[Solar-general] OT: Consoladores

Leonardo Federico Bauchwitz leonardo en hipatia.net
Jue Jun 19 14:05:47 CEST 2008


Copio un texto que me mandó Código Binario
continuando con la charla de café de Solar-general
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Suponéte

Suponéte que yo heredé una fábrica de consoladores, y que durante veinte
años la pude mantener casi de pedo. Producía consoladores para la
Argentina porque mis costos para fabricarlos eran muy altos, y mi fábrica
no era tan competitiva como para exportarlos. Los consoladores taiwaneses
eran mucho más baratos.

Suponéte que mi problema era que, por cada peso que yo ponía, mi fábrica
rendía, en las mejores épocas, 5 centavos. Los taiwaneses, por cada peso
invertido, ganaban 40 centavos. Y así era que podían bajar el precio de
venta de sus consoladores para competir con los míos, y así era que ellos
vendían más consoladores que yo.
Para fines de la década del ‘90 mi fábrica estaba fundida y yo le
debía al banco mucha plata.

Ahora, suponéte que un día el gobierno decide devaluar la moneda. Ellos
piensan que si se devalúa la moneda se favorece la producción, porque se
achican los costos nacionales en relación al precio internacional. A mí
me re conviene porque puedo empezar a ganar más plata por cada peso
invertido, y así puedo competir con los orientales que producen
consoladores en Taiwan. Eso sí: para devaluar la moneda, la sociedad
entera tiene pagar el costo, o por lo menos una parte. Los sueldos valen
menos por más que se los mejore, por más que ahora cobremos más plata
que antes, tenemos menos poder adquisitivo. A pesar de esto, la sociedad
decide hacer un esfuerzo porque sirve para reactivar la producción
nacional y generar trabajo para todos.

El gobierno, en su decisión de favorecer a la producción nacional, me
refinancia mi deuda con el banco, me da una tasa de interés muy barata, y
yo puedo quedarme con mi fábrica. Además, para mantener el precio de
moneda devaluada, sale a comprar dólares todo el tiempo, miles de millones
de dólares para que los consoladores argentinos sean competitivos. Otra
cosa: para hacer consoladores necesito goma. Y la goma es un derivado del
petróleo. Y como el petróleo tiene precio internacional y está en
dólares, cada vez más caro, el gobierno me rebaja el costo de la goma,
subsidiándola.

Tanto la plata para pagar mi deuda con el banco, como la que ponen para
mantener el dólar alto, como que la me dan para financiar la goma, sale de
las arcas nacionales. Es así que entonces, todos los argentinos ayudan a
pagar mis deudas y a financiar los costos de mi producción.

En fin, ahora yo tengo mi fábrica con una rentabilidad de treinta y cinco
por ciento por cada peso que invierto. Encima, trascartón, se reactivaron
todas las fábricas del país, hay más trabajo, menos pobres, subieron los
salarios. Ya van cinco años seguidos en que la situación mejora cada
día. Mi actividad esta tan subvencionada que prácticamente no tengo
riesgo empresario, es decir, tengo que hacer fuerza para que me vaya mal.

¿Y entonces qué pasa? Pasa que de golpe en China hay una revolución
sexual. Todas las chinas se revelan, hartas de que los chinos no se pongan
las pilas en la catrera, salen como locas a comprar consoladores de goma.
Miles de millones de chinas haciendo cola para comprar artefactos que
satisfagan sus necesidades íntimas. Ante esta situación, el gobierno
chino declara la emergencia sexual y saca una Ley de Seguridad Consolante,
abre las fronteras, sin impuestos, para todos los consoladores del mundo
que quieran entrar a la China. El precio internacional de los consoladores
se dispara, un consolador sale dos, tres, hasta cuatro veces lo que salía
antes.

A mí me viene al pelo, claro. Y suponéte que por cada peso invertido
puedo sacar hasta dos pesos con treinta centavos, una rentabilidad del
ciento treinta por ciento.

Así es que hacer consoladores, de golpe, no sólo es una actividad que me
permite vivir bien, sino que ahora me convierte en millonario. Y eso que
soy un "pequeño productor de consoladores", que no es lo mismo que ser un
productor de pequeños consoladores. Así y todo estoy ganando. Suponéte,
cuarenta mil pesos por mes. Chocho de la vida, ¿no?

¿Pero qué pasa? Como hacer consoladores es tan rentable, muchos de los
que hacen fideos, remeras, lapiceras, latas de comida, remedios o
galletitas dulces, se vuelcan masivamente a la industria del consolador.
¿Por qué? Porque todos quieren hacer mucha guita, claro. La consecuencia
directa, en Argentina, serían por lo menos tres:

   1. Todos los consoladores se venderían al exterior, dejando a los
consumidores de consoladores argentinos sin el producto, o al mismo precio
que se paga afuera, pero muchísimo más caro. Como nuestros sueldos están
devaluados para que se puedan fabricar casi todo los que se nos ocurra,
esta consecuencia es absolutamente injusta, ya que hacemos el sacrificio
para que se puedan fabricar consoladores pero nos quedamos sin la capacidad
adquisitiva para poder comprar esos mismos aparatitos que nosotros mismos
fabricamos.
   2. Como muchas fabricas se cambiarían al rubro de los consoladores de
goma, se dejarían de fabricar muchas de los bienes que recién enuncié, y
al haber menos cantidad de esos bienes, aumentarían automáticamente de
precio, con lo cual nuestros sueldos devaluados perderían poder
adquisitivo con respecto a todos los productos que se comercializan en los
supermercados, chinos, y almacenes de nuestro barrio.
   3. Además, como es tan rentable hacer consoladores, mi fábrica
aumentaría de valor. Antes valía cien mil pesos y ahora valdría
quinientos mil. Entonces ya ni siquiera haría falta que trabaje. La
alquilaría y me iría a pescar al costado de la ruta. Vendrían pooles
consoladoriles, fondos de inversión, y empezarían a alquilar todas las
fábricas del país para hacerlas producir consoladores.

El gobierno, entonces, ante tremenda situación, debería tomar cartas en
el asunto. Porque la gente lo había votado por haber reactivado la
economía pero siempre y cuando los sueldos le alcanzasen para vivir -lo
cual es lógico, claro que sí-. La gente acepta pagar el costo y la deuda
de los sectores productivos, pero a cambio de poder trabajar y comer, como
mínimo, y por ahí, en el mejor de los casos, progresar.

Y entonces, suponéte, lo que hace el gobierno es ponerme retenciones
móviles a la exportación de consoladores, con lo cual, ahora mi
rentabilidad vuelve a ser del treinta por ciento. Cuando aumenta mucho el
precio del consolador, aumentan las retenciones, cuando baja el precio del
consolador, baja la retención. Yo siempre gano lo mismo, o sea, bien, muy
bien, un treinta por ciento anual, que es seis veces más que lo que gana
una fábrica de consoladores en cualquier lugar del mundo.

Suponéte, entonces, que soy un tipo irracional y egoísta. Suponéte que
además no tengo memoria, no me acuerdo de la situación en la que me
encontraba antes, y me olvido además de los esfuerzos que hizo toda la
sociedad para que me vaya bien. De golpe me junto con todos los productores
de consoladores y armo un quilombo bárbaro. Dejo la caña de pescar a un
costado, y corto la ruta, no permito el paso de ningún otro producto.
Genero desabastecimiento, suben los precios, la gente pierde aún más
poder adquisitivo, pongo en jaque cuestiones de peso.

Para justificarme, me dedico junto a mis compañeros fabricantes de
consoladores a diseñar un discurso que me exculpe de mis acciones:
"Consoladores=Patria", "Yo estoy con los Consoladores", "Nosotros hicimos
la Patria", "Cristina tirame la goma", "Los consoladores nos sacaron de la
Crisis", "Dildo o Muerte".

La oposición y los medios me apoyan, aunque lo hagan solamente porque
están en contra del gobierno y se aprovechan de la situación porque
juegan su propio partido, con irresponsabilidad y una falta de ética
total. Suponéte que a mí no me importa y me aprovecho también de ese
apoyo.

El gobierno no me reprime, es sumamente racional al respecto del manejo del
conflicto social. Entonces yo me aprovecho de esa situación y radicalizo
mi protesta, la agudizo. Los medios y la clase alta, que siempre habían
condenado los cortes y el uso de la fuerza en la protesta, ahora lo apoyan,
con lo cual todo me sale redondo.

Ahora bien. Hasta acá, la historia es igual a la del campo. Ya lo sé.
Pero suponéte que de golpe, el gobierno, y en relación al hipotético
conflicto con los productores de consoladores de la Argentina, dice:
"Bueno, consolador, tenés razón: te voy a sacar las retenciones
móviles." Yo me pondría re contento, haría un acto en Rosario y
saltaría de alegría por haber ganado la batalla junto a todos mis amigos
de la Sociedad Consoladora Argentina, la gente del Pro Consolador, la
Carrió que apoya a los consoladores hasta las últimas consecuencias.
Listo: gané.

Suponéte todo eso, si. Pero al otro día, el gobierno dice: "Te saqué las
retenciones, pero también se las saqué al petróleo, y además dejo de
comprar dólares para mantener el tipo de cambio, y además, ¿sabés
qué?, voy a dejar de financiarte tus deudas con el banco, y voy a liberar
las paritarias para que los trabajadores exijan los sueldos que quieran,
voy a dejar de hacer rutas para transportar consoladores y voy a mandar esa
guita para hacer hoteles alojamiento populares, y además voy a lanzar un
montón de medidas para fiscalizar a la producción de consoladores porque
ese sector es el que más evade impuestos en nuestro país".

Entonces, así, aumentaría la goma a costos en dólares. Y el costo del
trabajo aumentaría a valores euros. Y encima tendría más presión fiscal
y se me iría el treinta y tres por ciento de la ganancia que antes no
pagaba porque me hacia el dolobu. Para colmo, se revaluaría la moneda
porque el gobierno ya no saldría a comprar dólares, con lo cual la
diferencia que hacía antes en el mercado internacional se achicaría.
Ahora no tengo retenciones, y aunque sigo ganando plata, gano inclusive
menos que cuando se me hacían retenciones.

Suponéte que un día se acaba la fiesta sexual en China. Las minitas
vuelven al lecho masculino porque los chinos hombres se pusieron a estudiar
tantra como locos, y ahora, pese a todas las predicciones, filosóficas y
de mercado, pueden mantener una erección durante cuarenta y ocho
interminables horas. Y el sexo adquiere la calidad de "actividad protegida
por la República Popular de China". Por efecto de la transnacionalización
de la cultura oriental, se abren escuelas de tantra en todo el mundo. Los
consoladores pasan de moda. El pene, viejo y peludo, vuelve a ser el mejor
amigo entre las chicas de todo el mundo. Los hombres readquieren su
seguridad, pues se habían visto reemplazados por simples pedazos de goma
muertos. Al haber volcado sus esfuerzos en hacer la vida de sus compañeras
más placenteras, habiendo abandonando el egoísmo sexual que los
caracterizaba, la humanidad, así, se encaminaría hacia una época plena y
feliz.

Suponéte que en Argentina ahora nos tapan los consoladores. No nos sirven
ni para revolver el guiso de arroz. Encima perdimos la capacidad de
producir cualquier otro producto porque todos quisimos comer de la misma
torta, y no nos tecnificamos, ni nos modernizamos, ni diversificamos
nuestra producción. En fin, se nos pasó el tren.

Suponéte que ahora, ante esta nueva coyuntura nacional e internacional, mi
actividad no tiene renta extraordinaria ni el apoyo del Estado. Suponéte
que en los depósitos de mi fábrica tengo guardadas miles y miles de cajas
llenas de penes de goma, y que me los tengo que meter, uno por uno, en el
culo.
Suponéte.






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