[Solar-general] Re: [OFFTOPIC] el fin ultimo del capitalismo es
el monopolio
Marcos Guglielmetti
marcospcmusica en gmail.com
Mar Mayo 6 22:11:27 CEST 2008
El Martes, 6 de Mayo de 2008 16:42, Diego Saravia escribió:
| > Pero como los objetivos de lo que debería hacer la historia
| > naturalmente, no se cumplen, hay que forzarla si querés que las
| > consecuencias (sociedad sin clases) se produzcan... ahí parte
| > del problema, y parte del error -para mí- de los partidos
| > leninistas.
|
| objetivos de la naturaleza?
Para el marxismo, la evolución hacia el capitalismo es algo que se
daría naturalmente gracias al desarrollo económico y las
contradicciones que eso ocasiona.
"Si toda la realidad humana tiene su origen en las relaciones de
producción, el devenir histórico es revolucionario, puesto que la
economía lo es.En cada nivel de producción la economía suscita los
antagonismos que destruyen, en provecho de un nivel superior de
producción, a la sociedad correspondiente. El capitalismo es el
último de estos estadios de producción porque produce las condiciones
en que todo antagonismo se resolverá, y ya no habrá economía. Ese día
nuestra historia se convertirá en prehistoria."
| sos teleologista?
|
no que yo sepa, vos? Pero el marxismo es mesiánico, tal como vos lo
decís por acá, piensa que el capitalismo se acabará y que llegará el
socialismo
| por ahi ley que el capitalismo completaria la cobertura del globo
| terraqueo en unos 50 años, a partir de alli tendrias que empezan a
| contar regresivamente en el reloj de marx
|
No dudo que eso creará desastres, eso no implica que haya que ir hacia
el marxismo, bien se podría ir hacia un anarquismo al estilo Bakunin,
para lo cual no hay que esperar nada, dado que aquí la historia no es
la que reina
| claro si no es que entramos a nuevas formas propias de las
| sociedades del conocimiento como las nuevas clases de netocratas
| vs consumariato
|
no veo por qué eso estaría en contra del catatrosfismo marxisma, pero
de todos modos los tecnócratas son los que gobiernan en una sociedad
marxista, los filósofos también, podrían serlo los netócratas en
conjunto con ellos, o netócratas devenidos en filósofos... de algún
modo alguien como RMS es algo así, salvo que no quiere el poder de
esa forma, o no quiere el poder opresivo. Por suerte
en.wikipedia.org/wiki/Eben_Moglen es anarquista.
Pero volviendo a lo que decía antes de la filosofía, leo a Camus
citando a Marx:
""La filosofía no puede realizarse sin la desaparición del
proletariado; el proletariado no puede liberarse sin la realización
de la filosofía", y también: "El proletariado no puede existir sino
en el plano de la historia mundial ... La acción comunista no puede
existir sino como realidad histórica planetario". Pero este Cristo es
al mismo tiempo vengador. Ejecuta, según Marx, el juicio que la
propiedad privada dicta contra sí misma. "Todas las casas de nuestros
días están marcadas con una misteriosa cruz roja. El juez es la
historia y el ejecutor de la sentencia es el proletario". Así, el
cumplimiento es inevitable. Las crisis sucederán a las crisis (nota
al pie: 1 Cada diez u once años, según prevé Marx. Pero la
periodicidad de los ciclos "se acortará gradualmente".), la
decadencia del proletariado se profundizará, su número se extenderá
hasta la crisis universal en que desaparecerá el mundo del cambio y
en que la historia (pag 192), mediante una suprema violencia, dejará
de ser violenta. Se constituirá el reino de los fines.
Se comprende que este fatalismo haya podido ser llevado (como ha
sucedido con el pensamiento hegeliano) a una especie de quietismo
político por marxistas como Kautsky, para quien era tan poco posible
a los proletarios crear la revolución como a los burgueses impedirla.
Hasta Lenin, quien debía elegir, por el contrario el aspecto
activista de la doctrina, escribió en 1905, en un estilo de
excomunión: "Es un pensamiento reaccionario buscar la salvación de la
clase obrera en algo que no sea el desarrollo en masa del
capitalismo". En Marx la naturaleza económica no da saltos y no es
necesario hacerle pasar sin detenerse. Es completamente falso decir
que los socialistas reformistas han permanecido fieles a Marx en
esto. El fatalismo excluye, por el contrario, todas las reformas, en
la medida en que podrían atenuar el aspecto catastrófico de la
evolución y, por consiguiente, demorar la solución inevitable. La
lógica de semejante actitud querría que se aprobase lo que puede
aumentar la miseria obrera. No hay que dar nada al obrero para que un
día pueda tenerlo todo.
Esto no impide que Marx haya sentido el peligro de este quietismo. No
se espera el poder o se espera indefinidamente. Llega un día en que
hay que tomarlo, y ese día es el que queda en una claridad dudosa
para todo lector de Marx. En este punto no ha dejado de
contradecirse. Ha advertido que la sociedad estaba "históricamente
obligada a pasar por la dictadura obrera". En cuanto al carácter de
esta dictadura, sus definiciones son contradictorias (nota al pie: 1
Michel Collinet en la Tragédie du Marxisme, observa en Marx tres
formas de la toma de poder por el proletariado: la república jacobina
en el Manifiesto comunista, la dictadura autoritaria en El 18
Brumario, y el gobierno federal y libertino en La guerra civil en
Francia). Es seguro que condenó al Estado en términos claros,
diciendo que su existencia y la de la servidumbre son inseparables.
Pero protestó contra la observación, no obstante juiciosa, de
Bakunin, quien encontraba contraria a lo que se sabía de la
naturaleza humana la noción de una dictadura provisional. Marx
pensaba, es cierto, que las verdades dialécticas son superiores a la
verdad psicológica. ¿Qué decía la dialéctica? Que "la abolición del
Estado no tiene sentido sino en los (193)
comunistas, como un resultado necesario de la supresión de las clases,
cuya desaparición trae aparejada automáticamente la desaparición de
la necesidad de su poder organizado de una clase para la opresión de
la otra". Según la fórmula consagrada, el gobierno de las personas
cede entonces el paso a la administración de las cosas. La dialéctica
era, por lo tanto, formal y no justificaba al Estado proletario sino
durante el tiempo necesario para destruir o integrar a la clase
burguesa. Pero la profecía y el fatalismo autorizaban, por desgracia,
otras interpretaciones. Si es seguro que llegará el reino, ¿qué
importan los años? El sufrimiento nunca es provisional para quien no
cree en el porvenir. Pero cien años de dolor pasan pronto para quien
afirma que en el año ciento uno se alcanzará la ciudad definitiva. En
la perspectiva de la profecía nada importa. De todas maneras, una vez
desaparecida la clase burguesa, el proletario establece el reinado
del hombre universal en la cima de la producción, en virtud de la
lógica misma del desarrollo productivo. ¿Qué importa que ello se
logre con la dictadura y la violencia? En esa Jerusalén ruidosa de
máquinas maravillosas, ¿quién se acordará todavía del grito del
degollado?
La edad de oro reservada para el final de la historia, coincidente,
con un doble atractivo, con un apocalipsis, justifica todo, por lo
tanto. Hay que meditar sobre la prodigiosa ambición del marxismo,
valorizar su predicación desmesurada, para comprender que semejante
esperanza obliga a descuidar problemas que parecen entonces
secundarios. "El comunismo, como apropiación real de la esencia
humana por el hombre y para el hombre, como vuelta del hombre a sí
mismo a título de hombre social, es decir, de hombre humano, vuelta
completa, consciente y que conserva todas las riquezas del movimiento
interior, este comunismo, por ser un naturalismo completo, coincide
con el humanismo; es el verdadero final de la querella entre el
hombre y la naturaleza y entre el hombre y el hombre. . ., entre la
esencia y la existencia, entre la objetivación y la afirmación de sí
mismo, entre la libertad y la necesidad, entre el individuo y la
especie. Resuelve el misterio de la historia y sabe que lo resuelve".
Sólo el lenguaje es aquí científico. En el fondo, ¿qué diferencia hay
con Fourier, quien anuncia "los desiertos fertilizados, el agua de
mar potable y de sabor de violeta, la eterna primavera. .."? Se nos
anuncia la eterna prima (194)
vera de los hombres en un lenguaje de encíclica. ¿Qué puede querer y
esperar el hombre sin dios sino el reinado del hombre? Esto explica
el ansia de los discípulos. "En una sociedad sin angustia es fácil
ignorar la muerte", dice uno de ellos. Sin embargo, y ésta es la
verdadera condena de nuestra sociedad, la angustia de la muerte es un
lujo que afecta mucho más al ocioso que al trabajador, asfixiado por
su propia tarea. Pero todo socialismo es utópico, y ante todo el
científico. La utopía sustituye a Dios con el porvenir. Entonces
identifica el porvenir con la moral; el único valor es el que sirve a
ese porvenir. De ahí que haya sido casi siempre obligatorio y
autoritario (1 Morelly, Rabeuf y Godwin describen, en realidad,
sociedades inquisitoriales). Marx, como utopista, no difiere de sus
terribles predecesores y una parte de su enseñanza justifica a sus
sucesores.
Ciertamente, se ha tenido razón al insistir en la exigencia ética que
hay en el fondo del sueño marxista (2 Maximillen Rubel. Pages
choisies pour une éthique socialiste, Rivière). Hay que decir con
justicia, antes de examinar el fracaso del marxismo, que ella
constituye la verdadera grandeza de Marx. Ha puesto al trabajo, su
minoración injusta y su dignidad profunda en el centro de su
reflexión. Se ha alzado contra la reducción del trabajo a una
mercadería y del trabajador a un objeto. Ha recordado a los
privilegiados que sus privilegios no eran divinos, ni la propiedad un
derecho eterno. Ha dado una mala conciencia a quienes no tenían
derecho a tenerla en paz y ha denunciado, con profundidad sin igual,
a una clase cuyo crimen no consiste en haber tenido el poder tanto
como en haberío utilizado para las finalidades de una sociedad
mediocre y sin verdadera nobleza. Le debemos esta idea que constituye
la desesperación de nuestra época -pero aquí la desesperación vale
más que cualquier esperanza-: que cuando el trabajo es una minoración
no es la vida, aunque cubra todo el tiempo de la vida. ¿Quién, a
pesar de las pretensiones de esta sociedad, puede dormir en paz en
ella, sabiendo en adelante que obtiene sus goces mediocres del
trabajo de millones de almas muertas? Al exigir para el trabajador la
verdadera riqueza, que no es la del dinero, sino la del ocio o de la
creación, ha reclamado, a pesar de las apariencias, la calidad del
hombre. Al hacer eso, puede (195)
decirse con vigor, no ha querido la degradación complementaria que se
ha impuesto al hombre en su nombre. Una frase suya, por una vez clara
y cortante, niega para siempre a sus discípulos triunfantes la
grandeza y la bondad que él poseía: "Un fin que necesita medios
injustos no es un fin justo".
Pero aquí vuelve a encontrarse la tragedia de Nietzsehe. La ambición,
la profecía son generosas y universales. La doctrina era restrictiva
y la reducción de todo valor a la historia sola autorizaba las
consecuencias más extremas. Marx creyó que los fines de la historia,
por lo menos, se revelarían morales y racionales. Ésa es su utopía.
Pero la utopía, como él lo sabía, no obstante, está destinada a
servir al cinismo que no quería. Marx destruye toda trascendencia y
luego realiza personalmente el paso del hecho al deber. Pero este
deber no principia sino en el hecho. La reclamación de justicia lleva
a la injusticia si no se funda ante todo en una justificación ética
de la justicia. En defecto de lo cual también el crimen se convierte
un día en deber. Cuando el mal y el bien son reintegrados al tiempo,
confundidos con los acontecimientos, nada es ya bueno o malo, sino
solamente prematuro o caduco. ¿Quién decidirá de la oportunidad sino
el oportunista? Más tarde juzgaréis, dicen los discípulos. Pero las
víctimas no existirán ya para juzgar. Para la víctima, el único valor
es el presente; la única acción, la rebelión. El mesianismo, para
existir, debe edificarse contra las víctimas. Es posible que Marx no
lo haya querido, pero lo que hay que examinar es, su responsabilidad,
que consiste en haber justificado, en nombre de la revolución, la
lucha en adelante sangrienta contra todas las formas de la rebelión.
"
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