[Solar-general] canon a la gran industria, no al pueblo.

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Lun Abr 13 13:51:49 CEST 2009


Hablando de canones e impuestos:


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“Brasil cobra más impuestos que nosotros”
El economista del Plan Fénix revela que la carga impositiva en el país
es inferior a la del principal socio del Mercosur y marcadamente más
baja que en países desarrollados, pese a la idea que buscan imponer
los sectores económicos más concentrados.
Por Sebastián Premici
http://www.pagina12.com.ar/fotos/20090413/notas/na11fo01.jpg
“El impuesto sobre la renta financiera existe en Brasil y Chile. La
anomalía es Argentina”, advierte Gaggero.

La presión tributaria es uno de los temas que desvela a los
empresarios de los sectores más concentrados de la economía. Suele
escucharse que el nivel de impuestos en Argentina es “altísimo” en
comparación con otros países. Incluso, algunos sectores como el
agropecuario o el financiero reclaman una baja de sus impuestos para
poder operar en el país. El economista del Plan Fénix Jorge Gaggero
presentó una investigación que demuestra que en realidad la presión
tributaria argentina es muy inferior en comparación con la de Brasil o
algunos países desarrollados. En una entrevista con Página/12, el
tributarista dio detalles de su estudio y ahondó en la metodología que
utilizan algunos sectores económicos para instalar la idea de una
fuerte presión impositiva. También explicó la necesidad de avanzar en
una mayor distribución de la riqueza, no sólo desde el plano fiscal
sino a partir de la profundización de las políticas de intervención
estatal.

–A más de un año del conflicto entre el Gobierno y las entidades
agropecuarias, ¿cree que la discusión sobre las retenciones fue
solamente un tema de caja o había de fondo un intento por profundizar
la redistribución de la riqueza?

–Después del derrumbe de la convertibilidad se realizaron algunas
correcciones positivas en el sistema tributario nacional. Los llamados
Derechos de Exportación están entre las principales modificaciones, ya
que aportan una mayor progresividad tributaria al gravar las ganancias
extraordinarias en momentos de precios favorables de los commodities.
El aporte de las retenciones fue aproximadamente de tres puntos del
PBI en 2007. Sumado a lo que se recaudó por el Impuesto a las
Ganancias, eso dio un cinco por ciento del PBI. Casi la mitad del
salto que hubo en la presión tributaria desde la salida de la
convertibilidad se explicó por este impuesto de impacto global
progresivo. Las reformas fiscales resultan ineludibles para darle
mayor competitividad a la economía, en todos los planos en los que la
gestión estatal resulta sustantiva. La eliminación de las exenciones
que hoy benefician a las actividades financieras y especulativas y el
aumento de la presión sobre las personas con alta capacidad
contributiva permitiría terminar con la asimetría que hoy afecta a las
pequeñas y medianas empresas generadoras de trabajo y a las
actividades productivas.

–En su último trabajo, La progresividad tributaria, publicado por el
Cefid-AR, usted remarca que para profundizar la redistribución de la
riqueza hay que tener en cuenta otros aspectos y no sólo los fiscales.
¿A qué se refiere?

–La literatura sobre el saber económico fiscal distingue entre una
fase primaria –o pre-fiscal– anterior a la recolección de impuestos.
Esta fase es la que resulta de la interacción entre los distintos
actores de mercado, instituciones y el Estado. En un extremo está la
cultura, muy resistente a los cambios. En el otro extremo estaría por
ejemplo la política laboral, que incide fuertemente en la
redistribución de la riqueza. Dentro de esta política también podemos
incluir las regulaciones sobre las horas extra; las diferentes
prácticas de control sobre los empleados; la fiscalización del trabajo
en negro. También ubicaría dentro de la fase primaria la mayor
democratización de los medios de comunicación y la pluralidad de los
mismos, para garantizar dentro de una sociedad el tratamiento de los
temas relevantes por sobre las cuestiones superfluas. En los últimos
años, los principales medios de comunicación –prensa gráfica y de
televisión– tendieron a censurar las posiciones a favor de una
distribución equitativa del ingreso. No sólo filtran las posiciones
que van contra los intereses más concentrados sino que empiezan a
aparecer en los medios think tanks, universidades o lobbistas que
elaboran cierto material para defender el statu quo, que es publicado
sin cuestionamientos.

–¿Cuáles serían los casos donde usted ve que se defiende el statu quo?

–Hay grandes medios que están creando, o incluso resaltando
instituciones que publican informes diciendo que la presión tributaria
en el país es enorme, cuando no es así. El Plan Fénix hace años que no
puede colar una idea en Clarín o La Nación. Y lo mismo pasa con los
canales de televisión. Y esto se explica en parte porque en muchos
casos los ejecutivos máximos de esos medios se sientan a la mesa de
negociación de la Asociación Empresaria Argentina. Es decir, hay un
conflicto de intereses que en un país más desarrollado culturalmente
sería un escándalo.

–¿Cómo es la construcción que se hace sobre la presión tributaria argentina?

–Los medios están popularizando un índice que se llama “El día de la
liberación de impuestos”, inventado en los Estados Unidos. Este índice
mide en términos de un mes calendario, cuántos días laborales tiene
que aplicar un ciudadano promedio para pagar todos sus impuestos. El
cálculo puede dar que a final de marzo, el ciudadano logró pagar todos
sus impuestos. Por eso el 1º de abril sería “el día de la liberación
de impuestos”. Detrás de este índice se cuela la idea de que dejar de
pagar impuestos es algo liberador del Estado. Por contraste, se induce
a pensar que el Estado es una entidad opresiva. Los medios suelen
enfatizar el aspecto de imposición y lo gratificante que es liberarse
de los impuestos. Este es el metamensaje.

–¿Por ejemplo, cuál es el último caso que ha estudiado?

–La consultora Ernest & Young publicó en 2005 un informe sobre presión
tributaria, que fue replicado por la prensa local, bajo el título
“Encuesta Mundial: Argentina en el noveno lugar de presión
tributaria”. Este dato fue vendido como el resultado de una
investigación entre 56 países. Lo curioso era que en el último párrafo
de las notas periodísticas que dieron cuenta de la información se
aclaraba que los datos publicados hacían referencia a la presión
tributaria teórica y no real. Es decir, el trabajo no hablaba de lo
que realmente pagaban los ciudadanos. Ahora han perfeccionado estos
índices, y hace pocas semanas se conoció uno que sumaba a los
impuestos las tarifas de los servicios públicos, presentándolos como
un todo homogéneo. Es decir, como resultado se extendía “El día de
liberación de impuestos” para dar cuenta de una mayor presión.

–¿Cómo se compara la presión tributaria de Argentina con otros países?

–Argentina está en el orden de los treinta puntos de presión en
término del PBI. Brasil, por ejemplo, tiene una presión tributaria
consolidada cercana a los cuarenta puntos, mientras que los países más
desarrollados están en un promedio que oscila entre el 45 y 50 por
ciento de su PBI. Hay países de excepción –como Japón–, que tienen una
presión tributaria más débil pero con una distribución primaria muy
equitativa. Obviamente, no es el caso de la región, donde los niveles
de distribución pre-fiscal son más inequitativos, y el gasto público
resulta menos progresivo.

–¿Por qué todavía no se puede encarar en el país una mayor
progresividad del sistema tributario y una mayor redistribución de la
riqueza?

–Los sectores más concentrados de la economía local no quieren una
mayor redistribución, ni una reforma tributaria progresiva. Lo asegura
el campo cada vez que dice “no me pongan la mano en el bolsillo” o el
sector financiero o la Asociación Empresaria Argentina. También está
la paradoja de los dirigentes gremiales, que pidieron la eliminación
del Impuesto a las Ganancias. ¿Por qué Moyano pidió esto? La única
justificación que encuentro es que como el Estado no grava las
inversiones financieras ni la tierra, el sindicalista pidió a modo de
compensación que tampoco se grave a los asalariados. Esa no es la
solución. En definitiva, no se pudo avanzar porque hay muchos
intereses en juego, a los que no se los supo manejar.

–¿Está en condiciones este Gobierno de gravar la renta financiera?

–El impuesto sobre la renta financiera es uno de los más avanzados del
mundo. Existe en Brasil y Chile. La anomalía es la Argentina. El
primer gobierno de Perón estableció el impuesto sobre las Ganancias
Eventuales (1949), gravamen que pudo subsistir hasta 1991, cuando Raúl
Cuello, bajo el gobierno de Carlos Menem, lo eliminó. Desde el ’91
hasta la fecha no ha habido ningún intento por restablecer un impuesto
que recaiga sobre la renta financiera. En 2003, el por entonces
presidente Néstor Kirchner había dicho que era indispensable cambiar
el sistema impositivo regresivo por otro progresivo, donde pagasen los
que más ganan. Supongo que sigue pensando igual, aunque los tiempos ya
son otros.
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Pablo Manuel Rizzo
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