[Bah-tagonius] [Bah-general] Agua biofotonica para la salud

FRANCES MARES info en nuevamedicina.es
Vie Mayo 16 14:56:39 CEST 2014


AGUA BIOFOTONICA   FOTON VITAE

Se comercializara en breve

 

DISTRIBUIDOR PARA TODO EL MUNDO: FRANCES MARES

 Telf. España: 972272807 – 600298136

ASESOR CIENTIFICO: DR.J.AMAT

                   

1)     Licenciado en medicina y cirugía por la facultad de medicina de Zaragoza 1973 –España. 2) Cursos monográficos del doctorado 1975. 3) Especialista en Neurología. 4) Miembro por oposición del cuerpo de médicos titulares del estado. 5) Nominado para el premio Príncipe de Asturias en el 1984. 6) Pronominado para el premio Nobel de Medicina y fisiología del 1984 7) Autor del libro –CÁNCER TEORÍA BIOQUÍMICA Y PRÁCTICA CLÍNICA, volumen de 1200 páginas el cual se encuentra en las bibliotecas de todas las facultades de medicina del mundo occidental.

 

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La Conciencia del agua

¡Hola, amigos!

Nos agrada nuevamente contactarles para ofrecerles, esta vez, un resumen de  una compilación amorosamente realizada por Santiago Merino desde la fuente “Discovery Salud”, la cual consta de una serie de ocho artículos dedicados a las propiedades curativas del Agua y las diferentes maneras de tratarla para convertirla en “agua viva”.

En ellos se habla dilatadamente de las propiedades curativas  de las aguas estructuradas

Decidimos enviarles el resumen de  esta compilación, pues el tema está totalmente vinculado a lo que hasta ahora se ha divulgado en relación con la conciencia del agua y estrechamente relacionado con nuestro proyecto.de comercializar en breve botellas de agua biofotónica (estructurada) con el nombre H2O FOTON VITAE.

Este trabajo y los siguientes son fundamentales para empezar a entender los nuevos conocimientos sobre el agua y sus propiedades curativas. Con ellos comenzamos una serie  de trabajos que paulatinamente se le irán enviando ampliando estos conocimientos, ruego por lo tanto los guarden debidamente, puesto que unos se basaran en otros y difícilmente se entenderán  los posteriores si no se han comprendido los anteriores

Le enviamos ahora los dos primeros artículos resumidos y en envíos posteriores recibirá los restantes.





El material en referencia ocupa aproximadamente unas 50 páginas en tamaño carta y se envía resumido pero en cuatro entregas de dos artículos cada una,  para favorecer la comprensión y el interés de los lectores, sobre todo para aquellos que deseen profundizar en este conocimiento

 

 

AGUA H2O FOTON VITAE

Presentación botellas de medio litro

Modo de empleo:

Dosis un tapón  de agua H2O Fotón Vitae para cada litro y medio de agua.

Con una botella de H2O Fotón vitae de medio litro, puede prepara unos 150 litros de agua para consumo, unos tres litros de agua diarios durante un mes.

Antes del uso, agitar enérgicamente la botella de Fotón Vitae.

Verter el tapón lleno de agua Fotón Vitae en un litro y medio de agua del grifo o mineral  si se prefiere y agitar dicha botella.

Preparar a la mañana todas las botellas necesarias para el consumo diario de la familia.

Tomar toda el agua que se desee  a lo largo del día, tanto dentro como fuera de las comidas. 

 Una vez abierto la botella, sus características  se pierden en 35 días aproximadamente,

Cuando diluye un tapón de agua H2O Fotón Vitae en un litro y medio de agua sea o no del grifo esta revitalizando dicho litro y medio, porque  las moléculas del agua nueva, se estructuran siguiendo el patrón de las moléculas que se han añadido, transformándose toda en agua  revitalizada  con innumerables ventajas para la salud, tal como irán viendo  a lo largo de los trabajos que les iremos enviando

 



1- LA ENORME IMPORTANCIA DE LA CALIDAD DEL AGUA EN LA SALUD

Muy pocas personas -médicos y autoridades sanitarias incluidas- son realmente conscientes de la importancia que tiene el agua para la salud. Y, sin embargo, es absolutamente vital. Mucho más de lo que inmensa mayoría de la gente pueda siquiera sospechar. Al punto de que muchas de las actuales enfermedades podrían evitarse simplemente bebiendo agua viva y estructurada en lugar de esa agua muerta, desestructurada y a veces contaminada -incluyendo la que lleva cloro como desinfectante- que hoy tomamos. Un problema que incluye a la mayor parte de las aguas minerales que se comercializan hoy día.

El 75% de nuestro cuerpo al nacer es agua. También lo es el 70% de la Tierra. De hecho, no hay nada más abundante en nuestro planeta. Además, el agua es un constituyente necesario de las células de todos los tejidos animales y vegetales y no puede existir la vida -ni siquiera durante un periodo limitado- en ausencia de agua porque en ella se desarrollan todas las reacciones bioquímicas de los seres vivos. Sencillamente, el agua es el fundamento de la vida porque la vida ha nacido en ella; es, pues, la base de todo lo vivo. Así lo afirmaba ya el filósofo, matemático y astrónomo griego Tales de Mileto -quien vivió hace más de 2.500 años- llegando a considerarla "el principio de todo lo que existe".

Sin embargo, nuestros conocimientos sobre el agua son muy escasos. A nivel popular, apenas sabemos que está compuesta de dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno, y que ha de atravesar una serie de controles y procesos químicos para llegar a nuestro grifo en perfecto estado bacteriológico e higiénico. Y si miramos exclusivamente a través de las gafas de la química puede que eso nos baste para considerar que un agua es saludable. Pero, ¿es eso así? ¿Sabemos realmente lo que bebemos?

La vida en una gota

Todo lo que comemos, respiramos o sentimos influye en nuestra salud global. También lo que bebemos y, más en concreto, la cantidad y calidad del agua que ingerimos ya que este elemento cumple funciones vitales en nuestro organismo. Por ejemplo, el agua es fundamental en la eliminación de los residuos, en la reparación de los tejidos y en las secreciones gástricas además de intervenir en el mantenimiento de una adecuada temperatura corporal, entre otras muchas funciones vitales (vea recuadro). Por tanto, su calidad puede llegar a determinar nuestro buen o mal estado de salud.

De ahí que muchos expertos insistan en la trascendencia de saber lo que bebemos. Y sepa el lector que para muchos de ellos ni la que sale del grifo ni la que compramos en los supermercados y ha pasado numerosos controles y tratamientos de esterilización, desinfección, cloración, filtrado, etc., es un agua de calidad. Afirmación que se justifica por un simple hecho: algunos de esos procesos por los que pasa el agua -hasta 250- tienen "efectos secundarios" para la salud. Por ejemplo, la cloración no parece ser el más saludable de los procedimientos de purificación del agua si se tiene en cuenta que el cloro es venenoso, destruye la vitamina E, altera la flora intestinal y puede irritar el estómago. Pero es que tampoco el filtrado es un tratamiento completamente seguro ya que aunque logra eliminar del agua las sustancias en suspensión más grandes no lo consigue con las sustancias coloidales y las que están disueltas.

En realidad, el agua que hoy bebemos está energéticamente muerta, desestructurada y altamente contaminada. No tiene nada que ver con el agua viva, estructurada y de alto poder energético que podía encontrarse en un manantial o en un pozo... hasta hace un siglo. Porque también ésta se ha contaminado a causa de los residuos químicos de nuestra civilización, especialmente por culpa de los derivados del petróleo. La lluvia ácida ha llegado a todas partes contaminando prácticamente el planeta entero. Hoy es difícil -por no decir imposible- encontrar lago, pozo o río -incluidos los subterráneos- que no esté contaminado en mayor o menor medida. Lo más que podemos hacer actualmente es hablar de aguas potables aunque en realidad hasta esas aguas son hoy causa de numerosas enfermedades. Veámoslo.

Potable sí, pero ¿saludable?

Legalmente se considera potable toda agua que cumple ciertos requisitos mínimos. Así, ha de ser incolora, inodora, insípida y recogerse de un lugar también limpio. Y a fin de que no sea origen de enfermedades debe carecer de venenos orgánicos e inorgánicos, microbios y parásitos. De ahí que para cumplir tal requisito el agua extraída del subsuelo, ríos o lagos sea sometida a 250 procesos químicos, biológicos o mecánicos diferentes atendiendo a los criterios legales y sanitarios de cada país.

Las impurezas admisibles en el agua de consumo están reguladas por el Decreto 1138/1990 de 14 de septiembre por el que se aprueba la Reglamentación Técnico-Sanitaria para el abastecimiento y control de calidad de las aguas potables de consumo público. Y en él se incluye un listado de los diferentes elementos físicos y químicos de las aguas potables y las cantidades admisibles de cada uno de ellos que corresponden a un agua de una "calidad deseable". Entre esos elementos se citan cloruros, sulfatos, calcio, magnesio, sodio, potasio, aluminio, residuo seco y oxígeno disuelto estableciéndose además los niveles idóneos de pH, conductividad y dureza. La reglamentación también enumera los valores máximos de "las sustancias no deseables" que debe contener el agua de consumo y que son, entre otras, nitratos, amonio, hierro, cobre, fósforo, flúor o bario. A ellas se añaden en el Anexo D del citado decreto "las sustancias tóxicas" y la concentración máxima admisible en el agua de consumo (50 microgramos por litro de agua) y que son arsénico, cianuro, cromo y níquel.

Es decir, ¡la propia ley las considera sustancias tóxicas pero admisibles en cierta cantidad! Algo que hace ya dudar a muchos expertos sobre la inocuidad del agua potable que sale de nuestros grifos o que compramos en el supermercado y que, tras pasar por 250 procesos de depuración -incluida la utilización de cloro, un gas venenoso-, poco o nada tiene que ver con el H2O puro. De hecho, cada vez más científicos y médicos denuncian la alarmante baja calidad del agua que se consume en el mundo asegurando que se trata de "agua muerta, desestructurada y, a veces, contaminada por los propios productos y mecanismos que se utilizan para depurarla". No es extraño, pues, que se atribuyan al agua que bebemos el origen de algunas patologías o la razón de que se conviertan en crónicas.

Agua viva, agua muerta

Es necesario entender antes de seguir que todo objeto y sustancia -tanto natural como artificial- tiene su propio patrón vibratorio. Y que las moléculas del agua no son una excepción a este principio. De hecho, el agua absorbe -por resonancia- las frecuencias de cada materia con la que entra en contacto (ver recuadro adjunto). Dicho de otra forma: el agua tiene memoria ya que almacena la "información" de toda sustancia con la que ha estado en contacto -radiaciones, plantas, colores, etc., incluidos, consecuentemente, metales pesados, fosfatos, productos fitosanitarios, abonos, nitratos, etc. Frecuencias que a veces logran romper su estructura natural convirtiéndola en un líquido energéticamente muerto y físicamente desestructurado que además nos transmite las frecuencias desfavorables que han volcado en el agua las sustancias nocivas con las que ha entrado en contacto en su recorrido previo antes de llegar a nuestra mesa.

A este respecto, el científico Peter Gross afirma sin paliativos que nuestras aguas potables -tanto las que salen de las cañerías de casa como las embotelladas para su ingesta- están hoy químicamente limpias pero físicamente muertas. "Actualmente -afirma- el 98% de los hogares occidentales disponen de agua higiénicamente aceptable pero muerta en sentido energético por la presión interna de las cañerías y por los numerosos tratamientos a que es sometida el agua viva, procesos que rompen y desmantelan las ordenadas estructuras que portan la información terapéutica y vital del agua pura".

Una alteración de la estructura molecular que puede provocar numerosas disfunciones orgánicas ya que el agua muerta que solemos beber no cumple bien las importantísimas funciones que desarrolla el agua viva en nuestro cuerpo. De ahí que, como plantea Gross, sea tan urgente preocuparnos por consumir agua viva, ordenada y estructurada con auténtica calidad biológica. "Nuestra salud -sentencia- depende de ello".

En la misma línea se manifiesta el médico de origen iraní F. Batmanghelidj, autor del libro Su cuerpo reclama agua llorando a voces, en el que explica cómo la deshidratación crónica actual de nuestro cuerpo es la causa de muy variadas enfermedades


2- LAS FANTÁSTICAS PROPIEDADES TERAPÉUTICAS DEL AGUA

¿Sabía que el agua es el medicamento por excelencia? Pues aunque mucha gente lo ignoran sus posibilidades terapéuticas son inmensas. Y no nos referimos ya al consumo corriente de aguas minerales naturales, a su uso en balneoterapia o a las propiedades del agua de mar, tanto ingerida como en baños terapéuticos. Sus posibilidades curativas van mucho más allá. Porque el agua se puede activar, energetizar, dinamizar, inmunizar, oxigenar, ozonizar, mesmerizar, cromatizar, solarizar, sonorizar, ionizar, imantar, polarizar, magnetizar... Todo un mundo de increíbles posibilidades terapéuticas que apenas se conoce.

"La deshidratación crónica es la raíz de la mayor parte de las enfermedades degenerativas del cuerpo humano y la tragedia más grande de la historia de la Medicina es que los médicos no hayan entendido -y sigan sin entender- la diversidad de señales que emite un cuerpo cuando, simplemente, reclama agua". De esta forma tan contundente se expresa el médico de origen iraní Feydoon Batmanghelidj en su libro de que su cuerpo reclama agua llorando a gritos. Para él, el más importante descubrimiento médico que ha hecho el hombre es haberse dado cuenta de que el agua es la mejor medicina natural para gran número de las llamadas enfermedades. Basta para entenderlo constatar que todas las funciones del organismo dependen del flujo de agua en el cuerpo. Hasta el punto de que lo que para muchos médicos es un "cuerpo enfermo" para Batmanghelidj no es, en muchas ocasiones, sino un "cuerpo sediento" al que se puede devolver la salud dándole simplemente la cantidad de agua adecuada.

La medicina más barata

El agua de buena calidad biológica  es la forma más barata de medicina preventiva que se conoce. Así lo demuestran no sólo los buenos resultados que se obtienen cuando se utiliza como remedio terapéutico sino también la constatación de que su escasez produce -con el tiempo- un buen número de las enfermedades que conocemos. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud cada día mueren más de 300.000 personas en todo el mundo a causa de enfermedades hídricas y en los países en vías de desarrollo el 80% de las enfermedades que asolan a la población se deben a la carencia o a la contaminación del agua.

Dicho con rotundidad y claramente: cada vez son más los expertos que aseguran que bastaría con beber una cantidad suficiente de agua al día para evitar la aparición de muchas enfermedades, incluidas las degenerativas. El agua nos mantiene sanos. Eso sí, no confunda agua con líquido. El cuerpo humano necesita un mínimo de 2 litros de agua al día y el alcohol, el té, el café o las bebidas refrescantes son líquidos... pero no agua. Por tanto, se trata de beber al menos dos litros de agua, líquidos aparte.

Ignorancia médica

Batmanghelidj explica que algo en apariencia tan simple como ignorar los múltiples papeles químicos que desempeña el agua en el cuerpo humano y desconocer que la deshidratación puede provocar la pérdida de algunas funciones orgánicas es el error más esencial cometido por muchos colegas. Un error que además ha desviado el foco de atención de la investigación en medicina y ha impedido que los profesionales de la salud aconsejen a sus pacientes medidas preventivas y curas fisiológicas simples incluso para enfermedades graves. De ahí que -junto a un grupo cada vez más numeroso de médicos, científicos e investigadores- postule una nueva "verdad científica", un paradigma simple pero real y poco entendido: que el agua es imprescindible para regular todas las funciones del cuerpo y, por tanto, para que funcione correctamente es fundamental que llegue siempre en cantidad suficiente y en el momento necesario a todo el organismo, especialmente a los órganos vitales (cerebro, corazón, pulmones, hígado, páncreas y riñones).

Por eso, cuando no es así, el cuerpo pone en marcha una serie de sofisticados indicadores para "hacernos saber" que la necesitamos. Uno de ellos es provocar la sensación de sed; lo que sucede es que muchas veces no reconocemos esa petición y otras no la atendemos o la saciamos con una bebida refrescante. De hecho, el último indicador, el más evidente y el único que solemos "reconocer" es la boca seca. Esta señal es el último signo externo de una deshidratación extrema sólo que no siempre es útil porque se ha comprobado que el cuerpo puede sufrir deshidratación aun cuando la boca esté húmeda.

Por tanto, ya que a veces nos es difícil entender los mensajes de nuestro cuerpo cuando nos pide agua (no café, ni té, ni ninguna bebida gaseosa) lo suyo es prestar atención consciente a la cantidad que ingerimos. A fin de cuentas, la deshidratación prolongada por no atender las señales que emite el cuerpo puede causar graves daños. Y lo malo es que esa falta de agua es tratada por la mayoría de los médicos atendiendo a los síntomas que provoca con lo que, en función de los mismos, etiquetan al paciente como enfermo de una patología u otra y le tratan con los fármacos recomendados en tales casos. Es decir, existe una ignorancia médica básica que confunde muy a menudo una simple deshidratación con varias patologías. Error de base que es la principal causa del alto costo actual del sistema sanitario así como de la cronicidad de muchas dolencias que podrían curarse de forma sencilla y rápida con agua.

"Los médicos -denuncia Batmanghelidj- han aprendido a acallar las diferentes señales de la escasez de agua en el cuerpo con productos químicos, algo muy perjudicial para las células del cuerpo. Por ejemplo, el agua es el mejor diurético natural pero mis colegas siguen recetando diuréticos. Están pues tratando de forma negligente a sus pacientes porque los medicamentos pueden dañar los riñones y, en último extremo, el corazón. Recomendando agua en dosis controladas y suficientes conseguirían lo mismo de forma más barata y sin efectos secundarios".

Batmanghelidj asegura, en suma, que buena parte de las enfermedades hoy diagnosticadas no son en realidad tales sino síntomas de un cuerpo deshidratado que, sencillamente, "tiene sed y pide agua".

Agua y sólo agua

Asimismo remarca que la creencia de que el té, el café, el alcohol o las bebidas refrescantes son sustitutivos válidos del agua constituye un error elemental que puede tener graves consecuencias. Porque es verdad que tales bebidas contienen agua pero también lo es que suelen llevar agentes deshidratantes que no sólo la eliminan una vez ingerida sino que además acaban con el agua de las reservas del cuerpo por su fuerte acción diurética.

Es más, el uso constante de estas bebidas -que en la mayoría de los casos contienen sustancias excitantes- priva al cuerpo de su plena capacidad para formar energía hidroeléctrica. Por ejemplo, el exceso de cafeína puede disminuir la capacidad de atención y contribuir a la aparición del síndrome de fatiga crónica así como a un cansancio adicional del músculo del corazón por la excesiva estimulación que provoca. Asimismo, los estimulantes naturales del café -y otro tanto ocurre con el té- sobreexcitan el sistema nervioso central.

Por tanto, es importante prestar tanta atención a la cantidad y calidad de lo que se come como a la cantidad y calidad de lo que se bebe. A este respecto, el doctor Batmanghelidj afirma que igual que tenemos "dolor de hambre" tenemos también "dolor de sed"; y en este caso el agua es la única sustancia efectiva para aportar alivio. En esas situaciones lo que quiere el cuerpo, lo que necesita, lo que pide, es agua y sólo agua.

Aguas terapéuticas

La importancia del agua para la vida la conoce el hombre desde sus primeros pasos como especie. Por eso siempre se ha preocupado de tenerla a su alcance. Y también desde tiempos inmemoriales entendió que podían tratarse con agua multitud de dolencias. Es más, nuestros antepasados sabían incluso algo que sólo recientemente ha constatado la ciencia: que el agua es capaz de almacenar cualquier información que la impregne por sutil que ésta sea. Una sorprendente capacidad que ha llevado a científicos como Peter Gross a hablar de la "memoria del agua" (vea el recuadro adjunto).

Pues bien, precisamente esta facultad del agua para almacenar información es la que ha permitido al hombre intervenir en su estructura molecular con todo tipo de energías (sonora, luminosa, eléctrica, etc.) y obtener "aguas tratadas" que utilizar como remedio terapéutico o coadyuvante de eficacia contrastada en el tratamiento de diversas dolencias.


Llegados a este punto no puede extrañarnos que muchos consideren al agua como "el oro azul" o que 2.500 años antes de Cristo Tales de Mileto la definiera como "el principio de todo lo que existe". Es más, el ganador del Premio Nobel de Medicina en 1912, el doctor Alexis Carrol, relaciona agua e inmortalidad cuando dice: "La célula es inmortal. Es realmente el fluido en el que flota, básicamente agua, lo que degenera. Renovando este fluido a intervalos proporcionaríamos a las células lo que necesitan para su alimentación y, hasta donde nosotros conocemos, el pulso de la vida continuaría para siempre".

Tras leer tan sugerente reflexión no estaría de más empezar a plantearse sustituir alguna taza de café, té o el recurrente refresco de cola que tomamos cotidianamente por un sencillo pero fantástico vaso de agua. Sobre todo ahora que con la cercanía del rigor estival el organismo nos la reclamará más a menudo. Haga caso a su cuerpo y beba agua de calidad. Usted lo notará.



¿Cuándo beber agua?
Según los expertos, los mejores momentos para beber agua son tres: nada más levantarse de la cama por las mañanas (uno o dos vasos de agua de 200 ml.), media hora antes de la comida y de la cena (un vaso) y dos horas y media después de las mismas (otro vaso de 200 ml). Asimismo, se recomienda tomar entre dos y tres vasos más a lo largo del día. Tal es la cantidad mínima que necesita el organismo cada día. Recuerde que la deshidratación es el principal factor estresante de toda materia viva.

¿Cómo saber si está deshidratado?
Así ocurre siempre que la boca se le seque. Fíjese además en el color de su orina; normalmente, ha de ser incolora o ligeramente amarilla. Si empieza a volverse oscura su cuerpo se está deshidratando. El color oscuro significa que los riñones están trabajando con muy poca agua y la orina está saturada de desechos.

Eficacia terapéutica del agua magnética
El doctor Felicísimo Ramos afirma en su obra “El agua magnetizada” (Ed. Mándala) que el agua magnética es eficaz en el tratamiento de abscesos, acidez, acné, afta, alergias, amenorrea, anorexia, artritis, asma, bocio, bronquitis, calambres, cálculo biliar, cálculo renal, cáncer, caspa, cataratas, catarro, ciática, cólicos, colitis, conjuntivitis, convulsiones, debilidad muscular, diabetes, diarrea, dificultades urinarias, dificultades de corazón, disentería, dismenorrea, dispepsia, disuria, diviesos, dolor (de cabeza, espalda, muelas, rodillas, etc.), eczemas, encías, enuresis, escaldaduras, espondilitis, espondilosis, estreñimiento, fiebre, fístula, fisura, flatulencia, fracturas, golpes, gonorrea, gota, hemorroides, hepatitis, heridas, hernia, herpes, hidrocele, hipertensión, inflamaciones, insomnio, ictericia, leucoderma , leucorrea, lumbago, malaria, migraña, nefritis, nerviosismo, neumonía, neuralgia, neuritis, obesidad, palpitaciones, paperas, parálisis, pérdida de memoria, picaduras, piorrea, polio, pólipos, presión arterial alta, problemas de vista, prostatitis, psoriasis, quemaduras, raquitismo, reumatismo, rubeola, sarampión, sífilis, sinusitis, tifus, tiña, torceduras, tracoma, trastornos biliares, tuberculosis, tumores de mama, tumores de útero, úlcera, urticaria, varicela, vegetaciones, vértigo, vómitos, etcétera. Además, mejora la circulación, rebaja el índice de colesterol y potencia el sistema inmune. Casi nada...

La "memoria del agua"
Cuando bebemos agua de un manantial o de un pozo ingerimos agua pura, viva, que en ese estado natural presenta una estructura estable y ordenada compuesta por dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno. Pero además de esa estructura molecular tan simple, cada vez más científicos afirman que el agua pura posee una especie de archivo de datos, una memoria que le permite almacenar las informaciones y energías -obtenidas en forma de vibraciones moleculares- que ha absorbido de las sustancias con las que ha estado en contacto. Según estos expertos -entre ellos Peter Gross-, el agua posee una especie de memoria que le permite almacenar informaciones, tanto nocivas como terapéuticas, y transmitirlas a otros organismos biológicos -incluidos los seres humanos- en forma de frecuencias electromagnéticas.

El agua y el dolor crónico
Los dolores crónicos del cuerpo que no se deban a una lesión o a una infección deben ser interpretados como señales de una reducción crónica de agua en la zona donde se localiza el mal. Así lo afirma al menos el doctor Batmanghelidj según el cual esos dolores crónicos incluyen el dolor dispépsico (gastritis, duodenitis, úlcera péptica...), el artrítico reumatoide, el de angina, el lumbar, el de las piernas al andar, la migraña y los dolores de cabeza, la resaca y la colitis. Y agrega que estas dolencias pueden tratarse con la simple ingesta diaria de al menos dos litros y medio de agua.



 

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