[Bah-alcala] Artículo interesante
Miguel Angel Paz
miguelangel.paz en terra.es
Lun Jul 9 19:27:26 CEST 2007
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9 julio 2007
La Izquierda en el Imperio del Consumo
¿Cómo ha conseguido el capitalismo hacer olvidar sus graves deficiencias y
arraigar de una manera tan firme en toda la humanidad? El sociólogo inglés
Robert Bockoc da la clave en una frase: El capitalismo ha sido legitimado
por el consumo.
A este fenómeno, el consumo, tan fundamental en nuestra sociedad que le da
nombre, dedica Eduardo Galeano uno de sus excelentes artículos, El Imperio
del Consumo, aparecido recientemente en nuestra web. En este Imperio que
tan bien describe Galeano estalla el infinito número de conflictos que
enturbian la vida de toda la humanidad. Todos, aparte de sus causas más
inmediatas, tienen como fondo la apetencia insaciable de consumo desatada
por el sistema capitalista.
Pero, al mismo tiempo que raíz de los conflictos, el consumo es también la
gran fortaleza en la que se parapeta el capitalismo. Efectivamente, el
indudable progreso económico experimentado en los países centrales y la
orientación de las aspiraciones de la gente hacia la ilusión de un consumo
siempre creciente, consumo de masas, es lo que ha llevado a la aceptación
voluntaria del capitalismo por parte de esas masas.
Este papel del consumo como legitimador del capitalismo es cada vez más
fundamental, pues los otros pilares en que se apoyaba el capitalismo se van
debilitando. En primer lugar, el capitalismo se presentaba como
inseparablemente unido a la democracia y la libertad, en oposición a los
totalitarios regímenes socialistas. Pero hoy somos cada vez más conscientes
de que la democracia real está siendo gravemente socavada por el poder
creciente de las empresas transnacionales, los grandes grupos financieros y
los organismos internacionales, FMI, BM, OMC, que están totalmente
subordinados a los grandes intereses económicos. La libertad de los
ciudadanos para decidir en las grandes cuestiones económicas y sociales que
afectan seriamente a sus vidas está cada vez más limitada por el poder
económico, que se oculta bajo la pantalla de las decisiones de los mercados.
El fenómeno del terrorismo ha venido a facilitar este recorte de libertades,
y lo ha ampliado hasta afectar a libertades de las personas que se
consideraban conquistas inviolables de una sociedad democrática.
Por otro lado, muchos aspectos de la vida humana que contribuyen
decisivamente a conformar la calidad de vida de las personas se van
deteriorando progresivamente en los últimos años. Hace pocos decenios la
acelerada automatización de los procesos productivos permitía acariciar la
idea de una sociedad del ocio, donde la cantidad de trabajo que cada persona
tendría que aportar para el adecuado funcionamiento de la sociedad sería
cada vez menor. Pero nos encontramos con que el anunciado fin del trabajo se
ha convertido en el trabajo sin fin, las jornadas ilimitadas, el trabajo
precario y la inseguridad agobiante. Y dando gracias porque las empresas
generosamente nos dan trabajo y nos permiten salir del agujero negro del
paro. A esto se une la competencia desenfrenada que rompe fidelidades y
seguridades, aumentando las tensiones sociales a todos los niveles. Un clima
que favorece la inestabilidad, la ansiedad y el estrés.
En este ambiente social, que tiende a configurar una sociedad cada vez menos
placentera, la tarea de legitimar el capitalismo recae de una manera cada
vez más exclusiva sobre los hombros del consumo. El consumo, compensador de
todas las tensiones y esfuerzos a que nos somete el neoliberalismo. Es el
gran logro, el gran atractivo que puede presentar el sistema capitalista
para seguir manteniendo la adhesión de las grandes masas de nuestro mundo.
Plenamente atrapada en esta trampa del consumo está la burguesía española (y
no sólo la burguesía). En ella se centra el lúcido análisis sociológico que
realiza Gil Calvo en su artículo La americanización de Madrid, también
aparecido recientemente en la web. El fenómeno se da en toda España, pero
ha sido en Madrid y Valencia donde los líderes de Partido Popular han
emprendido una más desenfrenada huida hacia delante, hacia un crecimiento
económico mastodóntico, pero que estimula la actividad económica y puede
proporcionar mayores posibilidades de consumo a la población. Y la mayoría
de los ciudadanos, adictos ya a la droga del consumo, con el cerebro y la
sensibilidad ética reblandecidos por la ideología y el estilo de vida
capitalista, les han seguido gustosamente hacia un desarrollismo insensato.
Creo que Gil Calvo analiza muy bien las circunstancias por las cuales la
política del PP en Madrid y Valencia ha resultado tan exitosa para este
partido. Pero me parece que se excede al exculpar a la izquierda de la
derrota. Yo creo que, aparte del acierto de la estrategia del PP, la
izquierda tiene su fracaso bastante bien merecido. No se trata de
autoflagelarse de una forma masoquista, pero no se le puede echar toda la
culpa al árbitro. Si la izquierda no reconoce sus errores y asume sus
responsabilidades, difícilmente se podrá aspirar a un cambio de rumbo.
Hay una responsabilidad inmediata en el funcionamiento de los aparatos de
los partidos. ¿Con qué criterios eligieron a los cabezas de lista del PSOE e
Izquierda Unida? Si realmente en Madrid no hay figuras más atractivas para
representar las ideas de izquierda, mal lo estamos haciendo. Y si las hay,
como creo que realmente las hay, ¿cuáles son los méritos que se tienen en
cuenta para progresar en el escalafón de los partidos? Parece claro que algo
bastante turbio habría que aclarar en ese campo.
Pero además estoy convencido de que existe también una responsabilidad
remota. Una responsabilidad que tiene que ver con el tema planteado por
Galeano en su artículo, el poder del consumo. Hace ya muchos años que Erich
Fromm escribía: El socialismo y el comunismo rápidamente cambiaron de ser
movimientos cuya meta era una nueva sociedad y un nuevo hombre en
movimientos cuyo ideal era ofrecer a todos una vida burguesa, una burguesía
universalizada para los hombres y las mujeres del futuro. Se suponía que
lograr riquezas y comodidades para todos se traduciría en una felicidad sin
límites para todos. La izquierda intentó competir con el capitalismo
entrando en su propio terreno. No se dio cuanta de que al entrar ahí, ya
había perdido.
Si queremos plantearnos un enfrentamiento radical con el sistema
capitalista, tenemos que ver como atacar su principal fortaleza, el Imperio
del consumo. Habría que atender mucho más al campo de la realización humana
y a modelos de bienestar distintos del propuesto por el capitalismo.
Podríamos empezar por una desobediencia civil. A veces hablamos de promover
una desobediencia civil en algún campo determinado, pero la desobediencia
civil más radical y efectiva sería la desobediencia al consumo. No consumir
lo que ellos quieren que consumamos, ni como quieren, ni donde quieren que
consumamos.
Y luego repensar la izquierda en esta sociedad de consumo.
Antonio Zugasti - Attac Madrid
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