugar, a las PC las
metieron en laboratorios de informática. Pusieron veinte, por ejemplo, y
cada chico usa una, 40 minutos por semana. Si además el chico es de clase
media/alta tiene computadora en su casa. Ese chico no va a querer ir al
laboratorio de computación si en su hogar puede hacer muchas más cosas. El
laboratorio fracasó. También plantearon poner la PC en el aula, como hizo la
ciudad de Buenos Aires durante la gestión de Daniel Filmus como ministro de
Educación, en un plan piloto que se implementó en un porcentaje de escuelas
y en un grado determinado.

*–El modelo de laboratorio de informática es el que se ve con más extendido
en los colegios...*

–Y además hay que ver qué aprenden: ven el Word, con lo cual trivializan el
espacio y lo convierten en una cosa más aburrida que el aula misma. Mirá
cuál es la de-silusión que seguramente prefieren escuchar a la profesora
antes que ver esos aplicativos que usan espontáneamente pavadas. El problema
que tienen experiencias como la de la ciudad de Buenos Aires es que ponen la
computadora en un solo grado. Si funcionara bien, el contacto sería
episódico. El pibe dice: “No lo tengo antes, no lo voy a tener después, no
me va a cambiar muchoâ€. ¿Pero qué hacían en el aula? Lo mismo que antes, o
le enseñaban a usar el procesador de palabras, alguna ecuación, nada
específico, nada diferente, nada que implicara un uso emergente de la
tecnología. Además, en esa época no había Internet, banda ancha, en las
clases. Pero seamos concesivos e imaginemos el escenario ideal: conectividad
de alta velocidad y una laptop para cada alumno. El mundo está lleno de
ejemplos y han fracasados también.

*–¿Por qué?*

–Porque lo que no funciona no es simplemente la desmotivación, el
desinterés, lo que no funciona es el modelo de producción de conocimiento,
el modelo broadcast. Con las computadoras o sin ellas, siempre es la misma
idea: un curriculum prefijado, un docente que sabe, viene y recita. Y las
computadoras se usan para hacer lo mismo mal de siempre. Y si las máquinas
son buenas eso puede hacerse mucho peor. ¿Dónde está el ruido fundamental?
En que nadie acepta o reconoce que puede cambiarse el modelo taylorista de
la escuela.

*–¿A qué se refiere?*

–En el 2009 la escuela está como la fábrica de Ford en 1910. Ford decía:
“Usted puede elegir el color de coche que quiera siempre que sea negroâ€. En
la escuela pasa lo mismo. Va un docente y les da lo mismo a todos. Pero los
chicos son todos distintos y ahora son muchísimo más distintos que antes
porque tienen más estímulos, más consumos culturales, más ofertas. Siempre
hablamos, obviamente, de la clase media/media alta. Los chicos pobres tienen
una problemática que hay que atender pero que es otra. Lo que no funciona es
el formato escolar estandarizado.

*–¿Hay otros modelos posibles?*

–Teóricamente hubo. Ejemplos como la escuela multinivel...

*–Salvando las distancias, como ocurre en las escuelas rurales.*

–Exactamente. Pero no se puede replicar a nivel masivo. La estandarización
tuvo en su momento buenas razones. Quienes proponen otros modelos están
planteando algunas cosas muy vagas, otras no tanto. Se están haciendo muchas
pruebas en las universidades, donde finalmente se repite el mismo modelo de
la escuela en el que todos reciben lo mismo. Y cada uno lo procesa según su
capital simbólico, su historia, sus habilidades y talentos. Lo que se está
planteando es pasar de un modelo docente-céntrico a uno alumno-céntrico.

*–¿Hay experiencias en la Argentina?*

–Algunos colegios privados están haciendo cosas. Hasta ahora nadie intentó
algo sistemático con una computadora por chico.

*–El gobierno nacional reflotó un proyecto en ese sentido para escuelas
técnicas.*

–Son 250 mil laptops pero para un año determinado. Uruguay es el único país
del mundo donde se está haciendo una experiencia masiva, uno a uno. Son en
total 350 mil máquinas, que es el número de alumnos primarios, y ya se
repartieron 175 mil. El resto se distribuirán de acá al 2010.

*–¿Y está acompañado de un cambio del modelo de enseñanza?*

–Es algo más de lo que había pero no tanto. No cambia el curriculum, no
cambia la función de los docentes ni la estrategia ni la extensión de las
aulas. No plantea lo que se llama ahora entornos personalizados de
aprendizaje, con herramientas donde los weblogs son como el ABC. Nadie lo
está haciendo.

*–Demandaría muchos recursos, capacitación, cambios edilicios...*

–La arquitectura determina y limita pero el tema no está ahí sino en el
sistema escolar, que no tiene posibilidades de auto-reinventarse y de
generar disrupciones radicales. La escuela tiene una particularidad que la
hace intocable: es un monopolio natural, a cargo del Estado. No lo va a
cambiar jamás endógenamente. No sabe o no le interesa.

*–En su libro destaca el hecho de que un chico memorice cien cartas de
Pokemon y no pueda repetir el nombre de dos ríos al día siguiente que se los
enseñaron. ¿Con un entorno personalizado se acordaría, no digo de cien, pero
de diez ríos?*

–No se van a acordar de nada que no tenga que ver con algo significativo
para ellos. ¿Por qué no hay un curso de Pokemon en la escuela? ¿O de Harry
Potter o sobre El Señor de los Anillos? Con El Señor de los Anillos se
pueden hacer cosas increíbles: que dramaticen, personifiquen, busquen
analogías históricas en su país. Habría posibilidades de transferencia. El
conocimiento tiene que ver con transferencias. Lo más importante es ver que
una cosa que se aplica en un caso se aplica en otro.

*–¿Por eso propone que la educación tiene que seguir los pasos de la
industria del deseo?*

–Sigo con ideas de un catalán que me gusta mucho que se llama Joan Ferrés.
Es un hombre que desde hace diez o quince años está muy preocupado en ver
cómo la industria del deseo, Hollywood, la música o el entretenimiento
enganchan a los jóvenes. Tener un home theater y después ir a la escuela, es
como ver una TV en blanco y negro y en cámara lenta. Alguien puede decir: es
mejor enseñar en blanco y negro porque así los chicos no se distraen y con
la cámara lenta pueden incorporar mejor los conceptos. Ferrés dice: “No, así
no funcionaâ€. Dice que en la escuela –en la mayoría de los casos– no hay
libido, no hay deseo, no hay vértigo, nada llamativo, no hay ocurrencia. Y
que el docente, y esto vale para todos los profesionales, no puede ser un
mal comunicador, no tiene derecho a serlo. Si no sabe decir, no sabe nada.

*–¿Que sea como Tinelli?*

–Tinelli con contenidos, sí. Malcolm Gladwell dice en cuánto tiempo te das
cuenta de que un tipo es un buen profesor. Buen profesor quiere decir que me
gusta, me interesa, que creo que tiene algo para aprender. ¿Un cuatrimestre?
¿Un mes? ¿Un día? No. En quince segundos te enganchás o no con una persona.
Hombre, mujer, pareja, blink se llama, hacer un blink. Si no te enganchás no
tenés segunda vuelta. Cuando hablo de la industria del deseo me refiero a un
docente que sea un buen comunicador. Además tiene que ser un experto en
inteligencia emocional, tiene que ser mucho más versátil, tiene que darse
cuenta el conflicto que puede haber en el aula –y también estimularlo–,
escuchar en la demanda del chico los problemas que puede tener en la
familia.

*–Su cátedra de Procesamiento de Datos tomó este año como objeto de estudio
Facebook. ¿De qué se trata el proyecto?*

–Si se mira desde el punto de vista de los contenidos no es más que ver qué
hace la gente en Facebook y cuáles sus usos educativos.

*–¿Tienen usos educativos Facebook?*

–Ufff. Está lleno de cursos, de grupos, de cosas que tienen que ver con la
educación. Ese, aparentemente, sería el contenido del proyecto, pero tiene
otro: mostrar que todas las cosas que estuvimos hablando hasta ahora se
pueden hacer en una cátedra universitaria. Dijimos basta: estamos cansados
de que los alumnos repitan cosas. Entonces decidimos que este cuatrimestre
no vamos a tomar exámenes, ni parciales, vamos a hacer las cosas distintas.
Dijimos: vamos a empezar con algo que ellos mismos creen que no tiene ningún
uso educativo, con lo cual si les demostramos que sí lo tiene, les puede
llamar la atención. Ellos mismos diseñan su investigación. Hay clases, hay
textos y mucho trabajo en equipo. Hay distintas dimensiones de análisis de
Facebook: su arquitectura, la participación, la identidad, la convergencia
cultural. Cada cual eligió lo que le gusta. Unos estudian a un grupo que se
llama “La UBA es lo mejorâ€, otros a uno que defiende a Los Piojos, otro
compara el Fotolog de Cumbio y Facebook. Hicieron un montón de pequeñas
investigaciones y las presentan cada semana en el teórico. Lo que vimos es
que todas las cosas que decía antes se logran. Los alumnos se enganchan,
vienen al teórico –-antes no venían o se aburrían–, no hablan cuando hablan
los compañeros y los escuchan. Algunos incluso han hecho entrevistas para
profundizar algún tema. Se paran frente al aula y muestran lo que hicieron
con un Power Point, que nunca en su vida habían hecho. Compramos una
conexión inalámbrica porque la universidad no la pone y tenemos conectividad
en el aula, ayudantes que twitean, tenemos seis grupos en Facebook y el
resultado es extraordinario. El trabajo final es un video donde se montan
los trabajos de todos.

*–¿Después de Facebook qué viene?*

–Las noticias sociales, social news. Hoy seguís yendo a cinco o seis sitios
distintos para enterarte qué dice cada uno sobre un tema, por ejemplo, la
caída del vuelo de Air France. Va a haber agregadores automáticos que van a
filtrar todas la información y a escribir una nota única, comparando lo que
se dice, es decir, lo que hace un periodista ahora.

*–Le dedica un amplio espacio a las series televisivas cada vez más
complejas.*

–Son increíbles. Soy fanático de Lost. Nosotros venimos repitiendo como
loros que estamos en la sociedad de la información, del conocimiento. Es un
slogan. ¿Qué cambia realmente? La gente sigue tomando el colectivo, yendo a
la carnicería... Lo que cambia es la cabeza de la gente, puede procesar más
información. Sony, para aprovechar la cantidad brutal de series que tenía de
los ’70 y los ’80 las convirtió en un nuevo formato que llama minisodios,
son episodios compactados, editados. Una serie que duraba 25 minutos la
convirtió en una de tres.

*–¿Le sacaron los tiempos muertos?*

–Es que los tiempos muertos duraban 7 u 8 veces más que ahora. Por eso el
primer episodio doble de Lost costó 15 millones de dólares. Es pura
efervescencia, no te podés perder un segundo. Lo que estamos viendo es que
cierta gente, no toda, claro, ama la complejidad, la ambigüedad. En Estados
Unidos la ven 18 millones de personas. La gente no se traga más que los
buenos ganan siempre y los malos pierden siempre. ¿Por qué Los Soprano tuvo
el éxito que tuvo? Tiene que ver mucho con la historia argentina, con
(Francisco) Scilingo entrevistado por, (Horacio) Verbitsky, El Vuelo. ¿Qué
sale de todo eso? Que el buen padre de familia era torturador. No, eso de
que los malos eran malos malos y los buenos, buenos buenos. No. Esa
ambigüedad moral, esa confusión es la que están reflejando estas series. Y
la ambigüedad sirve para pensar.


 Link a la nota:
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Pablo Manuel Rizzo
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