[Solar-general] Tecnlogia, poder y viceversa (del INTI sobre neutralidad tecnologica)

Martin Olivera molivera en solar.org.ar
Vie Jun 6 19:04:15 CEST 2008


Enrique Martinez es presidente del INTI (Instituto Nacional de
Tecnologia Industrial de la República Argentina

me parecio importante compartir su vision sobre la neutralidad
tecnologica, habria que acercarse para tenerlo de aliado en la causa
del software libre...
http://www.inti.gov.ar/sabercomo/sc65/inti1.php

Tecnología, poder y viceversa
por Ing. Enrique Martínez
Presidente del INTI
	

La incorporación de inteligencia a los procesos productivos y a los
bienes finales –la tecnología– suele quedar expuesta a evaluaciones
prejuiciosas o superficiales. En efecto, es inexorable que sea una
fracción pequeña de la sociedad la que incursione en el desarrollo de
aspectos tecnológicos y por su aplicación al agro, la industria o los
servicios. Sin embargo, tal aplicación afecta la vida de todos y cada
uno de los miembros de la comunidad. De manera positiva o de manera
negativa, pero afecta. Por lo tanto, todos tenemos derecho a opinar
pero en algunos casos lo hacemos con poco fundamento.

Esto es bastante inevitable y en todo caso es responsabilidad central
de quienes conocen el tema buscar todas las maneras posibles para que
el resto de los ciudadanos acceda a la mejor información. Sin embargo,
en rigor, este sesgo del poco o mal fundamento opinativo tiene una
contra cara aún más grave. Sucede cuando la tecnología afecta nuestras
vidas, lo hace de una manera controvertida o francamente dañina, y ni
siquiera nos damos cuenta.

Veamos algún ejemplo, eligiendo la siembra directa en grandes
extensiones. La siembra sin un laboreo previo o con laboreo mínimo ha
sido pensada e implementada por agricultores con variada base
científica desde hace muchísimos años, con un objeto conservacionista.
Como criterio general, puede reducir hasta eliminar la erosión; puede
preservar los procesos naturales de nitrificación y formación de humus
del suelo; ahorra energía; en síntesis: permite llevar adelante
cultivos de manera armoniosa con el hábitat, adaptándose a aquello que
la naturaleza viene haciendo hace centenares de miles de años. Claro:
en superficies a escala humana y sin aplicación de grandes máquinas ni
arsenales químicos. Es más: en la primera mitad del siglo XX, la
labranza mínima era una de las banderas contra el uso de fertilizantes
artificiales en gran escala.

Hasta que llegó otra mirada tecnológica. Una gran corporación
americana advirtió que podía tomar a su favor el valor cultural de la
conservación del suelo, pero rediseñó por completo la idea de la
labranza cero. Para la tecnología "Monsanto" el suelo es sólo un
soporte para los cultivos. Todo lo demás viene de afuera: se aplica un
herbicida total de contacto, que al menos cuando se lo diseñó,
eliminaba toda vegetación a la que alcanzara; se utiliza una semilla
resistente a ese herbicida obtenida por transgénesis, modificación
genética que consiste en insertar genes de otra especie para obtener
una característica determinada, en este caso, la resistencia al
herbicida glifosato; se aplican fertilizantes nitrogenados o
fosfatados como para cubrir la totalidad de la demanda del cultivo.
Falta solo el sol y la lluvia. Incluso esta última se reemplaza por
sistema de riego en gran escala. El resultado tiene sólo algunos
puntos en común con los conservacionistas. Porque el herbicida total
afecta la microfauna, las abejas y los pájaros, además de las
personas, en los frecuentes casos de uso desaprensivo; porque el
exceso de fertilizantes no procesado migra hacia los cauces de agua y
los contamina con vegetación acuática no deseada; porque aparecen
plagas resistentes al cóctel químico, que hace que las dosis aumenten
y aumenten. Los rendimientos por hectárea aumentan. Pero, en rigor, lo
hacen casi como sucedería en un cultivo hidropónico, donde sin tierra
se agregan todos los nutrientes necesarios. El tiempo dirá si este es
el modelo que realmente el mundo necesita.

Existe otro componente –el menos visto– de la nueva tecnología. Al
reducirse la potencia necesaria por hectárea –porque no se mueve la
tierra– se produjo la paradoja que el tamaño de los equipos aumentó,
pero con el objetivo de trabajar mucho mayores superficies que las
tradicionales, en igual tiempo. Mediante este "paquete" tecnológico
(gran maquinaria, herbicidas totales, semillas modificadas
genéticamente para resistir al herbicida) se posibilitó así que muy
poca gente trabaje grandes extensiones; el empleo productivo
disminuye, su costo también. En cambio, el costo y la dependencia con
respecto a este paquete tecnológico, patentado y controlado de modo
concentrado por grandes corporaciones, aumentó.

El efecto inmediato fue el gran aumento del capital necesario para ser
contratista de labranza y la posibilidad de que grandes capitales
financieros accedieran a cultivar la tierra, ocupando a esos
contratistas y arrendando predios. Cultivar es un decir: accedieron a
hacer negocios con la tierra, de forma tal que los inversores
normalmente no saben ni en qué provincias están los campos que se
siembran. Como sucede en cualquier "fondo de inversión", los dueños
del capital (en muchos casos pequeños ahorristas, jubilados), quedan
completamente desvinculados e ignorantes de la aplicación productiva
de sus dineros; sólo deben preocuparse por la seguridad de su
inversión y la maximización de su renta.

El efecto en cascada es ya conocido. La compra centralizada de insumos
y la comercialización igualmente centralizada de los productos finales
quebró el tejido comercial e industrial de cada pueblo, amplificando
el efecto negativo de la menor ocupación directa sobre la tierra. Los
actores financieros y económicos para esta transformación estaban
disponibles o aparecieron en el camino. Pero fue la tecnología la que
permitió el cambio.

La tecnología no es neutral, y quienes la hacemos, querramos o no,
tampoco somos neutrales; tampoco podremos alegar inocencia. No basta
conocer un tema a fondo para ser útil a la comunidad. Para que esto
suceda importan los resultados finales sobre la vida de los
ciudadanos. Todos los resultados. El ejemplo desarrollado, que puede
multiplicarse en otros ámbitos de la salud, de la tecnología militar o
del uso de Internet, entre tantos, nos obliga a pensar más allá del
resultado inmediato. Más allá del negocio. Hay un solo espacio válido:
el de la vida de todos. Allí importa –y mucho– la tecnología, pero
controlada por nosotros mismos y al servicio de todos los
compatriotas.


-- 
blog: http://www.martinolivera.com.ar



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