[Bah-tagonius] [Bah-general] Señales de Sostenibilidad 15

Jue Nov 10 14:20:16 CET 2011

10.11.2011

señalesdeSostenibilidad

boletín informativo de Fundación Vida Sostenible • núm. 15 − 10 de noviembre de 2011

La vieja energía se resiste a dejar la escena

Las grandes compañías eléctricas están dejando clara su posición. La energía eólica, que ya está dando sustanciosos beneficios, puede aumentar sin exagerar su cuota de producción. Pero el resto, las llamadas “renovables inmaduras”, deben frenar en seco su expansión (no se dice si se deberían destruir las instalaciones que ya están funcionando) so pena de “poner en riesgo el balance financiero del sistema eléctrico”. La solar termoeléctrica concentra especialmente las iras de las grandes compañías eléctricas. Debe ser porque ha vuelto obsoleto el antiguo dicho anti-renovable: “las centrales solares no funcionan por la noche”, ya que estas centrales termosolares pueden producir electricidad nocturna gracias a un sistema de almacenamiento del calor obtenido de los rayos del sol durante el día. Otras energías más inmaduras todavía están llamando a la puerta, como la renovable marina. 

El argumento de las grandes compañías eléctricas contra todas estas energías “inmaduras” es que todavía están en el comienzo de su curva de aprendizaje, como párvulos en la escuela. Argumento poco sólido, si se piensa que las centrales de carbón llevan así más de un siglo, sin mejorar gran cosa, y que las nucleares ni siquiera han empezado a ir a la escuela. Si las primeras máquinas de vapor de Boulton y Watt hubieran sido rechazadas por hallarse muy al comienzo de su curva de aprendizaje, no habríamos tenido revolución industrial. Eran unos artefactos muy toscos y con una eficiencia mínima, pero funcionaban, y pronto dieron paso a otros modelos mejorados. Pues ahora pasa lo mismo, que no en vano estamos en puertas de la tercera revolución industrial. 

Una paradoja española y otro sistema antiguo en vías de desaparición

Las manadas de ciclistas en ciudades danesas u holandesas, una de la imágenes más representativas de la civilización avanzada (o sostenible) urbana, tienen un correlato sorprendente en España: la mucha gente que va caminando a su trabajo. Como se explica en este artículo de EcoLab, el porcentaje de gente que usa las piernas para ir a trabajar es más o menos equivalente en Escandinavia y en España, pero allí son más aficionados a la bicicleta y aquí mucho menos (aunque eso está cambiando, incluso en el gran bastión anti-bicicleta, Madrid). 

El estudio multinacional que sirve de base a esta información, E-Cosmos, pone de relieve lo que ya es un secreto a voces: el modelo de transporte actual al trabajo basado en el automóvil “se enfrenta a sus verdaderos límites”. La buena noticia es que esto puede ser relativamente fácil de cambiar, y no a costa de grandes inversiones o políticas revolucionarias de transporte –que tampoco están mal–, sino considerando cada empresa como un mundo aparte y planteando soluciones a la medida que favorezcan el uso de transporte público... o de caminar. Hasta que esto llegue, podemos consolarnos con las 90 medidas 90 aprobadas por el Gobierno para mejorar la calidad del aire, muchas de ellas relacionadas con el coche de motor térmico, y comentadas favorablemente por Ecologistas en Acción.

Durban: triste panorama

Poco hay que decir de la próxima cumbre de Durban sobre el clima. La prensa no está interesada, los expertos hablan de desoladoras perspectivas, todo el mundo está cansado y preocupado (menos los grandes financieros, claro está). No obstante, como un elefante en un salón, el problema sigue ahí. La verdad es que los “mercados de carbono” parecen haber agotado sus expectativas. Han movido mucho dinero y papeles de un lado para otro, pero no se nota que hayan reducido mucho la emisión de CO2. 

Al final, puede que sea más eficaz el camino directo: producir cada vez más energía a base de renovables, pagar por cada tonelada de CO2 que se emite a la atmósfera, y utilizar ese dinero para incentivar la eficiencia energética de los sectores no-industriales pagando por cada tonelada que se deja de emitir. Eso sin olvidar la investigación sobre este enrevesado asunto.

¿Dónde está la buena comida?

Los antiecologistas, que son bastante masoquistas, rechazan la agricultura sostenible. Ya saben, esa basada en usar pocos plaguicidas sintéticos, mucho estiércol o compost, emplear prácticas tradicionales y variedades locales de plantas y animales de granja, etc. En consecuencia, deberían rechazar sus productos, pero lo cierto es que todavía no se ha visto a ningún antiecologista rechazar unos huevos fritos de gallinas criadas en libertad con buenos cereales, con el argumento de que los huevos procedentes de gallinas torturadas y mal alimentadas tienen mucho mejor sabor. Otra cuestión es que los huevos de calidad cuestan más dinero, lo que obliga a mucha gente a contentarse con los malos. 

La comida sostenible debe cumplir tres requisitos: ser buena para la salud, buena para el planeta y buena para el bolsillo. Puede parecer que encontrar comida que cumpla estos requisitos es difícil, pero no lo es tanto como parece. Muchos alimentos procedentes de la agricultura industrial a ultranza son muy caros, pues se venden en botellitas a precios astronómicos a cuenta de supuestos e indemostrables beneficios para la salud. Los cereales y las legumbres de calidad, así como muchas frutas y verduras, son baratos o al menos asequibles. Donde la cosa se pone más peliaguda es en materia de carnes y pescados, pero aún así siempre queda el recurso de comprar menos pero de mejor calidad. Lo que se echa en falta es más información útil para saber donde está la buena comida. Esta web ministerial puede ser de ayuda, así como esta iniciativa de Greenpeace o esta entrada de un conocido blog gastronómico.

Iniciativas

Farola eólico-solar

Observatorio de la Sostenibilidad en Aviación

Un supertermostato

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José Mª González Bengoechea

Fundación Vida Sostenible
Ruiz, 26. 28010 Madrid
Tel.: 914 461 834
Fax: 914 469 121

Para Ser Más Sostenible www.vidasostenible.org

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