[Solar-general] OT: Fumata rossa en Cuba
Pablo Manuel Rizzo
info en pablorizzo.com
Lun Feb 25 01:04:29 CET 2008
Ya que estás en la búsqueda de la crítica hacia la Revolución Cubana,
aquí hay una bastante más racional e incisiva que la que enviaste:
"Llegó el adiós largamente postergado" Por José Natanson
Los claroscuros que deja la presidencia de Fidel Castro incluyen una
sociedad educada, diversificada y compleja, pero también un sistema
político autoritario y una economía improductiva que premia a quienes
entran en contacto con el sector externo.
La Asamblea Nacional de Cuba designará hoy al nuevo presidente del
Consejo de Estado y al jefe de las Fuerzas Armadas, cargos que
probablemente recaerán en Raúl Castro, como un paso más en el proceso
de recambio institucional iniciado hace dos años, cuando se conocieron
las noticias acerca de la enfermedad de Fidel. Antes que nada hay que
decir que el índice de mortalidad infantil en Cuba es el más bajo de
América latina, la esperanza de vida se asemeja a la de los países
desarrollados y la pobreza extrema no existe. Todos los niños reciben
un litro de leche por día, todos van a la escuela –la Unesco declaró a
la isla territorio libre de analfabetismo– y todos tienen igual
derecho a ingresar en la universidad. Aclarados estos puntos, siguen
algunos comentarios –menos halagüeños pero más interesantes– tras una
visita a la isla.
El principal problema de Cuba no es la presión de Miami ni la
disidencia interna, sino el insólito sistema de dualidad monetaria.
Comenzó en los '90, cuando el colapso del bloque soviético produjo un
hundimiento automático de la economía de la isla: entre 1989 y 1993,
según cifras oficiales, el PBI cayó 35 por ciento, el consumo de carne
pasó de 39 a 21 kilos per cápita, el de pescado de 18 a 8 y el de
productos lácteos de 144 a 53. Con apagones de hasta 14 horas y una
oleada imparable de balseros huyendo a La Florida, el fin de la utopía
subsidiada forzó a Fidel a ensayar una apertura regulada, que incluyó
incentivos a la inversión extranjera, sobre todo en turismo, y una
liberalización que autorizó el trabajo por cuenta propia.
El plan, que consistía en inyectarle dosis de mercado a un sistema
hipercentralizado, incluyó la autorización a la libre circulación del
dólar, que en el 2004 fue reemplazado por el peso convertible. Hoy en
Cuba circulan dos monedas: la moneda nacional, con la que se pagan los
salarios y se compran los productos básicos, y los pesos convertibles
(equivalentes al dólar), a los que los cubanos tienen que recurrir
para obtener todo aquello que no se puede conseguir en moneda
nacional. La cartilla que el gobierno entrega a cada familia le
permite acceder en pesos cubanos a la mitad, aproximadamente, de sus
necesidades alimentarias: incluye, cada mes, 8 huevos, dos kilos de
azúcar, 3 kilos de pollo, 3 kilos de arroz, un jabón, etc. El problema
surge cuando un cubano, que recibe su salario en moneda nacional,
quiere comprar zapatos, hojas de papel o un melón, para lo cual tiene
que recurrir a los negocios especiales o al mercado negro, que venden
sus productos en pesos convertibles a precios internacionales.
Cualquier persona tiene, por supuesto, salud y educación gratis,
servicios públicos garantizados y vivienda (aunque probablemente un
poco derruida). La cartilla cubre una parte de las necesidades
alimentarias.
Pero un profesor universitario o un médico gana alrededor de 1000
pesos cubanos al mes, unos 40 pesos convertibles, con los que tiene
que comprar todo aquello que el Estado no le provee. "Aquí todo el
mundo sabe que el salario en pesos cubanos alcanza para lo mínimo,
pero que todo lo demás hay que buscarlo de otra manera, tratando de
conectarse de alguna forma con los extranjeros, con los que tienen los
dólares", me dijo un profesor de sociología de la Universidad de La
Habana que gana 38 dólares al mes pero sobrevive con conferencias,
consultorías y artículos para el extranjero.
Distorsiones
El sistema bimonetario amenaza uno de los grandes triunfos de la
revolución, los altos estándares de educación universitaria, al romper
la relación formación-salario, ya que un empleado de hotel puede
triplicar, gracias a las propinas, el sueldo mensual de un cirujano
cerebrovascular que ha estudiado 20 años pero que no tiene relación
con extranjeros. Y es que la clave de la prosperidad en la Cuba de hoy
ya no pasa por la vinculación con el exterior, a través del turismo o
de las remesas, fuentes de los pesos convertibles que alimentan un
creciente mercado negro. Un ejemplo: el gobierno prohíbe comprar y
vender casas, que se asignan mediante herencia o complicados sistemas
de calificación oficial, aunque está permitido canjearlas siempre y
cuando se trate de propiedades de un valor similar. ¿Qué hace entonces
el empleado de hotel después de tres años de acumular propinas? Busca
una casa que le guste, negocia el canje con el dueño y paga un soborno
al inspector, que certifica que se trata de un intercambio legítimo.
Lo mismo con los autos, las tierras y hasta los locales comerciales.
En suma, la apertura de los '90, permitió relanzar la economía,
descomprimió los reclamos de apertura política y reactivó el consumo,
como se comprueba fácilmente recorriendo las calles de La Habana, con
trabajos de reconstrucción de fachadas históricas, nuevos negocios, el
bullicio de los turistas. El costo, sin embargo, fue una creciente
dualidad entre los cubanos vinculados con los circuitos
internacionales y aquellos que no lo están. "La coexistencia de dos
monedas es un desastre económico", aseguró en una entrevista con la
televisión cubana Pedro Monreal, del Centro de Investigaciones de
Economía Internacional. "¿Cuál es el problema? La falta de
productividad de la economía estatal. Si la economía estatal, que es
la que respalda la moneda nacional, es improductiva, jamás podrá
resolverse el problema de unificar la moneda".
Elecciones
La Asamblea Nacional que sesionará hoy, además de designar a Raúl
Castro como jefe de Estado, confirmará el esquema colegiado integrado
por las primeras figuras del régimen. Desde 1993, el sistema electoral
cubano permite elegir por voto directo a los integrantes de la
Asamblea de una lista única propuesta por el Partido Comunista. Se
puede elegir a uno, a varios, a ninguno o a todos los candidatos de
esa lista. En los meses previos, el gobierno extrema su campaña por el
voto a lista completa, que en las elecciones de febrero pasado superó
el 90 por ciento. ¿Mucho? Seguramente, pero también significa que un
millón de cubanos se negó a votar, votó en blanco o no votó la lista
completa, junto a otros indicios más sutiles de descontento, como el
hecho de que en cinco provincias los jefes locales del Partido
Comunista quedaran en el último lugar de las preferencias. El apoyo es
amplio, pero menos sólido de lo que se piensa: como recuerda Haroldo
Dilla, poco después de las elecciones de 1998, en las que el voto
unido llegó al 90 por ciento, el 30 por ciento de la población se
presentó para obtener una visa de entrada a Estados Unidos.
Y además siempre es difícil calcular el peso real de la estructura
autoritaria. Aunque nunca, ni en los tiempos más duros del quinquenio
gris, hubo matanzas masivas o torturas, sí existieron momentos de
represión selectiva: en marzo del 2003, el gobierno detuvo a 75
personas que habían participado en una reunión en la Oficina de
Intereses de Estados Unidos en La Habana y que fueron condenadas, en
juicios sumarios, a penas de hasta 28 años de prisión. En abril de ese
mismo año, un grupo de jóvenes secuestró una lancha con pasajeros e
intentó llevarla a Miami, pero fueron detenidos y remolcados a La
Habana. Los secuestradores iban armados pero no lastimaron a nadie.
Fueron capturados el 4 de abril, procesados el 8 y tres de ellos
fusilados el 10.
Pese a ello, sería un error creer que en Cuba existe una oposición
fuerte: la disidencia interna tiene escaso arraigo social, se
encuentra fragmentada y en buena medida cooptada por Washington, y la
respuesta de los cubanos parece inclinarse más a una cierta actitud de
apatía, estrategias de salvación económica individual o una vuelta a
la religión.
On line
En Cuba no hay banda ancha. Aunque el gobierno dice que es por el
embargo, los avances en áreas más complicadas que el tendido de redes
indican que se trata de una forma más de control de la información. La
conexión telefónica es lentísima y solo está accesible en ciertos
lugares: los hoteles, algunas oficinas oficiales y los centros
académicos. Pese a ello, los columnistas del periódico Juventud
Rebelde ponen su mail a continuación de su firma, como si alguien
pudiera responderles.
Algo similar ocurre con el cable. La televisión cubana y sus programas
educativos no generan mucho entusiasmo en la población, que en los
últimos años recurre cada vez más a los transmisores de Direct TV que
llegan de contrabando. El dueño del transmisor ofrece el servicio a
las casas vecinas, que le pagan una especie de abono. Se conecta todo
el barrio, pero, como se trata de una misma señal, todos están
obligados a mirar el mismo canal, por lo que se generan complicadas
negociaciones acerca de la programación. "A nosotros no nos interesa
la propaganda yanqui ni los programas educativos que pasan acá", me
dice Carlos, conductor de uno de los tantos bicitaxis que recorren las
calles de La Habana. "¿Y qué ven?" "Baseball de la liga
norteamericana, novelas, películas", explica Carlos. Y pedalea.
El amigo americano
A lo largo de medio siglo, Washington lo ha intentado todo para
derrocar a Fidel, desde el bloqueo hasta el intento de asesinato. La
insistencia estadounidense es en buena medida resultado del lobby de
la comunidad cubana de Miami, pero existen también factores
moderadores, como los productores agropecuarios del Medio Oeste que
venden trigo a Cuba y que también ejercen su presión, o los nuevos
exiliados que, a diferencia de los que huyeron en los '60, tienen
vínculos más directos con la isla, en muchos casos hermanos o hijos, y
quieren evitar las limitaciones al envío de dinero y flexibilizar la
política de viajes. ¿Por qué emigra hoy un cubano? Por los mismos
motivos que un haitiano, un dominicano o un mexicano: para buscar una
vida mejor. Esto desbarata los argumentos de los anticastristas, que
conciben a todos los emigrados como opositores convencidos, pero
también los del gobierno, pues revelan que una buena parte de los
cubanos no vive como le gustaría.
Transición hacia dónde
Me enteré de la decisión de Fidel Castro de renunciar a un futuro
mandato por un vendedor del Granma, que gritaba sin mucha convicción
el "Mensaje del Comandante". Si no fuera por él, la mañana podría
haber pasado sin noticias, pues no se produjeron ni manifestaciones ni
discusiones y las calles de La Habana no registraban un movimiento
especial. "El que piensa que acá va a haber grandes cambios no conoce
Cuba", opina Ismael, que vende tallas de madera en un pequeño negocio
en el corazón de La Habana vieja.
Cuando la Asamblea Nacional designe hoy a Raúl jefe de Estado
confirmará el pronóstico de una transición serena al estilo vietnamita
(perestroika sin glasnost) y probablemente desprovista de sobresaltos,
que deberá encarar los principales problemas del país: la unificación
monetaria, la crisis del campo (Cuba importa el 70 por ciento de los
alimentos de consume), la desigualdad creciente. Jugarán un rol
central los militares, que controlan entre el 50 y el 70 por ciento de
la economía y que ganaron fama de buenos administradores durante los
'90. Y también los nuevos aliados externos: China, con sus inversiones
en las minas de níquel; Canadá, de donde proviene la mayor cantidad de
turistas; y por supuesto Venezuela, que hoy envía a Cuba la misma
cantidad de petróleo que aportaba la URSS y que paga muchísimo dinero
a cambio de los 27 mil médicos cubanos que trabajan allí: 6000
millones de dólares al año, una fortuna si se compara con los 2000 que
deja el turismo o los magros 500 millones que se obtienen por la
exportación de azúcar. Asombrosamente, ni el lobby de Miami ni el
gobierno de Estados Unidos parecen tener un lugar, al menos en el
primer período de transición, y ésta tal vez sea la prueba más patente
del fracaso de la estrategia norteamericana.
Perspectivas
Es notable la polarización que genera la simple mención de Cuba. De un
lado, la defensa sin fisuras, la incapacidad de criticar lo evidente.
Y del otro lado, la dificultad para reconocer los avances sociales, la
solidaridad de los médicos cubanos diseminados por el mundo, el rol
histórico en Angola.
Después de casi medio siglo, hoy comenzará formalmente la transición
en Cuba. Será difícil, si no imposible, dejar las cosas como están:
los mecanismos de control autoritario, el sistema económico
centralizado, la propaganda, todo se debilita, fluye y cambia, un poco
como consecuencia automática de la globalización y otro poco por
presión de una sociedad educada, diversificada y compleja, resultado
de las mejores ideas de una revolución que hoy dará el primer paso de
un adiós largamente postergado.
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Pablo Manuel Rizzo
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Aunque supiera que el mundo se acabará mañana,
Igual plantaría mi manzano. -- Martin Luther King --
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