[Solar-general] [SemiOT] Bayer, Filmus, libertad de expresion, derechos, menem, etc

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Sab Abr 11 18:34:12 CEST 2009


Valió la pena esperar tanto
Por Osvaldo Bayer

La verdad siempre llega. Tarda, pero llega. Hoy voy a hacer uso de
esta contratapa para hablar de una injusticia que sufrí en 1995. No
acostumbro a traer temas personales, pero esto tiene que mucho ver con
la libertad de expresión, y hago mención ahora a esto porque todo se
inició en una contratapa mía del año 1995. Sí, en los tiempos de
Menem.

Como siempre fui un seguidor de los escritos de Bolívar y de sus
sueños, traté de cumplir con él trayendo aquel pensamiento amplio y
generoso de lograr finalmente “los Estados Unidos de Latinoamérica”.
Es decir, eliminar las fronteras egoístas de países que tienen la
misma lengua, la misma tradición, la misma religión y los mismos
libertadores. Por eso, en ese año redacté una nota señalando que poco
es lo que teníamos que aprender de Europa, pero en algo sí nos había
ganado de mano. Cuando se estableció el Mercado Común Europeo, se
impuso una sola moneda, el euro, y se levantaron impedimentos
fronterizos. Y recordé en esa nota que todo comenzó con un
experimento: hacer la prueba primero en tres países, eliminando entre
ellos sus fronteras comerciales y burocráticas: el Benelux. La unión
entre Bélgica, Luxemburgo y Holanda. Esta experiencia se llevó a cabo
durante una década y tuvo un éxito total para estos tres países.
Entonces escribí que para aplicar sólo lo poco bueno que nos enseña
Europa, practicáramos lo mismo, como primer paso para cumplir con el
sueño bolivariano: eliminar las fronteras aduaneras entre la Patagonia
argentina y la chilena, y dejáramos que ese complejo comerciara
libremente y esas poblaciones comenzaran a tratarse sin la vigilante e
irracional custodia de carabineros y gendarmes con largavistas y armas
largas. Y que durante diez años midiéramos los resultados. Si los
europeos lo habían logrado con países de distinto idioma y hasta de
distintas religiones, ¿cómo no lo íbamos a lograr dos países que a la
vez tuvieron los mismos libertadores? Recordemos aquel legendario Paso
de los Andes, de esos valientes desprovistos de todo egoísmo de
fronteras.

Era sólo una idea, un adelanto para que nuestros políticos lo pensaran
y lo propusieran a sus colegas vecinos.

¡Para qué! La reacción de los políticos argentinos fue totalmente lo
contrario de lo que me esperaba. De inmediato, esa misma semana, el
senador peronista Ludueña, por Santa Cruz, presentaba un airado
proyecto para que el Senado de la Nación me calificara “traidor a la
Patria”. Salió en todos los diarios del país. Cuando lo leí, pensé:
menos mal que ya no hay pena de muerte porque, si no, me fusilaban en
la Plaza de Mayo como a Santos Pérez y colgaban mi cadáver frente al
Cabildo durante 24 horas. El que tomó de inmediato este pedido fue el
senador nacional Eduardo Menem (nada menos), e hizo una airada arenga
para defender a la Patria de espíritus traidores. Hasta que por ahí
alguien más jesuita propuso que en vez de “traidor a la Patria” se me
endilgara el apóstrofe de “persona no grata” al Senado de la Nación.
El alto cuerpo perdió una hora y media en discutir si este humilde
periodista era un “traidor a la Patria” o una “persona no grata”.
Hasta que, por último, en la votación, la casi totalidad de los
senadores de la Nación votaron lo de “persona no grata”. Menos dos. El
senador radical Hipólito Solari Yrigoyen –que sufrió cárcel y exilio
con la dictadura de la desaparición de personas–, quien dijo con voz
bien clara: “No me parece un motivo suficiente, ni aun desde el punto
de vista oficialista, como para transformar al Senado en una especie
de tribunal inquisitorial”. Y también votó en contra de Ludueña y de
Eduardo Menem el senador Romero Feris, quien dejó sentado que “no es
de incumbencia de este Senado expedirse sobre este tipo de cuestiones
y de esta manera, porque se estaría afectando la libertad de opinión,
la libertad de prensa, la libertad de expresión que nuestra
Constitución preserva totalmente”.

Pero, todo el bloque peronista votó por la sanción, todo el bloque
radical menos uno, y también todos los componentes del Senado menos
Romero Feris.

No pude pisar más el suelo del Senado de la Nación. Quince días
después, la Ciudad de Buenos Aires me dio el título de “ciudadano
ilustre” de esta Capital. Tuve que encerrarme para cavilar. Me miré al
espejo y me pregunté: ¿pero qué soy en realidad, persona no grata del
Senado o personaje ilustre de la ciudad? No obtuve respuesta de mí
mismo, ni me deprimí pero, finalmente, solté una repentina carcajada
argentina.

Catorce años después iba a hacerse justicia. El senador Daniel Filmus
presentó un proyecto en la Cámara alta sin que yo le haya pedido nada,
ni por haberle recordado el tema. Por tal proyecto, el Senado
declaraba el reconocimiento “al luchador por los derechos humanos,
escritor y periodista Osvaldo Bayer, sobre quien recayera el repudio
del Honorable Senado de la Nación por sus declaraciones en el diario
Página/12 del año 1995”. Además propuso que la Cámara señalara “que la
defensa de la libertad de expresión dentro del marco del respeto a los
valores democráticos y los derechos humanos, es uno de los pilares
básicos en los que se sustentan la institucionalidad y convivencia
democrática. Obstaculizar el libre debate de las opiniones es limitar
la pluralidad de ideas –agregó– y resulta incompatible con los valores
de nuestra Constitución Nacional y con lo que las normas
internacionales de derechos humanos sostienen”.

En los Fundamentos, el senador Filmus sostiene: “Nada más alejado de
la esencia democrática del Senado de la Nación que el rechazo de ideas
expresadas por un intelectual en ejercicio de sus derechos ciudadanos.
Es evidente que los dichos de una persona reconocida como un
intelectual por nuestra sociedad pueden generar grandes debates a
favor o en contra. Sin embargo, no pueden ni deben ser calificadas
como un agravio. Sugerir que un libre pensador debe limitar la
propuesta de ideas cuando éstas se oponen a otras, cercena el pleno
ejercicio de los derechos que específicamente se refieren a la
libertad de expresión. La posibilidad de aceptar la pluralidad de
ideas, de creencias y la divulgación de las mismas forma parte de la
normativa que fundamenta los valores en los que nuestra democracia
tiene sustento”.

Después de muchos conceptos sobre mi vida y mi obra, que por supuesto
no me corresponde a mí volcar aquí, dijo el senador Filmus: “Esta
declaración aspira a reconocer en la persona de Osvaldo Bayer el
luchador que ha acompañado las grandes causas, aquellas que marcaron
la historia argentina y que hizo nacer la imperiosa necesidad de
levantar las banderas de los derechos humanos, aquellas que las
nacientes organizaciones y organismos alzaban cuando nadie escuchaba.
Facilitar el debate profundo de las ideas genera la posibilidad de
profundizar la democracia; impedirlo, en cambio, nos hace retroceder
hacia al autoritarismo. Siempre se opina a favor o en contra, lo
importante es sustentar los dichos respaldando las ideas en un marco
de libertad de expresión y de pensamiento. Es por lo expuesto que
deseo solicitar a mis pares que en virtud de lo expresado me acompañen
en la presente declaración de reconocimiento a la persona de Osvaldo
Bayer”.

Y el Senado la votó por unanimidad.

Cuando supe de esta resolución no pude menos que encerrarme otra vez y
mirarme al espejo. No hice pito catalán pensando en Eduardo Menem, no;
se me dibujó una sonrisa agradecida y vi ante mis ojos una escena: que
entraba al Senado y presenciaba una sesión donde se votaba por
unanimidad el proyecto de denominar un crimen de lesa humanidad cuando
en la Argentina un niño padeciera hambre. Luego, allí agradecía a los
actuales senadores, a Filmus, por su gesto de coraje civil y bondad, y
a mi diario, Página/12, que tiene una comprensión más que generosa
conmigo.

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http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/contratapa/13-123004.html


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Pablo Manuel Rizzo
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