[Bah-sanse] [Bah-general] POR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA
Araceli Lozano
araceliloz en yahoo.es
Mie Oct 20 18:52:24 CEST 2010
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Mensaje original --------
Asunto: [Plataforma_rural] Vía Campesina: Día de Acción para la Soberanía
Alimentaria
Fecha: Mon, 18 Oct 2010 13:24:24 +0200
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*16** **DE OCTUBRE: DIA DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA**
Los campesinos haitianos quieren dejar atrás el neoliberalismo*
por GRAIN
Las organizaciones campesinas están furiosas con las autoridades haitianas por
haber permitido que las multinacionales y las grandes empresas saquen provecho
de la reconstrucción post terremoto, aumentando así la dependencia del país
respecto al exterior. Exigen que en lugar de esto se cree un programa radical de
reconstrucción agrícola, destinado a recuperar al campesinado devastado. El
fundamento de esta reconstrucción sería la /soberanía alimentaria./
El 4 de junio del 2010, cerca de 10.000 campesinos haitianos marcharon desde
Papaye hasta Hinche, en el Macizo Central de la isla. Quemaron varios bultos de
semillas de maíz híbrido que hacían parte de una donación de Monsanto al
programa de reconstrucción post terremoto. Durante la manifestación, los
campesinos exhibieron slogans como /« Larga vida al maíz local!»/ y /«Los
transgénicos y las semillas híbridas de Monsanto atentan contra la agricultura
campesina»./
Chavannes Jean-Baptiste, líder campesino haitiano y coordinador del Movimiento
Campesino Papaya (MPP ó Mouvman Peyizan Papay) que ayudó a organizar la
manifestación, explicó en una entrevista a GRAIN que Monsanto se está
aprovechando del programa de asistencia para hacer que los campesinos dependan
de sus semillas y para acabar con la agricultura campesina. Era necesario,
declaró, expresar claramente un “/NO/” rotundo a esta situación. Varias acciones
de solidaridad parecidas se llevaron a cabo en Montreal (Canadá) y en Seattle
(USA).
La posición de Chavannes Jean-Baptiste corresponde a la que adoptaron 15
asociaciones campesinas, entre las cuales hay una organización juvenil y un
grupo de mujeres, quienes con el apoyo de la ONG haitiana PAPDA (Plataforma Para
un Desarrollo Alternativo) publicaron una crítica severa a la reacción de
urgencia del gobierno haitiano luego del terremoto de enero del 2010.
Tras el trágico terremoto, que causó cerca de 230.000 muertos y obligó a más de
medio millón de personas a abandonar Puerto Príncipe y regresar al campo, el
Ministerio de Agricultura, de Recursos Naturales y del Desarrollo Rural (el
MARNDR) anunció la creación de un Programa Especial de Urgencia y de Apoyo a la
Producción Alimenticia, dotado de un presupuesto de 687 millones de dólares
estadounidenses. Los objetivos principales son /“promover la reintegración
social de las personas que migraron desde las ciudades hacia las zonas rurales”,
“aumentar su capacidad de generar ingresos mediante actividades intensivas en
mano de obra, para permitirles comprar de inmediato los alimentos que necesitan
en el corto plazo” y “establecer la seguridad alimentaria de forma permanente”./
No hay nada que agregar a estos objetivos. En lo que los autores del documento
de la PAPDA no están de acuerdo con el gobierno es en la estrategia utilizada
para lograrlos. Según ellos, el gobierno es incapaz de tomar una primera medida
esencial: poner en tela de juicio las políticas neoliberales que acabaron con la
agricultura campesina. Si no se deja atrás el neoliberalismo, afirman los
autores, el gobierno nunca logrará restablecer los medios de subsistencia de los
pequeños productores.
Hasta los años 80s, los haitianos cultivaban suficiente arroz, frijol, maíz,
papa y yuca para satisfacer sus necesidades. Pero después del derrocamiento de
la dictadura de Duvalier, Haití comenzó a liberalizar su economía. /“El FMI y el
Banco Mundial decretaron que teníamos que realizar ajustes estructurales”/, nos
recuerda Camille Chalmers de la PAPDA. /“Nos dijeron que éramos vecinos del
mayor productor agrícola del mundo y que no había ninguna razón para producir
nuestros propios alimentos, ya que podríamos comprarlos a precios bajos. En
lugar de dedicarse a la agricultura, los campesinos debían ir a la ciudad para
vender su fuerza de trabajo en las fábricas estadounidenses que producían
textiles o artículos electrónicos para exportación”./
Los medios de subsistencia de miles de campesinos fueron destruidos. El
documento de la PAPDA explica lo ocurrido: /“Las políticas neoliberales
golpearon a las comunidades rurales en el núcleo de la resistencia campesina,
ocasionando un éxodo rural de grandes dimensiones y el crecimiento acelerado de
los suburbios. Estas medidas económicas hacen parte del proceso de
desestructuración de la agricultura campesina local, favoreciendo a las grandes
trans-nacionales que operan en el mercado de alimentos. El resultado fue un
empobrecimiento drástico de los campesinos productores excluidos del mercado por
la liberalización del comercio exterior, generando una dependencia
extraordinaria y desempleo a gran escala”./
El sector público fue reducido a su más mínima expresión por las reformas
neoliberales. Se quedó sin recursos, humanos y financieros, para preparar a
Haití ante desastres naturales tales como terremotos y huracanes. Según la
PAPDA, /“hay que admitir que la magnitud de los daños [causados por el
terremoto] es intrínseca a los elementos vinculados a la irresponsabilidad de un
Estado estructurado contra el pueblo. No es un secreto para nadie: ya en 2007,
un informe de la Purdue University advertía sobre la inminencia de un terremoto
en Haití, pero el Estado se limitó a menospreciar el informe y a indicar las
medidas de protección básicas”./
Hoy, después de un terremoto que causó tanta devastación, el MARNDR anuncia el
lanzamiento de un programa de reconstrucción agrícola que, según la PAPDA,
brindará muchos más beneficios a las multinacionales que a los pequeños
productores. Más de la mitad de los 687 millones de dólares está destinada a
proyectos de infraestructura: sistemas de irrigación, carreteras rurales,
reparación y refuerzo de las orillas de los ríos, etc. La segunda parte más
importante del presupuesto está destinada a la compra de equipos como tractores
y demás maquinaria agrícola (113,5 millones de dólares), seguida por la
reforestación (37 millones) y las estructuras para prevenir la erosión (20
millones). Además, una parte considerable del presupuesto está reservada para la
compra de fertilizantes (18,4 millones), pesticidas (4,7 millones) y
semillas/plántulas (5 millones).
Ya que la mayoría de los campesinos haitianos no está en condiciones de comprar
un tractor o insumos químicos, incluso si estos fueran subvencionados, el
programa beneficiará solo a una pequeña minoría. Es más, dado que Haití no
produce fertilizantes, ni pesticidas, ni maquinaria agrícola, serán las empresas
extranjeras las que ganen los contratos de venta de todos estos productos. De la
misma manera, no hay duda que los contratos de construcción de infraestructuras
serán otorgados a multinacionales. Lejos de promover la autosuficiencia
nacional, este programa no hará otra cosa que aumentar la dependencia de Haití
respecto a los insumos importados. La PAPDA, como lo indica en su informe,
piensa que con el tiempo el programa será corregido para favorecer a los
intereses extranjeros de manera aún más profunda/: “será un programa retocado,
dictado y financiado por extranjeros. Por ende, además de la mezquindad de las
ambiciones iniciales, será aún peor cuando sea retomado y corregido por agencias
como la USAID y otras”./
Destaca PAPDA con una cierta amargura: /“La ayuda humanitaria obedece a las
leyes del mercado capitalista, que hace pasar los contratos por circuitos donde
una gran cantidad del dinero con fines humanitarios se queda en los países
donantes. En el campo de la ayuda humanitaria, la preocupación por los intereses
y las ganancias está también presente”./ Las autoridades haitianas ya no
consideran a los campesinos como actores legítimos que conviene consultar: /“El
MARNDR niega la existencia y la fuerza representativa de la clase campesina.
Escoger la política neoliberal equivale a negar también la validez de los
conocimientos populares. El MARNDR sigue dando estatuto de verdaderos actores a
las ONGs y a las empresas prestadoras de servicios, excluyendo a los
productores, que son los que se interesan por cosas diferentes a las materias
primas, las ganancias y hacer fortuna”./
Mervyn Claxton, experto en economía política del Caribe, concuerda con la idea
de que las autoridades haitianas están perdiendo la oportunidad de dar inicio a
una verdadera economía campesina que pueda realmente ayudar con la
reconstrucción del país: /“Haití dispone de toda una serie de variedades
tradicionales de arroz, maíz y frijol. Fueron los esclavos africanos los que
trajeron el arroz a Haití hace más de doscientos años, del que hoy existen
variedades tradicionales que podemos reagrupar en dos grandes tipos: el arroz de
montaña y el arroz de los pantanos. Como es sabido por todos, estas variedades
tradicionales son más nutritivas que el arroz norteamericano barato y
subvencionado que las remplazó hace 20 o 30 años (el arroz “de Miami”), luego de
la liberalización del comercio. /
/Por lo tanto, respecto a las VAR (Variedades de Alto Rendimiento), el arroz
haitiano es más adecuado a la lucha contra la malnutrición, considerada por el
gobierno como un problema clave. Es probable que el uso de VAR aumente el riesgo
de inseguridad alimentaria en vez de reducirlo, pues estas variedades requieren
agua de forma regular y en cantidades suficientes, una necesidad que no podrá
satisfacerse durante los periodos de sequía, muy frecuentes en Haití. Las VAR
serán promotoras de exclusión y no de integración, ya que su imprescindible
necesidad de agua obligará al Ministerio a no incluir en el Programa de Urgencia
las zonas no irrigables. Los dueños de las tierras más difíciles de cultivar,
menos fértiles o excluidas serán, inevitablemente, los campesinos más pobres del
país”./
Los movimientos campesinos tienen su propia visión del modelo de agricultura
alternativa que quieren construir. En el documento de la PAPDA hacen un llamado
a redefinir las políticas públicas con el objetivo de romper de forma clara con
las prácticas del pasado: /[es necesaria una] “ruptura en el modelo de
desarrollo respecto a la teoría neoliberal, ruptura respecto a la exclusión,
ruptura respecto al imperialismo y ruptura respecto al estado centralista”./
Para esto, la reconstrucción tiene que movilizar cuatro fuerzas sociales
importantes: las mujeres, el campesinado, los jóvenes y los artistas y
artesanos.
Doudou Pierre, al igual que Chavannes Jean-Baptiste, es miembro del Movimiento
Nacional de los Campesinos del Congreso de Papaya. Doudou da una descripción de
los que podría ser el modelo alternativo. Se trata, según él, de “/reactivar/”
la agricultura en Haití siguiendo dos grandes principios. El primero es el de la
soberanía alimentaria, es decir, producir localmente la mayor parte de alimentos
que necesitan los haitianos: /“Estamos en condiciones de producir por lo menos
el 80% de lo que comemos”/. El segundo incorpora una reforma agraria: /“No
podemos hablar de soberanía alimentaria si las personas no tienen tierra.
Tenemos previsto tomar las tierras de los grandes propietarios y distribuirlas
entre los campesinos, para que ellos puedan trabajarlas”. /Cuando tengan las
tierras, los campesinos necesitarán el apoyo de las autoridades: /“El Estado
tiene que darnos créditos, brindarnos soporte técnico y ayudarnos a almacenar y
gestionar el agua”./
Hay varias propuestas para aumentar la cobertura de la agricultura campesina
después de la implantación de estos cambios estructurales. El Centro de
Investigación en Economía Política (CEPR) propone que los prestamistas
internacionales acepten comprar toda la cosecha de arroz haitiano durante los
próximos 2 años. Con este incentivo, los campesinos locales podrían producir
casi tanto arroz cuanto reciben de ayuda humanitaria, y la recuperación del
sector campesino, que está en ruinas, podría ponerse en marcha. Otra
organización propone que el gobierno haga que las escuelas compren todos los
alimentos necesarios para los comedores escolares a grupos de pequeños
productores locales.
Por su parte, el gobierno no ha dado ningún signo que indique que aceptaría
alguna de las propuestas formuladas por las organizaciones campesinas o por los
grupos de reflexión que trabajan con estas. Dadas las circunstancias, no es para
nada sorprendente que tanto Chavannes Jean-Baptiste, como todos los que
manifestaron con él, estén furiosos.
Traducción: Felipe Zalamea para Jubileo Sur/Américas.
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Del 8 al 10 de octubre de 2010 en Cortes de la Frontera, Málaga
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