[Solar-general] Países emergentes y desarrollo comercial de la cultura

Pablo Manuel Rizzo info en pablorizzo.com
Mie Sep 17 13:12:08 CEST 2008


Países emergentes y desarrollo comercial de la cultura

Los servicios y bienes culturales comenzaron a ser parte de la agenda
de los organismos de comercio internacional y la regulación del sector
cultural asume un sesgo economicista en detrimento de otras
perspectivas vinculadas con el acceso a la cultura y al pluralismo
informativo. ¿Cómo puede evolucionar el tema? ¿Qué estrategias adoptar
frente a los nuevos mecanismos de gobierno global y en defensa de los
intereses de los países periféricos?

Por Guillermo Mastrini *

Desde hace años existe una marcada contradicción entre la tradicional
visión de la política cultural como promoción de la diversidad, y una
nueva orientación en la que la cultura es vista como una mercancía de
gran potencial económico. A partir de la Ronda de Uruguay (1986-1994)
de la Organización Mundial de Comercio (OMC) los servicios y bienes
culturales comenzaron a formar parte de la agenda del organismo. Aun
cuando se mantienen restricciones, a partir de ese momento los
criterios que guiaban la regulación del sector cultural terminan de
asumir un sesgo economicista, en detrimento del enfoque basado en la
protección del acceso a la cultura y el pluralismo informativo.

Estas transformaciones tienen estrecha vinculación con los intereses
de generar un mercado global de comunicación y cultura. Si bien la
transnacionalización de los bienes culturales encuentra antecedentes,
la posibilidad de unificar la distribución de bienes simbólicos a
nivel global, está estrechamente vinculada al proceso de
digitalización de la cultura.

Por otra parte, la relación entre las políticas culturales y las
sociedades ya no está solo mediatizada por el Estado y los actores
interesados. Los organismos internacionales como la OMC, Organización
Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), Icann (Internet Corporation
for Assigned Names and Numbers), Unesco, UIT, así como los acuerdos
supranacionales (UE, Mercosur) y bilaterales intervienen en el diseño
de las políticas de comunicación.

En el proceso globalizador se visualizan limitaciones al accionar
tradicional de los Estados como consecuencia del afianzamiento de
nuevos actores en la escena mundial con mayor capacidad de decisión y
negociación. Si bien el Estado sigue siendo importante, no todos son
iguales. Sandra Braman distingue uno hegemónico (Estados Unidos), dos
competencias (Japón y la Unión Europea), y los países en desarrollo
para los cuales la "Sociedad de la Información" y el nuevo entorno
regulatorio pueden ser fuentes de bienestar social pero también de
importantes desafíos. Para que lo primero ocurra, los países
periféricos tienen que estar pendientes del proceso de
reestructuración global, y no limitarse a esperar las dádivas que el
avance tecnológico les prometa.

Los productos culturales son transmisores de visiones del mundo. Sin
embargo, la naturaleza dual de las obras culturales hace que operen
como expresiones de identidad, pero también como bienes y servicios
mercantiles. Son dos aspectos indisociables, que resultan caros si no
se consideran.

El comercio de servicios en la OMC se define de manera muy amplia para
incluir la inversión extranjera directa en diversos sectores, entre
los que están incluidos las telecomunicaciones y el audiovisual. Es
importante destacar que la liberalización puede llegar a implicar la
eliminación de cualquier medida gubernamental que favorezca a un
proveedor nacional frente a uno extranjero, así como la desregulación
cuando una norma se considera demasiado onerosa para los
inversionistas y proveedores de servicios extranjeros. Frente a este
avance, algunos países comenzaron a delinear un proceso de resistencia
que buscó garantizar la "diversidad cultural". Esta iniciativa
permitió postergar la discusión en la Ronda Uruguay, a cambio de
incorporar el tema en la siguiente.

Dentro de la propia OMC algunos países han planteado que el sector
audiovisual debe ser considerado como parte de la industria del
entretenimiento, y por lo tanto sujeto a reglas de liberalización,
mientras que otro grupo de países considera al audiovisual como un
producto cultural, que merece un tratamiento diferencial.

Varias medidas de política cultural en el área audiovisual se verían
amenazadas de imponerse finalmente los criterios impulsados por la
regulación global: subsidios del Estado, la televisión pública, las
políticas de cuotas, los requerimientos de nacionalidad, los impuestos
destinados a financiar productos locales, las exenciones impositivas,
los privilegios para contenidos nacionales. Este listado incompleto
sirve de ejemplo de los efectos devastadores que estas políticas
podrían tener en el ámbito latinoamericano. Más si se considera que
aún hoy, en "tiempos de proteccionismo", los balances son altamente
deficitarios.

Es importante alertar sobre las consecuencias que tiene el nuevo
gobierno global sobre las políticas culturales. Especialmente porque,
por lo general, los debates sobre los beneficios de los procesos de
integración suelen soslayar las amenazas que el mismo presenta. Ahora
que la Ronda de Doha ha fracasado cabe preguntarse qué actitud habrían
adoptado los países emergentes si los países centrales hubieran cedido
su proteccionismo en el sector primario a cambio de una flexibilidad
general en el sector servicios. En qué medida un beneficio económico
no traería aparejado el enorme riesgo de reducir nuestras políticas
culturales a cenizas.

Esto se ve reflejado en lo que por ahora representa la mayor
incidencia real en términos de gobernanza global hasta la actualidad
en los países latinoamericanos: la firma de tratados bilaterales. Un
criterio general que se puede reconocer es que si bien los productores
culturales han logrado establecer coaliciones para la defensa de las
industrias culturales locales, en general el debate público en torno
de los tratados de libre comercio suele centrarse en los "beneficios"
que los mismos traerán en materia de apertura de mercado para la
producción nacional. Si bien algunos países han logrado mantener
excepciones en la producción cultural analógica, los suministros de
servicios que usan medios digitales quedan incluidos dentro de las
obligaciones contraídas en el capítulo de comercio de servicios. Se
han protegido las políticas culturales actuales, pero los acuerdos
suponen una seria amenaza a las del futuro.

Las políticas de hoy serán las que regulen la producción cultural del
mañana. Es por ello que es preciso impulsar el conocimiento de este
tema en la comunidad académica y en la sociedad civil en general.
David Hesmondhalgh (2005) realiza una acertada advertencia al respecto
cuando observa que la indiferencia pública es espejada por la ausencia
en la literatura de los estudios de medios de "la formación de la
política pública más general".

Ante este panorama creemos conveniente proponer algunas sugerencias.

En primer lugar, parece indispensable contar con más y mejores
recursos humanos formados en derecho comercial internacional que
mantengan una mirada humanista. Esta posibilidad debería ser
complementada por un mayor y mejor intercambio entre los países de la
región a efectos de coordinar y articular decisiones.

En segundo lugar, definir una estrategia para mantener la actual
capacidad de implementar políticas nacionales de cultura. Para ello es
preciso tener una propuesta en la OMC que supere los criterios
tecno-economicistas. Esto supone en el plano nacional alertar a
numerosos economistas que estarían predispuestos a negociar la
liberalización del tercer sector a cambio de concesiones de los países
del G8 en el sector primario.

En términos generales, se propone una estrategia complementaria que
promueva la defensa de las capacidades políticas existentes, que se
mantenga atenta y con opciones claras y definidas frente a las nuevas
agencias regulatorias internacionales, y que finalmente tenga
capacidad de usufructuar las potencialidades que brindan las NTI
(nuevas tecnologías de la información) para potenciar los efectos de
las políticas consensuadas.

* Profesor de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Universidad
de Buenos Aires.
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http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/laventana/26-111713.html


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Pablo Manuel Rizzo
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